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ORGANIZACION INTERNACIONAL DEL TRABAJO

SMC/1997/6

Actividades Sectoriales

 

Coloquio sobre la convergencia de los medios
de comunicación múltiples (multimedia)

(Ginebra, 27-29 de enero de 1997)


Indice

Introducción

Parte 1. La gran apuesta de la sociedad de la información

Parte 2. Significado de la sociedad de la información para los gobiernos, los empleadores y los trabajadores

Parte 3. La sociedad de la información: el reto mundial

Parte 4. Tendencias del empleo en la sociedad de la información

Parte 5. Evolución del nivel y modalidades de empleo

Parte 6. Las repercusiones de la convergencia en las condiciones de trabajo de los artistas intérpretes

Parte 7. Repercusiones de la convergencia en las necesidades de personal calificado

Parte 8. La informática y su incidencia en los contratos laborales

Parte 9. La evolución de las relaciones laborales

Parte 10. Convergencia de medios de comunicación múltiples y relaciones laborales

Parte 11. Las relaciones laborales en la era de la información

Parte 12. El papel de la OIT

Cuestionario de evaluación

Lista revisada de participantes


Introducción

Convergencia de los medios de comunicación
múltiples (multimedia): algunas cuestiones
sociales y laborales de la economía
de la información

Las industrias del espectáculo y de los medios de comunicación basan sus actividades en captar la imaginación, suscitar nuevos intereses y mantenernos informados de los acontecimientos que se producen en todo el mundo. Suministran al público música, películas, vídeos musicales, periódicos, diarios y emisiones radiofónicas: satisfacen todos los gustos. Casi cualquier miembro de la sociedad puede citar el nombre de por lo menos un artista, editorialista o director de cine que le haya permitido ampliar sus horizontes, despertado su curiosidad o simplemente que le haya divertido o informado.

El conocimiento que tiene el público de los productos y servicios de estas industrias y la respuesta inmediata, casi intuitiva, a las nuevas ofertas, han convertido en dinámicas, prolíferas y prósperas a las industrias del espectáculo, y de los medios de comunicación electrónicos. Con la elevación del nivel de ingresos y de formación y de nuevas expectativas, los consumidores de clase media han dedicado una parte creciente de sus recursos al ocio. En 1995 por ejemplo, se calcula que los estadounidenses gastaron unos 400.000 millones de dólares, es decir, en torno al 8 por ciento del consumo total, en productos o servicios de ocio(1). El gasto creciente de la audiencia para adquirir servicios de ocio ha situado a este sector a la cabeza de la industria en términos de ingresos, y se espera que el sector industrial de los medios de comunicación se encuentre entre los sectores de crecimiento más rápido. De hecho, el incremento del consumo de productos de ocio y de información ha sido uno de los rasgos característicos de la economía postindustrial basada en la información.

Pese a su enorme variedad, los productos de las industrias del ocio y de los medios de comunicación comparten una característica esencial. Ya se trate de educar o simplemente de divertir, son productos con un alto coeficiente de conocimientos. Equipos integrados por escritores, editores, artistas, diseñadores y técnicos muy experimentados aportan la imaginación, la inventiva y la sofisticación tecnológica que hacen de cada producto algo único. La suma de sus talentos creativos, de sus distintas competencias y de su maestría en materia de tecnología informática es lo que otorga su valor a los libros de bolsillo, los discos de plástico y las casetes que adquieren los consumidores. Por supuesto, puede argumentarse que los distintos soportes materiales sobre los que se asientan estos productos -- casetes, discos, periódicos -- no hacen sino ocultar el hecho de que es un mismo producto el que se vende, y que éste no es otro que la información procesada por medios electrónicos.

Este rasgo esencial que todos ellos comparten hace no sólo posible sino cada vez más necesario examinar las industrias de los medios de comunicación y del espectáculo desde el punto de vista de su creciente unidad digitalizada, y no desde el punto de vista de sus características históricas. Industrias basadas en la información que hasta ahora se diferenciaban entre sí -- como son la imprenta y la edición, el diseño gráfico, los medios de comunicación, la grabación de sonidos y la realización de películas, así como las industrias transmisoras de la difusión y las telecomunicaciones -- se encuentran inmersas en un proceso de convergencia hacia una única industria, y todo ello como consecuencia de los avances de las tecnologías informática y de las comunicaciones. La información es el producto común de todas ellas.

Cada una de las industrias mencionadas tiene una historia y un origen propios. Hasta hace poco, cada una contaba también con su propia tecnología. Pero con la aparición de la tecnología digital, se ha iniciado el proceso de convergencia tecnológica. En la actualidad, todo tipo de información -- ya esté basada en el texto, en el sonido o en las imágenes -- puede convertirse en bits y bytes destinados a ser procesados por medio de computadoras. La tecnología digital ha permitido crear, grabar, manipular, combinar, almacenar, recuperar y transmitir información y productos informáticos de una manera que resultaba imposible con la cinta magnética, el celuloide y el papel. Así pues, la técnica digital permite grabar y manipular música, películas y escritos a través de procesos similares, sin tener que recurrir a soportes materiales distintos. El producto de unas industrias que antes eran distintas, como la editorial y la de grabación de sonido, es en la actualidad el CD-ROM, que ha superado ya la simple producción de libros y discos.

Las repercusiones de la tecnología digital no han quedado limitadas a los productos de esas industrias, sino que afectan asimismo a sus medios de distribución. Si el producto común ha pasado a ser la información, el servicio común es el intercambio y la transmisión electrónica de la misma. La convergencia de los sectores informáticos, de la telefonía y de la transmisión en una industria de comunicación y distribución está sentando las bases para las principales vías de la autopista mundial de la información, por la que se desplazarán los productos y servicios informáticos del siglo XXI. La posibilidad de transmitir productos digitales mediante la simple pulsación de un botón en cualquier lugar del mundo, sin interferencia o degradación de calidad, puede parecer un guión futurista, pero el futuro está cada vez más cerca.

A medida que los sistemas digitales vayan sustituyendo gradualmente los sistemas analógicos y que los circuitos de transmisión de banda ancha conecten a hogares, empresas y centros comunitarios de todo el mundo, se pondrán a disposición del consumidor productos informáticos en conexión directa, a menudo en formatos multimedia, que éste podrá ver, escuchar, y con los que podrá quizás interactuar cuándo y dónde lo desee. Desaparecerá la actual necesidad de soportes materiales para estos productos -- el papel en que se imprimen las noticias, o las casetes que encierran grabaciones musicales o de vídeo -- pero, eso sí, sólo en caso de que se disponga de sistemas de telecomunicación de alto rendimiento y al alcance de todos los bolsillos.

La convergencia de los medios de comunicación múltiples merece que le prestemos atención por motivos que rebasan con mucho el ámbito de las industrias del espectáculo, de los medios de comunicación y de las telecomunicaciones. La revolución tecnológica que ha hecho posible la convergencia de los medios de comunicación múltiples seguirá acelerándose y creando nuevas configuraciones en una gama de industrias cada vez más amplia. La aplicación de la tecnología digital al procesamiento y a la transmisión de información está transformando el funcionamiento de los sistemas financieros, el intercambio de información tanto en el interior como hacia el exterior de las empresas, y el trabajo de los individuos en un entorno cada vez más electrónico.

Estos cambios no sólo revisten importancia por sus repercusiones económicas y sociales inmediatas, sino también porque se están produciendo durante las etapas de formación de la economía de la información, en la que la información ha dejado de ser un mero recurso para convertirse en la base misma sobre la que se construirá la economía. Las industrias con alto coeficiente de conocimientos, como son actualmente las del espectáculo y de los medios de comunicación, figurarán entre las que se sitúen a la cabeza de la economía del futuro. Los cambios que se están produciendo en la actualidad pueden servirnos como ejemplo de lo que ocurrirá en el siglo XXI, revelándonos lo que significa vivir y trabajar, producir y consumir en la sociedad de la información.

Las innovaciones técnicas y la rapidez de los cambios

La capacidad de procesar y comunicar información por medios electrónicos ha permitido una enorme aceleración de los procesos de trabajo. En el transcurso de un decenio desde la introducción de la paginación automática, las etapas de la producción anteriores a la impresión en la industria periodística han sufrido un cambio radical, al convertirse en un proceso de producción único e integrado basado en la tecnología digital. Trabajando en pantalla, los periodistas y jefes de redacción pueden transmitir directamente el texto a la paginación, con lo que ya no se necesita volver a pasar el texto a máquina y permite traspasar al personal de edición las funciones preliminares de composición tipográfica del personal de producción. En relación con la publicación de libros, la tecnología digital ha acelerado el proceso editorial, que antes solía hacerse en cadena, al permitir que el editor, el director artístico y el personal de artes gráficas trabajen simultáneamente sobre el mismo libro.

Pero la tecnología digital no se ha limitado a acelerar los antiguos procesos de producción. En el ámbito de las publicaciones educativas y científicas, en el que el suministro puntual de información actualizada resulta esencial para el valor del producto, la técnica digital ha obligado a replantearse el propio significado del concepto de publicación. Ya se ha iniciado la difusión de publicaciones científicas en conexión directa -- algunas de estas publicaciones existen exclusivamente en formato electrónico -- y la crítica de los artículos se desarrolla en la Internet. Cerca de 900 universidades de los Estados Unidos disponen ya de libros de texto confeccionados a la medida, combinando capítulos extraídos de una base de datos de 150.000 páginas con los apuntes de los profesores o con otros artículos(2). Y muy pronto, la distribución por medios electrónicos de textos universitarios constantemente actualizados a los impresores locales permitirá tiradas muy reducidas para atender a las necesidades de un simple seminario.

Ahora bien, la innovación tecnológica no ha llegado sola. El cambio de la normativa, la liberalización de los mercados y las ambiciones de alcance mundial de los grandes grupos de empresas de medios de comunicación han creado sinergias que aceleran aún más el ritmo del cambio.

Cambios de la reglamentación y estructurales

Aunque la tecnología ha hecho posible la convergencia de los medios de comunicación, los cambios de reglamentación y estructurales la han hecho factible. En algunos países, se han atenuado las limitaciones relativas a la propiedad de medios de comunicación combinados, al permitirse a grandes empresas de medios de comunicación adquirir participaciones muy diversificadas en ámbitos tales como el de la realización cinematográfica, la música, las emisiones de radio y de televisión así como en la esfera de la publicación de libros, revistas y periódicos. Esta integración horizontal permite comercializar un mismo producto de los medios de comunicación en diversos formatos (libros, películas y fonogramas) así como en distintos mercados de consumo final (salas de cine, televisión y tiendas de alquiler de vídeos, por ejemplo). Pese a la complejidad de las estructuras de capital y de las relaciones contractuales, la integración horizontal hace que el control y la capacidad de comercialización se concentren en manos de un número sorprendentemente reducido de grandes empresas. En 1995, por ejemplo, cinco compañías de discos representaban más del 70 por ciento de las ventas del mercado mundial de música pregrabada, cifrado en 40.000 millones de dólares(3). Sin embargo, es posible que incluso las mayores empresas del mundo de la música constituyan tan sólo una parcela de unos imperios de medios de comunicación y de la electrónica mucho más vastos.

También se está produciendo una integración vertical, aunque en ocasiones bajo un nuevo aspecto. Un ejemplo revelador de las consecuencias del cambio de la normativa sobre la estructura de la industria lo constituyen los resultados de la revisión llevada a cabo en 1984 de la «decisión Paramount», par la que los estudios de Hollywood pudieron reintegrarse al negocio de la distribución, del que habían quedado excluidos durante 36 años. En el plazo de cinco años, los estudios cinematográficos copaban cerca del 80 por ciento de la recaudaciones de taquilla(4). La distribución se convirtió en su actividad principal, aun cuando los estudios se encargaban de supervisar los productos cinematográficos «desde su concepción hasta su consumo» al proporcionar la financiación y los circuitos de distribución a los productores independientes. Sin embargo, la realización de la película propiamente dicha quedaba a cargo de redes de empresas de producción y de subcontratistas de las mismas, que estaban vinculados a los estudios por relaciones contractuales y de inversión más que por relaciones de propiedad(5).

La liberalización de las telecomunicaciones ha dado paso a toda una serie de nuevos protagonistas en un sector de la industria de la información hasta entonces protegido. A medida que naciones de todos los continentes proceden a liberalizar el acceso a los mercados de las comunicaciones y a privatizar sus propias empresas estatales de telecomunicaciones, los monopolios de telecomunicaciones están cediendo terreno ante los suministradores de servicios del sector privado. Una de las consecuencias ha sido un formidable crecimiento del volumen y de las modalidades de servicios que se ofrecen. Los operadores de telecomunicaciones han pasado de ser meros suministradores de servicios de telefonía convencional a convertirse en proveedores de una amplia gama de servicios con valor añadido entre los que se incluyen las comunicaciones móviles, la transmisión de datos, el acceso a la Internet, la televisión por cable y las operaciones realizadas a través de satélites, todo lo cual propicia la convergencia de los medios de comunicación electrónicos. Aun en el caso de la telefonía convencional, los servicios han experimentado una enorme expansión en los últimos años. El tráfico de llamadas internacionales pasó de un total de 30.400 millones de minutos en 1990 a 54.400 millones de minutos en 1994, y se espera que alcance los 90.000 millones de minutos en el año 2000(6); ello representa una triplicación del volumen en menos de un decenio. Es evidente que está a punto de nacer una economía mundial basada en la información.

El carácter dinámico y transitorio de la industria de las telecomunicaciones queda demostrado por la aparición de un número creciente de proveedores de servicios del sector privado que arrebatan cuotas de mercado a sus rivales del sector público, y ello a pesar del crecimiento del mercado. En 1990, AT&T, Deutsche Telekom, France Telecom y BT sumaban un 42 por ciento del tráfico total de llamadas internacionales; cuatro años más tarde, ninguna empresa de capital público figuraba entre los cuatro principales proveedores de servicios, que totalizaban el 57 por ciento de un mercado que había experimentado una gran expansión(7). En 1995, los ingresos mundiales del sector de las telecomunicaciones se calculaban en 1,43 billones de dólares de Estados Unidos, esto es, el 5,9 por ciento del producto interior bruto mundial.

La superautopista de la información

La premisa sobre la que se basa la noción de sociedad de la información es la construcción de la infraestructura mundial de la información (Global Information Infrastructure -- GII), a menudo llamada «superautopista de la información». La GII no es de hecho más que la estructura material -- los tornillos, tuercas y fibras ópticas -- de los sistemas de telecomunicaciones del futuro, que ha de permitir el acceso en conexión de banda ancha a los hogares, empresas y centros comunitarios de todo el mundo. El acceso universal a la superautopista permitiría garantizar que los medios de comunicación y los servicios informáticos avanzados quedaran al alcance no sólo de las principales instituciones y empresas consumidoras, sino también al de las pequeñas empresas, las organizaciones sin ánimo de lucro, las escuelas, los hospitales y los individuos. Por lo menos, ésta es la idea.

Actualmente estamos todavía muy lejos de garantizar un acceso universal, incluso en el caso de la telefonía básica, por no hablar de los sofisticados sistemas de cable y conexiones necesarios para lograr la interactividad. La densidad de líneas telefónicas varía mucho en todo el mundo, oscilando entre 60 líneas telefónicas por cada 100 habitantes en los países más ricos(8) y menos de una línea por cada 100 habitantes en los países más pobres(9), y existe una correlación directa entre el acceso a las telecomunicaciones, por una parte, y la riqueza económica y el desarrollo social por otra.

Incluso en el mundo industrializado, en el que las telecomunicaciones se han hecho omnipresentes, la penetración de computadoras personales (PC) en el hogar, el acceso a la Internet y las conexiones por cable de los hogares y de las empresas varían mucho de un país a otro. Dentro de los países, se producen asimismo grandes diferencias en materia de prestación de servicios, según los ingresos personales y el nivel de educación.

A medida que progresa la liberalización de las telecomunicaciones y que las inversiones se someten a las fuerzas del mercado, se teme que la autopista de la información pueda acabar facilitando una interconexión estanca entre los enclaves ricos del mundo, agudizando a la vez las desigualdades existentes entre quienes tienen acceso a la información y quienes no la tienen. Esto haría que se acrecentara la ventaja de quienes ya se encuentran hoy a la cabeza, mientras que resultarían aún más desfavorecidos quienes ahora se encuentran en segunda fila. En la actualidad, más del 60 por ciento de los servidores de la Internet están ubicados en los Estados Unidos, mientras que tan sólo el 1 por ciento se encuentran en América Central y del Sur(10). Huelga decir que, si se dispone del equipo necesario, se puede acceder a estos servicios desde cualquier continente.

A medida que avanza la interconexión del planeta y que la capacidad de distribución queda al alcance de todo el mundo, los gustos en materia cultural reafirman su sabor regional o nacional. La industria de la música es un claro ejemplo de ello. En 1990, el 90 por ciento de la música que se vendía en Europa central era internacional, mientras que en la actualidad, las grabaciones polacas representan en Polonia cerca del 50 por ciento del mercado de la música. En torno al 80 por ciento de la música pregrabada que se vende en la actualidad en América Latina corresponde a artistas latinoamericanos, y el 60 por ciento de las ventas en Asia son de grabaciones asiáticas. Aunque los mercados que se constituyen son pequeños, su crecimiento es muy rápido. Durante el primer semestre de 1995, el mercado de música brasileño creció cerca de un 60 por ciento, el mercado indonesio casi un 45 por ciento y los mercados polaco y sudafricano en torno al 40 por ciento. Las «cinco grandes» compañías de grabación invierten miles de millones de dólares en estudios de grabación, plantas y redes de distribución de ámbito regional con miras al desarrollo del repertorio local, pero los grupos independientes regionales les dificultan la tarea. Los aficionados desean oír canciones cantadas en su propio idioma y adaptadas a su sensibilidad cultural, y los grupos independientes regionales se encuentran en una situación privilegiada para descubrir talentos locales(11).

Pequeñas empresas

El panorama esbozado hasta el momento se centra principalmente en la tecnología y en los protagonistas principales del proceso de convergencia. Sin embargo, la convergencia presenta otra cara. Al igual que la tecnología ha permitido que las grandes empresas de los medios de comunicación y de las comunicaciones tengan un alcance mundial, ha fomentado también la proliferación de pequeños actores: individuos, equipos y pequeñas y medianas empresas capaces de crear productos multimedia de alta calidad como los CD-ROM, o de facilitar servicios específicos como el de la construcción de sitios dentro de la red o el desarrollo de campañas de publicidad en conexión directa. Innumerables pequeñas compañías de edición electrónica y de servicios multimedia, europeas y estadounidenses, crean la mayor parte de los contenidos y gran parte del empleo en esta industria naciente. Muchas de ellas pueden calificarse de microempresas, ya que están compuestas por un número de trabajadores que oscila entre dos y diez. Mientras que algunas se especializan en facilitar productos y servicios de este tipo directamente a clientes locales, otras muchas trabajan en virtud de acuerdos de subcontratación que les permiten canalizar sus productos hacia las empresas que los utilizan en sus propios procesos de producción(12).

