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Informe de la Reunión de expertos
sobre estadísticas del trabajo

(Ginebra, 14-23 de octubre de 1997)


Informe

1. En su 267.a reunión (noviembre de 1996), el Consejo de Administración de la Oficina Internacional del Trabajo decidió convocar una Reunión de expertos sobre estadísticas del trabajo. La Reunión se celebró en Ginebra del 14 al 23 de octubre de 1997.

Orden del día de la Reunión

2. El orden del día de la Reunión fue el siguiente:
I. Subempleo: concepto y medición.
II. Ingresos procedentes del empleo: concepto y medición.

3. El primer punto del orden del día se discutió del 14 al 17 de octubre y el segundo del 20 al 23 de octubre de 1997.

Participantes

4. Veintiséis expertos fueron invitados a la Reunión, 14 de ellos tras consultas con los Gobiernos, seis designados por el Grupo de los Empleadores y seis (asistieron cinco) por el Grupo de los Trabajadores del Consejo de Administración. También asistieron a la Reunión nueve observadores y cinco representantes de organizaciones intergubernamentales. La lista de participantes figura como anexo al presente informe.

Discurso de apertura

5. La Sra. Chinery-Hesse, Directora General Adjunta, inauguró la Reunión y recordó que el cometido de esta última era esencial para ayudar a la Oficina a preparar un informe sobre la revisión de los principios directivos relativos al concepto y medición del subempleo y la adopción de nuevos principios directivos sobre el concepto y medición de los ingresos procedentes del empleo. Este informe se incluiría en el orden del día de la decimosexta Conferencia Internacional de Estadísticos del Trabajo (CIET), a reserva de que así lo recomendara y aprobara el Consejo de Administración de la OIT.

6. El Sr. Farhad Mehran, Director de la Oficina de Estadística, recordó que no se había establecido ningún procedimiento formal para la discusión con objeto de facilitar un libre intercambio de opiniones entre los expertos. Los delegados aquí presentes participaban en la Reunión en tanto que expertos individuales y no representaban necesariamente la opinión de sus respectivos gobiernos u organizaciones. Recordó asimismo que se esperaba de la Reunión que llegara en la medida de lo posible a una declaración común sobre sus conclusiones que ayudarían al Consejo de Administración a pronunciarse sobre la acción futura más conveniente en esta esfera.

Informe I - Subempleo
(14-17 de octubre de 1997)

Elección del Presidente

7. El Sr. Ian McRedie (experto designado por el Gobierno del Canadá) fue elegido como Presidente de la Reunión para el examen del primer punto del orden del día. Felicitó a la Reunión por su composición tripartita y por la voluntad de todas las partes de llevar a cabo la tarea que tenían ante sí. Se trataba de añadir claridad a normas que existían desde 1957 de manera que más países pudieran aplicarlas. Acogió con satisfacción esta oportunidad de considerar un tema respecto del cual convergían los intereses de los países tanto industrializados como en desarrollo.

Presentación del documento de trabajo

8. Al presentar el informe I a la Reunión se puso de relieve la necesidad de disponer de datos sobre el subempleo, la situación actual en materia de datos estadísticos y la razón por la cual éstos no se aplicaban todavía por doquier. El subempleo reflejaba una situación en la que no se ha logrado el pleno empleo en el sentido del Convenio núm. 122 de la OIT. La finalidad que se perseguía con la revisión de las normas actuales era promover una medición más amplia y su comparabilidad a nivel internacional. Una característica importante de las definiciones propuestas era su integración coherente en un marco conceptual de la fuerza de trabajo que establezca normas relativas a la clasificación de las personas en el empleo, el desempleo y la inactividad económica y que se acepte y aplique en todo el mundo. Otra característica importante era el hecho de que muchos países ya medían el subempleo con arreglo a definiciones análogas.

9. Se propusieron dos definiciones: una definición revisada del subempleo visible basada en criterios más precisos que en las normas actuales, y la definición de un concepto más amplio del subempleo, que abarcaba el subempleo visible. En ambas definiciones, debería establecerse un requisito con arreglo al cual los trabajadores se declaren dispuestos y disponibles a cambiar su situación laboral, por tratarse de un requisito esencial en el marco conceptual de la fuerza de trabajo.

Terminología

10. La Reunión tomó nota de que varias expresiones utilizadas en las propuestas reflejaban un contenido diferente del que se indicaba en su definición. Por ejemplo, «ocupar un empleo adicional» implicaba la idea de obtener otro empleo además del actual. Sin embargo, la definición también implicaba las sustitución del empleo actual por otro con más horas de trabajo o un aumento de las horas de trabajo en el empleo actual. Análogamente, «ocupar un empleo alternativo» implicaba la idea de sustituir el empleo actual por otro, pero la definición también implicaba la obtención de un empleo adicional o una modificación del empleo actual. La Oficina debería esforzarse por encontrar términos más apropiados. Por ejemplo, sería preferible utilizar en francés la expresión «emploi supplétif» en lugar de «emploi alternatif».

11. Por otra parte, la expresión «empleo inadecuado» abarcaba una noción más amplia que la definición que se proponía, incluidos aspectos relativos a las condiciones de empleo y de protección social que iban más allá de la noción de subutilización de los recursos de mano de obra. Por esta razón, la Reunión se puso de acuerdo para que en el informe que tenía ante sí la expresión «empleo inadecuado» se sustituyera por «subempleo» dejando que la expresión «empleo inadecuado» abarcara una noción más amplia, incluidas las condiciones de empleo y de bienestar social.

Discusión general

12. Se plantearon varias cuestiones en el debate. Se llegó a un amplio consenso sobre la necesidad de lograr una medición del subempleo y del subempleo visible. Aunque no fueran perfectas, estas mediciones eran importantes desde hacía mucho tiempo para los países en vías de desarrollo y cada vez más para los países industrializados. Deberían referirse a cuestiones que resultaran útiles y válidas para la adopción de medidas prácticas de política, y relacionarse con la subutilización de la oferta de mano de obra. Podrían referirse también a cuestiones afines de bienestar social. Una medición incompleta del subempleo podría incitar a los decisores políticos a suplir esta carencia con indicadores menos apropiados y ello podría influir indebidamente en la necesidad de revisar las definiciones actuales del empleo y del desempleo. Se indicó que datos apropiados sobre el subempleo podrían contribuir a explicar el fenómeno aparentemente contradictorio de que las migraciones se realizaran de países con tasas de desempleo bajas a países en que éstas eran más altas. Por otra parte, se estimó que el subempleo debido a la no utilización de competencias afectaba particularmente a las mujeres y constituía un derroche de recursos humanos, en especial en lo que se refiere a las mujeres.

13. Otra cuestión que recibió un amplio apoyo fue la integración del concepto de subempleo dentro del marco conceptual de la fuerza de trabajo porque estaría así en armonía con los conceptos de empleo y desempleo aceptados a nivel internacional. Una de las consecuencias de esta armonización es que se basaba en la percepción que los propios trabajadores tenían de su situación laboral en lugar de la forma en que los empleadores comprendían el aprovechamiento de los recursos humanos. Otra consecuencia era que la medición se efectuaba en relación con un período breve. Como el marco conceptual de la fuerza de trabajo se aplicaba mejor por medio de encuestas sobre la mano de obra, una tercera consecuencia era que constituía una referencia natural para medir el subempleo, lo que a su vez permitía establecer un método de medición común.

