GB.274/ESP/6 |
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Comisión de Empleo y Política Social |
ESP |
SEXTO PUNTO DEL ORDEN DEL DIA
Participación de la OIT en importantes conferencias
internacionales sobre cuestiones de empleo (incluidas
las reuniones organizadas por la OIT)
Conferencia de Ministros de Trabajo
del Grupo de los ocho (G8)
(Washington, DC, 24-26 de febrero)
1. La OIT, junto con la OCDE y el FMI, fue invitada a participar en dicha reunión. Era la cuarta vez consecutiva que se invitaba a la OIT a estas reuniones del G8 sobre cuestiones de empleo y trabajo desde que se celebrara la Conferencia de Lille en 1996.
2. El tema de la reunión de este año giró en torno a las políticas de trabajo en una economía mundial que cambia con rapidez. La reunión se estructuró en dos partes; la primera se dedicó a los retos de las políticas nacionales en los países del G8, mientras que la segunda se centró en cuestiones de política laboral internacional. El Secretario de Trabajo de los Estados Unidos, el Sr. Alexis Herman, había pedido a la OIT que elaborase un documento de exposición para la segunda parte de la reunión. Este documento se titulaba «Retos para la política laboral a la luz de la crisis financiera mundial». Las principales ideas en materia de política de este documento se recogen en forma resumida en los párrafos 9 y 10 de las «Conclusiones de la Presidencia», que figuran en anexo. Ello refleja el hecho de que la reunión estuvo de acuerdo con las prioridades de acción establecidas en el documento de la OIT.
3. Tanto el Sr. Hansenne como el Sr. Somavia pronunciaron sendos discursos al inicio de la segunda parte de la reunión. Estos discursos fueron seguidos por una animada sesión de preguntas y respuestas. Ambos discursos figuran en anexo a este documento.
4. Como se podrá ver en los párrafos 11 a 16 de las Conclusiones de la Presidencia, la reunión expresó su apoyo a la labor de la OIT en diversas esferas. Merece mención especial la afirmación de que los ministros de trabajo del G8 «trabajarán con la OIT y en la OIT para garantizar que tiene la capacidad y los recursos necesarios para promover plenamente esta Declaración histórica [relativa a los principios y derechos fundamentales en el trabajo]». Asimismo, expresaron su apoyo al «reforzamiento de la capacidad de la OIT para asistir a los países en el establecimiento y aplicación de las normas fundamentales del trabajo para incrementar el alcance y eficacia de las redes de seguridad social mediante programas de acción específicos».
Reunión subregional sobre reformas económicas
5. Conjuntamente con el programa de acción sobre ajuste estructural, empleo y la función de los interlocutores sociales, la Oficina Regional para Africa y los equipos multidisciplinarios de Dakar y Abidján organizaron una reunión subregional para una selección de países africanos de expresión francesa sobre reforma económica, empleo y el papel de los interlocutores sociales en Dakar, del 27 al 29 de abril de 1998(1) . A la reunión asistieron delegados de seis países, incluidos representantes de sindicatos y organizaciones de empleadores, representantes de ministerios de trabajo y finanzas y círculos universitarios. El objetivo de la reunión era discutir las consecuencias de los ajustes estructurales y las políticas de reforma económica en el trabajo y cómo se podría mejorar la participación de los sindicatos, las organizaciones de empleadores y demás sectores de la sociedad civil a fin de conseguir que el proceso de reforma económica sea más sostenido y dé lugar a una mejor distribución de los frutos obtenidos con las medidas de reforma económica. La reunión estableció tres comisiones: la primera sobre programas de ajuste estructural y políticas socioeconómicas nacionales (repercusión económica y social, políticas acomodaticias y tendencias recientes); la segunda sobre el diálogo social y la función de los interlocutores sociales en la formulación, aplicación y seguimiento de las políticas de reforma estructural, y la tercera sobre el fortalecimiento de las capacidades de los interlocutores sociales para mejorar su participación en las políticas de reforma estructural y proceder a una definición y seguimientos mejores de las mismas.