La utilización de medios electrónicos ha hecho posible el crecimiento de las empresas «virtuales», en las que los empleados trabajan básicamente solos, a distancia unos de otros, pero conectados mediante un módem y una línea telefónica. Así por ejemplo, una empresa editorial puede contratar fácilmente a sus escritores, editores y directores de arte en distintos lugares, siempre que sus computadoras puedan comunicar entre sí para combinar e intercambiar su trabajo(13). Es posible que, en dichas empresas virtuales, empleadores y trabajadores no se conozcan unos a otros salvo a través de los mensajes que se envían por correo electrónico, y de la calidad de sus productos. Los trabajadores independientes, muchos de los cuales pueden ser teletrabajadores, integran una gran parte de la fuerza de trabajo, y se convierten en la práctica en verdaderos «trabajadores virtuales». Cuando estas empresas combinan la labor que desarrollan trabajadores ubicados en más de un país, estos últimos pueden encontrarse sin la protección normal que ofrece su legislación nacional.

Empleo

Para algunos grupos profesionales, especialmente para los que brindan contenidos creativos, la revolución multimedia supone una promesa de enorme crecimiento de las oportunidades de trabajo a medida que se multiplican los canales de distribución. En 1995, la producción de películas y productos audiovisuales empleaba a más de 850.000 personas en Europa, frente a las 630.000 empleadas diez años antes. Al menos uno de los observadores cree que en el año 2010 la industria cinematográfica, de los multimedia y de la televisión será el mayor empleador de Europa(14). Los músicos constituyen una notable excepción en esta perspectiva optimista para los proveedores de contenidos creativos. El desarrollo tecnológico, que ha dado lugar por ejemplo al sintetizador, ha tenido importantes repercusiones por el número de oportunidades de empleo remunerado que ha eliminado.

Para otros trabajadores, y en especial para aquellos con ocupaciones artesanales vinculadas a tecnologías específicas, el reto consistirá en adquirir nuevas aptitudes y adaptar nuevos modos de trabajo en un contexto de reducción de las oportunidades de trabajo en sus especialidades anteriores. Abundan los ejemplos que demuestran la tendencia de la tecnología avanzada a disminuir la utilización de mano de obra. Cabe mencionar la miniaturización de los equipos de filmación, que ha convertido en obsoletas las aparatosas unidades móviles de televisión del pasado -- a las que se asignaban operadores de cámara, especialistas de sonido y personal de apoyo -- y ha permitido sustituirlas con un único reportero que lleva consigo una videocámara de poco peso. En la industria cinematográfica, la «realidad sintética» creada por computadora ofrece ahora una alternativa a la construcción de costosos escenarios, lo cual representa una amenaza para el modo de vida de todos los carpinteros, decoradores y electricistas que los construyen e iluminan. El muestreo digital de imágenes de vídeo permite crear, a partir de las imágenes de unos pocos personajes, docenas de «personajes sintéticos». Así por ejemplo, en la película Forrest Gump, la multitud de 50.000 manifestantes se creó a partir de las imágenes de menos de un millar de extras(15).

Si, como algunos afirman, la economía digital es una «máquina de creación masiva de empleos», cabe añadir que gozarán de más oportunidades los candidatos dotados de una buena formación y con aptitudes diversas, cuya cartera de conocimientos especializados esté en constante expansión. En medio de la pérdida o degradación a gran escala del empleo para los trabajadores menos calificados, se prevé la aparición de oportunidades de trabajo para los que cuentan con el conjunto de aptitudes necesario para desarrollar un trabajo creativo en un entorno de red altamente informatizado. Ello no obstante, cabe esperar que la mayor parte de los trabajadores, incluidos los profesionales dotados de un alto grado de calificación, cuenten con un empleo precario y de carácter no permanente, y cambien de empleo varias veces a lo largo de sus carreras. Y muchos trabajadores se contratarán con carácter eventual, trabajando a tiempo parcial, como temporeros o para más de un empleador a la vez.

Muchos de los futuros empleos se basarán en tecnologías que hoy aún se encuentran en fase de desarrollo: estos empleos exigirán unas calificaciones de las que aún no se ha oído hablar. La rapidez con la que las empresas informáticas de Silicon Valley respondieron a los deseos expresados por los productores de Hollywood en materia de efectos especiales dio lugar, en unos pocos años, a una floreciente industria de efectos visuales creados por computadora.

Aunque la tecnología seguirá avanzando en términos digitales, es probable que la adquisición de conocimientos técnicos especializados por parte del hombre siga progresando paulatinamente, «de manera analógica», sobre la base de los conocimientos técnicos que haya adquirido previamente. Por ejemplo, los procesos preliminares de la impresión en color se vieron transformados al introducirse la separación de colores por computadora, pero ésta fue acompañada de una gran demanda de los conocimientos técnicos y la experiencia de los fotolitógrafos que se habían readaptado, a fin de garantizar el control de calidad del producto final. Muchos trabajadores formados como tipógrafos pasaron de la linotipia a la composición por computadora, aplicando a la nueva modalidad de trabajo los criterios estéticos de su antiguo oficio.

Al mismo tiempo la tecnología, que se ha hecho de uso más fácil, ha erosionado o reducido las barreras de entrada a muchos trabajos de tipo técnico. La aparición gradual de la normalización industrial entre los productores de tecnología informática hace que resulte aún más fácil transferir los conocimientos técnicos especializados de un campo o de un tipo de equipo a otro, lo cual permite una mayor permeabilidad entre el personal técnico y el que no lo es. La confección de páginas se ha convertido en un empleo de oficina, y es posible que quienes comiencen a trabajar en este campo nunca hayan tenido una formación oficial en el área de la impresión. De hecho, muchos de quienes accedan a este campo encontrarán empleo en empresas ajenas a las artes gráficas y para las que tiene importancia el procesamiento y la distribución de la información.

Educación y formación

¿De dónde procederán las nuevas calificaciones? ¿Cómo puede asegurarse a las empresas que encontrarán las calificaciones que buscan? ¿Cómo pueden asegurarse los trabajadores de que las calificaciones que adquieren les prepararán en la práctica para el mercado de trabajo? Hay mucho campo para el desarrollo de unos esfuerzos concertados por parte de los gobiernos, los empleadores y los trabajadores, a fin de reducir al mínimo el desfase entre la oferta y la demanda de calificaciones, y de preparar a la fuerza de trabajo para los cambios venideros.

En la economía de la información, una formación básica de alta calidad es el fundamento sobre el que se desarrollarán las nuevas calificaciones. Dicha formación va más allá de los altos niveles de alfabetización y de competencia matemática; debería inculcar el amor al aprendizaje y la capacidad de adaptarse a los cambios. Son muchos los países que se esfuerzan activamente por introducir computadoras -- y en especial calificaciones informáticas -- en las aulas, para familiarizar a los niños con los rudimentos de la interacción con la información transmitida por medios electrónicos.

Pero la formación básica se detiene ahí. Entre quienes acceden al mercado de trabajo de los medios de comunicación múltiples serán cada vez más habituales unos niveles de formación general más elevados y la adquisición de calificaciones especializadas, incluida una importante capacitación en materia de computadoras. Aunque muchas calificaciones específicas del empleo se adquieren en el lugar de trabajo, ya sea a través de los sistemas de formación que facilita el empleador, ya directamente a través del simple intercambio de conocimientos entre los colegas, los empleadores esperarán cada vez más de los aspirantes que accedan al puesto de trabajo disponiendo ya de una amplia gama de conocimientos técnicos.

¿Podrán los programas de formación, tal como están diseñados en la actualidad, satisfacer las necesidades de estos empleadores y de los trabajadores potenciales? ¿Se adaptarán con la suficiente diligencia a unas necesidades que cambian rápidamente? ¿O por el contrario se quedarán atrás, dificultando una transición sin trabas de la escuela al trabajo, preparando a la juventud para los trabajos del pasado en lugar de para los del futuro? La cooperación tripartita en este área podría resultar beneficiosa.

Los empleadores con gran número de empleados son los que están mejor equipados para crear programas de formación destinados a satisfacer las necesidades específicas de sus empresas. También los sistemas de formación copatrocinados y los sistemas de pasantía han demostrado su utilidad en el pasado. Pero la economía de la información plantea dos grandes retos a la formación basada en la empresa. En primer lugar, las estructuras laborales de muchas empresas de estas industrias convergentes se basan en un núcleo cada vez más reducido de empleados con contratos permanentes, o al menos a largo plazo, y en una proporción creciente de trabajadores temporales empleados a tiempo parcial, como temporeros o sobre la base de un proyecto concreto. Debido a su condición de trabajadores a tiempo parcial, y especialmente en el caso de la contratación por cortos períodos de tiempo, rara vez, por no decir nunca, se beneficiarían estos empleados de módulos de formación facilitados por el empleador, pues éstos se han concebido en gran medida para el personal permanente.

En segundo lugar, la mayor creación de empleo en el sector de la información corresponde a las pequeñas y medianas empresas. Muchas de éstas funcionan con pocos empleados; son escasas las que tienen capacidad para ofrecer formación por sí mismas o liberar al personal de los trabajos en curso. Estos empleadores dependen casi por completo de los conocimientos técnicos especializados que han adquirido sus empleados antes de ser contratados a través de la formación tradicional, de la experiencia en trabajos anteriores o de su iniciativa personal.

Así pues, muchos observadores esperan que, en el futuro, gran parte de la carga y de los gastos de formación recaiga en última instancia sobre los hombros de cada trabajador, ya sea en términos de preparación inicial, educación y formación permanente, ya a través de la adaptación a nuevas orientaciones profesionales.

Relaciones laborales

Es poco probable que la transición a la era de la información se realice sin sobresaltos. Al igual que ocurrió en el pasado, cuando la revolución industrial desestabilizó las vidas de millones de personas y obligó a los trabajadores rurales a renunciar a sus hábitos agrarios y a adaptarse a los procesos mecánicos, la era de la información sacudirá las bases de nuestras actuales estructuras económicas, acabará con algunas convicciones muy arraigadas y suscitará toda una serie de nuevas expectativas. La naturaleza caótica de la evolución en curso, su ritmo cada vez más rápido y la dificultad de anticipar los resultados producen un temor exacerbado a que la sociedad mundial de la información se polarice, fragmente o incluso atomice. Algunos temen un futuro en el que los individuos se vean obligados a luchar por su supervivencia en una jungla electrónica. Y los mecanismos de supervivencia que se han desarrollado en los últimos decenios, como las relaciones de empleo relativamente estables, los convenios colectivos, la representación de los trabajadores, la formación profesional facilitada por los empleadores y los regímenes de seguridad social de financiación conjunta pueden verse sometidos a dura prueba en un mundo en que el factor trabajo atraviesa las fronteras a la velocidad de la luz.

El diálogo social y la participación tripartita en la búsqueda de soluciones aceptables desde el punto de vista social son los principales garantes de una transición sin sobresaltos a una economía de la información. Sin embargo, el desarrollo de los mecanismos concretos para el diálogo social en esta naciente industria multimedia se presenta como un reto, pues los procesos de convergencia ponen de manifiesto cierto desfase estructural de las fuerzas económicas, las estructuras políticas y las instituciones sociales. La rapidez del cambio, el alcance de la reestructuración industrial y el grado de transformación del trabajo pondrán a prueba los actuales mecanismos institucionales para la representación de los trabajadores.

La privatización y la reestructuración de las empresas de telecomunicaciones facilitan un ejemplo del tipo de retos a los que habrá que enfrentarse. Se han producido grandes reducciones de personal en empresas prestatarias de servicios sólidamente asentadas y tradicionales, y el recurso creciente a la contratación externa también ha contribuido a reducir el nivel de empleo directo. Entre 1990 y 1992, British Telecom suprimió 70.000 empleos; AT&T anunció la supresión de 40.000 puestos de trabajo; la NTT del Japón tiene previsto suprimir unos 50.000 puestos de trabajo mediante jubilaciones anticipadas y terminaciones voluntarias de los contratos de trabajo; y es posible que Deutsche Telekom tenga que enfrentarse a la desaparición de 60.000 puestos de trabajo. Aunque se espera que aumente el empleo global en trabajos relacionados con las telecomunicaciones debido a la demanda de nuevos tipos de servicios de comunicación, gran parte de estos nuevos empleos serán para trabajadores temporales y se crearán en empresas de las que están ausentes los sindicatos o en lugares de trabajo ajenos al sector de las telecomunicaciones(16). ¿Cuál es la mejor manera de representar los intereses de estos trabajadores?

Está surgiendo una estructura industrial multimedia basada en grandes grupos de empresas y en una multitud de pequeñas empresas. Con frecuencia son estas pequeñas empresas las que crean los «contenidos», que se comercializan después a través de intermediarios a las grandes empresas para que éstas los integren en sus propios procesos de producción. Debido al pequeño tamaño de estas compañías y a la variada composición de los conocimientos técnicos especializados de sus fuerzas laborales, las condiciones de empleo se negocian a menudo de manera individual. Parece que las cuestiones salariales tradicionales revisten menos importancia para estos trabajadores intelectuales que sus posibilidades de formación en el puesto de trabajo y de progreso profesional. Hay unos índices de sindicación muy bajos, y a menudo faltan mecanismos institucionales para el diálogo social. Una vez más, cabe preguntarse ¿cuál es la mejor manera de representar los intereses de estos trabajadores?

Quienes trabajan en estas industrias convergentes tienen mucho que aprender unos de otros, y mucho que transmitir a otros grupos profesionales que se incorporan a la economía de la información. Por ejemplo, en el caso de industrias como la de las telecomunicaciones, en la que la fuerza de trabajo se contrató en su mayor parte en régimen de dedicación plena y sobre una base cuasipermanente, se engendró una tremenda incertidumbre a medida que iban surgiendo modalidades de trabajo temporal. Sin embargo, en el caso de los sindicatos de actores por ejemplo, la protección de los trabajadores temporales ha sido desde hace mucho su principal actividad, siendo ésta una profesión en la que las tasas de sindicalización se mantienen a menudo excepcionalmente elevadas.

Hasta hace poco, las complejas estructuras de relaciones laborales de las industrias del espectáculo y de los medios de comunicación habían dificultado la comunicación entre las organizaciones de trabajadores de los distintos sectores, grupos profesionales y jurisdicciones. Debido a que su experiencia anterior ha sido tan variada, algunas de ellas desarrollaron su labor relativamente aisladas de las demás, si bien la práctica parece indicar que el proceso de convergencia ha fomentado un diálogo de base más amplia entre los distintos sectores. Los trabajadores de las empresas de telecomunicaciones y de las que prestan servicios de cable, por ejemplo, han reconocido una comunidad de intereses.

Los trabajadores de la industria multimedia convergente deberían disfrutar, como los demás trabajadores, de los mismos derechos en términos de libertad sindical y de negociación colectiva, de acuerdo con los principios sentados por la OIT en el Convenio sobre la libertad sindical y la protección del derecho de sindicación, 1948 (núm. 87), el Convenio sobre el derecho de sindicación y de negociación colectiva, 1949 (núm. 98) y en la correspondiente jurisprudencia de los órganos de control de la OIT. Lo que ahora queda por hacer es pasar de la teoría a la práctica.

También es posible que los sistemas nacionales de protección social y laboral tengan que adaptarse a las necesidades de la fuerza laboral del futuro. Es importante desarrollar un marco legal y contractual (legislación del trabajo, convenios colectivos, relaciones laborales) que permita un grado de flexibilidad adecuado a las empresas y a las personas, y que proporcione a la vez un grado de seguridad suficiente a los trabajadores. Es posible que haya de prestarse una atención especial a dos categorías de trabajadores que están creciendo rápidamente, los trabajadores a tiempo parcial y los teletrabajadores. Dos convenios y recomendaciones recientemente adoptados por la OIT deberían resultar de especial interés para ambos grupos.

El Convenio (núm. 175) y la Recomendación (núm. 182) sobre el trabajo a tiempo parcial, 1994, fomentan la introducción de mejoras en la remuneración, los regímenes obligatorios de seguridad social y otras modalidades de protección social para los trabajadores a tiempo parcial. Es posible que los gobiernos deseen volver a examinar su legislación nacional tanto para facilitar el acceso al trabajo a tiempo parcial productivo y libremente escogido como para garantizar que los trabajadores a tiempo parcial no resulten involuntariamente perjudicados.

El Convenio (núm. 177) y la Recomendación (núm.184) sobre el trabajo a domicilio, 1996, tienen como objetivo el fomento de la promoción de la igualdad de trato entre los trabajadores a domicilio y los demás trabajadores, en especial en lo que atañe a la libertad sindical, la protección frente a la discriminación, la seguridad y la salud en el trabajo, la remuneración, la seguridad social obligatoria, el acceso a la formación, la edad mínima y la protección de la maternidad. Puede considerarse que quienes trabajan en conexión directa, desde su hogar o desde otras instalaciones que hayan podido elegir, quedan cubiertos por sus disposiciones, salvo que dichas personas se consideren legalmente trabajadores independientes, en virtud de la legislación nacional o de la jurisprudencia.

Iniciar el diálogo: el papel de la OIT

La labor desarrollada hasta ahora por la OIT en el ámbito de los medios de comunicación, la cultura y las artes gráficas, así como en el sector de las telecomunicaciones, ha expuesto en ciertas industrias diversas consecuencias sobre el empleo de la tecnología de la información antes citada. Pero nadie ha pasado revista a toda la gama de industrias para examinar las consecuencias globales de la convergencia multimedia

En el mes de enero de 1997, la OIT celebró un Coloquio de tres días de duración sobre la convergencia de los medios de comunicación múltiples, a fin de discutir acerca de las cuestiones sociales y laborales derivadas de este proceso. Para proceder a su examen durante el Coloquio, la OIT seleccionó ciertas industrias del ámbito de los medios de comunicación, la cultura y las artes gráficas, así como del sector de las telecomunicaciones, que es el encargado de suministrar apoyo y capacidad para transmitir la información. Dichas industrias abarcaban una amplia variedad de ocupaciones, estructuras de empleo y relaciones laborales. En consecuencia no puede esperarse que resulte un modelo uniforme ya que dichas industrias se ven confrontadas a productos, procesos y servicios convergentes. No obstante, estas industrias ofrecen en su conjunto una muestra representativa de las cuestiones sociales y laborales que se plantean con la aparición de la economía de la información. Tres fueron las principales cuestiones que subyacían en los debates centrados en cada uno de los sectores: 1) ¿qué significa la sociedad de la información para los gobiernos, los empleadores y los trabajadores?; 2) ¿cuáles son las repercusiones del proceso de convergencia sobre el empleo y el trabajo?; y 3) ¿cómo serán las relaciones laborales en la era de la información? Así pues, el Coloquio estaba destinado a propiciar una reflexión sobre las políticas y los enfoques más adecuados para preparar a nuestras sociedades, y en especial a nuestras fuerzas laborales, para la turbulenta transición hacia una economía de la información.

El Coloquio sobre los medios de comunicación múltiples (multimedia) ofreció una oportunidad a los gobiernos, a los empleadores y a los trabajadores para iniciar un debate abierto y exploratorio sobre las cuestiones sociales y laborales surgidas a raíz de la convergencia multimedia. Se invitó a los participantes a preparar ponencias sobre los problemas laborales planteados por el proceso de convergencia en sus países e industrias concretos, subrayando las repercusiones de las tendencias actuales sobre el empleo y las condiciones de trabajo. Se organizaron diversas mesas redondas y ponencias individuales, cada una de las cuales fue seguida de un debate general. Dichas ponencias y el debate posterior se han resumido en este informe. Los textos se han agrupado por temas en capítulos que reflejan la organización del propio Coloquio. Cada capítulo comienza por uno o varios discursos individuales, a los que siguen los comentarios de los demás participantes y, por último las respuestas de los oradores. El capítulo final resume un debate acerca de las posibles actividades futuras de la OIT en el ámbito de los medios de comunicación, la cultura y las artes gráficas. De acuerdo con la decisión adoptada por el Consejo de Administración en su 265.ª reunión (marzo de 1996), no se adoptaron conclusiones ni resoluciones. El objeto de la reunión era el intercambio de puntos de vista sobre las cuestiones sociales y laborales relacionadas con la convergencia multimedia; a este respecto, la reunión resultó fructífera y de utilidad para los tres interlocutores; además, proporcionó a la Oficina numerosas sugerencias y propuestas sobre las actividades que podrían llevarse a cabo en el futuro en beneficio del sector de los medios de comunicación, la cultura y las artes gráficas, en especial en el área del empleo, la formación y las relaciones laborales, así como respecto de las actividades regionales y seminarios.