Marco conceptual

14. Se reconoció en general que el subempleo presentaba dimensiones diferentes según se tratara de horas de trabajo, ganancias, utilización de competencias, etc. Otras dimensiones mencionadas que podrían tenerse en cuenta por considerarse que afectaban la productividad en el trabajo eran las condiciones de trabajo y la satisfacción en el empleo. La desegregación de la medición del subempleo en función de sus diversas dimensiones resultaría útil porque los datos podrían utilizarse con flexibilidad con distintos objetivos de política.

15. El sobreempleo en situaciones en que los trabajadores habían de trabajar jornadas muy largas para ganarse el sustento podía considerarse como una forma de subempleo en términos de ingresos y calificaciones, especialmente en los países en desarrollo. Sería oportuno identificar el pluriempleo de las personas que aceptaban una ocupación secundaria en razón del número insuficiente de horas que requería su ocupación principal.

16. También se reconoció que el subempleo había de definirse en relación con cada una de las ocupaciones del trabajador. Se consideraba que las personas se encontraban en situación de subempleo visible cuando estaban dispuestas y disponibles a trabajar además de las horas trabajadas en todas sus ocupaciones. En cambio, estas personas se considerarían en situación de subempleo, en otra de sus formas, respecto de cualquiera de sus ocupaciones (principal o de otra naturaleza).

17. La idea de que el subempleo debería medirse en relación con el empleo alternativo recogió muchas opiniones convergentes. Este era el enfoque que se utilizaba para definir el desempleo en el marco conceptual de la fuerza de trabajo. En cambio, la utilización de normas como criterios de definición fue más controvertida. Varios expertos estimaron que las normas constituirían un obstáculo a los efectos de una comparabilidad internacional. Dentro de un mismo país, la selección de una norma adecuada también planteaba problemas: si se estableciera en relación con la legislación nacional (por ejemplo, horas normales de trabajo, salarios mínimos, etc.), todo cambio en la legislación o en su aplicación modificaría el número de personas subempleadas sin reflejar necesariamente los cambios en la realidad subyacente. Por otra parte, había países en que las normas legales no eran necesariamente significativas o no abarcaban a determinados grupos o personas. Si la norma se estableciera en tanto que valor de tendencia principal, podría tergiversar los resultados esperados cuando una economía en su conjunto estuviera en una situación de sub o sobreempleo. En cambio, otros expertos estimaron que la utilización de normas era esencial para la toma de decisiones fundamentales de políticas que siempre estaban vinculadas a las normas nacionales del trabajo. Por estos motivos, se propuso que, en el caso de utilizarse normas, éstas no se aplicaran en la fase del acopio de datos, porque se limitaría así el alcance de la información obtenida, sino en la de tabulación de los mismos.

18. Con el fin de reflejar más claramente las diferencias de trato entre hombres y mujeres, la Reunión reconoció la necesidad de desagregar los datos relativos al subempleo por sexo y grupo de edades. Se estimó que el subempleo afectaba más especialmente a las mujeres. A ese respecto, también se recomendaba en la propuesta de la Secretaría desagregar los datos en función de la presencia y de la edad de niños en el hogar.

19. Se reconoció que dentro de este marco conceptual de la fuerza de trabajo tal vez resultara difícil definir y clasificar a ciertos grupos de trabajadores como subempleados: los trabajadores estacionales en las zonas rurales que trabajan jornadas muy largas cuando trabajaban y permanecían inactivos el resto del tiempo; los trabajadores familiares que contribuyen a la actividad económica del hogar, los niños que trabajan y otros trabajadores poco remunerados que tienen posibilidades limitadas de conseguir un empleo alternativo.

20. Se manifestaron inquietudes en cuanto a la posibilidad de que las estimaciones propuestas relativas al subempleo pudieran discrepar en relación con un ciclo económico determinado en el sentido de que en períodos de recuperación económica más personas cambian de empleo y que, por consiguiente, podrían clasificarse durante los mismos como en situación de subempleo. Por las mismas razones, se estimó que sería positiva la relación entre subempleo y flexibilidad del mercado de trabajo. Sin embargo, en los países en que se efectuaba una medición del subempleo análoga a la que se proponía, se comprobaba que ésta se ajustaba con el tiempo al mismo modelo que el relativo a la medición de su desempleo.

21. Se estimó que si el objetivo principal era la comparabilidad internacional, podría ser prematura la adopción de normas internacionales precisas sobre el subempleo. Tal vez fuera preferible insistir primero en la adopción de un marco conceptual eficiente que podría aplicarse con carácter experimental en varios países. La experiencia adquirida contribuiría a evaluar la posibilidad de elaborar una definición internacional común. Aunque se apoyara resueltamente la necesidad de adquirir más experiencia en la aplicación de los criterios propuestos, posiblemente en forma de un programa estructurado con el patrocinio de la OIT, también se estimó que la adopción de una definición internacional inicial del subempleo sería útil a estos efectos. A ese respecto, sería esencial la experiencia adquirida por países que ya medían el subempleo con arreglo a criterios análogos a los que se proponían en la definición.

Subempleo visible

22. La propuesta sobre el subempleo visible que la Reunión tenía ante sí se basaba en tres criterios: los trabajadores deberían haber trabajado menos de la duración normal del trabajo en el período de referencia y estar dispuestos y disponibles a desempeñar un empleo adicional (es decir, trabajar más horas en un empleo adicional, en el empleo actual o en otro empleo que sustituya el empleo actual). La duración normal del trabajo se definía como valor modal de las horas habitualmente trabajadas. La disposición de los trabajadores podía ser operativa pidiendo que los trabajadores declaren preferir o desear un empleo adicional o buscarlo activamente. Este último criterio armonizaba la definición con el actual marco conceptual de la fuerza de trabajo sin alterar la continuidad del anterior.

23. Se convino en que era esencial vincular la definición del subempleo visible a la disposición y disponibilidad de los trabajadores a un empleo adicional. Se estimó que, para las estadísticas, el criterio de «disposición» era más confiable que el de «involuntariedad» al que sustituía en la definición internacional actual, y que de esta manera la definición propuesta del subempleo visible resultaba más práctica que la anterior. En particular, esta definición permitiría abarcar a las personas que alegan razones voluntarias para trabajar pocas horas pero que se declaran dispuestas a aceptar un empleo adicional, por ejemplo cuando personas que declaran trabajar menos horas en razón de sus obligaciones familiares se declaran dispuestas a trabajar horas adicionales. Estas no se clasificarían entonces como en situación de subempleo visible con arreglo al criterio existente pero sí con arreglo al criterio propuesto.