6. Las tres comisiones basaron su discusión en las conclusiones generales de la reunión y señalaron que las recientes políticas de ajuste habían dado lugar a una nueva formulación de las políticas macroeconómicas, con algunos efectos positivos en el crecimiento, pero todavía con consecuencias negativas para los sectores sociales y el empleo. La devaluación del franco CFA había tenido algunas repercusiones positivas, pero con efectos muy desiguales, y este resultado positivo no se había visto correspondido por ningún aumento del empleo en el sector formal. Las economías continuaban caracterizándose por un alto nivel de deuda y por un aumento de la pobreza. En ese sentido, seguía siendo necesario introducir cambios en el desarrollo de la industria -- en especial de la industria de exportación -- y mejorar la situación de las áreas rurales; la educación, la formación y creación de empleo, en especial en las pequeñas y medianas empresas, continúan siendo cuestiones prioritarias.
7. Se consideraba que la participación de los interlocutores sociales en la formulación, aplicación y seguimiento de los programas de ajuste estructural en todos los países era insuficiente, y los delegados señalaron la absoluta falta de participación de los interlocutores sociales en la elaboración de políticas de ajuste estructural. Ello se debía en parte a la falta (o no existencia) de estructuras que pudieran permitir el diálogo, incluso en países donde existen foros de diálogo (como por ejemplo, los consejos económicos y sociales). Además, las consultas se veían obstaculizadas por la ausencia total de sistemas de información sobre cuestiones de mercado laboral, lo que dificultaba que los interlocutores sociales presentasen alternativas políticas creíbles. Los participantes señalaron que los organismos financieros internacionales se habían vuelto más receptivos a la inclusión de los interlocutores sociales y la sociedad civil en los programas de ajuste estructural, pero que seguían faltando propuestas y proyectos reales para instaurar el diálogo en muchos países. Se hicieron recomendaciones para reforzar la función de los ministerios de trabajo, los sindicatos, las organizaciones de empleadores y otros sectores de la sociedad civil.
Ginebra, 8 de marzo de 1999.
Anexo I
Conclusiones de la Presidencia
1. Los Ministros del Trabajo de los países del Grupo de los ocho se reunieron en Washington, DC, del 24 al 26 de febrero de 1999, junto con la Comisión Europea y con representantes de la OIT, de la OCDE y del FMI, así como con dirigentes sindicales y empresarios, para discutir el tema de las políticas de trabajo en una economía mundial que cambia con rapidez.
Plan para sostener la mundialización
2. Convenimos en que, a las puertas del siglo XXI, es muy importante elaborar un plan para sostener la mundialización y mejorar el crecimiento, la equidad y la democracia. Para mantener economías abiertas y productivas, que impulsan la creciente integración mundial, y para potenciar su vertiente social debemos velar por que los beneficios del cambio se distribuyan de forma amplia. Debemos velar por que se creen más y mejores empleos y por que los trabajadores puedan acceder a ellos en igualdad de condiciones. Esto exige estrategias que apoyen la empleabilidad, promuevan el espíritu empresarial, incrementen la adaptabilidad de los trabajadores y de las empresas, y garanticen la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres para participar en el mundo del trabajo. Estas estrategias requieren la integración de políticas de empleo y de políticas macroeconómicas a nivel nacional e internacional. Asimismo, estas estrategias requieren sistemas eficaces de educación y de formación, políticas del mercado de trabajo eficaces, y redes de la seguridad social orientadas al empleo.
3. Convenimos en que el crecimiento económico mundial debe tener lugar en condiciones de justicia social a fin de sostener la mundialización. Esto exige el respeto universal de las normas fundamentales del trabajo, que estamos de acuerdo en perseguir como un objetivo fundamental.
4. En un mundo en rápido cambio, consideramos que una cooperación internacional más estrecha debe ser parte integrante de nuestra estrategia económica competitiva para sostener el crecimiento, crear puestos de trabajo, garantizar la equidad y proporcionar seguridad a nuestros trabajadores. Esta estrategia consecuente y coherente es esencial para incrementar la confianza del consumidor, de la economía y de los mercados financieros a fin de apoyar un crecimiento económico estable. Apoyamos, trabajando en colaboración con nuestros ministerios de finanzas, una mayor cooperación entre las políticas de empleo y las políticas macroeconómicas de los países del Grupo de los ocho.