No cabe duda de que las enseñanzas extraídas de estas discusiones tripartitas estimularán nuevas reflexiones por parte de los gobiernos y de los interlocutores sociales acerca de la mejor manera de preparar a la fuerza del trabajo para vivir y a trabajar en la economía de la información. Si bien es cierto que la tecnología ha estimulado el proceso de convergencia, son los actores sociales los que lo dirigirán.

Participación

El Coloquio estuvo presidido por el Sr. Marc Blondel, miembro trabajador del Consejo de Administración. El Vicepresidente empleador fue el Sr. Walter Durling, miembro empleador del Consejo de Administración. El Vicepresidente trabajador fue el Sr. Chris Warren (Secretario Federal Adjunto de la Alianza de Medios de Comunicación, Espectáculos y Artes de Australia). El Sr. Werner Ringkamp (Alemania) actuó como coordinador gubernamental.

El Coloquio contó con un total de 66 participantes, de los cuales 41 eran miembros titulares.

Participaron un total de 11 mujeres: cuatro delegadas y una consejera técnica gubernamentales; dos delegadas empleadoras; una delegada y una consejera técnica trabajadoras; y dos consejeras observadoras.


Parte 1

La gran apuesta de la sociedad
de la información

Los retos de la sociedad de la información

por Kari Tapiola, Director General Adjunto de la OIT

Me complace sinceramente darles la bienvenida al presente Coloquio sobre la convergencia de los medios de comunicación múltiples (multimedia) y transmitirles los saludos del Sr. Michel Hansenne, Director General de la Oficina Internacional del Trabajo. De acuerdo con las decisiones adoptadas por el Consejo de Administración de la OIT, les hemos invitado a participar en este Coloquio para explorar algunos de los temas de orden laboral y social planteados a raíz del desarrollo de la sociedad de la información. Este Coloquio se celebra dentro del marco del Programa de Actividades Sectoriales de la OIT.

El término «sociedad de la información» se ha incorporado en los últimos años al vocabulario de uso común. Hablamos de sociedades conectadas, muchos de nosotros trabajamos en red y comunicamos por medios electrónicos con nuestros colegas e interlocutores, tanto dentro como fuera de los lugares de trabajo; en la práctica, dichos lugares de trabajo pueden extenderse ahora a todo el mundo. Está cambiando la noción misma de lugar de trabajo, que ya no se concibe como un sitio bastante delimitado sino como una red que puede ser objeto de gran expansión. Para la generación anterior, aunque los teléfonos celulares, el correo electrónico y las computadoras portátiles no pertenecían al ámbito de la ciencia ficción, sí representaban al menos algo muy sofisticado y distante. Actualmente, son herramientas cotidianas para los que trabajan en la economía de la información.

Las estructuras industriales y de organización con las que nos habíamos familiarizado dan paso a nuevas configuraciones. Los pequeños periódicos locales luchan por sobrevivir mientras que los imperios de los medios de comunicación recorren el globo. Las principales empresas de telecomunicaciones, que se contaban entre los empleadores más seguros del pasado, amplían sus negocios básicos a la vez que reducen el tamaño de sus propias fuerzas laborales. Y, al mismo tiempo, miles de pequeñas y medianas empresas, o incluso de microempresas, generan gran parte de los contenidos y muchos de los nuevos empleos de esta industria de la información. Las empresas virtuales, integradas por empleadores y trabajadores conectados entre sí mediante comunicaciones por computadora, se extienden sin casi tener en cuenta las fronteras nacionales.

La revolución de la tecnología de la información es un elemento clave del proceso de mundialización. Obliga a un número creciente de países a abrirse a la competencia internacional y a ingresar en la llamada era de la información. Es un elemento esencial de una economía mundial única. Pero ¿qué consecuencias tiene para los gobiernos, los empleadores, los trabajadores y sus organizaciones que la información se convierta en el principal recurso económico del mundo y la economía se reestructure a sí misma de conformidad con ello? ¿Cómo podemos prepararnos para los cambios que nos esperan y redefinirnos como actores sociales y económicos? La experiencia parece sugerir que las naciones, las empresas y los trabajadores individuales que sean capaces de adquirir, transformar y utilizar la información de manera productiva e imaginativa se beneficiarán de los avances tecnológicos que se desarrollan en la actualidad. La OCDE ha calculado que más de la mitad del PNB total de las economías prósperas se produce en las industrias basadas en el conocimiento, como son las telecomunicaciones, las computadoras, la informática y el espectáculo. La riqueza, el poder y la ventaja estratégica tienden a concentrarse en aquellas naciones y empresas capaces de dominar las fuerzas del cambio tecnológico y extraer el máximo beneficio de una economía en proceso de rápida mundialización.

Según algunos cálculos, los trabajadores de estas industrias representan ocho de cada diez nuevos empleos en las economías avanzadas. Con certeza casi absoluta, muchos de estos trabajadores encontrarán una profunda satisfacción cuando su nuevo empleo inspire su potencial creativo. ¿Qué ocurre con los demás? ¿Qué ocurre con las economías que se quedan atrás? ¿Qué ocurre con los miembros de la sociedad y de la fuerza de trabajo que responden con lentitud a las nuevas demandas -- aquellos cuyas calificaciones quedan superadas a consecuencia del progreso tecnológico, los que carecen de la educación y formación que les permitan cosechar los beneficios producidos por la economía de la información? Aunque más de un 80 por ciento de los nuevos empleos se relacionen con la industria del conocimiento, eso aún no supone que todos ellos sean automáticamente estimulantes, bien remunerados y satisfactorios.

Una de las tareas que nos corresponde en la OIT es la de delimitar los papeles y responsabilidades de los gobiernos y de las organizaciones de empleadores y de trabajadores en relación con este cambio. Ello exige un examen global del tipo de sociedad al que nos enfrentamos. Los expertos nos anuncian que nos encaminamos a una sociedad de la información que podría polarizarse entre los posesores y los desposeídos de la información. Los indicios de polarización ya resultan evidentes, tanto entre los países como en el interior de los mismos. Suecia cuenta con 68 líneas telefónicas por cada 100 habitantes, mientras que los países menos desarrollados disponen de menos de una línea para cada 100 habitantes. ¿Cómo puede reducirse este abismo? Las computadoras personales y los aparatos de fax se han hecho omnipresentes en el mundo empresarial, pero en los hogares tienden a estar presentes tan sólo en los más acomodados. ¿Cómo puede garantizarse el acceso universal a las herramientas de la economía de la información? ¿Nos veremos obligados a aceptar sociedades de dos niveles, en las que los buenos empleos, los ingresos y la riqueza coincidan con el acceso a la información y a la comunicación, pero en las que aquellos que no tienen acceso a la misma quedan, en el mejor de los casos, en un plano secundario y, en el peor, marginados?

El presente Coloquio se centra en las repercusiones de la digitalización y la convergencia industrial sobre el empleo y el trabajo en las industrias del espectáculo y los medios de comunicación. El proceso de convergencia ha reunido a los productores de contenidos, a los proveedores de comunicación y a los distribuidores. Ha creado una vasta industria de la información: imprenta y edición, nuevos medios de comunicación, grabación de sonidos, realización de películas, radiodifusión y telecomunicaciones, todos están representados en este recinto. Las industrias del espectáculo y de los medios de comunicación viven y trabajan en el filo del cambio. Seguramente muchos de ustedes habrán experimentado en sus vidas profesionales no sólo satisfacción sino también turbulencia e inestabilidad, que se espera sean características de la economía de la información del mañana. Han sido testigos de la disgregación del lugar de trabajo tradicional y de la reestructuración del tiempo de trabajo. Han presenciado el desplazamiento del trabajo por medios electrónicos y el crecimiento de un competitivo mercado laboral mundial. Puede que hayan sentido junto con el estrés de la sobrecarga de información, el estímulo de trabajar en un entorno que exige un alto coeficiente de conocimientos. También puede que hayan presenciado hasta qué punto la carga de los reajustes recae sobre aquellos que disponen de menos calificaciones y de salarios más bajos. En resumen, me atrevo a suponer que han visto tanto los beneficios económicos como los costos sociales del cambio en un sector de actividad muy destacado, expuesto e internacional.

La revolución tecnológica que ha hecho posible la convergencia de los medios de comunicación múltiples cuenta con ramificaciones que van más allá de las industrias hoy aquí representadas. Ya está transformando el funcionamiento de los sistemas financieros, la manera de estructurar los propios sistemas de producción y distribución así como la manera de relacionarse entre sí los empleadores, los trabajadores, sus organizaciones, y los trabajadores por cuenta propia. Las experiencias profesionales actuales presentes pueden servir como precursoras de los cambios que afectarán a amplios sectores de la sociedad en los próximos años.

Este Coloquio reviste una importancia especial para la OIT, porque las cuestiones que ustedes han de tratar en los próximos días son cuestiones sociales fundamentales de nuestro tiempo. Se centran en el empleo, la formación y las relaciones laborales, esto es, en la manera de trabajar, aprender y relacionarse con los demás como actores sociales. Es importante analizar de qué manera se está transformando la naturaleza del trabajo como consecuencia de los avances tecnológicos y de las fuerzas económicas de alcance mundial que están en juego. ¿Va a ser el empleo necesariamente más precario en el futuro? ¿Cómo satisfacer las necesidades de enseñanza y formación mientras siguen creciendo las exigencias en materia de capacitación con cada descubrimiento tecnológico importante? ¿Serán las empresas virtuales la norma? ¿Cuál va a ser el futuro de las relaciones laborales cuando los interlocutores se encuentren físicamente situados a grandes distancias unos de otros, pero comuniquen y compartan su trabajo en tiempo real, en un entorno intercomunicado electrónicamente? ¿Qué tipo de normas laborales universales resultan apropiadas a medida que los perfiles laborales se hacen incluso más individualizados? Resulta significativo que mis observaciones iniciales incluyan una variedad insólitamente amplia de preguntas. Estamos tratando de aprehender un fenómeno que se desarrolla rápidamente y, para captarlo, tenemos que utilizar una película muy sensible.

La OIT ha promovido en todo momento el respeto de los derechos humanos fundamentales del trabajo tales como la libertad sindical y el derecho a la negociación colectiva, la erradicación del trabajo forzoso, del trabajo infantil y de la discriminación, así como la promoción de la igualdad de oportunidades y de trato entre hombres y mujeres. Los cambios a los que ahora nos enfrentamos no ponen en duda estos principios, sino que nos retan a encontrar los mecanismos apropiados para reforzarlos y ampliar el diálogo social.

Podemos garantizar que, por medio del diálogo entre los interlocutores sociales y los gobiernos, la sociedad de la información será una sociedad abierta y democrática en la que todos podrán participar, respetando la necesidad de alcanzar la justicia social. Es necesario desarrollar nuevas políticas para lograr un mayor equilibrio entre la necesidad de seguridad en el empleo y la de flexibilidad en el mercado de trabajo. Es posible que los tradicionales límites profesionales, sectoriales o incluso nacionales hayan dejado de ser los únicos -- por no decir los más apropiados -- en los que pueden encontrar soluciones los interlocutores sociales. Es posible que el diálogo social tenga que ampliarse a esferas que van mucho más allá de los temas cotidianos del pasado, a fin de que abarque los aspectos de la mundialización, la innovación empresarial, la competitividad, la creación de empleo, la adaptabilidad o la continua adquisición de calificaciones polivalentes.

Este es un foro abierto. A diferencia de lo que ocurre en muchas reuniones que se celebran en esta casa, el Coloquio no trata de lograr ningún resultado negociado en forma de resoluciones, conclusiones o recomendaciones conjuntas. Se les invita a entablar un diálogo en el que expresen sus esperanzas, sus preocupaciones, su análisis crítico y sus propias conclusiones y sugerencias. Se trata de obtener el más amplio intercambio posible de puntos de vista entre nuestros mandantes tripartitos, así como sus orientaciones respecto de los retos a que habrán de enfrentarse la OIT y sus Estados Miembros, con el fin de garantizar que se progresa hacia el objetivo de una mayor justicia social en los albores del siglo XXI.


Parte 2

Significado de la sociedad de la información
para los gobiernos, los empleadores
y los trabajadores

Hacia un nuevo tipo de asociación entre gobiernos,
empleadores y trabajadores

por Barbara Motzney(17)

El documento informativo que se ha elaborado para este Coloquio me facilita un punto de partida de la mayor importancia para las observaciones que me dispongo a hacer. En efecto, sugiere que la evolución de las industrias de productos de ocio e información -- lo que voy a llamar «sector de los contenidos» -- constituye uno de los rasgos característicos de la economía postindustrial basada en la información. Podría ser un presagio del futuro, que nos hiciese ver lo que significa vivir y trabajar, producir y consumir en la sociedad mundial de la información.

Esta idea es relativamente nueva. Durante años, las discusiones e investigaciones nacionales e internacionales se han centrado en el valor, naturaleza y marco político de la infraestructura de información mundial, aunque el poder realmente transformador (y no sólo económico, sino social y cultural) del despliegue de las tecnologías de la información y de las comunicaciones sólo se haya reconocido plenamente en los dos últimos años. En cambio, actualmente los programas de trabajo y los órdenes del día sobre las políticas a seguir están empezando a examinar los contenidos. ¿Por qué se está dando tanta importancia a este punto? Creo que hay dos razones para ello.

La primera es que las industrias que componen el sector de los contenidos son, por su propia naturaleza, unas industrias intensivas en conocimientos especializados y que se basan en las tecnologías de la información y de la comunicación. Un examen de estas industrias nos dará importantes indicaciones sobre cómo la sociedad mundial de información va probablemente a afectar a todo el conjunto de la economía mundial.

La segunda razón se deriva de nuestra propia visión de la sociedad mundial de información. En 1995, los ministros del G7 articularon en Bruselas ocho principios de la sociedad mundial de la información, cuyo espíritu fue más tarde respaldado por el Foro de Cooperación Económica de Asia y el Pacífico (APEC) y por más de 40 países asistentes a la Conferencia sobre la Sociedad de la Información y el Desarrollo, que se celebró en Sudáfrica en mayo de 1996. Un principio muy coherente afirma la necesidad de la diversidad cultural y lingüística de los contenidos. Con este principio los países han reconocido también que, para participar como productores y consumidores en la sociedad de la información, la gente tiene que verse reflejada en los productos y en los servicios que circulan por encima de la infraestructura. El crecimiento de unas industrias indígenas de contenidos, vibrantes, creativas y competitivas contribuirá en gran manera a la economía de la información. El talento creativo de un pintor, de un programador informático o de un actor será parte integrante del desarrollo de las imágenes en tres dimensiones, de la catalogación digital de los productos culturales o de la estructuración de unos servicios bancarios atractivos y acogedores para los usuarios que deseen acceder a ellos por Internet. Todos estos nuevos productos han de ser preparados, creados y desarrollados. Como todos los bienes y servicios, han de ser distribuidos, comercializados, vendidos al por menor y adquiridos, pero todo ello tendrá lugar en una nueva red de valores añadidos que vinculará a los actores de diversos sectores tradicionales, reunidos para suministrar nuevos productos y servicios.

¿Cuál es la situación del sector de los contenidos en el Canadá? El Canadá constituye un mercado pequeño, geográficamente disperso y muy próximo al principal actor internacional, cuya industria del espectáculo es la protagonista dominante de todos nuestros sectores culturales. Las políticas culturales del Canadá se fundan en el principio de garantizar espacios canadienses para opciones y voces canadienses. El sector artístico y cultural (como se le viene definiendo tradicionalmente) y las nuevas industrias de contenidos, como los medios de comunicación múltiples, serán un catalizador de la diversidad de contenidos culturales y lingüísticos. Será también un importante motor económico y de empleo para el Canadá. Según las estimaciones de 1993-1994, el impacto directo del sector artístico y cultural en Canadá ascendía a 29,5 billones de dólares, con un empleo directo que totalizaba 900.000 empleos. Cuando se amplía esta definición para medir los contenidos canadienses en la sociedad de la información, incluyendo los servicios de cultura e información así como los aspectos pertinentes de los sectores de telecomunicaciones y de los servicios informáticos, su valor asciende a más de 50 billones de dólares, equivalentes a un 9 por ciento del total de la economía, con cerca de 1,25 millones de empleos.

Si analizamos ahora sus principales elementos durante el período 1993-1994, la radiodifusión canadiense creó casi 55.000 empleos y contribuyó con 3,5 billones de dólares al producto interior bruto canadiense. Las industrias de radiodifusión y por cable del Canadá suministran servicios de radiodifusión a los hogares. Hace diez años esto significaba que los radiodifusores creaban, producían o adquirían los programas de televisión y de radio preparados, y los suministraban a los hogares a través de las ondas o por cable. Actualmente, este sector comprende programas y servicios, tanto convencionales como por abono y por teledistribución personalizada, así como programaciones especializadas distribuidas por las ondas, por cable, por satélite directo y por otras tecnologías de la comunicación. En los próximos cinco años, a medida que vaya configurándose cada vez más la sociedad mundial de la información, las tecnologías de radiodifusión por ondas y por cable se irán definiendo en una amplia serie de programas, servicios y empresas de comercialización de emisiones, vídeos y programas digitales de todo el mundo, accesibles a los hogares por medio de conexiones tecnológicas especiales.

Las industrias de radiodifusión y televisión por cable presentan una ventaja estratégica fundamental para la sociedad de la información: su conexión directa con los hogares. La tecnología que suministraba programaciones únicas ha ido evolucionando hasta convertirse en la conexión del hogar con una serie de productos y servicios. Los efectos de esta nueva capacidad ya se dejan sentir en el Canadá. Durante el período que va de 1990 a 1993, el número de abonados al cable aumentó en un 9 por ciento y los ingresos procedentes de servicios discrecionales por cable (que son principalmente los nuevos canales especiales) pasaron a más del doble. En 1996, por primera vez en casi diez años, se produjo en el Canadá un incremento del total de horas dedicadas a ver la televisión.

Esta ventaja estratégica no durará demasiado. Las nuevas tecnologías de la distribución, como los satélites de conexión directa desde el hogar, la industria telefónica, los receptores sin cable y la radiodifusión fuera de canal están tomando posiciones para acceder a los hogares desde dentro y desde fuera de las fronteras. Las industrias de radiodifusión y por cable han de organizarse para hacer frente a este desafío. Para que las industrias de radiodifusión y por cable del Canadá sean efectivamente competitivas en la sociedad mundial de la información, tendrán que explotar todo su potencial de nuevas tecnologías y reaccionar adecuadamente a una fuente de ingresos en plena evolución (que está pasando de la publicidad a unos ingresos basados en las suscripciones), diversificándose en nuevos mercados que abarquen zonas geográficas nuevas y los mercados generados por las nuevas tecnologías y sectores.