24. Se aceptó en general que, de conformidad con las exigencias de su política, los países deberían tener la posibilidad, en la fase analítica o de tabulación, de definir libremente el primer criterio, a saber, que los trabajadores deberían haber trabajado menos de un número de horas determinado durante el período de referencia; sin embargo los datos así acopiados no deberían utilizarse a lo efectos de las estadísticas internacionales. El límite elegido debería utilizarse en la fase analítica o de tabulación en lugar de integrarse en el método de medición. Se reducirían así a un mínimo los problemas que planteaba la determinación de la duración normal del trabajo para los trabajadores que se rigen por disposiciones especiales en materia de tiempo de trabajo (trabajadores con horarios anuales, trabajadores en turnos, profesionales de la enseñanza cuyos horarios son muy inferiores a la duración normal del trabajo). Se expresaron opiniones divergentes acerca de si las normas deberían determinarse con base en los límites que establecía la legislación o en términos de valores de tendencia principal basados en los resultados de encuestas. Además, los límites legales podían ser diferentes para diferentes categorías de trabajadores. Los valores de tendencia principal, tal como se proponían, tal vez no fueran representativos de la duración normal del trabajo si el empleo a tiempo parcial fuera una práctica frecuente. En ambos casos, la adopción de una norma uniforme sobre horas de trabajo podía no resultar útil, ni siquiera dentro de un mismo país.

25. Se consideró que la «búsqueda de empleo adicional» según se definía en la propuesta era el criterio de medición más adecuado para determinar el subempleo visible por ser objetivo y calculable. Al mismo tiempo, se reconoció que para comprender mejor las disfunciones del mercado de trabajo sería necesario que los decisores políticos también consiguieran información basada en el deseo o preferencia expresa del trabajador para desempeñar un empleo adicional. Estudios longitudinales sobre el comportamiento de personas desempleadas y de personas inactivas que no habían buscado trabajo pero querían trabajar mostraban que los dos grupos tenían la misma propensión a ingresar en el empleo. Podía establecerse una analogía al respecto con las personas que no buscaban empleo adicional aunque desearan tenerlo. Para medir los dos criterios (buscar y desear), era importante que directivas internacionales recomendaran el orden en que convenía formular las preguntas en las encuestas de hogares porque este orden no siempre carecía de significado. Sería conveniente que dichas directivas se basaran en pruebas efectuadas sobre el terreno. La experiencia demostraba que cuando se aplicaba un criterio blando como desear empleo adicional y un criterio estricto como buscar activamente empleo adicional, el criterio blando se ajustaba más a los cambios en la esfera económica y laboral que el criterio estricto. Por otra parte, el criterio blando era más sensible a los cambios en la formulación de las preguntas. En todos los casos, el criterio de búsqueda de empleo adicional debería ablandarse en situaciones de mercados de trabajo informales o limitados en su mayor parte, de movilidad restringida de la mano de obra, o de reducción forzosa de las horas de trabajo debida a fluctuaciones en la demanda de productos laborales o en las obligaciones familiares.

26. En lo que se refiere a la disponibilidad para un empleo adicional, se propusieron períodos de referencia diferentes para determinar la disposición de los trabajadores a aceptar empleo adicional. Las propuestas variaron entre el mismo período de referencia que se utilizaba para el criterio de disponibilidad en la definición del desempleo, y un período más largo de un mes para incluir a los trabajadores que habían de abandonar su empleo y empezar en otro nuevo.

27. Se reconoció la utilidad de establecer una distinción entre «trabajadores a tiempo parcial involuntarios» y «trabajadores de horario reducido por razones económicas», como se proponía en el informe I. Sin embargo, las definiciones que se proponían de estos grupos no parecían ajustarse a los grupos definidos en los países de la Unión Europea, que se basaban en la evaluación por los propios trabajadores de sus horas de trabajo (a tiempo completo y a tiempo parcial) en lugar de en las horas habitualmente trabajadas hasta un límite de inclusión. Parte del problema se debe a que si bien hay una definición práctica del trabajo a tiempo parcial que se establece en el Convenio núm. 175 de la OIT, ésta no permite de por sí una medición estadística. También se indicó que no podía pedirse a los trabajadores de horario reducido por razones económicas que buscaran empleo adicional puesto que el horario reducido se les imponía y que a menudo percibían una indemnización por concepto de pérdida de salario. A ese respecto, la definición propuesta permitía que se ablandara el criterio de búsqueda de empleo adicional en esta situación, aunque pudiera considerarse como obligatorio en caso de llegarse a un consenso.

28. Se planteó la cuestión de si en el subempleo visible convendría establecer una distinción para estos dos grupos basada en el criterio de personas en régimen habitual de trabajo temporal en lugar de en el criterio de trabajo a tiempo parcial. En esta perspectiva, la distinción resultaría útil para todos los países, y no sólo para aquellos en los que el empleo a tiempo parcial era frecuente. Esta distinción podría establecerse como se proponía basándose en las horas habituales de trabajo. También podría establecerse mediante encuestas sobre la duración del subempleo visible.

29. El volumen de subempleo visible definido en términos de horas adicionales que las personas están dispuestas y disponibles a trabajar guardaba estrecha relación con el número de personas visiblemente subempleadas. Constituía un indicador útil para la toma de decisiones de política y para un debate público, habida cuenta en especial de límites de las estadísticas basadas en el recuento de personas. Sin embargo, para resultar útil, tendría que compararse con otras mediciones de volumen.

30. Un análisis longitudinal permitiría vigilar el comportamiento de las personas en situación de subempleo visible. Se estimó que mediciones repetidas contribuirían a una mejor comprensión de los problemas del subempleo porque permitirían hacerse una idea de todos sus ciclos principales durante el año. Sin embargo, los trabajadores a tiempo completo sobre una base ocasional dispuestos y disponibles a trabajar horas adicionales en el curso del año no podrían clasificarse en el subempleo visible aun cuando se realizaran mediciones repetidas utilizando breves períodos de referencia para cada una de ellas. Se precisarían períodos de referencia más largos para medir éstas y otras situaciones, como para calcular el volumen anual de subempleo visible.

31. El pluriempleo influía en la presentación de datos sobre el subempleo visible por rama de actividad industrial, por ocupación y situación en el empleo. Requería la selección de un empleo de referencia entre varios y ello entrañaba además la necesidad de definir lo que se entendía por empleo principal.

32. La tasa de subempleo visible debería calcularse en tanto que porcentaje de la mano de obra para armonizarse con otros indicadores de la mano de obra, como la tasa de desempleo.