Retos de las políticas nacionales
5. Estamos comprometidos a continuar aprendiendo de las experiencias de los demás, y a seguir informando del desarrollo de las políticas al poner en práctica los principios adoptados por los Jefes de gobierno del Grupo de los ocho en Birmingham, en mayo de 1998, para generar nuevas oportunidades de empleo y abordar el problema del desempleo y de la exclusión.
6. Las políticas nacionales del mercado de trabajo están fundamentalmente dictadas por las condiciones nacionales, aunque la mayor integración económica ha hecho que el empleo sea una cuestión de interés común y que requiere un enfoque cada vez más coordinado en este ámbito. Los países del G8 están empeñados en lograr que el trabajo sea lo más provechoso posible, en adoptar medidas para evitar el desempleo y, en particular, las situaciones de desempleo casi permanente a que están expuestos algunos grupos vulnerables, entre ellos los trabajadores poco cualificados, y en ocuparse de regiones o zonas económicamente desfavorecidas en proceso de reestructuración industrial. Para beneficiarnos plenamente de la realidad económica cada vez más dinámica, debemos fomentar una cultura de formación permanente. Estamos de acuerdo en que la puesta en contacto de las personas con el mercado de trabajo al proporcionar servicios de empleo e información sobre el mercado de trabajo, así como oportunidades de formación profesional e información acerca de los proveedores, redunda en el incremento de la empleabilidad del trabajador, y estamos de acuerdo también en que la identificación precoz de los programas de empleo y su focalización para que atiendan mejor las necesidades particulares de los aspirantes a un empleo y de las colectividades de que se trate incrementan la eficacia de esos programas. Asimismo, es importante promover nuevas formas de organización del trabajo. Todo esto requiere sólidas asociaciones, incluido el diálogo social.
7. Nuestra discusión acerca de nuestras fuerzas de trabajo en relación con la demografía nos llevó a la conclusión de que es muy importante que los gobiernos, en colaboración con los sindicatos y los empleadores, garanticen la igualdad de acceso al mercado de trabajo para todos. Reconocemos las dificultades especiales que tienen que afrontar la juventud y los trabajadores más mayores y, a este respecto, acogemos con beneplácito la conferencia de la juventud organizada por los Estados Unidos y la OCDE «Preparing Youth for the 21st Century: the policy lessons from the past two decades», que tuvo lugar en febrero de 1999 y aguardamos con interés el simposio sobre «envejecimiento activo» que se celebrará en Japón en septiembre de 1999.
8. Asimismo, estamos de acuerdo en que es importante lograr que las instituciones del mercado de trabajo sean más eficaces y evaluar los programas del mercado de trabajo para compartir «prácticas óptimas». Elogiamos los esfuerzos desplegados en la Unión Europea para desarrollar una estrategia del empleo integrada y multianual y esperamos con interés compartir las experiencias sobre los progresos realizados en este ámbito.
Cooperación más estrecha entre las organizaciones
internacionales e incremento de la capacidad
institucional internacional
9. La mundialización brinda enormes oportunidades pero también entraña riesgos para los trabajadores y plantea problemas para los encargados de la formulación de políticas. La reciente experiencia de varios países ha mostrado los obstáculos a los que tienen que hacer frente para dar respuesta a las consecuencias sociales de las crisis económicas y financieras. Los principales obstáculos han sido los siguientes: 1) la debilidad de las instituciones del trabajo y el cumplimiento de la legislación del trabajo, especialmente las limitaciones a la libertad sindical y al derecho de negociación colectiva que incrementan las posibilidades de que no se respeten otras normas fundamentales del trabajo; 2) redes de seguridad social insuficientes, especialmente la ausencia total o escasa existencia de programas de desempleo y de prestación social; y 3) eficacia limitada de las políticas del mercado de trabajo, especialmente la escasa capacidad para aplicarlas. Si se logran vencer estos obstáculos se garantizará mejor que los beneficios del progreso y cambio económico se distribuyen de forma más amplia, y contribuyen a la apertura de los gobiernos y a promover sociedades democráticas. Las organizaciones internacionales deberían prestar una mayor asistencia para ayudar a promover estos objetivos.