Todo este entorno complejo y dinámico, tiene su adecuado reflejo en unos trabajadores de la radiodifusión cada vez más profesionales y especializados. En 1996, se emprendió una labor preliminar para examinar el empleo en las industrias relacionadas con las tecnologías de la información y de la comunicación. Aunque no fuesen definitivos, los resultados indicaban que en el período de 1986 a 1991, la cantidad de personas que estaban trabajando en el ámbito de la radiodifusión había aumentado en un 14,5 por ciento. La composición de esa fuerza de trabajo había evolucionado de manera muy significativa durante el mismo período. Los trabajadores asalariados que no habían recibido formación después de sus estudios secundarios habían bajado de un 44 a un 38,5 por ciento del conjunto de la fuerza de trabajo. Durante el mismo período, el empleo de los que estaban en posesión de títulos medios había aumentado en cerca de un 26 por ciento, y los que tenían estudios universitarios se habían incrementado en casi un 25 por ciento. Este mayor porcentaje de empleo de los que disponían de una formación superior a los estudios secundarios se había dejado sentir tanto en la dirección como en el ámbito administrativo. Unas tendencias parecidas se pueden observar también en el nuevo sector de los medios de comunicación múltiples, en el que los contenidos creativos y culturales se están llevando a unos ámbitos que no son tradicionales, y a nuevos terrenos de producción.

En el Canadá, este nuevo sector industrial está creciendo a un ritmo superior al de la economía general. En los cinco años que finalizaron en el ejercicio de 1993-1994, las industrias culturales tradicionales más estrechamente vinculadas con la producción de CD-ROM, editoriales de libros y agentes exclusivos, arrojaron un crecimiento de un 16 por ciento en sus ingresos, al tiempo que los productores de películas admitían un 71 por ciento de incremento en sus ingresos durante el mismo período.

Una investigación preliminar ha puesto de manifiesto que las empresas relacionadas con los medios de comunicación múltiples del Canadá son relativamente jóvenes, de propiedad privada y de un rendimiento relativamente bajo. Suelen ser consorcios de corta duración, basados en un proyecto concreto, de carácter multidisciplinario y comprometidos en una gran variedad de actividades. Suelen estar centrados en los mercados relacionados con el mundo de los negocios, de la educación y de la administración pública. Los factores clave de su éxito son la innovación, la exploración del mercado nacional e internacional, la oportunidad de sus productos, la demanda de productos canadienses y el acceso a la financiación de la producción de los recursos humanos. Es interesante advertir que la orientación favorable a los proyectos multidimensionales que tienen estas compañías y que tiene como resultado aunar los talentos creativos, técnicos y administrativos, es similar a la de las industrias culturales tradicionales del Canadá. Este segmento nuevo del sector de los contenidos no resulta demasiado distinto de sus predecesores. También aquí, los principales desafíos políticos consistirán en garantizar que los productores canadienses tengan acceso a los nuevos sistemas de distribución, tanto nacionales como internacionales, y que las voces canadienses tengan una presencia significativa en la sociedad de la información.

Así pues, ¿qué significan la convergencia de los medios de comunicación múltiples y la sociedad mundial de la información para el trabajador canadiense situado en el nuevo sector de los contenidos? Las industrias de los contenidos están buscando unos trabajadores especializados, bien preparados y flexibles, que puedan contribuir efectivamente a los proyectos que están preparando. En este caso, los conocimientos técnicos constituyen un recurso fundamental, especialmente los conocimientos estratégicos relacionados con las tecnologías de la información y comunicación y sus consecuencias. Todo el planteamiento se basa en la independencia y la flexibilidad. Los actuales trabajadores del sector de los contenidos parecen cumplir con estos requisitos, según un análisis, efectuado el año pasado, sobre la encuesta cultural canadiense de la fuerza de trabajo (Canadian Cultural Labour Force Survey) de 1993. Esta encuesta llegó a la conclusión de que los trabajadores culturales disponen de un 22 por ciento de graduados postsecundarios y de un 24 por ciento de titulados universitarios por encima de la media de la fuerza de trabajo canadiense. También se puso de manifiesto que un 30 por ciento de los trabajadores culturales actuaban exclusivamente como empleados por cuenta propia y que otro 25 por ciento hacía parte de su trabajo sobre esta base. Sin embargo, aunque un 65 por ciento de los trabajadores culturales encuestados informaron que el cambio tecnológico había afectado su labor en el sector cultural, un 30 por ciento no había recibido la formación que le permitiese hacer frente al cambio. Dos tercios de las respuestas no hacían ninguna referencia a la necesidad de formación, y los foros más efectivos de formación que se fijaban eran el desarrollo profesional en el lugar de trabajo y la universidad. Las razones primarias para no recurrir a la formación eran el costo y el tiempo. En muchos casos, los grupos profesionales más inclinados a manifestar deseos de formación sin haberla recibido eran los mismos grupos que con mayor frecuencia recurrían al empleo por cuenta propia. Estos resultados, aunque preliminares, subrayan una cuestión muy importante para el empleo en la sociedad de la información: hay una clara exigencia de sólidas bases académicas y de una amplia serie de destrezas técnicas e interpersonales que han de remozarse y ponerse al día continuamente. ¿Y, cómo puede hacerlo un trabajador por cuenta propia, sin presupuesto de formación ni disponibilidades de tiempo, y que no puede optar por la formación en el puesto de trabajo?

Uno de los retos fundamentales a que habrán de hacer frente las instancias decisorias, los trabajadores y los empleadores en la nueva sociedad mundial de la información, será sin duda el que plantea el acceso. Básicamente, hay tres aspectos del acceso que resultan necesarios para desarrollar y mantener una fuerza de trabajo especializada: primero, un acceso físico y técnico a productos y servicios. En este sentido, cabe preguntarse: ¿tienen los trabajadores un contacto directo con los instrumentos de la tecnología de la información y con los servicios disponibles en red? Segundo, un acceso suficiente a las redes de información y a su contenido. En tercer lugar, una formación sólida y las destrezas y aptitudes adecuadas a un acceso de carácter público. Aquí habrá que preguntarse: ¿tienen estas personas los conocimientos técnicos necesarios para trabajar constructivamente en el llamado «flujo de bits»? ¿Tienen una formación básica en la metodología digital? Si no se tiene acceso, no se puede participar en la sociedad mundial de la información como asalariado en la maquinaria económica, como ciudadano en esta fuente de cohesión y comunidad social, y como consumidor de nuevos productos y servicios.

¿Cuál ha de ser, pues, la función del Gobierno? En el decenio de 1990, los imperativos financieros y una ciudadanía en busca de mayor transparencia y responsabilidad en la acción del gobierno conducen a una continua revisión crítica de las responsabilidades fundamentales de los gobiernos nacionales. Los funcionarios y los políticos se están preguntando ahora: ¿ha de comprometerse el Gobierno? Y en caso afirmativo, ¿cómo? ¿Puede alguna otra instancia -- otro nivel gubernamental, el sector privado, la sociedad civil -- hacerlo con más eficacia y efectividad? ¿Aumentará todo ello la capacidad de nuestros ciudadanos para hacer frente a los retos y a los nuevos modelos de empleo que se requieran en una economía mundialmente integrada?

La función del Gobierno es servir a su pueblo. Los gobiernos han de equilibrar las necesidades cívicas de sus pueblos (en el sentido de la defensa de su patrimonio cultural, de garantizar la presencia nacional en la sociedad de la información y de la creación de empleos) con las necesidades de sus pueblos como accionistas, empleadores y trabajadores que necesitan un entorno de competitividad leal y sostenible. Las conversaciones y debates sobre las políticas a seguir se centran en tratar de encontrar el equilibrio entre estas líneas de fondo aparentemente contradictorias: los valores cívicos y los valores de consumo o mercado. Nuestra perspectiva está de acuerdo con los principios del G7. El Gobierno tiene que actuar por medio de su acción directiva, creando un entorno nacional en el que estos principios puedan llevarse a la práctica. Hay que hacer también esfuerzos para garantizar que los entornos nacionales se armonicen a nivel multilateral para que se lleve a la práctica todo el proyecto.

¿Qué es lo que significa la sociedad mundial de la información para los gobiernos, los empleadores y los trabajadores? Ante todo, una nueva asociación. Actualmente, la sociedad mundial de la información no resulta plenamente operativa ni está totalmente integrada en ninguna parte. El movimiento que tiende hacia una sociedad mundial de la información, en la que aumente, para los usuarios, todo el potencial de prestaciones sociales, culturales y económicas, supone un importante ajuste estructural y organizativo, así como una reconsideración y redistribución de las funciones de todos los actores de la sociedad. La cadena tradicional de valores que define la producción en la sociedad industrial, en la que cada escalón lineal supone un valor añadido está siendo reemplazada en la sociedad de la información por una red de valores añadidos compleja, abierta y en constante evolución.

Esta red de valores añadidos dependerá de los individuos concretos que sean capaces de participar activamente como ciudadanos, consumidores y empleados, o consumiendo y produciendo con las nuevas tecnologías; de los equipos de gran eficacia que reúnan las personalidades adecuadas procedentes de diversas disciplinas en una acción común flexible e innovadora para servir las necesidades de los clientes o para llevar a cabo una labor determinada; y las organizaciones innovadoras, capaces de remodelarse flexiblemente a sí mismas por medio de la ampliación de los vínculos empresariales. En el entorno del empleo, la realización de estos objetivos dependerá de un contexto que comprenda el acceso a la información y a la tecnología, y un reconocimiento y apoyo al empleo que adopte formas no tradicionales, relacionadas con la sociedad de la información y la colaboración entre las empresas, los trabajadores, los sindicatos y los gobiernos para explorar las oportunidades de formación y de aprendizaje continuo. Este contexto requiere también una política de capacitación y un entorno normativo, nacional e internacional, para crear un equilibrio entre los valores de consumo y los valores cívicos al tiempo que se protegen los derechos fundamentales. La creación de estas redes de valor añadido, capaces de asumir los retos de la sociedad mundial de la información, no pueden llevarse a cabo más que por medio de un grado de cooperación y de asociación hasta ahora sin precedentes.

Como conclusión, me gustaría plantear cierto número de cuestiones que nos lleven a un mejor entendimiento de las repercusiones de la convergencia de los medios de comunicación múltiples en el sector de los contenidos. El sector artístico y cultural, que es hoy día uno de los principales suministradores de contenidos, no se consideraba tradicionalmente como parte integrante e íntimamente relacionada con los demás sectores de la economía. Esta relación ha de ser mejor comprendida. ¿Cómo se relacionan las tecnologías de la información y de la comunicación con el empleo y el lugar de trabajo? Los nuevos empleos relacionados con los contenidos ¿son distintos de los que solía haber en el sector cultural tradicional? ¿Quién está creando estos empleos y cómo? ¿Cuáles son sus formas características? ¿Cómo crecen? ¿Qué políticas gubernamentales podrían ser útiles para apoyar este nuevo crecimiento?

Como decisores, lo primero que tenemos que hacer es identificar las nuevas tendencias del empleo para invertir en las mejores oportunidades de educación y formación. ¿Tenemos una información correcta? ¿Nos estamos planteando las cuestiones más oportunas y estamos recopilando los datos más pertinentes? ¿Estamos utilizando los modelos de sociedad industrial para describir la sociedad de la información? ¿Nos da todo ello la previsión descriptiva detallada que necesitamos para adoptar las decisiones políticas o empresariales más oportunas? ¿Cómo pueden colaborar los individuos, las empresas, los trabajadores, las comunidades y las instituciones en el fomento de una cultura que valore debidamente las destrezas oportunas y un aprendizaje continuo a lo largo de toda la vida? La sociedad mundial de la información se refiere toda ella a las vinculaciones, a la conexión de redes, a los contenidos y a la gente en general por medio de una gran variedad de tecnologías, y en una gran variedad de modalidades nuevas. Estas interconexiones entre los sectores industriales, los gobiernos, las empresas, las instituciones y los individuos constituyen el fundamento del camino que hay que seguir para ir adelante.

La aproximación alemana a la sociedad de la información

por Jürgen Warnken(18)

La convergencia de los medios de comunicación múltiples es un tema de la mayor importancia para el futuro. Cuando el Instituto Alemán de Investigaciones Laborales y Empleo examinaba el empleo en los sectores relacionados con la información, se encontró con que casi la mitad de la fuerza de trabajo estaba ya empleada en ese sector. Según su pronóstico, esta cifra superará el 55 por ciento en el año 2010. Los Estados Unidos tienen unas cifras muy parecidas. A principios del año pasado, el Gobierno de Alemania emprendió un análisis muy detallado para redactar un informe sobre la vía alemana a la sociedad de la información. Tuvimos interés en estudiarlo, en examinar sus características y en identificar los aspectos que necesitaban garantizar la competitividad de nuestro país en este ámbito. Sobre este trabajo, elaboramos un programa de acción que se refiere a diversos ámbitos de la economía, como las industrias que producen soportes físicos o lógicos, los suministradores de servicios en red y los que suministran los contenidos. Tomadas en conjunto, todas estas actividades empresariales podrían recibir el nombre de «sector de la información». Es probablemente imposible distinguir con precisión estos campos: ya hay empresas que suministran tanto las redes como los contenidos, y también alianzas estratégicas entre las empresas que actúan en los diversos sectores, de modo que ya no podemos seguir considerándolas independientemente.

Nos hemos propuesto llevar a cabo dos tareas básicas: en primer lugar, la creación de un marco jurídico adecuado, y en segundo lugar el desarrollo de una política que respalde la integración de los descubrimientos científicos y de las innovaciones técnicas en la práctica empresarial y que tenga como resultado aumentar su aceptación entre los empleadores y trabajadores afectados por ellos. El objetivo de esta política podría definirse como «una mejora de la rapidez de difusión».

Vamos a fijarnos primero en el terreno legislativo. En Alemania se está discutiendo actualmente una nueva ley de servicios de información y comunicaciones, que abarcará todos los tipos de nuevos proveedores de información, como los servicios en línea. La legislación sobre el empleo no figurará en esta nueva ley, porque el Ministerio Federal de Trabajo considera actualmente que la actual legislación laboral es ya bastante adecuada para tratar de las cuestiones del empleo en el sector de los medios de comunicación. Por lo tanto, de momento no hay necesidad de una actuación legislativa en este ámbito. Aunque la definición de «empresa» pueda tener que ser corregida en algunos casos (por ejemplo, para incluir en ella a los trabajadores a domicilio o a los teletrabajadores), estos y otros ajustes podrán ser efectuados probablemente por los interlocutores sociales a lo largo del proceso de negociación colectiva o a nivel de empresa. Ya hay indicaciones de un primer acuerdo colectivo entre Deutsche Telecom, Deutsche Post y Deutsche Postbank (las empresas alemanas de telecomunicaciones y correos), que abarcan estas nuevas formas de empresa.

Vayamos ahora a nuestra segunda tarea principal. Para el buen éxito de un país en la economía mundial es fundamental que se difunda lo más ampliamente que sea posible la información de las políticas a seguir y de los conocimientos técnicos que se necesitan para la innovación, y que se fomente su aceptación entre la población y los trabajadores, sobre todo los que actúan en el sector de la información. En este sentido, el Gobierno de Alemania está desplegando una gran actividad en diversos ámbitos, y desearía poner de relieve algunos de ellos. Estamos tratando de intensificar el diálogo con todos los grupos, desde la comunidad científica hasta los sindicatos. Además, hemos creado un foro, con el nombre de «INFO 2000», para llevar las cuestiones de la sociedad de la información hasta el nivel de la empresa. En el congreso inaugural de INFO 2000 tomaron parte 150 instituciones, y actualmente varios grupos de trabajo están tratando temas específicos, como «El trabajo en la sociedad de la información» o «Los problemas de la recalificación profesional o de la adquisición de nuevos conocimientos y de adaptación a las nuevas circunstancias».

Además, los organismos gubernamentales tienen también una función muy importante como catalizadores o iniciadores, poniendo en marcha proyectos piloto, por ejemplo sobre el teletrabajo o adoptando nuevas tecnologías de información y comunicación para la mejora de la administración pública o de los servicios de salud pública (telemedicina). Está claro que en el terreno de las nuevas tecnologías de la telecomunicación es de mayor importancia que no nos limitemos al marco meramente nacional. Una parte integrante del programa de acción que hemos diseñado comprende la cooperación con las organizaciones europeas e internacionales. Por ejemplo, la Comisión Europea ha empezado ya a examinar los efectos de estas nuevas tecnologías en el terreno del empleo. En un primer examen de las actividades de investigación futuras, se ha puesto de relieve la necesidad de intensificar los esfuerzos en este ámbito de la investigación y desarrollo. Además, hay que tener en cuenta que la Comisión Europea, en su Libro Verde Vivir y trabajar en la sociedad de la información: prioridad para las personas, colocaba claramente a la persona, al ser humano, por delante de todas las consideraciones. Finalmente, acojo con satisfacción el hecho de que la OIT, al organizar este Coloquio, se haya comprometido en estas cuestiones. Teniendo presentes estos estudios básicos sobre los mercados nacionales y mundiales, tenemos ahora que preguntarnos cuál sea su resultado para el empleo, la organización del trabajo y la seguridad social.

Voy a referirme ahora a dos cuestiones específicas relacionadas con la sociedad de la información: la educación y formación, y el teletrabajo.

En relación con las calificaciones, en el futuro habrá cada vez más empleos que exijan una capacidad para solucionar problemas complejos y abstractos. Las actuales medidas sobre formación y perfeccionamiento profesionales pudieran no ser ya adecuadas. Las iniciativas tienen que empezar en la misma escuela. La competencia de los alumnos y estudiantes jóvenes tiene que mejorar mucho. Para ello, el Gobierno Federal y otros varios patrocinadores han tomado la iniciativa de animar a los alumnos de las escuelas a estudiar los medios electrónicos de comunicación, como la Internet. El mercado de productos electrónicos educativos está en plena expansión y suministra una serie de oportunidades para los alumnos de las escuelas y para los estudiantes en general. El conocimiento práctico de la tecnología de la información se ha convertido en una condición importante para el éxito, y ha de adquirirse a una edad temprana para que sirva de base a un proceso de aprendizaje que ha de durar toda la vida.

El teletrabajo será sin duda una de las formas de trabajo más corrientes en el futuro, tanto en Alemania como en la mayoría de los demás países de la Unión Europea. Actualmente aún hay poca gente trabajando de este modo, pero su número es mayor de lo que se pudiera pensar. Las estimaciones actuales en Alemania sitúan el número de teletrabajadores entre 10.000 y 150.000. Este abanico tan amplio se debe básicamente a las distintas definiciones, e indica que todavía existe cierta incertidumbre sobre quién puede ser considerado como teletrabajador.