Subempleo

33. La propuesta considerada en la parte de la Reunión dedicada al subempleo también se basaba en tres criterios: los trabajadores deberían estar dispuestos a aceptar un empleo alternativo (por ejemplo, un empleo adicional, la sustitución del empleo ocupado por otro o una modificación en el empleo ocupado) por razones vinculadas a un aumento de la duración de la productividad del trabajo. Deberían tener asimismo la posibilidad de aceptar un empleo alternativo. La disposición de los trabajadores a aceptar un empleo alternativo podría hacerse operativa pidiendo que los trabajadores expresen su preferencia o deseo para un empleo alternativo o indiquen que buscan activamente dicho empleo. La utilización de este último criterio armonizaría la definición con el marco conceptual actual de la fuerza de trabajo. Se habían identificado tres razones relativas a un aumento de la duración o de la productividad del trabajo, a saber, las horas de trabajo, los ingresos horarios (procedentes del empleo) y la utilización de competencias, pero podían recomendarse otras razones. La capacidad para aceptar un empleo alternativo podría ser operativa de dos maneras: pidiendo a los trabajadores que estén disponibles para aceptar un empleo alternativo o estén dispuestos a aceptar un empleo alternativo sin adquirir nuevas competencias.

34. La Reunión estimó que esto era importante para medir el subempleo y tomó nota de que el subempleo visible era menos importante que otras formas de subempleo en los países en desarrollo. Se planteó la cuestión de si los datos relativos al subempleo deberían recopilarse con la misma frecuencia o menos frecuencia que los datos relativos al empleo y el desempleo.

35. Se invocaron los mismos argumentos respecto de la necesidad de coherencia en materia de subempleo como en el caso del subempleo visible. Por consiguiente, se consideró que la «búsqueda de empleo alternativo» era la primera variable discriminante. Análogamente, era esencial la necesidad de identificar a los trabajadores que no buscaban un empleo alternativo pero que manifestaban una preferencia o deseo para ello.

36. Se convino en general en que era fundamental establecer una lista de motivos justificantes para desear o buscar un empleo alternativo con vistas a definir los límites del subempleo. Se aceptaron en general como razones justificantes las horas de trabajo, los ingresos y la utilización de competencias.

37. Otros motivos como la satisfacción en el empleo y las condiciones de trabajo se consideraron más discutibles porque no guardaban relación directa con la subutilización de recursos de mano de obra. Sin embargo, guardaban relación con condiciones sociales que habían cobrado relieve. Se puso en tela de juicio el problema de determinar la validez del ingreso por hora como indicador del subempleo en los casos en que este factor no se combinaba con la utilización de competencias. Los ingresos por hora y la utilización de competencias deberían considerarse en forma combinada de manera que un ingreso horario bajo pudiera definirse como resultante de una subutilización de competencias. Un caso en el que los ingresos por hora no guardaban relación con la utilización de competencias era el de los trabajadores que deseaban abandonar el sector informal para integrarse en el sector formal o abandonar una agricultura de subsistencia a cambio de un empleo asalariado con el fin de aumentar sus ingresos sin utilizar más plenamente sus competencias. La validez de los motivos podía determinarse mejor comprobando sobre el terreno la validez de las respuestas a las preguntas sobre los motivos por los cuales se buscaba o deseaba un empleo alternativo.

38. Se reiteró la utilidad de desagregar la medición del subempleo en función de sus diversas dimensiones. Se reconoció que esta desagregación no debería ser aditiva ya que personas pueden considerarse simultáneamente como subempleadas con arreglo a más de una dimensión. El reconocimiento de estas dimensiones requeriría la posibilidad de respuestas múltiples a la pregunta sobre las razones por las cuales se desea o busca empleo alternativo. Sin embargo, se formularon reservas en cuanto a la posibilidad de separar la dimensión ingresos horarios de la dimensión competencias puesto que son intrínsecamente interdependientes, así como en cuanto a la validez de las respuestas cuando se utilizaban respuestas por personas interpuestas. El efecto de las respuestas por personas interpuestas podría determinarse mejor con una comprobación sobre el terreno de las respuestas a preguntas relativas a las razones por las cuales se busca o desea empleo alternativo. Otra manera de evaluar las diferentes dimensiones del subempleo consistía en centrarse en la razón principal por la cual se busca o desea empleo alternativo o en establecer un orden de importancia para dichas razones. Sin embargo, las dos soluciones conducirían a una pérdida de información y de comparabilidad internacional.

39. El pluriempleo alteraba la medición del subempleo. Aunque fuera necesario determinar la dimensión de las horas trabajadas respecto de todos los empleos, otras tendrían que definirse respecto de cada uno y todos los empleos.

40. Algunos expertos estimaron que era demasiado restrictivo el requisito con arreglo al cual los trabajadores que buscan o desean empleo alternativo para aumentar sus ingresos horarios o mejorar la utilización de sus competencias deberían estar dispuestos a aceptar dicho empleo sin adquirir nuevas competencias. Las competencias cambian constantemente y todo empleo nuevo podía exigir un nivel superior de calificación. La manera de tener en cuenta esta necesidad y de simplificar al mismo tiempo el criterio podría consistir en pedir que los trabajadores estén dispuestos a aceptar un empleo alternativo dentro de un período de referencia especificado. Este criterio admitiría la noción de perfeccionamiento de las competencias pero excluiría la de adquisición de otras nuevas.

41. Se describieron en la Reunión los resultados de la experiencia de un país que medía el subempleo de una manera análoga a la que se proponía. Dichos resultados mostraban que las variaciones temporales en las tasas de subempleo correspondían en cierta forma a las de las tasas de desempleo; que sobre todo en las zonas rurales el subempleo era más importante que el desempleo; que más trabajadores se veían afectados por otras formas de subempleo que el subempleo visible; y que las tasas eran superiores para las mujeres que para los hombres.

42. En lo que se refiere a la definición de la población que había de excluirse del subempleo mediante el establecimiento de umbrales, como los trabajadores que ocupaban ciertos puestos profesionales o de dirección, o los que trabajaban menos de un número determinado de horas, se abrigaban dudas en cuanto a si el número reducido de observaciones previstas justificaba el costo de dicha definición. Se tomó nota de que en la definición propuesta las exclusiones se consideraban facultativas.

43. Se planteó la cuestión de cómo clasificar a los trabajadores que desean y pueden aceptar un empleo alternativo pero cuyas competencias ya no se piden o son anticuadas o aquellos que se niegan a desplazarse a zonas en las que hay oportunidades de empleo alternativo. Se indicó que se clasificarían como subempleados de la misma manera que las personas que buscan empleo se clasifican como subempleadas independientemente de si pueden o no ser empleadas. Sin embargo, se indicó que en algunos países estas personas se clasificarían como inactivas en caso de utilizarse registros administrativos porque pierden su derecho a prestaciones de desempleo.

44. Información sobre los antecedentes de las personas contribuiría a comprender por qué personas pasan a encontrarse en una situación de subempleo. Datos sobre el nivel de calificación de empleos anteriores y sobre las características de los hogares también facilitarían indicaciones sobre el problema del subempleo.

Otras cuestiones

45. Se planteó la cuestión de si la resolución propuesta facilitaría directrices sobre la manera de combinar la medición del subempleo visible con el subempleo y sobre la formulación de una serie de preguntas en las encuestas. Estas directrices podrían prepararse basándose en los conocimientos adquiridos con la experimentación de las mediciones.