10. Convenimos en que tenemos que utilizar mejor las organizaciones internacionales para ayudar a establecer las instituciones del mercado de trabajo y fuertes redes de seguridad social necesarias para incrementar el crecimiento, el empleo y la cohesión social. Deberíamos reforzar su capacidad para ayudar a los países, especialmente a los países en desarrollo, a hacer frente a las consecuencias sociales y laborales de las crisis financieras y económicas, y también para garantizar un desarrollo económico más sostenible.
11. Estamos convencidos de que la nueva Declaración de la OIT relativa a los principios y derechos fundamentales en el trabajo y su seguimiento será un instrumento fundamental en los esfuerzos por mejorar las vidas de los trabajadores de todo el mundo. Trabajaremos con la OIT y en la OIT para garantizar que tiene la capacidad y los recursos necesarios para promover plenamente esta Declaración histórica. Apoyamos el reforzamiento de la capacidad de la OIT para asistir a los países en el establecimiento y aplicación de las normas fundamentales del trabajo y para incrementar el alcance y eficacia de las redes de seguridad social mediante programas de acción específicos. Asimismo, continuamos apoyando el Programa Internacional de la OIT para la Erradicación del Trabajo Infantil (IPEC), e instamos al IPEC a que siga informando en 1999 sobre los resultados del programa, las lecciones aprendidas y las prácticas óptimas en sus esfuerzos por erradicar el trabajo infantil abusivo. Afirmamos nuestro apoyo en pro de un nuevo convenio de la OIT para eliminar las peores formas de trabajo infantil.
12. Estamos de acuerdo en que la estructura tripartita de la OIT también debería utilizarse para reforzar la participación de los sindicatos y de los empleadores en la mejora de las normas del trabajo. Asimismo, tomamos nota de las labores iniciadas por la OIT en relación con los códigos de conducta sobre las condiciones de trabajo y alentamos a que la OIT desempeñe un papel activo en su desarrollo y promoción. Es necesario promover internacionalmente las normas y códigos de conducta para fomentar una economía socialmente responsable. La OCDE también puede aportar una importante contribución a este esfuerzo.
13. Instamos a la OIT a que incremente sus análisis de las consecuencias de la mundialización en el mercado de trabajo y examine de qué manera las estrategias integradas laborales, económicas y financieras pueden contribuir a resolver los problemas relacionados con la mundialización. De igual modo, instamos a la OIT a que establezca una capacidad de respuesta rápida, incremente la asistencia técnica y constituya un centro de coordinación para proporcionar orientación política factible y oportuna a los países que traten de aplicar estrategias de redes de seguridad social con el fin de garantizar mejor un crecimiento sostenible y reducir las consecuencias que entrañan para los trabajadores los cambios desfavorables de la coyuntura económica.
14. Asimismo, instamos a la OCDE a que colabore con la OIT en estos esfuerzos, y alentamos a que la OCDE continúe colaborando con países no miembros de la OCDE para resolver las consecuencias en materia de empleo y políticas laborales que acarrean los cambios estructurales derivados de la creciente integración de las economías mundiales.
15. Continuamos reconociendo la importante contribución aportada por el comercio internacional en el incremento de los ingresos y oportunidades de empleo para los trabajadores, en un entorno que promueve los derechos laborales y las oportunidades de educación y formación. Nuestros objetivos comunes de promover el respeto por los derechos laborales y la liberalización continua del comercio y de la inversión son importantes y mutuamente beneficiosos. A este respecto, apoyamos que las secretarías de la OIT y de la OMC continúen colaborando sobre estas cuestiones. Convenimos en señalar a la atención de nuestros ministros de trabajo las conclusiones de nuestras discusiones.
16. Tomamos nota y acogemos con beneplácito la creciente cooperación entre la OIT y las instituciones financieras internacionales en la promoción del empleo, las redes de seguridad social, las protecciones sociales adecuadas, las normas fundamentales del trabajo y las instituciones eficaces del mercado de trabajo. Encomiamos la reunión de alto nivel celebrada en octubre de 1998 entre la OIT y las instituciones financieras internacionales e instamos a que se celebren reuniones de seguimiento para apoyar la mejor integración de las cuestiones laborales en los programas de las instituciones financieras internacionales y en el diálogo político con los miembros. Asimismo, recomendamos que en la Conferencia de la OIT, en junio de 1999, y en otras reuniones apropiadas de estas organizaciones se considere la necesidad de integrar las labores de la OIT y de las instituciones financieras internacionales. Encomiamos los esfuerzos del Banco Mundial por tener más en cuenta las necesidades de los países para superar las crisis y prestarles asistencia en el establecimiento de redes eficaces de la seguridad social.