Hemos adoptado la iniciativa de identificar los obstáculos al teletrabajo y de aumentar su aceptación futura; hemos trazado también un esbozo de la situación actual. Se ha puesto en marcha una campaña de información y motivación, con un conjunto de consultas que se referirán a cuestiones como los aspectos organizativos y económicos del teletrabajo, y ciertos antecedentes jurídicos. Se nos ha pedido nuestra opinión como expertos en este ámbito, puesto que el teletrabajo puede verse desde diversas perspectivas jurídicas según si es ejecutado por los trabajadores a domicilio o llevado a cabo por trabajadores independientes y por cuenta propia. En nuestra opinión, el teletrabajo debería ser llevado a cabo, en la medida de lo posible, en un marco bien definido y jurídicamente determinado, preferiblemente en forma de un contrato de empleo ordinario. Esto ayudaría a aumentar su aceptación entre la población. También podemos contemplar algún tipo de teletrabajo alternativo, en el que algunas horas se ocupen en el teletrabajo propiamente dicho y otras se dediquen a llevar a cabo la tarea de manera normal, para dar a los trabajadores la oportunidad de mantener contactos con sus compañeros de trabajo. El módulo de consultas que se derive de ello será discutido con los interlocutores sociales y dará lugar a recomendaciones, que ayuden a eliminar algunos de los obstáculos y objeciones que se oponen al teletrabajo, especialmente en las pequeñas y medianas empresas, de modo que podamos movilizar los intereses de la gente en este tipo concreto de trabajo y mejorar sus posibilidades de empleo. Para conseguir este objetivo, conviene disponer de la necesaria protección para los trabajadores, pero esto tiene que ir acompañado de la correspondiente flexibilidad en las empresas. Sería muy útil disponer de un consenso a nivel internacional sobre esos temas. La campaña de motivación en relación con el módulo de consultas constituye el núcleo mismo de nuestra acción; pero también existen otros elementos, por ejemplo un intento de que las tarifas para las telecomunicaciones en ese terreno sean tan atractivas como sea posible. Además, el Gobierno Federal está discutiendo con las autoridades regionales si la promoción del teletrabajo en las zonas rurales puede constituir un instrumento positivo para mejorar la base económica en dichas regiones.

Finalmente, tengo interés en añadir que varios Ministerios Federales están tratando de sentar un ejemplo por medio de la puesta en marcha de proyectos piloto para los teletrabajadores en su respectivo campo de administración. Para resumir, no creo que sea suficiente que los gobiernos se limiten a unas actividades meramente legislativas. Tienen que comprometerse activamente. Las actividades de promoción, del tipo de los proyectos piloto que brindan un foro para el diálogo y las medidas educativas en los primeros niveles, tienen que ser apoyadas y fomentadas por el Gobierno. También es importante que este diálogo tenga lugar de común acuerdo con los empleadores y con los trabajadores, de modo que el resultado pueda ser aceptable para todos los interlocutores sociales. Además, es fundamental que haya una cooperación en el plano internacional. También podemos garantizar que, a pesar de los cambios que nos esperan, las nuevas formas de empleo se organizarán sobre la base de las normas sociales comúnmente admitidas.

Cuestiones que afectan a la fuerza de trabajo
en la transición hacia una sociedad
de la información

por Chris Warren(19)

Cualquiera que siga las discusiones sobre las nuevas tecnologías en los medios de comunicación populares, quedará inmediatamente impresionado por el gran entusiasmo que despierta la nueva tecnología. Este intenso tecnoentusiasmo de los partidarios de las nuevas tecnologías ha sustituido en muchos ambientes al fomento de un verdadero debate, pero no deja de tener una base real. Para los que estamos trabajando en las industrias relacionadas con los medios de comunicación y los espectáculos, el conjunto de cambios que se agrupan con el nombre de convergencia de medios de comunicación marca los cambios más fundamentales que han tenido lugar en nuestra manera de trabajar y en cómo nos vemos a nosotros mismos desde que empezaron a desarrollarse, hace 100 años, los espectáculos populares y los medios de comunicación de masas.

Pero estos cambios no son simplemente cuestión de tecnología; no son meras cuestiones de bits y bytes. Voy a ilustrar este punto poniendo de relieve algunas coincidencias que se han producido en mi país, Australia. Este mes, mi sindicato está firmando un nuevo convenio colectivo con el grupo de prensa de Rupert Murdoch que abarca, entre otras cosas, la utilización electrónica de las obras producidas por los periodistas, artistas y fotógrafos empleados en la prensa diaria del grupo en Australia. También este mes, estamos negociando un convenio con los actores y técnicos que trabajan en los nuevos estudios Fox Film de este grupo de prensa, que se están construyendo en Sidney y que serán uno de los estudios cinematográficos más grandes del mundo, probablemente el mayor si dejamos aparte Hollywood y la India. Este mes hemos presentado también una queja en relación con la compañía News Ltd. en nombre de los futbolistas profesionales empleados en el campeonato independiente de este grupo, establecido para atraer suscriptores al canal retribuido de televisión Fox, en Australia.

Si pongo de relieve estas tres cosas, no es para jactarme de las actividades de mi sindicato sino para destacar dos puntos: primero, que la convergencia constituye actualmente la regla y no la excepción en las industrias de la información; segundo, que la convergencia está más dirigida por imperativos financieros y económicos que por imperativos tecnológicos. Como gustan de señalar los escritores académicos que tratan de la tecnología, las nuevas tecnologías no se han descubierto por accidente, sino porque el público las estaba esperando. En las industrias de los medios de comunicación y de los espectáculos, estas tecnologías se descubren y se desarrollan porque se puede ganar dinero con ellas y porque por medio de ellas se puede ejercer el poder. En otras palabras, los cambios que nos afectan como trabajadores de las industrias de la información son de índole tanto o más socioeconómica que tecnológica.

¿Cómo afectan estos cambios a nuestra labor diaria? En primer lugar, el tipo de gente para la que estamos trabajando está cambiando mucho. Vamos a trabajar cada vez más para cada vez menos empleadores. La industria de la información está dominada, en mayor medida que las demás, por grandes compañías mundiales. En este momento no hay una tendencia clara sobre el tipo de empresa al que pertenecen estas compañías. Algunas son grandes compañías de contenidos, como News Ltd.; otras piensan en consorcios portadores de contenidos, como ocurre en el acuerdo entre MCI y Newsgroup, algunas constituyen una mezcla de soportes físicos y lógicos, como Sony; y algunas son simplemente unos conglomerados pasados de moda, como Westinghouse. Es evidente que las tensiones que se manifiestan en estas corporaciones transnacionales ocurren también en otras industrias, pero socavan el control industrial y creativo que los trabajadores tenían en las empresas transnacionales de medios de comunicación y espectáculos. También tienen por efecto intensificar la lucha por la utilización del material que estamos creando.

Después de pagarnos el salario, las grandes empresas tratan de hacer los más variados usos de nuestro trabajo sin tener que pagar nada más, y con frecuencia sin que el creador original del material tenga nada que decir sobre su uso o abuso. Para los trabajadores de la industria de la información, el control y la reglamentación de la propiedad intelectual son uno de los campos de batalla que revisten mayor importancia. Y no tendría por qué ser así, porque la lucha es, en primer lugar, en torno al dinero -- una buena retribución por lo que creamos con este trabajo -- y, en segundo lugar, por la integridad moral de nuestro trabajo. La mayor parte de los empleadores rendirían homenaje (por lo menos verbal) a estos principios, pero en la práctica hay pocos empleadores en todo el mundo que hayan sido preparados para negociar seriamente con sus empleados sobre estas cuestiones. No obstante, nada atenta tan gravemente al corazón mismo de la relación entre empleador y empleado (en el caso de los trabajadores creativos) como el uso de las cosas que estamos creando con nuestro trabajo.

La segunda cuestión, que está en relación con la primera, es que los empleadores están ahora más próximos a actuar en el sector privado que en el público. En todos los países hay cada vez menos apego a la idea de ver en los medios de comunicación un servicio público, como se puede observar hasta la evidencia en la decadencia del apoyo gubernamental a la radiodifusión y televisión públicas.

La tercera cuestión se refiere al crecimiento de la fuerza de trabajo contingente en la industria de la información. Tanto si reciben el nombre de trabajadores eventuales o independientes, subcontratistas por duración determinada o teletrabajadores, por todas partes se ve un incremento de la utilización de los acuerdos de subcontratación que caen fuera del concepto tradicional de empleo directo, continuado y relativamente seguro. Con ello se reduce la seguridad de todos los trabajadores y se da más oportunidades a los empleadores para tratar de obtener un mayor control sobre la propia información. Esto se puede ver con la mayor claridad en el intento de los principales editores norteamericanos para servirse de la gran desigualdad que existe en el poder de negociación para imponer unos contratos a sus escritores independientes que dejan todos los derechos sobre su trabajo, para todos los usos posibles, en manos de los editores. Esta es la realidad de la explotación que subyace bajo las palabras -- que suenan bien para los usuarios -- de «fuerza de trabajo independiente y flexible».

Esto afecta también la distribución del trabajo a escala mundial, puesto que las grandes compañías tienen la capacidad de servirse del cambio tecnológico para canalizar el trabajo desde los países organizados y de altos salarios a los países menos organizados y de bajos salarios, ya sea para procesar datos informáticos en Filipinas o para figuras de dibujos animados en la República de Corea. Con ello está relacionada la evolución de la composición de la fuerza de trabajo en las industrias de la información. Ha habido y sigue habiendo una importante decadencia de los empleos tradicionales en lo que puede describirse como sistemas de entrega de la información, mantenimiento de las telecomunicaciones y publicación de prensa periódica, para utilizar los ejemplos más evidentes, y ha habido un incremento simultáneo del empleo en la creación y generación de contenido. Paralelamente a este cambio interno se ha producido también un cambio en la composición de la fuerza de trabajo en cuanto al género de las personas. Las mujeres son ahora un componente cada vez mayor de la fuerza de trabajo, y en muchos sectores son la mayoría. Esto cambia la naturaleza de la demanda industrial, y tanto los trabajadores organizados como los empleadores tienen que responder de manera adecuada a estas necesidades. Realmente, es una responsabilidad que atañe a todos los interlocutores sociales -- sindicatos, empleadores y gobiernos -- que tienen que garantizar que las pautas de discriminación, y aun de clara exclusión a veces, de las mujeres de los sectores tradicionales de la información no se repita en las nuevas industrias de la información.

La centralización de la propiedad en el seno del sector de la información de la economía puede también amenazar seriamente la diversidad cultural del mundo. Para los trabajadores de los medios de comunicación y de la industria del espectáculo, esto constituye a su vez una amenaza importante para nuestra capacidad de llevar a cabo nuestra labor. Las batallas que se están produciendo a lo largo del mundo sobre las estructuras de los medios de comunicación y del espectáculo, tanto locales como nacionales, tienen importancia por los empleos que generan en sus propios países. Sin embargo, también son importantes por derecho propio así como por ser un modo de proteger y extender la auténtica diversidad cultural de nuestro planeta.

Finalmente, también conviene advertir que, aunque la tecnología ha sido ampliamente utilizada para fortalecer un control centralizado sobre la industria de la información, contiene también su propia alternativa, porque deja huecos para nuevas fuentes de información y para nuevas vías de suministro de esta información. Debería brindar los medios para fortalecer y no para menoscabar, la integridad y la calidad. Como trabajadores de la industria nosotros podemos a veces estar en conflicto con los empleadores individuales en relación con los cambios que se producen en nuestro trabajo. Hasta cierto punto, esto es inevitable. Sin embargo, pienso que la industria de la información y las comunidades a las que servimos obtienen grandes beneficios de una fuerza de trabajo bien formada y especializada, con un verdadero interés por lo que estamos haciendo y por lo que estamos creando.

Discusión general sobre el significado de la sociedad
de la información para los gobiernos,
los empleadores y los trabajadores

Tony Lennon, del Grupo de los Trabajadores, abrió el debate señalando que la función de los gobiernos no sólo era importante para facilitar el desarrollo de una tecnología de la información bien reglamentada sino también para los propios contenidos, especialmente porque los Estados eran importantes productores de contenidos. Advirtió que en muchos países el Estado era el titular de los proveedores de contenidos, como las compañías cinematográficas y de radiodifusión, o les concedía subvenciones, como a las industrias relacionadas con las artes. Aunque pudiera haber una cierta decadencia en estas tendencias, el Estado como productor de contenidos seguía desempeñando un papel muy importante en los medios de comunicación múltiples.

Michel Muller, del Grupo de los Trabajadores, puso de relieve la importancia de nivelar las crecientes desigualdades de la sociedad de la información en la que estamos entrando. Para los gobiernos, esta labor incluía dar acceso a todos a la nueva tecnología y mejorar los conocimientos por medio de la formación. Los gobiernos no deberían disminuir su compromiso sino más bien participar y contribuir a reducir las desigualdades. Para los hombres de negocios y los empresarios, el imperativo de reducir las desigualdades significaba asumir sus responsabilidades sociales, lo que podría llevarse a cabo por medio de la negociación de convenios colectivos o por medio de normas internacionales.

Walter Durling, Vicepresidente empleador, dijo haber advertido un cierto pesimismo en el Grupo de los Trabajadores, en relación con la nueva evolución tecnológica. Desde su punto de vista, la evolución actual no había creado una mayor desigualdad sino exactamente lo contrario, es decir un mayor acceso a la información y, por consiguiente, había dado lugar a una verdadera liberación. Acogía con satisfacción la ausencia de reglamentación, que consideraba como un impulso favorable a la creatividad humana que no podía florecer ni dar frutos en una atmósfera sobrecargada de reglamentación. La humanidad debería tener la oportunidad de viajar a través de las nuevas autopistas de la información sin señales de tráfico. Todos debieran tener acceso a esta autopista.

Tony Lennon insistió en que no había ni miedo ni evaluación negativa de la nueva evolución tecnológica por parte de los trabajadores, como había supuesto el Vicepresidente empleador. Sin embargo, esta evolución había traído consigo toda una serie de cuestiones sociales, como un incremento de las formas inestables de empleo y un cambio en las políticas sociales de los gobiernos, debido al crecimiento de la propiedad transnacional. Había que hacer frente a todas estas cuestiones. Si el objetivo principal era conseguir una evolución sin fricciones, no era suficiente con dejar solas a las fuerzas del mercado para que se dirigiesen a sus objetivos de obtener los máximos beneficios.

Pier Verderio, del Grupo de los Trabajadores, declaró que estábamos presenciando un período de transición que tenía un desenlace desconocido. Los resultados finales dependían no sólo de la evolución tecnológica sino también de otros diversos aspectos, como la privatización, la liberalización del mercado y la mundialización, todos ellos relacionados entre sí. Nadie podía saber con certeza el número y naturaleza de los empleos que se iban a crear por medio de este proceso de convergencia, pero las negociaciones, el diálogo y sobre todo la reglamentación resultaban indispensables en esta transición todavía en marcha. Estaba claro que convenía que se introdujesen unas reglas. Incluso la llamada en favor de la flexibilidad tenía que llevarse a cabo dentro de un marco reglamentado. La convergencia de los medios de comunicación múltiples podría provocar una crisis de los impuestos. Resultaba realmente muy complicado poner impuestos sobre el valor añadido de los productos inmateriales del sector de los contenidos. Había además el problema muy importante de cómo financiar en el futuro el sistema de seguridad social.

Frank Werneke, del Grupo de los Trabajadores, advirtió que no era el sector de la información en general el que estaba haciendo frente a la desreglamentación -- la nueva legislación de Alemania y la Unión Europea demostraba más bien lo contrario -- sino solamente los aspectos sociales que carecían de la correspondiente reglamentación. Para los trabajadores resultaba inaceptable que el factor laboral quedase completamente excluido de la nueva legislación. Los gobiernos deberían ser incitados a tratar de estas medidas inmediatamente. Muchos problemas habían ido apareciendo, como la desaparición de los empleos convencionales y permanentes. Tanto por parte de los empleadores como por parte de los trabajadores, muchos miembros no estaban ya vinculados a ninguna organización. Esto hacía que los convenios colectivos resultasen difíciles, y aun imposibles. Los gobiernos deberían brindar un marco jurídico para ir estructurando la sociedad de la información y de la comunicación a medida que se vaya desarrollando.

El Grupo de los Trabajadores insistía en que, en un ámbito en que tanto abundaban los trabajadores independientes como era el de los sectores de los medios de comunicación y de las artes gráficas, los llamados trabajadores independientes deberían ser tratados exactamente de la misma manera que los trabajadores permanentes, en la medida en que ello fuese posible. No deberían ser considerados como unos empleadores que actuaban por su cuenta.

Kevin Tinsley, representante del Gobierno del Reino Unido, señaló a la atención la antítesis existente entre el deseo de los trabajadores por ver a los empleados por cuenta propia disfrutar de los mismos derechos que los demás empleados y la necesidad por parte de las empresas de un alto grado de flexibilidad para responder con rapidez a la continua evolución del mercado. Los gobiernos tenían que encontrar un equilibrio entre estos dos deseos contradictorios. Las desigualdades actualmente existentes entre los empleados no eran del todo negativas, puesto que lo que era desigualdad para una persona era muchas veces un incentivo para otra. Pero el acceso resultaba una cuestión fundamental. Sólo se podría obtener un mejor acceso haciendo que los equipos fuesen más baratos. La intensa competencia del mercado era generalmente el mejor camino para conseguir precios más baratos.

Tony Lennon dijo aprobar el principio de equilibrar la seguridad en el empleo con la flexibilidad, pero argumentó que todavía no se había encontrado un buen equilibrio, por lo menos en el Reino Unido, donde se había pedido a los trabajadores creativos de los contenidos una flexibilidad de tiempo de trabajo, de períodos de empleo, de coeficientes de retribución e incluso de sus vidas familiares, pero al mismo tiempo se les forzaba a trabajar sin seguridad en el empleo, prestaciones sociales o salarios regulares. Resultaba fundamental corregir los actuales desequilibrios en los derechos de los trabajadores empleados en las industrias relacionadas con los medios de comunicación múltiples. Si las cuestiones de este sector fundamental no se solucionaban desde el principio, entonces lo que iba a ocurrir era que los problemas pasarían también a las demás industrias.

Dominique Schalchli, representante del Gobierno de Francia, pidió que se hiciese una distinción más clara entre los distintos niveles de la discusión. En primer lugar, el impacto de la convergencia de los medios de comunicación múltiples en el sector de la información y de los medios de comunicación era lo que estaba en el corazón del debate. En segundo lugar, se podría discutir sobre los efectos de la nueva tecnología de la información sobre el mundo del trabajo en general. El futuro del trabajo era una de las cuestiones que se planteaban dentro de esta categoría más amplia. Finalmente, la importancia del proceso de convergencia para el conjunto de la sociedad constituía el objetivo más amplio del debate. Insistía en que era necesario distinguir claramente entre estos niveles tan distintos, y evitar las generalizaciones.

Katerine Sand, del Grupo de los Trabajadores, señaló a la atención las dificultades de conciliar la petición de mantener los contenidos locales y lingüísticos y la diversidad cultural con la idea básica de hacer que los productos fuesen más baratos. La calidad de los espectáculos no era nada barata. Los contenidos locales eran de gran interés para los nacionales de todos los países, así como para los trabajadores. La oradora pedía más informaciones sobre la experiencia del Canadá, país vecino del principal proveedor mundial de espectáculos.

Philip O'Reilly, del Grupo de los Empleadores, evaluó el crecimiento de la convergencia de los medios de comunicación múltiples de manera más bien positiva tanto para los empleadores como para los trabajadores. La función de los gobiernos era facilitar el crecimiento de la sociedad de la información para evitar quedar rezagados en la evolución mundial que inevitablemente iba a venir. Era muy probable que la convergencia resultase un generador de empleos más bien que un destructor de los mismos, y los gobiernos tenían un papel vital para garantizar que se produjese esta creación de empleos. No estaba de acuerdo con la afirmación de que el entorno de los medios de comunicación múltiples trajese consigo más capacidad de abuso en la labor de los periodistas y que la tendencia a la internacionalización en el control de los medios de comunicación hubiese sido una amenaza para los contenidos locales. En la industria periodística de su país, Nueva Zelandia, los contenidos autóctonos quedaban plenamente garantizados a pesar de que la propiedad procedía principalmente del exterior. Los periodistas tenían una actitud muy positiva en relación con el uso alternativo de su trabajo en un entorno de medios de comunicación múltiples o conectado en línea.