46. Si bien era evidente que el subempleo visible constituía una subcategoría de subempleo, la práctica que se recomendaba era empezar midiendo el subempleo visible por separado de las demás formas de subempleo, utilizando con ese fin una definición específica del mismo, y luego medir las demás formas de subempleo con vistas a que dicha medición se armonizara con las estadísticas relativas al empleo y al desempleo.

47. Se estimó que la estructura de la resolución propuesta debería reflejar que el concepto general era el subempleo y que el subempleo visible era un componente esencial del mismo. Ello significaba que los proyectos de resolución y de informe final sometidos a la decimosexta CIET deberían empezar con una definición operativa del subempleo y luego definir el subempleo visible y «otras formas» de subempleo en relación con tres dimensiones como mínimo, a saber, horas de trabajo, ingresos horarios del empleo y utilización de competencias. La resolución propuesta podría mencionar la posibilidad de medir ciertos aspectos del empleo inadecuado que si bien son importantes para la política social trascienden la noción de subempleo, como el empleo inadecuado debido a malas condiciones de trabajo, horas de trabajo excesivas, etc. De estimarse conveniente, estos aspectos podrían incluirse en el método de medición. Se declaró que para el mercado de trabajo de muchos países en desarrollo el criterio de empleo inadecuado era más pertinente que el de subempleo visible.

Recomendaciones

48. La Reunión de expertos recomienda al Consejo de Administración de la OIT la inclusión del tema del subempleo en el orden del día de la decimosexta Conferencia Internacional de Estadísticos del Trabajo cuya celebración se ha previsto del 6 al 15 de octubre de 1998. El informe que la Secretaría prepare para la Conferencia debería centrarse en el concepto y medición del subempleo, con un proyecto de definición claro del subempleo «visible» y amplias indicaciones sobre la medición de otras formas de subempleo que integren por lo menos las dimensiones de ingresos del empleo y de utilización de competencias. Aun cuando el concepto de «empleo inadecuado» contiene elementos que trascienden el de subempleo es un concepto fundamental que guarda relación con importantes fenómenos sociales y del mercado de trabajo. La definición de estos fenómenos requiere ser perfeccionada a nivel conceptual y ser completada mediante el acopio de datos, sobre una base experimental, en países que han alcanzado diferentes fases de desarrollo. Por otra parte, el proyecto de resolución que acompañará el informe a la decimosexta CIET debería revisarse de conformidad con la discusión celebrada en la presente Reunión y resumida en el presente informe.

49. La Reunión de expertos también recomienda que:

Informe II -- Ingresos procedentes del empleo
(20-23 de octubre de 1997)

50. El Sr. F. Mehran, Director de la Oficina de Estadística, presentó el segundo punto del orden del día. Dio la bienvenida a los participantes en las sesiones de la Reunión dedicadas a la cuestión de los ingresos procedentes del empleo y les recordó los objetivos generales de la Reunión.

Elección del Presidente

51. El Sr. J.B. Coker (experto designado por el Gobierno de Nigeria) fue elegido como Presidente de la Reunión para el examen del segundo punto del orden del día. Expresó su satisfacción por las discusiones estimulantes y productivas que se habían celebrado sobre el tema del subempleo. Recordó a los participantes que la Reunión se había convocado en cumplimiento de una recomendación de la decimoquinta CIET y que se esperaba que ésta se pusiera de acuerdo sobre un texto que ayudaría al Consejo de Administración a pronunciarse sobre la acción futura de la Oficina de Estadística respecto de la medición de los ingresos procedentes del empleo.

Presentación del documento de trabajo

52. Al presentarse el Informe II a la Reunión, se puso de relieve la necesidad de directivas para las estadísticas de los ingresos procedentes del empleo. Dos normas internacionales en vigor estaban relacionadas con la medición de los ingresos: una de ellas relativa a la medición de las ganancias y otra a la medición de los ingresos de los hogares. Ninguna de ellas contenía directivas adecuadas para la definición y la medición estadísticas de la totalidad de los ingresos percibidos por los trabajadores en virtud de su situación en el empleo. No existían en la actualidad directivas sobre la medición de los ingresos procedentes del empleo independiente a los efectos de las estadísticas del trabajo. En la práctica, las estadísticas de los ingresos procedentes del empleo eran pocas y no se incluían todavía en los programas habituales de estadísticas de los salarios en los países desarrollados o en desarrollo. Cuando se recopilaban, se ajustaban a conceptos y métodos muy diversos y a menudo no se explotaban en grado suficiente. Se precisaba elaborar nuevas normas internacionales que abarcaran todos los tipos de ingresos percibidos tanto por concepto de actividades asalariadas como de empleo independiente.

53. Se habían identificado dos objetivos principales para la medición de los ingresos procedentes del empleo: el primero de ellos consistía en identificar las actividades económicas que se remuneran más o menos que otras; el segundo objetivo era identificar los grupos de trabajadores que no consiguen alcanzar cierto grado de bienestar con su participación en actividades económicas. Como eran diferentes los aspectos conceptuales de los ingresos derivados del empleo asalariado y del empleo independiente, se propuso que los dos temas se examinaran por separado y paralelamente.

Discusión general

54. Los participantes estimaron que era necesario medir los ingresos procedentes del empleo para reflejar los cambios estructurales y la mayor flexibilidad del mercado de trabajo. Los datos relativos a los ingresos procedentes del empleo serían especialmente útiles para examinar cuestiones como los cambios en las pautas de empleo, los efectos cada vez mayores del empleo precario y los cambios en las prácticas de remuneración que se registran en los países industrializados, en vías de transición y en desarrollo. La información sobre los ingresos procedentes del empleo también debería contribuir a mejorar la medición de los ingresos en el sector agrícola y en el sector informal.

55. Los expertos trabajadores citaron tres elementos fundamentales que deberían tenerse en consideración: i) a nivel conceptual, era necesario en la medición establecer una distinción entre los aspectos relativos a la productividad y los relativos al bienestar social para determinar los componentes de los ingresos que deberían incluirse en el concepto de ingresos procedentes del empleo; ii) a nivel de la medición, convenía determinar el valor monetario de las prestaciones distintas del salario en la relación entre empleador y empleado; iii) a nivel del acopio de datos, era preciso mejorar las encuestas y estudios sobre los componentes de las prestaciones distintas del salario.

56. Los expertos empleadores pusieron en tela de juicio, en primer lugar, la necesidad de nuevas normas sobre los ingresos procedentes del empleo. La elaboración de nuevas normas era una tarea compleja y resultaba todavía difícil cumplir los requisitos de las normas existentes sobre la medición de las ganancias individuales y el costo de la mano de obra.

57. Se reconoció que una definición clara de los ingresos procedentes del empleo sería útil para analizar la situación de la mano de obra. Convenía vincular los ingresos procedentes del empleo a la información relativa al empleo, el subempleo y el desempleo, así como a la productividad.

58. Se indicó que la evaluación del bienestar económico no requería solamente la medición del empleo y de los ingresos procedentes del empleo de las personas ocupadas en sí, sino también la medición de otras categorías de ingresos y su evaluación en relación con los hogares. Sin embargo, los datos relativos a los ingresos procedentes del empleo podían utilizarse como insumo importante en la evaluación del concepto de capacidad de consumo. También se estimó que los datos relativos a los ingresos procedentes del empleo podrían complementar las cuentas nacionales agregadas al facilitar información sobre la distribución de los ingresos en la población abarcada.