Seguimiento
17. Acogemos de buen grado la intención de los Jefes de gobierno del Grupo de los ocho de discutir las cuestiones relativas a las políticas económicas y sociales y la importancia del capital humano en la era de la mundialización en la Cumbre celebrada en Cologne del 18 al 20 de junio de 1999.
18. Convenimos en continuar nuestro diálogo de forma exhaustiva, especialmente con los ministerios de economía. Acogemos con beneplácito las ofertas de Italia y de Canadá de acoger reuniones futuras.
Anexo II
Discurso del Sr. Michel Hansenne,
Director General de la Oficina Internacional del Trabajo
ante la Conferencia de Ministros de Trabajo del G8
(Washington, DC, 24 a 26 de febrero)
Hace cinco años tuvo lugar en Detroit la primera «Cumbre sobre el Empleo del G7», convertido ahora en el G8. Durante estos cinco años el panorama económico y social se ha transformado considerablemente, al igual que nuestra percepción del porvenir y de la mejor manera de abordar los problemas actuales.
Aunque parezca paradójico, la denominada crisis «asiática» le dio una dimensión humana a un proceso que hasta entonces se había definido sobre todo en términos de tasas de crecimiento y otros indicadores económicos. El respeto por las normas mínimas de justicia social ya no se considera como un mero derivado del desarrollo económico, sino como una condición previa indispensable para lograrlo. Esto es un hecho positivo dado que la justicia social no es una simple aspiración moral, sino un criterio acertado desde el punto de vista político, y también desde el punto de vista económico.
Gracias a la determinación y el apoyo masivo de nuestros mandantes, y en particular de todos los aquí presentes, la formulación consensual de normas fundamentales y universales de justicia social ha hecho progresos muy sustanciales en los últimos años. El proceso que comenzó con la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social, celebrada en Copenhague el año 1995, culminó con la adopción en la reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo celebrada el pasado mes de junio de una Declaración relativa a los principios y derechos fundamentales en el trabajo. El detallado mecanismo de seguimiento previsto en el texto del documento le confiere un carácter «puntiagudo», como dirían algunos. Al mismo tiempo, se ha registrado un gran número de ratificaciones de las normas fundamentales del trabajo, lo cual pone de manifiesto el deseo de los gobiernos de equilibrar los aspectos económicos y sociales de la mundialización y, en particular, el de los países afectados por la reciente crisis financiera, como es el caso de Indonesia, que ha tomado ya importantes medidas para asegurar su efectiva aplicación.
Lo que se requiere ahora es un decidido compromiso para lograr en todas partes el pleno respeto de esas normas y principios, y no en un futuro lejano, sino en los próximos años. No tengo ninguna duda de que esto puede lograrse, y de que la OIT, con el apoyo de ustedes, es capaz de plasmar rápidamente este objetivo de manera constructiva y dinámica. Para ello es esencial establecer un sistema de control transparente y creíble a fin de identificar las necesidades y las esferas prioritarias para los proyectos de cooperación técnica encaminados al fortalecimiento de la capacidad nacional.
En segundo lugar, deberíamos proseguir nuestro diálogo e intensificar nuestra cooperación con las instituciones de Bretton Woods: también en este caso la influencia de ustedes tendrá una importancia decisiva. Es evidente que los mercados financieros deben ser controlados, y el debate a este respecto ya está planteado. Pero más allá de esto, es imperativo también garantizar una mayor coherencia entre las políticas económicas y sociales. Es necesario, por último, encontrar métodos y medios para establecer redes de seguridad social sostenibles, prestarles apoyo mediante instituciones viables, y mejorar su eficacia mediante un diálogo permanente en el que participen interlocutores sociales fuertes e independientes.