Eszter Gerecz Kerteszne, representante del Gobierno de Hungría, declaró que la sociedad de la información y la mundialización concomitante ofrecían unas oportunidades fantásticas a los países pequeños, como el suyo, para participar más plenamente en el mundo científico y empresarial internacional a través de los sistemas informáticos en red y de las conexiones electrónicas mundiales. De conformidad con las propuestas de un documento de 1995 sobre su estrategia nacional de información, el Gobierno de Hungría había tratado de tomar parte en la educación y formación en la nueva tecnología para capacitar a la ciudadanía a utilizar activamente estas oportunidades.

Respuesta de los miembros del grupo de especialistas

Barbara Motzney aclaró que la función facilitadora del Gobierno no era pasiva, sino muy activa. Por más inevitable que fuese por su propia naturaleza, el proceso de convergencia podía y debía ser influido y dirigido. Lo que los gobiernos tenían que cambiar no eran los objetivos propiamente dichos, sino los medios de llegar a ellos. Por lo tanto, lo que se estaba debatiendo era la modificación de los modos en que el Gobierno había llevado su política. En el sector de los contenidos, el Gobierno del Canadá había tratado de ajustarse a los cambios que están en curso, poniendo en marcha una nueva política de convergencia en el verano de 1996, que seguía la evolución hacia un entorno más competitivo mientras que, al mismo tiempo, mantenía una contribución apropiada por parte de todos los actores en el sector de los contenidos y del sistema de radiotelevisión del Canadá. En el Canadá, la gente no estaba familiarizada con la idea de un Gobierno productor y propietario de los contenidos, y el propio Gobierno se veía asimismo como un facilitador y un catalizador. En cambio, se habían establecido ciertos mecanismos de apoyo para las industrias artísticas y culturales, para asegurar «las voces canadienses y las opciones canadienses». Estos mecanismos tenían que ser reexaminados para verificar su adaptación a un entorno de medios de comunicación múltiples, en el que estaban apareciendo nuevas industrias y distintos actores. El Gobierno del Canadá estaba desarrollando una estrategia en favor de los contenidos canadienses de la sociedad de la información, estrategia que estaría preparada a fines de 1997.

Jürgen Warnken declaró que la apertura del mercado a los suministradores de información era la labor primaria de los gobiernos. En relación con la cuestión de las nuevas medidas jurídicas en Alemania, como la reciente ley de servicios de información y comunicaciones, los ámbitos relativos al derecho laboral se habían dejado aparte por cierto número de razones. En primer lugar, todavía no era posible determinar exactamente la extensión y el tipo de enmiendas que se requerirían en este ámbito. La legislación existente había demostrado ser suficiente para hacer frente a las actuales tendencias del empleo. Las respuestas a los nuevos fenómenos, como el teletrabajo, se podrían hacer dentro del marco existente de la legislación laboral normal. Por consiguiente, no se requerían de momento nuevas normas. Sobre la cuestión específica de los trabajadores por cuenta propia en el sector de los contenidos creativos, el alto porcentaje de periodistas, artistas o trabajadores del espectáculo que trabajaban por cuenta propia no constituía una tendencia nueva sino que se inscribía en la más pura tradición del ramo. Muchos de estos trabajadores no desearían entrar por la fuerza en una red de disposiciones reglamentarias. Aunque en varios casos algunos trabajadores por cuenta propia de este sector habrían sido simplemente empujados a estas formas inestables de empleo, estos casos no se daban todavía a una escala demasiado grande. Por lo tanto, esta cuestión tenía que tenerse presente de momento y seguirse cuidadosamente en el futuro.

Chris Warren enumeró tres tareas fundamentales que incumben a los gobiernos. Su primera y principal responsabilidad era garantizar el acceso a la nueva tecnología. Esto requería una estrategia claramente positiva, que con frecuencia suponía unas inversiones públicas muy importantes en infraestructura. En segundo lugar, los gobiernos tenían que fomentar los contenidos locales de manera muy activa para obtener los beneficios culturales autóctonos de las tecnologías en evolución y para evitar el dominio total de los Estados Unidos. La tercera responsabilidad de los gobiernos era evitar la tentación de censurar las nuevas tecnologías, como los servicios en línea. Incluso los Estados Unidos, guardianes tradicionales de la libertad de expresión, no habían sido del todo inmunes a esa tentación, que era mucho más grave en países con inclinaciones más dictatoriales. El uso múltiple y la reutilización de los trabajos elaborados por los empleados creativos era, en efecto, un problema importante. Estos trabajadores acogían con beneplácito sus nuevas oportunidades técnicas, pero tenían el derecho de participar en los beneficios financieros que los empleadores obtuviesen de los múltiples usos de su labor. Además, los trabajadores culturales deberían tener el derecho a decidir sobre los usos múltiples de su producción. Los derechos morales eran una cuestión de enorme importancia en un entorno de convergencia. Finalmente, en relación con el creciente número de trabajadores por cuenta propia, el argumento de que estos trabajadores querían flexibilidad en su trabajo y que, por lo tanto, preferían trabajar como empleados por cuenta propia podría ser verdad, pero no suponía que quisiesen renunciar a los derechos sociales y laborales fundamentales de que disfrutaban los empleados a tiempo completo. Ellos habían pedido estos derechos, pero los empleadores se los habían rehusado.


Parte 3

La sociedad de la información:
el reto mundial

Posesores y desposeídos de la información:
un reto mundial

por Kareem Boussaid(20)

En la Conferencia Mundial de Desarrollo de las Telecomunicaciones de 1994, el Vicepresidente de los Estados Unidos, Sr. Al Gore, estimuló la imaginación de los participantes y del público en general compartiendo con las delegaciones sus puntos de vista sobre lo que él llama la infraestructura de información mundial. Puso de relieve un problema que dicha Conferencia y todos los organismos, tanto intergubernamentales como no gubernamentales, han de considerar y tratar de resolver, que es el desequilibrio que podría crearse dentro de la sociedad de la información entre los que podríamos llamar «posesores» y «desposeídos» de la información. Hay que llevar a cabo acciones para tratar de reducir el desequilibrio que existe entre los países en desarrollo y los países desarrollados en materia de telecomunicaciones.

No puede haber una sociedad de la información sin una red de telecomunicaciones, porque todas las aplicaciones dependen de esa red. El desequilibrio que existe en el desarrollo de esas redes es absolutamente evidente. Los países de altos ingresos, en los que vive un 15 por ciento de la población mundial, poseen el 71 por ciento de las líneas telefónicas del mundo. La densidad telefónica -- esto es, el número de líneas de teléfono por cada 100 habitantes -- ha pasado de 38 a 49, lo que representa un incremento de un 11 por ciento en esos países, mientras que en el resto del mundo el progreso ha sido sólo de un 0,5 por ciento, pasando del 2 al 2,5 por ciento. Esta distribución desigual de las líneas telefónicas en el mundo no ha cambiado demasiado en los últimos 10 años. Cerca de 50 millones de personas están en las listas oficiales esperando obtener un teléfono, y en realidad es posible que sean muchos más. En un estudio reciente, la Unión Internacional de Telecomunicaciones estimaba que la demanda insatisfecha que existe en la India era de por lo menos 10 millones de personas, lo que equivale a tres veces más gente de la que está oficialmente registrada en la lista de espera. En 1992, unos 50 países, que representan más de la mitad de la población mundial, tenían una densidad telefónica inferior a una línea telefónica por 100 habitantes. En la medida en que la población mundial no tenga una infraestructura suficiente de telecomunicaciones, la perspectiva de una sociedad de la información mundial será puramente utópica.

Si pasamos de una región a otra, las cifras cambian. El caso más impresionante es el de Africa, que está muy rezagada en el desarrollo de su infraestructura básica, por diversas razones. Cuando en algún lugar se empieza a progresar, lo que se consigue es ahogado por el crecimiento de la población, de modo que aunque el desarrollo arroje resultados positivos en términos absolutos, en términos relativos la cifra general es negativa, a causa del crecimiento de la población. Un segundo obstáculo es la falta de inversiones. Esto se puede ver desde dos puntos de vista. En primer lugar, las inversiones en infraestructura básica sólo han alcanzado un 25 por ciento de los ingresos de las telecomunicaciones, mientras que para obtener resultados satisfactorios se necesita por lo menos el doble. El segundo problema es que estas inversiones no están generando el mismo nivel de desarrollo, porque no existe una infraestructura básica en todas partes. Por ejemplo, en un país de la OCDE se necesitan 1.500 abonados para poner en funcionamiento una red, pero en un país en desarrollo se necesita un 25 por ciento más. Estos países tienen que adquirir sus equipos pagándolos en moneda extranjera y esto crea un problema muy grave, debido a la deuda internacional.

Hay otros dos obstáculos que tienen una importancia creciente y que están en relación con unas estructuras inadecuadas, ya sea a causa de la reglamentación o de la falta de una colaboración regional suficiente en el ámbito de las telecomunicaciones. Tenemos una organización regional que abarca prácticamente todas las zonas geográficas. En Africa, esta organización existe sobre el papel, pero en la práctica no funciona. En el Oriente Medio, la unión de telecomunicaciones fue disuelta y el consejo correspondiente no dispone de los recursos necesarios para establecer las políticas de telecomunicaciones adecuadas. Las dimensiones económicas de la sociedad de la información son enormes: sólo en el año pasado se gastaron en telecomunicaciones unos 500 mil millones de dólares, pero varios trillones más se gastaron en la electrónica, en transacciones financieras controladas electrónicamente, transportes, aviación, etc. La inmensa riqueza relacionada con todo ello no ha de llevarnos a suponer que la línea de demarcación entre los «posesores» y los «desposeídos» de la información es la misma que la que hay entre los países desarrollados y los países en desarrollo. Algunos países en desarrollo, como Malasia, con unas políticas de información y de telecomunicaciones bien definidas, han progresado rápidamente, mientras que incluso entre los países más ricos se pueden observar grandes desequilibrios en el acceso a la tecnología de la información.

Al principio de mi declaración decía que las telecomunicaciones son la base, el fundamento y la columna vertebral de la sociedad de la información. Las telecomunicaciones requieren una infraestructura básica y, a su vez, sirven como infraestructura básica a los demás servicios. Para ponderar los obstáculos que existen con vistas a conseguir esta sociedad de la información y para compartir plenamente los recursos de la información, necesitamos recurrir a otros parámetros, en particular la penetración de la industria de la información. Aquí necesitamos mirar a la distribución de computadoras por cada 1.000 habitantes, la distribución de programas lógicos y la distribución de las industrias que se ocupan de las interfaces y de los protocolos de comunicación. La sociedad de la información descansa enteramente sobre la convergencia de las telecomunicaciones, la industria informática y la industria de los contenidos. Este tercer elemento, que incluye bancos de datos, servicios de información, producción audiovisual, películas, fotos y otros productos audiovisuales, reviste la mayor importancia. En los países en desarrollo, prácticamente no se han desarrollado las industrias de los contenidos, con dos excepciones: la India y Egipto. La industria informática está subrepresentada, con la excepción de cierto desarrollo de los programas lógicos en la India y la emergencia de la industria de la tecnología de la información en Asia sudoriental. En cuanto a la industria de las comunicaciones, la capacidad de transporte de las redes de telecomunicaciones en los países en desarrollo es tan baja que se necesitaría un plan de emergencia, con inversiones de por lo menos 200 millones de dólares, para ponerla realmente en marcha. Para reducir esta factura, estamos buscando asociados en la industria, el sector privado y el gobierno, así como para adaptar las disposiciones reglamentarias para facilitar la introducción de las nuevas tecnologías, las redes por cable, las redes por satélite y las redes de radiodifusión.

Convergencia de medios de comunicación múltiples
y cuestiones laborales en la industria
de las telecomunicaciones de Malasia

por Mohd. Shafie BP Mammal(21)

Las telecomunicaciones constituyen el ámbito de mayor crecimiento de la economía de Malasia. Los desarrollos que están teniendo lugar se dirigen a mantenerse al corriente de los cambios que están ocurriendo en la tecnología de las telecomunicaciones y en las transmisiones por ordenador y por satélite. Estamos acercándonos rápidamente a la convergencia de los tres servicios, a medida que las industrias progresan hacia la sociedad de la información. Malasia constituye un enlace mundial de la información e infraestructuras generales que son el camino de acceso a la economía de la información. Poniendo al día las tecnologías y servicios existentes, los operadores de la red de telecomunicaciones de Malasia están tratando de mejorar la red y de crear un conjunto de trabajadores de destrezas polivalentes. Instituciones que han entrado recientemente en servicio, como la Universidad Telecom, la Universidad Malaya y diversos colegios técnicos, están ofreciendo unos cursos que enseñan las aplicaciones de las nuevas tecnologías. Los medios de comunicación múltiples constituyen un «tema caliente» entre los estudiantes que saben que, cualquiera que sea el ámbito en que se especialicen, necesitarán disponer de unos conocimientos técnicos adecuados. La convergencia de los diversos sistemas de información en una única superautopista de la información es ya irreversible.

El desempleo estructural ha tenido como resultado que los operadores manuales en los sistemas análogos y otros operadores del sector de las telecomunicaciones han quedado sin trabajo en Telecom Malaysia. El Gobierno, los empleadores y los trabajadores, ayudados por los sindicatos, están buscando modos y maneras para contener el impacto de la falta de adecuación entre las calificaciones disponibles y las que requiere la demanda. La calidad de la educación es una prioridad del Gobierno, de modo que se han levantado muchas restricciones que antes se imponían a los estudios en el extranjero para preparar a los jóvenes trabajadores a adquirir una educación de gran calidad y unas calificaciones múltiples. Las instituciones son muy conscientes de que los estudiantes deberían recibir una intensa instrucción informática que los equipase para el futuro.

Cambios en las relaciones laborales. La emergencia de los medios de comunicación múltiples y la convergencia de las industrias de la información han tenido un impacto muy fuerte en el mercado de trabajo y en los salarios de los trabajadores permanentes, de los trabajadores temporeros y de los trabajadores a tiempo parcial. Los trabajadores permanentes están sindicados. El sindicato se asegura de que los miembros que son trasladados o que quedan sin trabajo son profesionalmente readaptados para que puedan integrarse en un nuevo entorno profesional. Pero la gente que firma contratos y trabaja en casa con una computadora a domicilio o en red, así como los que son retribuidos a tanto la pieza -- según su producción -- quedan fuera del control de los sindicatos y de las asociaciones que se interesan por los trabajadores permanentes. Los plazos y condiciones de los trabajadores temporeros se negocian individualmente, de modo que la tasa puede fluctuar según la oferta y la demanda. Esta tendencia afectará la eficacia de los sindicatos, porque los trabajadores temporeros y los subcontratistas independientes no tienen a nadie que los represente y que coordine sus relaciones sociales e industriales con su empleador. Las federaciones sindicales de telecomunicaciones están mejor preparadas para tratar los temas que implican una representación de los trabajadores de los medios de comunicación múltiples. A medida que nos vamos acercando a la superautopista de la información, hay algunas incertidumbres que no somos capaces de tratar en este momento, por ejemplo, si la sustitución de las antiguas destrezas por las nuevas está teniendo lugar con tanta rapidez como los acontecimientos de la industria de los medios de comunicación múltiples y de la tecnología de la información. Constatamos de que existe una clara distinción entre la simple adquisición de nuevas capacitaciones y la adaptación a nuevos modos de trabajo, a medida que las antiguas capacitaciones van quedando superadas. El Gobierno está estudiando seriamente la manera de brindar a los niños en edad escolar una intensa formación en cuestiones informáticas, ya en su período de escolarización.

Las relaciones industriales futuras para los trabajadores de las industrias de la tecnología de la información y de los medios de comunicación múltiples. El Consejo Nacional Consultivo en Cuestiones Laborales de Malasia, que es un organismo tripartito, es el lugar oportuno para discutir los cambios que se avecinan en los modelos de empleo que proceden de la convergencia de los servicios de los medios de comunicación múltiples. La subcontratación a terceros de las tareas rutinarias relacionadas con los medios de comunicación múltiples será el tema de las próximas discusiones del Consejo.

Convergencia de los medios de comunicación
múltiples: el caso de Africa

por Wilfred Kiboro(22)

En los últimos años de este siglo XX, la industria periodística está haciendo frente en Africa a unos retos graves y urgentes. La frecuencia de lectura de los periódicos está disminuyendo, y los lectores jóvenes prefieren cada vez más otros medios para información y entretenimiento. Ante este panorama, la capacidad de los periódicos para atraer anuncios por palabras es cada vez menor y los periódicos sufren una creciente competencia por parte de la World Wide Web, como suministradores de información y como medio de publicidad. El soporte físico es cada vez menos importante y, en la práctica, es casi irrelevante. Las revistas se publican ahora electrónicamente. Los libros son cada vez más interactivos. Los discos láser contienen juegos de pantalla. Las entrevistas aparecen prácticamente en toda clase de medios. Los medios de comunicación ya no van del artista al consumidor con una forma fija sino que han adoptado formas muy maleables.

Este Coloquio sobre los medios de comunicación múltiples nos brinda la primera oportunidad -- como gobiernos, empleadores y empleados -- de hablar entre nosotros, de volver a examinar algunos de los impactos que estos desarrollos estén causando en nuestras diversas situaciones y tal vez de llegar a algunas recomendaciones en ámbitos de mutua preocupación. No hay duda alguna de que los medios de comunicación múltiples se están haciendo cada vez más populares en una gran variedad de negocios. Los espectáculos, las aplicaciones educativas, las presentaciones de mercadotecnia, los juegos de vídeo, los servicios de información, la televisión, la televisión por cable y muchos otros medios se están haciendo intensamente interactivos. Se ha hecho difícil decir dónde terminan la televisión y el cable y dónde empiezan las aplicaciones interactivas.

En los países en desarrollo y en muchas otras partes del mundo, la información -- ingrediente primario de los medios de comunicación múltiples -- sigue estando controlada por los gobiernos. La autorización de los periódicos y de las emisoras de radio y televisión, e incluso de los periódicos en ciertos casos, sigue siendo un medio de controlar la información y de instaurar una forma de censura. Los países de Africa y de otras zonas en desarrollo que siguen creyendo en la necesidad de un sistema casi draconiano de autorizaciones, tal vez deberían volver a examinar su postura porque este tipo de legislación no suele llevar al desarrollo de los medios de comunicación, y puede hacer que estos países queden irremediablemente rezagados. En el mundo actual, tratar de confinar la tecnología en unas estrechas fronteras geográficas no parece tener mucho sentido.

En segundo lugar, desearía señalar también el evidente desequilibrio entre los países desarrollados y los países en desarrollo, en materia de acceso a la información. La mayor parte de los ordenadores base de la Internet están en los Estados Unidos, y casi todos los que no están allí están en Europa. Los que procedemos de los países en desarrollo tenemos cierta aprensión ante el significado de todo eso. ¿Seguirán dominando los «posesores» a los «desposeídos», simplemente porque tienen acceso a la información y a la tecnología superior?

Finalmente, los cambios radicales que están teniendo lugar en el lugar de trabajo están dando lugar a una preocupación generalizada. En los próximos años, la definición de lo que se entiende por un trabajador va a ser aún más difícil que ahora. En un entorno de medios de comunicación múltiples, resulta muy difícil saber quién es el periodista, el editor o el técnico, y quién va a combinarlo todo. ¿En qué momento van a intervenir los trabajadores de las telecomunicaciones, la gente que se dedica a la televisión y las demás entidades que participan en la creación de nuevos productos? En los medios de comunicación impresos, por ejemplo, solía haber periodistas, personal de ventas y de mercadotecnia, etc., pero ahora todos ellos están trabajando en el mismo plano y prácticamente en la misma mesa. Comprendo la preocupación de los sindicatos, que piensan que van a perder terreno. Los empleadores no deberían subestimar la preocupación de los trabajadores a ese respecto. Si desaparece la plataforma de la negociación colectiva ¿van los empleadores a preocuparse por sí mismos de sus trabajadores? o ¿pueden esperar los trabajadores que los empleadores se preocupen de sus derechos individuales y de los demás derechos que les afectan? Aunque estas cuestiones no puedan tratarse con detalle en este Coloquio, espero que cada uno de los tres Grupos aquí representados llegará por lo menos a tener una percepción más clara de las preocupaciones de los demás.