59. Se convino en general en que el concepto de ingresos procedentes del empleo se refería a las cantidades percibidas por personas ocupadas a raíz de su participación en actividades de empleo asalariado o de empleo independiente. Se expresaron inquietudes acerca de si la noción de ingresos procedentes del empleo abarcaba esencialmente las cantidades «consideradas como ingreso» por los beneficiarios. Tras una extensa discusión, los participantes acordaron suprimir en la definición la frase «y que los beneficiarios consideran ingresos». Esta frase introducía un elemento de subjetividad en la identificación y medición de los componentes de los ingresos y no podría aplicarse a la medición de los ingresos del empleo independiente según se definían en el presente informe.

60. Los expertos trabajadores estimaron que los ingresos procedentes del empleo retribuido deberían basarse en los ingresos del momento y referirse a la situación en el empleo del trabajador en el momento de que se trate.

61. Un punto importante que se mencionó fue el de plantear la cuestión del período de referencia en la fase conceptual. El período de referencia no era exclusivamente una cuestión de medición. La selección del período de referencia podía variar según se tratara principalmente de medir los ingresos procedentes del empleo desde el punto de vista de la productividad (período de referencia corto) o del bienestar social (período de referencia largo). También se mencionó la necesidad de vincular las estadísticas del empleo a las estadísticas de los ingresos procedentes del empleo, lo cual requería una armonización de los períodos de referencia.

62. Se reconoció en general que datos precisos sobre los ingresos procedentes del empleo no podían recopilarse con una fuente o encuesta únicas. Ni las encuestas de establecimientos ni las de hogares por sí solas podían facilitar información adecuada sobre los diversos componentes de los ingresos procedentes del empleo. En la medición de los ingresos procedentes del empleo no deberían subestimarse otras dificultades, como la evaluación de las prestaciones en especie, el período de referencia utilizado para la medición, la información insuficiente sobre ingresos derivada de encuestas de hogares y la utilización de respuestas por personas interpuestas.

63. La Reunión tomó nota de la declaración formulada por una representante de la Federación Internacional de Mujeres Universitarias. Planteaba la cuestión de un desglose por sexo en las estadísticas nacionales e internacionales para determinar más claramente la contribución de las mujeres al desarrollo económico por medio de una valoración del trabajo no remunerado.

Ingresos del empleo asalariado

64. Se aceptó en general la definición propuesta de los ingresos procedentes del empleo asalariado aunque se expresaran opiniones divergentes en cuanto a los componentes de los mismos.

65. Los participantes reconocieron que las estadísticas de los ingresos procedentes del empleo asalariado deberían abarcar todas las categorías de personas clasificadas en el empleo asalariado que se definen en la más reciente Clasificación Internacional de la Situación en el Empleo (ICSE).

66. En lo que se refiere a los componentes de los ingresos procedentes del empleo asalariado, se aceptó en general que todos los componentes de la remuneración en metálico se incluyeran en este concepto. Por otra parte, se estimó que la remuneración en especie debería abarcar todas las formas de remuneración consideradas, aun cuando resultara difícil medir algunos de sus componentes. El hecho de que algunas prestaciones en especie se concedieran a los trabajadores sobre una base colectiva no era una razón suficiente para excluirlas del concepto y medición de los ingresos procedentes del empleo asalariado.

67. El experto de la Confederación General de Organizaciones Sindicales en nombre de los trabajadores de la Comunidad de Estados Independientes, mencionó un tipo de remuneración en especie que planteaba problemas en cuanto a su concepto y medición. Consistía en una remuneración en especie «impuesta» en lugar de la remuneración en metálico. Varios participantes estimaron que, con arreglo al Convenio sobre la protección del salario, 1949 (núm. 95), este tipo de remuneración no podía considerarse como ingresos procedentes de un empleo asalariado. Otros opinaron que, si había de considerarse como ingresos procedentes de un empleo asalariado, la indemnización «impuesta» en especie tenía que valorarse como nula.

68. Los expertos empleadores estimaron que la solución ideal consistiría en recopilar datos relativos a las prestaciones distintas del salario consultando a los mismos trabajadores; pero se consideró que resultaría difícil. Otros participantes, incluidos los expertos trabajadores, opinaron que no debería subestimarse la capacidad de los trabajadores para atribuir un valor a las prestaciones no monetarias. En negociaciones colectivas normales, se atribuían a menudo valores monetarios a las prestaciones distintas del salario. Sin embargo, se indicó que los trabajadores podrían experimentar dificultades para establecer una clara diferencia entre las prestaciones percibidas en especie por el trabajador y los componentes de las mismas sufragados por el empleador dentro del marco del medio ambiente de trabajo. También se indicó que los datos relativos a los impuestos constituían una fuente de información para valorar las prestaciones no salariales.

69. En lo que se refiere a las prestaciones de la seguridad social, se planteó la cuestión de los criterios que convenía utilizar para determinar la inclusión o exclusión de ciertas prestaciones en la definición. La Reunión puso claramente de relieve que las prestaciones de la seguridad social sólo tendrían que incluirse cuando estuvieran vinculadas a la situación en el empleo, y que debería excluirse la asistencia social que no guardaba relación con el empleo. Sin embargo, se indicó que no siempre resultaba fácil determinar qué prestaciones de la seguridad social estaban vinculadas con el empleo y qué prestaciones no lo estaban.

70. Los expertos empleadores propusieron que se estableciera una distinción entre las prestaciones de la seguridad social que eran de carácter permanente (por ejemplo, las pensiones) y las que eran de carácter temporal e inseparables de la situación en el empleo asalariado (por ejemplo, las indemnizaciones por concepto de lesiones profesionales, maternidad o desempleo temporal). Si bien las primeras deberían excluirse del concepto de ingresos procedentes del empleo asalariado, las segundas habrían de tenerse en cuenta. Se propuso además que la información relativa a las prestaciones de la seguridad social excluidas del concepto de ingresos procedentes del empleo asalariado se recopilaran como parte de otros componentes de los ingresos.

71. Los expertos trabajadores y otros participantes propusieron que las prestaciones temporarias pagadas por los regímenes de seguridad social o el Estado (como las prestaciones de desempleo, licencia de maternidad o lesión profesional) se excluyeran de los ingresos procedentes del empleo asalariado. Estas prestaciones no se determinaban dentro del marco de la relación entre empleador y empleado. Reflejaban la dimensión social de la política del gobierno y no se consideraban como rédito de la productividad. Sólo deberían incluirse en los ingresos procedentes del empleo asalariado las prestaciones plenamente financiadas por los empleadores y pagadas por regímenes distintos de la seguridad social o el Estado.