Estoy convencido de que tenemos una oportunidad única para poner en práctica un proyecto que concilie a la vez el progreso económico y la justicia social para todos. De este modo, podemos ampliar y enriquecer el concepto del buen gobierno, más allá de las consideraciones de eficacia, control financiero y equilibrio presupuestario, a fin de incluir en él la dimensión social, que todos tenemos la responsabilidad de promover y de aplicar de manera concreta. El apoyo que brinden ustedes a este esfuerzo será crucial.
Permítanme agradecerles por la confianza depositada en la OIT, y en mi propia persona, por todos los miembros del G8, colectiva e individualmente, y rogarles al mismo tiempo que hagan extensiva esa confianza a quien ha de sucederme en el cargo a partir de la semana próxima, el Sr. Embajador Juan Somavia.
Intervención del Sr. Juan Somavia, Director General Electo
de la Organización Internacional del Trabajo,
ante la Conferencia de Ministros de Trabajo del G8
(Washington, DC, 25 de febrero de 1999)
Me complace tener esta primera oportunidad de reunirme con todos ustedes en esta Conferencia de Ministros de Trabajo del G8. Con respecto a las futuras actividades de la OIT, les he comunicado la introducción del próximo presupuesto de la OIT, en el cual se ha pasado de 39 programas principales a 4 objetivos estratégicos. No voy a detenerme en esto, pero estoy a disposición de ustedes para cualquier consulta que deseen formular. Quisiera expresar una vez más mi reconocimiento al Sr. Hansenne, Director General de la OIT, por todo el apoyo que ha prestado para que el proceso de transición en la OIT fuese armonioso y productivo.
Quisiera también hacer algunas observaciones respecto de la forma en que la OIT puede contribuir, junto con otros componentes de la comunidad internacional, a colocar un pilar social como fundamento de la nueva economía mundial.
Considero que la Declaración de la OIT relativa a los principios y derechos fundamentales en el trabajo debería constituir la norma mínima básica que ha de aplicarse progresivamente en todo el mundo, de modo que sus términos se conviertan en las pautas de la política gubernamental y la práctica empresarial corrientes. En muchos sentidos, los derechos enunciados en la Declaración constituyen las primeras redes de protección institucional que los hombres y las mujeres necesitan como ciudadanos y como trabajadores, ya sea que se trate del trabajo en régimen de servidumbre en el Sur, de la explotación en los talleres del Norte, o de diferentes formas de discriminación por razón de sexo en todas partes. Estoy totalmente de acuerdo con la opinión expresada por el Sr. Hansenne, Director General de la OIT, con respecto a la necesidad de contar con instrumentos de promoción y mecanismos de seguimiento eficaces dentro de la Organización.
Además de estas tareas relativas a la OIT, hay también otras que es necesario llevar a cabo.
La Declaración debería ser reconocida como un objetivo común por el sistema multilateral en su conjunto, incluidas las instituciones de Bretton Woods, en vista de su universalidad y del hecho de que es el resultado de un mandato de los Jefes de Estado y los gobiernos participantes en la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social. Hay quienes, como la OIT, el Grupo de las Naciones Unidas para el Desarrollo y los donantes bilaterales, tendrán la responsabilidad primordial de promoverla activamente mediante la cooperación técnica y otras iniciativas de apoyo. Pero todas las organizaciones deberían ponerse de acuerdo para no aplicar políticas, particularmente las políticas de ajuste estructural, cuyos efectos menoscabarían en realidad esos derechos en la práctica. Me aseguraré de que una de las prioridades de mi mandato sea la colaboración con otros organismos pertinentes del sistema de las Naciones Unidas acerca de ésta y de otras cuestiones.
Quisiera destacar los términos de la declaración formulada en Davos por el Sr. Kofi Annan, quien invitó a los dirigentes empresariales a aplicar en sus propias actividades los principios de la Declaración. La OIT seguirá impulsando las propuestas formuladas por el Secretario General ante las empresas presentes en Davos y las asociaciones de empleadores de todo el mundo, a fin de cooperar con los interlocutores interesados brindándoles asesoramiento, asistencia técnica y una perspectiva pluricultural para aplicar la Declaración.
