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Una nueva mirada a la informalidad ante los desafíos de la pospandemia

"La dinámica de crecimiento del empleo pospandemia, liderada por el empleo informal, genera grandes desafíos tanto para las políticas que faciliten la recuperación del empleo que incentiven el empleo formal, como para las instituciones que regulan las relaciones laborales", destaca Jacobo Velasco, de OIT Cono Sur, en este artículo.

Opinión | 3 de mayo de 2022
Por Juan Jacobo Velasco, Oficial Nacional de Información Laboral. Oficina de la OIT para el Cono Sur de América Latina.

Los análisis y conceptualizaciones sobre la informalidad y sus impactos en el mercado laboral han sido una constante en América Latina y el Caribe. En particular, desde la segunda mitad del siglo XX, la informalidad se observaba como resultado de la dualidad productiva y laboral de la región, un heterogéneo desarrollo de instituciones laborales y de seguridad social, la migración del campo a la ciudad, la fuerte exposición a shocks económicos, los bajos porcentajes de empleo público e industrial y la alta concentración del empleo en sectores de servicio y de productividad media/baja, entre otros.

Estos elementos explicaban el alto y prevalente empleo informal, caracterizado por la baja productividad, con condiciones laborales precarias y sin acceso al mercado formal ni a las políticas e instituciones laborales. Desde comienzos del siglo XXI se observa un giro en el abordaje a la informalidad en América Latina y el Caribe. Por una parte, la actualización del concepto de empleo informal implicó reconocer bolsones de formalidad en el sector informal y de informalidad en el sector formal, facilitando la separación “operativa” entre empleo y sector informal. Por otro lado, se dieron procesos que contribuyeron a la reducción de la informalidad en la región: reformas para extender tanto la base de recaudación tributaria como la cobertura de la seguridad social; la modernización en la institucionalidad laboral; y un periodo de crecimiento económico sostenido entre mediados de los 2000 y comienzos de 2010.

Pese a los progresos en términos de reducción de la informalidad hasta inicios de 2010, regionalmente se apreció que los problemas estructurales de inicios del siglo XX, se mantenían, dado que el empleo informal seguía creciendo particularmente en los sectores de servicios, que era mayor en las mujeres, los jóvenes y en el área rural, y que la dualidad productiva y los problemas de menor productividad del sector informal, continuaban.

Con la crisis producto de la COVID-19, se constataron los impactos de la pandemia en el empleo y las condiciones laborales a nivel global y regional, que afectaron con fuerza a los trabajadores informales. Por una parte, producto de las restricciones a la movilidad y las medidas de distanciamiento social, a mediados de 2020 hubo una destrucción sin precedentes de empleos, proporcionalmente mayor en los trabajadores informales y, entre estos, particularmente en las mujeres, los jóvenes, los sectores de servicios y categorías ocupacionales de características informales, como el servicio doméstico.

El mayor impacto en el empleo informal al inicio de la pandemia generó un efecto paradojal en los indicadores de informalidad de la mayoría de los países de la región dado que los mismos se redujeron. A ello se sumó una reducción de horas trabajadas más acentuada entre los trabajadores informales respecto de los formales. No obstante, conforme las medidas de distanciamiento se relajaron y se avanzó con la vacunación en 2021, se observó que el proceso de recuperación del empleo se caracterizó por la generación mayoritaria de empleos informales, por lo que las tasas de informalidad volvieron a crecer en 2021, en algunos casos incluso a niveles superiores a los de precrisis. A su vez, durante la pandemia se profundizaron procesos que venían creciendo, como el trabajo en plataformas, caracterizados por los bajos ingresos, sin beneficios sociales y sin regulación de las horas trabajadas, que afectan sobre todo a jóvenes y trabajadores menos calificados.

Las características propias de la crisis sanitaria generaron aprendizajes. Las respuestas de política sociales y laboral durante la pandemia facilitaron la extensión de prestaciones de la seguridad social y de ingresos a los trabajadores informales, lo que abre la oportunidad para fortalecer su cobertura con programas más permanentes. A su vez, el aumento del teletrabajo y el trabajo en plataformas durante la pandemia, pone de relieve la importancia de la regulación y un enfoque más amplio de políticas, así como la mejora de los mecanismos de medición de estos fenómenos.

Adicionalmente, el problema estructural de baja productividad regional y dualidad productiva, implican desafíos importantes tanto para adecuar las instituciones laborales a estos procesos como para construir eslabonamientos que permitan sinergias que beneficien a las micro, pequeñas y medianas empresas.

Estos aprendizajes ponen de manifiesto varios desafíos. En particular, la dinámica de crecimiento del empleo pospandemia, liderada por el empleo informal, genera desafíos tanto para las políticas que faciliten la recuperación del empleo que incentiven el empleo formal, como para las instituciones que regulan las relaciones laborales. Ello es particularmente importante para los colectivos más afectados como las mujeres, los jóvenes y los sectores de servicios fuertemente impactados durante la crisis sanitaria.