72. Todos los otros participantes consideraron que las prestaciones de la seguridad social, independientemente de su fuente de pago, deberían incluirse en el concepto de ingresos procedentes del empleo asalariado como se proponía en la definición original. Análogamente, se estimó que las indemnizaciones por concepto de separación, terminación o despido del empleo podían asimilarse a las prestaciones de desempleo e incluirse, por consiguiente, en los ingresos procedentes del empleo asalariado.

73. Se reconoció que las indemnizaciones por concepto de gastos médicos y de salud representaban claramente una aportación importante para los trabajadores y los miembros de sus familias protegidos por estos regímenes, por lo cual tendrían que incluirse en los ingresos procedentes del empleo asalariado.

74. Se celebraron amplias discusiones sobre la medición de las bonificaciones por participación en beneficios y remuneraciones conexas. Los participantes estuvieron de acuerdo en que las bonificaciones por participación en beneficios deberían incluirse en la definición de los ingresos procedentes del empleo asalariado. En lo que se refiere a la distribución de acciones por los empleadores, se reconoció en general que el ingreso relacionado con el empleo había de calcularse con arreglo al valor de la acción en el momento de su transmisión al trabajador, a reserva de que este último tuviera la posibilidad de venderla. Se estimó asimismo que el valor de la acción había de calcularse al precio corriente del mercado en el momento de su transmisión al trabajador descontándose el importe abonado, si lo hubiere, por el trabajador. Por último, se consideró que ni las ulteriores rentas o plusvalías de capital de las acciones ni las pérdidas deberían incluirse en la medición de los ingresos procedentes del empleo asalariado.

75. Se consideró que, en teoría, los ingresos procedentes del empleo asalariado deberían registrarse netos de los gastos profesionales del trabajador. Se conseguiría así una armonización entre la medición de los ingresos procedentes del empleo asalariado y la de los ingresos del empleo independiente. Sin embargo, la medición de los gastos profesionales del trabajador suscitó muchas dudas por considerarse que no se disponía de una base objetiva para evaluar estos gastos, así como en vista del efecto mínimo que estos gastos tenían en la capacidad de consumo del trabajador.

76. A continuación, se celebraron discusiones en torno a las categorías de gastos profesionales que podían cuantificarse fácilmente, como los servicios de guardería. Se consideró que era poco el valor añadido de la medición de un solo componente de estos gastos que, en este caso, presentaba poco interés para los países en desarrollo. Por consiguiente, se convino en que los ingresos procedentes del empleo asalariado deberían medirse brutos, sin ningún descuento de los gastos profesionales de los trabajadores.

77. Se discutió en cierta medida la mejor manera de medir los ingresos procedentes del empleo asalariado, ya sea en términos brutos o netos de contribuciones de los propios trabajadores a los regímenes de pensiones y de seguridad social. En teoría, las prestaciones percibidas de la seguridad social deberían registrarse sobre una base neta después de haberse descontado las contribuciones de los trabajadores a los correspondientes regímenes. Sin embargo, se reconoció en general que resultaba más práctico medir los ingresos brutos procedentes del empleo asalariado antes de descontar las contribuciones de los trabajadores, aunque en determinadas situaciones sólo fuera posible medir los ingresos netos del empleo asalariado después de haberse descontado las contribuciones del trabajador. Los expertos trabajadores reafirmaron su posición respecto del tratamiento estadístico de las prestaciones de la seguridad social y declararon que si dichas prestaciones se excluyeran de los componentes de los ingresos del empleo asalariado no se plantearía la cuestión de una medición bruta o neta.

Ingresos del empleo independiente

78. Al presentarse este tema, la Secretaría señaló a la atención de la Reunión el hecho de que la medición de los ingresos del empleo independiente se centraba en los ingresos de personas que eran propietarias o copropietarias de empresas no constituidas en sociedades. En el Sistema de Cuentas Nacionales, los ingresos derivados de las actividades productivas de empresas no constituidas en sociedades se consideran como ingresos mixtos.

79. Se reconoció en general que se precisaban estadísticas de los ingresos del empleo independiente en los países industrializados, en vías de transición y en desarrollo. También se reconoció que la medición de los ingresos del empleo independiente era harto difícil. Los trabajadores independientes constituían un grupo heterogéneo integrado por propietarios de empresas pequeñas y más grandes que funcionaban sea con un capital modesto sea con un capital significante, con o sin empleados u otros trabajadores familiares auxiliares, ya sea en el sector formal o informal. Varias de estas empresas no mantenían una contabilidad, por lo cual se limitaban las posibilidades de evaluación exacta de los ingresos del empleo independiente.

80. Se había propuesto que los ingresos del empleo independiente midieran el rédito del trabajo del trabajador independiente. Ello requeriría descontar el consumo de capital fijo y el rendimiento de las inversiones del ingreso mixto bruto de la empresa. Los participantes llegaron a la conclusión de que, en vista de la falta de datos recopilados, el desarrollo de este modelo constituía esencialmente un ejercicio académico. Era sumamente difícil, por no decir imposible, establecer una clara distinción entre remuneración del trabajo y remuneración del capital.

81. Se llegó aparentemente a un consenso respecto del hecho de que sería más práctico medir los ingresos del empleo independiente basándose en el ingreso mixto bruto de las empresas no constituidas en sociedad.

82. Algunos participantes se preguntaron si la medición de los ingresos del trabajo independiente constituía un buen indicador del nivel de bienestar, habida cuenta del problema que planteaban las declaraciones incompletas de ingresos (para eludir el pago de impuestos y otros motivos) en los estudios y encuestas nacionales. Varios participantes manifestaron que preferían una medición de los gastos del empleo independiente para evaluar el valor aproximado de los ingresos del mismo, especialmente en el sector informal.

83. La cuestión de la medición de los ingresos imputados de los trabajadores familiares auxiliares fue objeto de una extensa discusión. Varios participantes, incluidos los expertos trabajadores, consideraron que sería conveniente estimar los ingresos imputados de este subgrupo de trabajadores independientes para evaluar su contribución a la actividad de la empresa. Esta medición se armonizaría con la de los ingresos procedentes del empleo asalariado.

84. Otros expertos expresaron la opinión de que podía resultar sumamente difícil, por razones prácticas, prorratear los ingresos de los miembros del hogar. Por consiguiente, se decidió que los ingresos del empleo independiente se medirían a nivel de la empresa definida en términos de unidad singular.

85. Los participantes reconocieron que la Oficina de Estadística debería llevar a cabo investigaciones adicionales sobre diferentes métodos de evaluación de los ingresos del empleo independiente, especialmente en las áreas mencionadas en los párrafos anteriores que planteaban dificultades.

86. La Secretaría propuso que la medición de los ingresos del empleo independiente se escalonaran en los programas nacionales de estadística a lo largo de un extenso período. Deberían desplegarse esfuerzos iniciales por identificar dos grupos de trabajadores independientes.