Yo represento a un grupo de empleadores. Desde el punto de vista de los empleadores, el problema fundamental es la supervivencia de la empresa. Lo que está en juego es sobrevivir y prosperar en los negocios. Si no hacemos eso, los trabajadores no tendrán asegurado su empleo. Por otra parte, los trabajadores han de tener una verdadera preocupación sobre si tendrán trabajo el día de mañana.

Pienso que la gente que tenga una buena educación básica encontrará más fácil incorporarse y adaptarse a los nuevos ámbitos que la convergencia de los medios de comunicación múltiples traerá consigo. Pero en Africa -- y en otras zonas en desarrollo donde la mayor parte de los trabajadores no han tenido ni siquiera una educación secundaria -- esta evolución de la demanda crea unas reglas del juego enteramente nuevas. Este tipo de trabajadores no puede readaptarse fácilmente para responder a los nuevos retos a los que este nuevo entorno da lugar, y este problema ha de tratarse en algún momento.

Entre los retos mundiales que plantea la proliferación de los medios de comunicación múltiples en el lugar de trabajo, deberíamos pensar en las cuestiones siguientes:

a) el cambio en la definición de lo que se entiende por un trabajador. Esto requiere ajustes en insumos tales como el sistema de educación que ha de preparar a los futuros trabajadores para los retos del lugar de trabajo futuro. Los sistemas de formación dentro de las empresas han de dirigirse a configurar unos trabajadores polivalentes, puesto que tener una sola especialidad ya no se adapta al mercado de trabajo actual, y mucho menos al futuro;

b) la seguridad de la información, especialmente cuando implica transacciones en metálico;

c) la cada vez menor influencia de los sindicatos, la pérdida de capacidad de negociación colectiva por parte de los trabajadores y todo lo que ello implica, y

d) las diversas leyes que los gobiernos habrán sin duda de promulgar en relación con los medios de comunicación múltiples.

Finalmente, el gran desfase que existe en materia de tecnología entre los países desarrollados y los países en desarrollo tiene que tratarse con urgencia. Esta preocupación está en relación con la continuación de la dominación de los países del Tercer Mundo por los países desarrollados que controlen la corriente mundial de información, la amenaza a las culturas indígenas y la necesidad de hallar los medios para proteger nuestra diversidad cultural.

La tecnología de la información ha de llevarse a niveles asequibles. Por mi parte, tengo el sueño de que quizá durante nuestra vida veremos a los campesinos de Africa accediendo a la Internet desde las aldeas en que hoy día no hay agua ni electricidad. Espero que puedan seguir las Sky News en sus televisores portátiles, pero quizá sea sólo un sueño.

Convergencia de los medios de comunicación
múltiples: la experiencia egipcia

por Nagwa Abdalla Abd-El Hafez(23)

El mundo actual, a través de la utilización de redes internacionales como la Internet y la naciente superautopista de la información, se está convirtiendo en una sociedad única, la sociedad mundial de la información. El Gobierno de Egipto ha expresado claramente su deseo de participar en esta sociedad y, para ello, ha insistido en el desarrollo de las industrias de alta tecnología, desarrollando muy especialmente los programas lógicos. Se ha llevado a cabo una gran labor en el plano de la escuela y de la universidad. A nivel de Gabinete, se ha constituido un centro de apoyo a la información y a la adopción de decisiones (el IDSC). Se trata de un centro de la mayor importancia, que brinda formación de alto nivel a los mejores licenciados de las universidades. Emplea expertos y consultores para prestar asistencia a los organismos gubernamentales o a las empresas para constituir centros informáticos o para llevar a cabo otras actividades.

Desearía decir unas pocas palabras en relación con los medios de comunicación múltiples, su impacto en los niños y lo que estamos haciendo actualmente en Egipto para preparar a los niños para la sociedad de la información del futuro. Hemos estado llevando a cabo pruebas prácticas que utilizan programas de medios de comunicación múltiples para transferir la información a los niños y ahora los programas lógicos disponibles para cualquier uso pueden acceder a esta información, que se comunica a los niños de manera atractiva, por medio de gráficos, dibujos animados, música y espacios de vídeo.

Hemos construido una nueva ciudad de producción de medios de comunicación, llamada «Seis de Octubre», dotada de un centro de información específicamente destinado a los niños. Este centro está equipado con una red informática que brinda acceso a informaciones infantiles educativas y de asueto, a través de computadoras de pantalla sensible al tacto, de manera divertida y agradable. El objetivo de este centro es familiarizar a los niños con los medios de comunicación múltiples y con las tecnologías de la información en general. Hemos empezado por elaborar unos programas lógicos a medida, que sirvan de guía para los medios de comunicación múltiples. También hemos creado un programa multimedia, de modo que los visitantes puedan tener toda la información sobre cualquier lugar de esta ciudad o sobre cualquier acontecimiento de interés.

En segundo lugar, hemos establecido una biblioteca electrónica. Hemos reunido enciclopedias y otro tipo de informaciones extraídas de libros y las hemos introducido en discos compactos, a los que todos tienen acceso. Nos hemos servido de una columna de disco compacto, de 35 unidades CD, conectada a la red a través de un programa de medios de comunicación múltiples. Los niños pueden seleccionar la información que deseen o el disco compacto, simplemente tocando el icono correspondiente. Ofrecer esta biblioteca electrónica fue el segundo objetivo del centro.

Nuestra tercera tarea fue establecer una biblioteca normal de libros para los niños. El título y fecha de publicación del libro pueden introducirse y el niño puede retirarlo fácilmente. Para atraer a los niños a usar las computadoras y a familiarizarse con ellas, hemos añadido una cosa que resulta de particular interés para ellos: un formulario de resumen. Después de leer un libro, el niño puede escribir una evaluación personal de este libro en el ordenador, imprimirlo y llevárselo a casa. Después, podemos recopilar estos resúmenes y críticas, que nos dan la oportunidad de volver a evaluar los libros desde el punto de vista de los propios niños.

El cuarto objetivo de esta red es facilitar acceso a la Internet. Toda la red informática está ahora conectada a la Internet por medio de una línea de apoyo.

(En este momento, el orador puso en marcha un vídeo que mostraba a los niños trabajando con computadoras en el centro. El vídeo había filmado una exhibición del programa lógico elaborado a medida para la ciudad de los medios de comunicación. Unas pantallas sensibles al tacto brindaban información en combinación con el texto, la banda sonora y el espacio de vídeo. Un niño que estaba trabajando en la biblioteca electrónica seleccionó un disco compacto sobre la música, porque estaba investigando sobre diversos instrumentos musicales. Finalmente, una chica habló sobre el resumen de un libro que había estado redactando.)

Como país en desarrollo que prepara a sus niños para la sociedad de la información del mañana, hemos de empezar en las escuelas. Tenemos que iniciar a los niños en la informática, ya desde el principio. En Egipto, hemos empezado familiarizando a los niños con las computadoras, en las que podrán encontrar información y asueto.

Discusión general sobre la sociedad
de la información: un reto mundial

Thomas Lukusa Tshiananga, del Grupo de los Trabajadores, recordó a los participantes la desastrosa situación que existe en su país, el Zaire. El Gobierno ha destruido deliberadamente el sistema de red telefónica, patrocinando en su lugar las redes del sector privado y del teléfono por satélite. Poca gente tiene acceso a estos servicios. Para la mayoría de la gente, el precio que hay que pagar para obtener la información, por básica que sea, resulta demasiado elevado. El precio de un periódico diario equivale a varias veces el salario mensual de un funcionario de la administración pública, o incluso de un profesor o doctor. La mayor parte de los zaireños tiene que limitarse a leer los títulos mientras circulan por las calles.

Chris Pate, Secretario del Grupo de los Trabajadores, insistió en que la mundialización había agravado inequívocamente la polarización entre los ricos y los pobres en materia de desarrollo de los medios de comunicación múltiples. Esto podía ilustrarse con el caso específico de las industrias de la imprenta en Zimbabwe y Zambia, que estaban en serio peligro de desaparición, a causa de la apertura de las fronteras al gran comercio internacional. La desaparición de las industrias nacionales dedicadas a la imprenta significaría privar a estos países de la base que necesitan para el desarrollo futuro de los medios de comunicación múltiples. Para evitar esto, los gobiernos deberían utilizar ciertos mecanismos de apoyo, como habían hecho los canadienses, pero los países en desarrollo no tenían ni recursos ni fuerza política para hacerlo así. Por consiguiente, la función de la OIT y de todo el sistema de las Naciones Unidas había de ser poner en marcha una política de iniciativas de apoyo, coordinadas en el plano internacional. De otro modo, la polarización entre ricos y pobres sería cada vez mayor.

Carlos Alberto de Almeida, del Grupo de los Trabajadores, se refirió al tremendo desfase entre países pobres y ricos, y advirtió que era precisamente en las industrias de la información donde podía observarse una siempre creciente concentración de poder en pocas manos. Dejar esta situación al libre juego del mercado destruiría los mercados de los productos nacionales de información, socavaría los centros de información de los países en desarrollo y sobre todo, debilitaría las culturas nacionales. Preguntó si sería posible establecer una conferencia internacional sobre las comunicaciones para hacer frente a estos problemas, como había propuesto su propio sindicato, la Federación Nacional de Periodistas del Brasil, de común acuerdo con la Federación Internacional de Periodistas.

Aidan White, de la Federación Internacional de Periodistas (FIP) manifestó su preocupación en relación con el proceso de exclusión de los que no tienen acceso a la tecnología de la información. El problema abarcaba no sólo recursos técnicos sino también humanos. Existía una verdadera hambre de formación en el uso de las nuevas tecnologías de la información. La OIT debería centrar su atención en el uso más eficiente de los recursos para el futuro, de modo que no continuase ampliándose el abismo que existe actualmente entre los «ricos de la información» y los «pobres de la información».

Tonny Lennon, del Grupo de los Trabajadores, planteó el problema de la dominación cultural que se ponía de manifiesto en el hecho de que los programas lógicos que usaban en el recientemente inaugurado centro de información para niños egipcios habían sido suministrados por Microsoft y en lengua inglesa. Al parecer, el mercado árabe no era suficientemente amplio para conseguir que estos programas informáticos se tradujesen a las lenguas nacionales. Esta era precisamente la razón que llevaba a dudar de que las industrias relacionadas con los medios de producción múltiples producirían productos locales en los países menos desarrollados financieramente. Puso en tela de juicio la evaluación optimista de la edición de medios de comunicación múltiples como un medio para obtener ingresos. Las experiencias que habían tenido lugar en el Hemisferio Norte sugerían más bien lo contrario, como lo demostraba la falta de servicios de abono a la Internet.

George Mensah Aryee, del Grupo de los Empleadores, se interesó por el vínculo existente entre el desarrollo de las telecomunicaciones y el crecimiento de la información. ¿Constituía realmente la superpoblación un obstáculo para conseguir una mejor infraestructura de telecomunicaciones? Desde su punto de vista, las políticas inadecuadas de telecomunicaciones que habían tenido lugar en los países en desarrollo se debían simplemente a problemas financieros. Los precios de los bienes y servicios eran dictados por los países desarrollados y los gobiernos de los países en desarrollo tenían enormes dificultades para encontrar recursos suficientes para pagarlos. En relación con el problema de la eficiencia en función de los costos, el intento de hacerlo todo más barato podría llevarnos a una sociedad robotizada, en la que todo fuese hecho por robots y no por seres humanos. Esta tendencia había de vigilarse con el mayor cuidado.

Respuesta del grupo de especialistas

Kareem Boussaid se refirió a cierto número de conferencias organizadas por las organizaciones internacionales que trataban de los problemas actuales en la industria de los medios de comunicación y de las telecomunicaciones. La Unión Internacional de Telecomunicaciones había celebrado sobre este tema importantes conferencias cada cuatro años; una de ellas se había celebrado en Buenos Aires en 1994 y la siguiente se había programado para 1998, en Malta. El Banco Mundial había convocado una conferencia sobre el conocimiento para el desarrollo en la era de la información, en junio de 1997. Además, la Unión Internacional de Telecomunicaciones había colaborado con la UNESCO desde 1989 para cooperar sobre las tasas preferenciales para los medios de comunicación múltiples, para emprender determinados estudios sobre las comunicaciones y para desarrollar conjuntamente una política internacional de telecomunicaciones. Respecto a la viabilidad económica que pudiese tener el desarrollo de los productos locales como medio de evitar la dominación cultural, advertía que, en principio el mercado tenía que recuperar los costos de desarrollar tales productos y que algunos mercados eran demasiados restringidos para que esto fuese así. No obstante, las medidas y las políticas podrían ser de gran ayuda para ejercer influencia en esos mercados, como había puesto de manifiesto el caso de Egipto. Sin embargo, la función de las organizaciones internacionales en el suministro de servicios no era una cuestión de viabilidad sino que tenía también facetas políticas. Cuando la Organización Mundial del Comercio (OMC) adoptó un anexo a un acuerdo sobre las telecomunicaciones, la Unión Europea rehusó ampliar este anexo a los productos audiovisuales, con lo que se hizo imposible brindar servicios en este terreno. El crecimiento de la población no era un obstáculo en sí mismo al desarrollo de las telecomunicaciones pero existía un vínculo entre ambos puesto que el grado de desarrollo de la infraestructura de telecomunicaciones se medía sobre la base de los abonados por cada 100 habitantes. El factor más importante para el progreso era la reorganización del sector de las telecomunicaciones. El movimiento de privatización o liberalización había demostrado que favorecía el desarrollo, como se pudo comprobar en América Latina y el Caribe. También podían ser obstáculos a la eficiencia diversos factores de producción local. El costo de una línea telefónica en países como Benin, Burundi, Chad o Malí, por ejemplo, era de 20.000 dólares, mientras que en otros países el costo medio no pasaba de 1.500 dólares.

Wilfred Kilboro lamentó la pésima situación del Zaire y explicó que el Zaire, aunque actualmente esté en un estado especialmente malo, no era el único país africano en el que la gente no podía permitirse comprar un periódico. En muchos países africanos, la circulación de periódicos por cada mil habitantes era muy baja, probablemente inferior al 0,001 por ciento, pero en cambio la lectura por ejemplar era muy elevada, puesto que llegaba hasta veinte personas por ejemplar. La convergencia de medios de comunicación múltiples podría ayudar a llevar los precios de los periódicos a un nivel más asequible, como había sido el caso en su propia compañía de periódicos. Se esperaba que los costos de distribución disminuyesen justamente cuando los nuevos servicios de impresión por satélite estuviesen en marcha y que entonces no fuese necesario ir transportando los periódicos en camiones a través de medio país. No obstante, la convergencia de los medios de comunicación múltiples y el proceso de mundialización concomitante ponían a todos los países del Tercer Mundo en una situación de clara desventaja. Los medios de comunicación impresos, así como las industrias de la radiodifusión, estaban ya en manos de unos pocos actores importantes procedentes del mundo occidental. Africa estaba literalmente inundada de películas americanas que glorificaban los valores occidentales y que mostraban escasa sensibilidad a los valores locales, sociales o religiosos. En los medios de comunicación en general, Africa era percibida por el resto del mundo sólo a través de los ojos de los forasteros que no entendían su mecánica socioeconómica. Las nuevas tecnologías informáticas y el creciente desfase entre los «posesores» y los «desposeídos» podría conducir incluso a una situación en que las noticias sobre Africa no se vendiesen a partir de este continente, sino desde Nueva York o Baltimore.


Parte 4

Tendencias del empleo
en la sociedad de la información

La personalización de la tecnología, de los servicios,
de los bienes y de los mercados de trabajo

por Marie-Louise Thorsén Lind(24)

Este Coloquio trata de la transición hacia una sociedad de la información que puede brindar grandes oportunidades a las empresas y al público en general en todo el mundo, y sentar nuevas bases para el crecimiento económico y el bienestar social. Sin embargo, leyendo el orden del día de este Coloquio empecé a preocuparme sobre el objeto de estas discusiones. ¿Estamos aquí para preguntarnos sobre los beneficios de una tecnología que ya está haciendo que las personas estén cada vez más en contacto y brindándoles unos medios muy potentes para mejorar su vida privada y su vida de trabajo?

Las sociedades actuales están transformándose rápidamente en algo que sólo estamos empezando a entender. ¿Qué conseguirían los interlocutores sociales tratando de cambiar el curso de esta tecnología, que se usa no sólo en los sintetizadores, los tocadiscos de disco compacto, los sistemas de comunicación digitalizada y la microedición sino también en una gran variedad de productos, como frenos ABS, relojes, estufas, ascensores, prótesis auditivas, marcapasos y aparatos de cirugía por láser? Este concepto de una sociedad de la información se refería inicialmente a la gente que maneja la información en lugar de producir bienes. Fue inventado por el estadounidense John Nesbit, en el decenio de 1970. Desde entonces, este concepto de sociedad de la información se ha ido transformando gradualmente para pasar a significar una sociedad del conocimiento, que es probablemente una fuerza motriz más fuerte para los mercados de hoy y de mañana que la digitalización, que es el tema de este Coloquio. Sin embargo esto no puede disminuir la importancia de una tecnología que ya ha demostrado su valor como instrumento creativo en los mercados mundiales de los medios de comunicación, cuidados de la salud, manufacturas, venta al por menor, seguros, banca y otros ámbitos en los que la gente trabaja al servicio de los demás.

En la sociedad moderna, la vida está ya muy digitalizada. Estamos usando la tecnología de la información en nuestros coches y en nuestros hogares. La utilizamos en la oficina y también para supervisar toda clase de cosas buenas, como los aviones que en la mayoría de los casos nos han traído a este Coloquio. La estamos utilizando para salvar vidas en las unidades de cuidados intensivos y para instruirnos con la ayuda de los nuevos medios de comunicación. Este desarrollo no ha sido traído por la tecnología sino por las personas. La tecnología de la información fue ideada por personas, y ahora está siendo usada por otras personas para hacer que sean posibles cosas nuevas.

Hasta ahora he añadido otras tres tendencias -- la mundialización, la competencia y la creatividad humana -- al orden del día de este Coloquio. Estas tendencias se mencionan en el documento que sirve de base a la discusión, y son comúnmente consideradas como potentes fuerzas motrices de la actual sociedad en evolución. Habida cuenta de la naturaleza social de este Coloquio, me concentraré en otra tendencia: la personalización masiva. Desde el decenio de 1970, esta tendencia ha estado aguijoneando a las empresas, prácticamente en todas las ramas de actividad y en todo el mundo, comprendidos los medios de comunicación y la industria de la información, obligándolas a evolucionar si quieren permanecer en los negocios y ser capaces de seguir brindando empleos. Personalizar una cosa, es hacer de ella algo especial. Por mi parte, estoy usando el término de «personalización masiva» para describir la necesidad que sienten conjuntamente empleadores y empleados de crear valores para los consumidores, que son los verdaderos decisores de los nuevos mercados mundiales.

