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COVID-19: La salud y seguridad en el trabajo en el centro de la respuesta a la crisis

Aún no está claro cómo será el ciclo de recuperación económica ante esta pandemia. Lo que sí es claro es que, en esta tarea será crucial que gobiernos, empleadores y trabajadores converjan y lleguen a acuerdos que faciliten el proceso de reactivación que necesita la economía, pero teniendo siempre como objetivo primordial el resguardo de la salud de las personas.

Opinión | 22 de abril de 2020
Por Andrés Marinakis, Especialista en Políticas de Mercado e Instituciones Laborales y Carmen Bueno, Especialista en Seguridad y Salud en el Trabajo, OIT Cono Sur

A diferencia de todas las crisis que ha enfrentado el mundo en el último siglo, la crisis del COVID-19 no tiene su origen en una fractura en el sector financiero, económico o productivo, sino que resulta de un virus de alta transmisibilidad para el cual todavía no existe cura. Para poner freno a su rápida expansión, los países han ido tomando progresivamente medidas de aislamiento, primero interrumpiendo el tránsito de personas y, más adelante, paralizando la actividad económica considerada no esencial y promoviendo la cuarentena de la mayor parte de la población. Como resultado de estas medidas y la simultaneidad de esta situación en la mayor parte del mundo, el comercio internacional se ha visto fuertemente limitado, así como también las economías domésticas.

Para enfrentar esta situación, los países están reforzando su sistema sanitario y adoptando políticas monetarias y fiscales muy expansivas de carácter anticíclico. En materia laboral, se está tratando de proteger la relación de trabajo y la viabilidad de las empresas, así como de dar ingresos a los trabajadores independientes e informales para que puedan transitar por esta coyuntura. La idea fundamental de estas medidas es mantener en pie al tejido productivo para que al momento de la reactivación ésta no se vea obstaculizada por la falta de empresas y de trabajadores que la puedan llevar adelante.

No está claro cómo va a ser el ciclo de recuperación. Por lo que se puede observar en aquellos países en los que las cifras de contagios se han moderado, parecería que la recuperación se va a ir dando en forma progresiva, dependiendo de las indicaciones de las autoridades sanitarias y de las características particulares de los distintos sectores de actividad.

Considerando que la transmisión del virus puede producirse por contacto directo con una persona contagiada o por contacto con objetos o superficies contaminados, un elemento fundamental para determinar en qué sectores se pueden ir levantando las restricciones estará determinado por la posibilidad de mantener el distanciamiento físico entre las personas (o de no ser posible, instalar elementos de separación) y de extremar las condiciones de higiene, a fin de evitar que la reactivación productiva sea un foco de nuevos contagios. Más allá de esas condiciones, será necesario que en cada sector de actividad se vayan adoptando protocolos específicos que establezcan las pautas a aplicar por empleadores y trabajadores.

Para dar una idea de cuáles son los elementos que deberían formar parte de dichos protocolos podemos revisar algunos ejemplos:

En el caso de la gran minería en Chile, que continúa funcionando en la extracción de mineral (no así en el desarrollo de los nuevos proyectos), se han incorporado diversos cuidados. De acuerdo a lo relatado por el Presidente ejecutivo del Consejo Minero, Joaquín Villarino, en una entrevista reciente, antes de subir a la faena minera, las empresas están realizando un control de temperatura a los trabajadores, quienes deben responder a un cuestionario sobre su condición de salud; en los buses que los transportan se mantiene la distancia física recomendada y se usan mascarillas. Ya en las faenas, y con el objetivo de garantizar el distanciamiento, se está limitando la exposición y evitando aglomeraciones; el trabajo se organiza en grupos más reducidos, los turnos para acudir al casino se redistribuyen, los gimnasios están cerrados y el número de personas que duermen en cada habitación en los campamentos es inferior al habitual.