Los gobiernos del G8 pueden apoyar estos procesos dando instrucciones a sus delegados ante todas las instituciones multilaterales, incluidas las instituciones financieras internacionales, para que promuevan la aplicación de la Declaración en todo el sistema sin exigir condiciones. El hecho de que no se impongan condiciones para su aplicación es un factor clave para promocionar con éxito la Declaración. De lo contrario, se corre el riesgo de que pierda legitimidad como fuente de elaboración de normas.
Los gobiernos del G8 pueden también abordar, junto con organizaciones de empleadores de sus respectivos países, la búsqueda de vías para que los miembros de dichas organizaciones puedan incorporar los términos de la Declaración en sus propias políticas empresariales, con la cooperación de la estructura tripartita de la OIT. Las empresas del mundo desarrollado deberían situarse en la vanguardia en materia de prácticas óptimas.
Estas y otras actividades y asociaciones deberían suscitar una mayor conciencia internacional acerca de la Declaración de la OIT relativa a los derechos de los trabajadores y crear una base más sólida -- con el apoyo de todas las regiones del mundo -- para que la Organización pueda establecer los mecanismos de seguimiento indispensables.
Considero que la concertación de una acción mundial de esta índole será un elemento clave para abordar las cuestiones relativas a las redes de seguridad social. Es necesario contar en todo momento con redes de seguridad que sean sólidas, aunque sólo se pueda comprobar hasta qué punto lo son en situaciones de crisis. Es importante, en particular, que en los países en desarrollo se hagan constantes esfuerzos durante los llamados «períodos normales» para consolidar la base social tanto de las economías nacionales como de la economía mundial mediante una mayor cohesión social. Si los «tigres» de Asia hubieran procedido en los períodos fastos a aplicar efectivamente los derechos de los trabajadores y otros elementos indispensables para dotarse de redes de seguridad fuertes, las repercusiones de la crisis financiera en la vida de la población habrían sido menos dolorosas. Hay que decir, sin embargo, que rara vez recibieron un consejo político tan atinado de las instituciones privadas e internacionales.
Para terminar, quisiera reafirmar los postulados esenciales del documento presentado por la OIT a esta reunión. A mi juicio, la cuestión clave para todos los participantes de esta reunión de Ministros es la viabilidad política y financiera del fortalecimiento de las redes sociales en el marco de políticas laborales activas y la consolidación de las relaciones y las instituciones laborales con miras a impulsar el diálogo social.
Estoy convencido de que no hay a nivel mundial un problema general de falta de recursos para abordar estas cuestiones, siempre que combinemos de manera creativa los medios privados y los medios públicos disponibles. Se trata, sobre todo, de una cuestión de prioridades políticas, tanto nacionales como internacionales, que concierne también a las empresas, los sindicatos y los dirigentes de la sociedad civil. Existen políticas al respecto; lo que hace falta, pues, es la capacidad para actuar.
La OIT está en condiciones de promover la idea de que más allá de los derechos humanos fundamentales, la aspiración más importante que comparten las mujeres y los hombres de todas las sociedades del mundo es el acceso a un trabajo digno. Tengo la intención de propulsar esta idea e impulsar la movilización en ese sentido, así como de suscitar, mediante asociaciones y alianzas, la energía, la conciencia y la voluntad política necesarias para plasmar en la práctica esta aspiración mundial. Exhorto, por lo tanto, al G8 a que contribuya a lograr que el trabajo digno sea una prioridad económica, social y política en todo el mundo.
Si fracasamos en nuestro intento, nos veremos enfrentados a numerosos peligros. El consenso existente acerca de las sociedades y las economías abiertas, que ha sido difícil alcanzar, perdería así su legitimidad. Tenemos que lograr pronto un tercer consenso acerca del desarrollo social mediante una verdadera igualdad de oportunidades en el contexto de un crecimiento sostenido. Los elementos básicos de este consenso ya fueron convenidos en la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social. Insisto, no se trata de volver a inventar la rueda; lo que necesitamos es actuar. Sabemos que se está gestando una reacción que deberá desactivarse en su debido momento. La OIT puede contribuir a esos esfuerzos colectivos erigiendo un pilar social en el cual ha de apoyarse la economía mundial.
1. En el Departamento de Empleo y Formación se puede obtener el informe general, previa solicitud.