87. Se incluían en el primer grupo los trabajadores independientes que dirigían su empresa con un capital modesto o insignificante y que producían bienes y servicios de un modo semejante al de los trabajadores asalariados (como aquellos ocupados en actividades de artesanía o de servicios, ya sea en el sector formal o informal). Los ingresos que percibían eran en lo esencial la remuneración de su insumo de trabajo, y el «ingreso mixto bruto» de la empresa se aproximaba mucho a la estimación del ingreso mixto neto. Cuando el trabajador independiente trabajaba a título individual, el ingreso bruto y neto de la empresa representaba el ingreso del individuo; cuando trabajaba en asociación, los ingresos derivados del empleo independiente por cada socio representaban una parte del ingreso mixto de la empresa.

88. Se incluían en el segundo grupo los trabajadores independientes cuyas actividades requerían una cantidad definida de capital para la producción y la generación de ingresos (como los trabajadores profesionales en el sector formal o los talleres en el sector informal). En este caso, debería tratarse de cuantificar la cantidad de capital utilizado para generar los ingresos y calcular el ingreso mixto neto, cuando proceda, con mediciones analíticas.

89. Los participantes se declararon en general de acuerdo con este enfoque inicial de cuantificar los ingresos del empleo independiente en términos de ingreso mixto bruto o, de ser posible, mixto neto. Esta medida abarcaba la remuneración del trabajo, así como la actividad empresarial y las inversiones de la persona independiente.

90. Se discutió ampliamente la cuestión de si los ingresos del trabajador independiente deberían medirse después de haberse descontado la parte del ingreso mixto sustraída y reinvertida en la empresa. Pese a ello, la Reunión llegó a la conclusión de que era inoportuno tratar de medir las inversiones reinvertidas, puesto que formaban parte de los mismos ingresos.

91. Las actividades independientes en un período de referencia determinado podían generar pérdidas financieras en lugar de ingresos. Los expertos trabajadores estimaron que, en principio, estas pérdidas deberían reflejarse en la medición de los ingresos del empleo independiente. Se acordó que las pérdidas deberían evaluarse en términos de ingresos negativos.

92. Los participantes consideraron como cuestión de menor importancia la inclusión de las prestaciones de la seguridad social relacionadas con el empleo en el concepto de ingresos procedentes del empleo independiente. En muchos países, los trabajadores independientes no estaban protegidos por regímenes obligatorios de seguridad social y, cuando lo estaban, las prestaciones podían ser más limitadas en comparación con las que se garantizaban normalmente a las personas ocupadas en un empleo asalariado. Sin embargo, los participantes reconocieron que el tratamiento de las prestaciones de la seguridad social vinculadas al empleo independiente debería ajustarse a las diferentes opiniones expresadas sobre el mismo en relación con los ingresos del empleo asalariado.

93. Los participantes propusieron que los métodos utilizados para recopilar información sobre los ingresos del empleo independiente se adecuaran en la medida de lo posible a los procedimientos recomendados por las autoridades fiscales nacionales o a los métodos del sistema de cuentas nacionales. De no ser posible, podría utilizarse el método del cálculo del flujo de tesorería.

Cuestiones de medición

94. Se coincidió en que habían dos unidades estadísticas básicas pertinentes para la medición de los ingresos procedentes del empleo asalariado y del empleo independiente: el individuo y la empresa. Las personas deberían tenerse en consideración a título individual, cualesquiera que sean su edad, sexo u otras características socioeconómicas.

95. La Reunión mencionó varias fuentes posibles de datos sobre los ingresos procedentes del empleo asalariado y del empleo independiente. Las encuestas tradicionales, como las encuestas de la mano de obra y otras encuestas sobre los hogares, parecían ser fuentes que merecían tenerse en cuenta, a pesar de los límites inherentes a esta categoría de fuente (exactitud y fiabilidad de los datos sobre los ingresos, respuestas por personas interpuestas, problemas de memoria, etc.). Siempre y cuando fuera posible, una combinación de registros administrativos (como registros tributarios y de la seguridad social) podía resultar útil. Otras fuentes posibles de datos sobre los ingresos procedentes del empleo comprendían las encuestas de establecimientos, las encuestas agrícolas, las encuestas del sector informal y las encuestas de unidades económicas pequeñas y de empresas familiares. Se estimó que convenía integrar las diversas fuentes de datos para atender los requisitos de la medición de los ingresos procedentes del empleo.

96. Se consideró que un período de referencia largo, como un año completo, era apropiado para medir todos los componentes de los ingresos procedentes del empleo asalariado y del empleo independiente. Sin embargo, a los efectos de la recopilación de datos, podrían utilizarse períodos más breves, como el mes o el trimestre, y éstos agregarse luego para establecer una estimación anual.

97. Además de las estimaciones de los ingresos sobre una base anual, se propuso la elaboración de una medida de evaluación de los ingresos con arreglo a una tasa horaria. Esta medida podría basarse en estimaciones de los ingresos y en el volumen correspondiente de empleo expresado en términos de horas de trabajo y de duración del trabajo.

98. Entre las medidas analíticas de los ingresos procedentes del empleo independiente, se propuso que, cuando proceda, los países estimen el ingreso imputado de los trabajadores familiares auxiliares en las empresas no constituidas en sociedades.

99. En lo que se refiere a la recopilación de datos, se indicó que convendría conseguir detalles sobre los diversos componentes de los ingresos procedentes del empleo asalariado y del empleo independiente.

Recomendaciones

100. La Reunión de expertos recomienda al Consejo de Administración de la OIT que el tema de los ingresos procedentes del empleo se incluya en el orden del día de la decimosexta Conferencia Internacional de Estadísticos del Trabajo, cuya reunión se ha previsto del 6 al 15 de octubre de 1998. El informe que la Secretaría prepare para someterlo al examen de la Conferencia debería contener una clara definición de los dos conceptos de ingresos procedentes del empleo asalariado y del empleo independiente, así como indicaciones sobre su medición. En lo que se refiere a los ingresos del empleo independiente, debería reconocerse en el informe que esta medición puede resultar especialmente difícil para diversas categorías de trabajadores independientes. La Oficina de Estadística tendría que realizar un estudio específico de los diferentes enfoques que permiten evaluar esta categoría de ingresos, en especial en las áreas mencionadas en el presente informe que plantean dificultades, incluido el prorrateo de los ingresos de la empresa entre los trabajadores familiares auxiliares. En lo que se refiere a los ingresos procedentes del empleo asalariado, la Oficina de Estadística debería realizar estudios y elaborar directivas apropiadas respecto de la cuestión especial de la remuneración en especie «impuesta» en lugar de la remuneración en metálico en algunos países en vías de transición. El proyecto de resolución adjunto al informe a la decimosexta CIET debería revisarse de conformidad con la discusión celebrada en la Reunión y resumida en el presente informe.

Adopción del informe

101. La Secretaría presentó el proyecto de informe, que contiene el resumen de las discusiones de la Reunión, y el proyecto de recomendaciones. Después de haber examinado el proyecto de informe en dos sesiones celebradas los días 17 y 23 de octubre, los expertos lo adoptaron.

102. El informe completo de la Reunión se someterá al examen del Consejo de Administración en su reunión de marzo de 1998.

Lista de participantes


Puesto al día por VC. Aprobada por NdW. Ultima actualización: 26 de febrero de 2000.