En el caso que un trabajador presente síntomas, se le traslada al centro asistencial donde se le toman los exámenes correspondientes. En el caso de ser positivo, el trabajador pasa a cuarentena y el grupo de contacto con el que trabajaba igualmente entra en cuarentena y observación. En algunas empresas se ha llegado al acuerdo de organizar el tiempo de trabajo en 14 x 14 (14 días de trabajo, 14 días de descanso) para limitar las rotaciones excesivas. Asimismo, los trabajadores que acuden a trabajar desde regiones distintas, no pasan por las ciudades cercanas, sino que van directamente al lugar de trabajo. Este mismo régimen aplica a contratistas y proveedores.

En Uruguay, la comisión tripartita de seguridad e higiene de la construcción alcanzó un acuerdo para retomar la actividad en el sector, entendiendo que, en gran medida, estas tareas se realizan al aire libre en condiciones que permiten un relativo aislamiento entre los trabajadores. El acuerdo incluye un protocolo en materia de salud y seguridad en el trabajo que establece la realización de una inducción al personal el primer día de regreso al trabajo.

Entre otras medidas, el acuerdo promueve la adopción de horarios de entrada y salida desfasados para evitar aglomeraciones a la entrada de la faena y en el uso de vestuarios y baños; tres rutinas diarias de desinfección con hipoclorito en baños, vestuario y comedor; dotación de sistema de lavado de manos con agua potable y jabón; uso obligatorio de tapabocas; trabajo en cuadrillas, evitando el contacto con el resto de los trabajadores; uso limitado de los comedores para garantizar condiciones de aislamiento; y un protocolo a seguir en el caso de que algún trabajador presenten síntomas.

Estos dos casos son un ejemplo práctico de cómo incorporar medidas preventivas, tanto de distanciamiento como de higiene, en cada una de las tareas habituales que se realizan para el desarrollo de un trabajo. Además de estas consideraciones propias a cada sector, probablemente deban ser adaptadas para su implementación en cada uno de los establecimientos. Para que su puesta en práctica sea efectiva, resulta fundamental que cada empresa trabaje en conjunto con los trabajadores y/o sus representantes a través de las instancias de dialogo social bipartito en materia de seguridad y salud. La sensibilización y concienciación de todos, a través de acciones de formación e información, también será crucial para lograr una implementación efectiva de estas medidas.

Sin embargo, mientras que la construcción y la minería son actividades en las que en los lugares de trabajo no hay un número masivo de clientes ni mucha interacción de los trabajadores con aquellos, el enfoque puede ser más complejo cuando se trata de actividades esenciales que se han mantenido activas durante la crisis, como ha sido el sector de supermercados.

En este caso, no solo hay que velar por la seguridad y salud de los trabajadores, sino que también ha habido que adaptar el funcionamiento de los servicios para limitar el riesgo de contagio de los clientes. Así, entre otras medidas para garantizar el distanciamiento, se ha limitado el aforo máximo de los clientes en los establecimientos, permitiendo su acceso escalonado para evitar aglomeraciones luego de tomarles la temperatura, se han dispuesto mamparas de material transparente para separar el espacio físico entre los trabajadores de las cajas y los clientes sin obstaculizar la visibilidad y se ha establecido la obligatoriedad del uso de mascarillas.

En el caso de Chile, el Ministerio de Economía ha emitido una serie de protocolos sanitarios para el funcionamiento de supermercados, prestadores de servicios de correos y entrega a domicilio, para obras y faenas de construcción, lugares de trabajo en general y con atención al público, así como recolectores de residuos.

Estos ejemplos muestran que un elemento central de la reactivación será la revisión de la organización del trabajo en cada una de las actividades, con el objeto de incorporar las medidas de prevención y control específicos para evitar la transmisión del virus entre trabajadores y/o clientes.

En esta tarea será clave que converjan trabajadores y empleadores de forma de viabilizar la progresiva reapertura de aquellas actividades que aún se encuentran restringidas. En la medida en que los actores sociales puedan encontrar fórmulas creativas y consensuadas que respondan a las exigencias del cuidado de la salud a través de protocolos detallados y efectivos, y que puedan ser validados por las autoridades sanitarias y de trabajo de cada país, se estará facilitando el proceso de reactivación que necesita la economía, teniendo siempre la salud de las personas en primer lugar.