Voy a ilustrar este punto volviendo atrás hasta 1975, cuando empecé a trabajar en la industria de la información, que entonces era un verdadero paraíso de los técnicos. Los consumidores casi nunca podían hacer nada más que aceptar los sistemas creados por gentes que eran expertas en la elaboración electrónica de la información, pero muy ignorantes en las necesidades de los usuarios. Desde entonces hemos tenido programas lógicos de ordenador como Word y Windows, que están pensados para el consumidor.

Una parecida necesidad de personalización ha alterado rápidamente la manufacturación. Recordemos los principios del decenio de 1980, cuando los fabricantes de coches de todo el mundo se encontraron con que los clientes optaban por los coches japoneses, de muy buena calidad y más baratos, que podían ser adaptados a los deseos de los clientes y, a pesar de ello, ser entregados más pronto y, en plazos más breves. Los fabricantes de coches de todo el mundo tuvieron que adaptarse a sus clientes, si querían seguir en los negocios.

Lo mismo está ocurriendo con los bancos y con los seguros, dos ramas de actividad que se están fundiendo en una sola. En mi país, se pueden obtener seguros y préstamos inmobiliarios en la oficina de correos. Se puede acceder al banco cuando a uno le convenga, con ayuda de un teléfono o de un ordenador personal. Además, la gente ha empezado a ir de compras a los almacenes situados en las afueras de las ciudades, donde pueden encontrar una gran variedad de productos de buena calidad a precios muchos más bajos. El resultado es que las tiendas locales están perdiendo clientes y van a tener que cambiar. Esto supone cambiar las condiciones de trabajo y los mercados laborales. La tecnología de la información puede desempeñar o no un papel fundamental en este proceso, pero raras veces es el factor determinante. Lo que es importante es la manera en que esta tecnología se está usando por parte de los técnicos que prestan atención a los deseos de los clientes. Por este camino llega la tecnología a manos del público en general y, en definitiva, por este camino consiguen solucionar sus necesidades y las de sus familias.

¿Cómo podríamos orientar el uso de esta tecnología? La digitalización se está usando ahora mismo para crear ventajas comparativas en los mercados que se caracterizan por estar pasando por un cambio. Esto hace que sea todavía más difícil prever el futuro de los mercados de trabajo, que siempre han sido muy dependientes de la competencia entre productos y personas. De momento, los empleadores y los empleados de todo el mundo han llegado a la conclusión de que la mejor manera de mantenerse en los negocios es volver a las verdades de siempre, como «los clientes hacen posible el pago de los salarios» o «la mejor seguridad es ir adelante». La mejora continua se ha convertido en el mejor camino de salvación, tanto para las empresas como para los individuos.

Este cambio está impulsado por las personas. Se las puede llamar fuerzas ciegas del mercado si se quiere, pero estas fuerzas ciegas somos nosotros. Estamos actuando sobre el mercado cuando escogemos un programa de televisión, cuando hacemos nuestras compras diarias o cuando adquirimos vestidos, coches, frigoríficos y máquinas fotográficas. Creamos mercados incluso cuando tenemos hijos (que necesitarán una educación) y cuando tenemos necesidad de cuidados especiales al final de nuestras vidas. Nadie ha conseguido aún meter a los seres humanos en un molde único, y esto se manifiesta cuando uno escoge con quién quiere estar, qué quiere comprar, dónde quiere ir o con quién quiere hace negocios. Nosotros, como consumidores, somos los que estamos haciendo evolucionar la vida laboral hacia formas de mayor flexibilidad. Nosotros somos la causa principal de que las empresas estén usando unos métodos y una tecnología que les permiten mejorar la calidad al tiempo que bajan los precios. Nosotros somos la causa de la demanda de un desarrollo personal continuo y de lo que a primera vista parecen ser unos contratos de nuevo cuño en los mercados de trabajo. A propósito, estos contratos no son sólo contratos de empleo, ni tampoco constituyen en su mayoría unos contratos de duración determinada, sino que son (como siempre ha ocurrido) una mezcla de empleo a largo y a corto plazo con contratos comerciales, todo ello combinado de manera un poco distinta de lo que estaba en la mente de los expertos del mercado de trabajo en los últimos 50 años. Los mercados del trabajo del mañana se están creando y volviendo a crear ahora mismo con lo que los hombres de negocios están haciendo entre todos. Los resultados se manifiestan en distintas, y a veces imprevisibles, demandas de competencias. Se manifiestan también en una mezcla de empleo por cuenta propia y de contratos de empleo, parcialmente determinadas por lo que nosotros estemos haciendo en el mercado, y por el marco establecido por la tecnología, los métodos, las competencias y las reglamentaciones.

Es verdaderamente un reto para este Coloquio entablar un debate sobre cómo conviene apoyar a los individuos que viven en una sociedad mundial de la información en continua evolución, basada en los conocimientos y personalizada, y sobre todo discutir las bases sobre las que han de edificarse las reglamentaciones futuras, porque las reglas del pasado ya no funcionan. Están siendo superadas con gran rapidez por los cambios que se producen, y a veces crean obstáculos a la prosperidad y, por lo tanto, están siendo cortocircuitados por las mismas personas que los legisladores desean proteger. Así pues, hay mucho que repensar sobre ello y, por mi parte, yo estoy encantada de haber tenido la oportunidad de tomar parte en este proceso.

Una reglamentación del mercado laboral apropiada
a la intensa evolución de la tecnología
y la organización en las empresas convergentes

por Kevin Tinsley(25)

En este documento, me propongo analizar cuatro cosas: i) algunas tendencias recientes del crecimiento del empleo en las industrias relacionadas con la convergencia de los medios de comunicación múltiples; ii) los factores económicos que influyen en el desarrollo y en la convergencia de los mercados de medios de comunicación múltiples y sus repercusiones en el empleo; iii) la naturaleza cambiante de la empresa y su contrato con las personas individuales; y iv) los principios de la reglamentación del mercado de trabajo que podrían adoptarse con mejores resultados.

Mi línea de argumentación se basa en que las industrias relacionadas con los medios de comunicación múltiples producen grandes beneficios tanto a los trabajadores como a los empresarios, y que ambas partes deberían ser dejadas en la mayor libertad que sea posible para establecer contratos dentro de un marco legal mínimo establecido por el gobierno. La reglamentación y otras formas de intervención deberían contemplarse sólo en el caso de los ámbitos en los que la información pueda resultar insuficiente para permitir que las personas lleven a cabo unas decisiones económicamente racionales. La intervención gubernamental debería servir para reducir al mínimo los riesgos de insuficiencia del mercado o de la administración, procediendo a una estimación de costos y beneficios y diseñando una política coherente con los principios del mercado. Esta política debería permitir la descentralización, separar bien a los productores de los suministradores, y tal vez introducir mercados donde no existían antes.

En las industrias relacionadas con los medios de comunicación múltiples, el empleo sigue creciendo mucho más de prisa que el conjunto de la economía. El empleo de los sectores industriales estrechamente vinculados con los medios de comunicación múltiples ha crecido en un 15 por ciento durante los pasados dos años y medio, comparado con un crecimiento del empleo de cerca de 1,6 por ciento en el conjunto de la economía. El crecimiento del equipo de manufactura de las comunicaciones ha crecido en un 23 por ciento en el mismo período, mientras que el crecimiento en los servicios de telecomunicaciones ha llegado a un 28 por ciento. Estos índices de crecimiento seguramente parecerán insignificantes dentro de 50 años, en parte como resultado de la convergencia en los mercados de los medios de comunicación múltiples. Esta convergencia tiene dos dimensiones: primero, entre las propias industrias de medios de comunicación múltiples y, en segundo lugar, en convergencia con otras industrias de manufactura y servicios.

Las industrias relacionadas con los medios de comunicación múltiples son jóvenes y están en crecimiento. Cinco factores están desproporcionadamente presentes cuando se produce la convergencia. Estos factores son: expansión, innovación, concentración, cooperación y competencia. Vamos a pasarles revista, uno por uno:

Este análisis sugiere que el impacto neto sobre el empleo será seguramente positivo, especialmente a largo plazo. Por lo tanto, para plantearse una reglamentación que potencie al máximo el empleo, habrá que permitir que estos factores se desenvuelvan sin obstáculos; esto supone una reglamentación gubernamental mínima, en la que el gobierno: i) establezca un marco jurídico para los contratos; ii) intervenga sólo en caso de insuficiencia del mercado; y iii) intervenga, en caso necesario, de manera compatible con el mercado y dirigiéndose a las causas más bien que a los síntomas.

La naturaleza del empleo parece estar evolucionando lentamente, a medida que aumentan el comercio mundial y la competitividad. El trabajo temporal se ha incrementado en los últimos dos años pero todavía es bajo según los criterios de la Unión Europea, y la tendencia al aumento parece ir ahora más despacio. Hay pocas pruebas sólidas de que esté creciendo la inseguridad en el empleo. La movilidad general de los empleos no ha cambiado demasiado en los últimos diez años. La mayoría de los empleados han estado en sus actuales empleos durante más de cinco años, y cerca de un 70 por ciento ha permanecido en ellos por lo menos dos años.

No obstante, está teniendo lugar un cambio y esto se manifiesta en dos cosas: en la organización de la empresa y en los contratos que establece con los individuos. Las empresas se están haciendo más pequeñas y más igualitarias, con una jerarquía menos marcada y con menos insistencia en los equipos y en construir alianzas con otras organizaciones. Las decisiones tienden a ser menos centralizadas. Las empresas se están haciendo más flexibles, y ello de tres maneras principales: funcionalmente, porque los conocimientos altamente especializados y la colaboración mutua conducen a una gran movilidad en las tareas, ampliando los límites del puesto de trabajo y potenciando las capacidades individuales; numéricamente, con cambios en el número de empleados, en las horas de trabajo y en la utilización de empleados temporeros y a tiempo parcial; y respecto a sus relaciones internas y externas, tanto por contratos oficiales como por acuerdos oficiosos.

El contrato del individuo con la empresa está también en pleno cambio. Los datos dispersos de que disponemos sugieren que: i) la movilidad de los empleos en los medios de comunicación múltiples es mucho mayor que en la media; ii) la gente suele trabajar por cuenta propia, más bien que como empleados oficiales, a pesar de estar trabajando para la misma empresa y en el mismo edificio que los demás trabajadores; iii) los ascensos se basan más en la eficacia y en las aptitudes que en las calificaciones oficiales; y iv) las recompensas no adoptan siempre la forma de salarios, puesto que las ganancias puramente monetarias pueden ser sustituidas por recompensas intangibles, como un mayor poder dentro de la empresa. Es muy interesante la adjudicación de las existencias de una empresa, que hace del trabajador un accionista. Todo ello tiene ventajas tanto para el trabajador como para el empleador. Recompensa a los trabajadores con riqueza más bien que con ingresos; establece un incentivo para que el trabajador contribuya al éxito de la empresa y constituye una verdadera inyección de capital.

El punto de vista del Gobierno del Reino Unido es que los principios que subyacen en la reglamentación deberían ser los mismos para cada mercado. Para optimizar la flexibilidad, necesitamos tener tan pocas rigideces como sea posible. El Gobierno debería establecer el marco jurídico para ello y aplicar el criterio de insuficiencia del mercado a cada reglamentación propuesta. Este criterio podría aplicarse, por ejemplo, a cuestiones de salud y seguridad o de discriminación.

Del mismo modo, cualquier política de intervención potencial debería ser evaluada en relación con los riesgos que traería consigo una insuficiencia de esta política, o si produce más costos que beneficios. Esta política debería elaborarse de manera que resulte compatible con el mercado. Buen ejemplo de ello es la política de salud y seguridad, que puede estar basada en el principio de la gestión del riesgo -- estimado y tratado por las empresas individuales -- más bien que por tener un conjunto muy detallado y prescriptivo de reglamentaciones que se apliquen a todo, sin tener en cuenta las circunstancias.

Un mercado de trabajo flexible permite a la empresa responder rápidamente a los cambios de circunstancias económicas, como los que se producen en la oferta y la demanda. Los individuos se benefician perteneciendo a una organización en la que sus posibilidades puedan ser más fácil y enteramente aprovechadas. Los individuos pueden ganar riqueza e ingresos y pueden disfrutar de una mayor libertad aceptando periódicamente una subcontratación de trabajo más bien que trabajando una semana sí y otra no, o un año sí y otro no. Un mercado de trabajo flexible ayuda a crear las condiciones en las que las empresas se desarrollan sin trabas, ayudando así a que haya más empleos en perspectiva. Pero también existen riesgos, además de recompensas. En un mercado de trabajo fluido, el riesgo fundamental es el desempleo.

El desempleo constituye un fenómeno natural en una economía dinámica. Gran parte de las personas que pueden estar desempleadas un día determinado, están en realidad entre dos empleos, y recibiendo subsidios mientras tanto. La función de las políticas gubernamentales para toda esta gente desempleada a corto plazo debería ser asegurarles unos ingresos -- si realmente están buscando trabajo -- y brindarles la información que ayude al mercado de trabajo a funcionar de manera más efectiva. Sin embargo, la preocupación fundamental para el gobierno ha de ser ayudar a los desempleados a largo plazo a adquirir las destrezas necesarias que les faciliten encontrar trabajo. Además de estos papeles activos, los gobiernos han de tener también en cuenta a los desempleados cuando decidan sobre la naturaleza de la reglamentación del mercado de trabajo.

Los desempleados a largo plazo, especialmente los que han llegado ya a sentirse excluidos del mundo del trabajo, se beneficiarán más de un régimen reglamentario que reduzca al mínimo la rigidez del mercado de trabajo. La flexibilidad del mercado de trabajo, que brinda la mayor oportunidad posible a los desempleados, sólo puede conseguirse reduciendo al mínimo la reglamentación del mercado de trabajo. Hay que tener en cuenta tres factores fundamentales. Primero, si los subsidios de desempleo son demasiado elevados pueden brindar a los empleados una amenaza verosímil de abandono si sus demandas salariales no son satisfechas. Esto fomenta el «poder interior» a expensas de las posibilidades de creación de empleos, con lo que los que buscan trabajo están en desventaja. Segundo, los sueldos bajos suelen tener como resultado reducir la dispersión salarial que de otro modo se generaría en el mercado no reglamentado. Como crean desempleo, no resultan un instrumento eficaz para redistribuir los ingresos y pueden incluso incrementar la desigualdad general. Tercero, los costos laborales no salariales y ciertas reglamentaciones sociales del mercado de trabajo incrementan los costos que supone contratar y despedir trabajadores. Esto tiene un efecto disuasor para generar empleo, especialmente en el caso del empleo con bajos salarios, cuando la mano de obra no asalariada constituye una proporción más elevada del total de costos a que tiene que hacer frente la empresa. En el Reino Unido, los costos laborales no salariales y la tasa de desempleo se cuentan entre las más bajas de la Unión Europea. Pensamos que este hecho y la promoción de la flexibilidad del mercado de trabajo a través de la desreglamentación no están desconectados. Otros factores que necesitan desreglamentación son las restricciones al tiempo de trabajo, que perjudican muy especialmente a las empresas jóvenes y en crecimiento como las relacionadas con los medios de comunicación múltiples y restringen la creación de empleo.

Como miembros de la administración pública, nuestra preocupación tiene que ir más allá de los trabajadores ya empleados para extenderse a toda la gente que constituye la fuerza de trabajo. Si pensamos que es mejor que se dejen a los individuos las decisiones sobre los contratos de trabajo, entonces el mayor peligro a que tendrá que hacer frente la gente es el desempleo. Por lo tanto, la reglamentación del mercado de trabajo ha de ser elaborada de modo que ayude lo más posible a los desempleados. Reducir al mínimo la reglamentación del mercado de trabajo fomenta al máximo el empleo.

El mercado constituye uno de los logros supremos de la humanidad en el terreno de la cooperación social. Ha contribuido a dar poderes y a liberar a la gente de la discriminación en una escala mucho mayor que cualquier otro conjunto de disposiciones reglamentarias. Por mi parte, yo también creo en la justicia social, y recuerdo además la opinión de John Rawls, que dijo que para lograr la justicia social toda la política habría de dirigirse a mejorar las oportunidades de los que menos tienen. Esta es la razón por la que los desempleados deberían tener más peso para decidir el planteamiento de la reglamentación del mercado de trabajo.

El desplazamiento de mano de obra en el sector
de las comunicaciones visuales

por Etienne Reichel(26)

Mi aproximación a la cuestión del desplazamiento de mano de obra es sectorial y práctica. Voy a hablar más sobre hechos que sobre principios. Represento a una asociación que trata de las comunicaciones visuales -- texto, imagen y productos de dibujos animados -- y llevo ya varios años haciéndolo. Nuestros asociados fundamentales son las imprentas. En otras palabras, nuestra asociación reúne a gente que está teniendo un paso muy difícil a la convergencia de medios de comunicación múltiples.

Evidentemente, se está produciendo el desplazamiento de mano de obra. Para el ramo de artes gráficas, se está dando un creciente desplazamiento de los lugares de trabajo. Estamos viendo que esto ocurre cada día, con la desaparición de empresas por un lado y con la creación de nuevas empresas por otro. Las empresas tienen la alternativa de ir hacia la convergencia de medios de comunicación múltiples como actores o simplemente como asociados; pero también existen los que no han dado este paso y que probablemente no van a darlo nunca.

En Suiza, la industria gráfica está formada por unas 3.000 empresas, básicamente editoriales o imprentas que emplean de 1 a 500 empleados. En el plano europeo, hay unas 60.000 empresas, que emplean aproximadamente 1 millón de trabajadores y que tienen una facturación anual de unos 75 billones de ECU. Se trata de una rama de actividad económica que se ha dado cuenta recientemente de que tiene que compartir su monopolio en las comunicaciones, un monopolio que ha durado unos cuatro siglos. El desplazamiento de trabajo está teniendo lugar a un ritmo muy rápido debido a las pasmosas novedades de la electrónica. La interactividad, las capacidades de trabajo en grupo y la inmediatez de la transmisión de la información están dando lugar a una transferencia de actividades.

En el sector de las comunicaciones visuales, esta transferencia se parece mucho a lo que ocurría cuando llegó la mecanización durante la revolución industrial del pasado siglo. En cuanto concierne a esta rama de actividad, hay un incremento de productividad con un gran valor añadido y esto está teniendo una gran influencia en la contribución humana al proceso de producción y a llevar a cabo los cambios estructurales. La competencia ha surgido de los nuevos medios de comunicación, que desde el principio de los años ochenta han ido creciendo al ritmo que todos ustedes conocen.

La automatización de los métodos de trabajo ha conducido a una reducción de la intervención humana. La transferencia y transmisión de datos así como la eliminación de determinadas etapas en el proceso por el que se configuran las instrucciones básicas de la computadora («template»), por ejemplo, han conducido a la reducción del número de empleos tradicionales en nuestra rama de actividad. La labor de 20 cajistas tipográficos, la hacen ahora seis trabajadores especializados. Ha habido también una concentración de centros de producción, con lo que se ha sometido a una presión enorme a las pequeñas y medianas empresas que son las fuentes tradicionales de empleo. Al mismo tiempo, se ha producido un fenómeno concomitante, de consecuencias económicas muy graves aunque probablemente de naturaleza temporal, que es una tendencia a la atomización parcial de nuestra rama de actividad, o cuando menos de una parte de sus procesos de producción. La ciencia de las computadoras hace posible que los expertos se conviertan en productores independientes. Aproximadamente un 30 por ciento de los empleados se han establecido independientemente y han podido obtener una cuota de mercado.

A pesar de la extensión de esos cambios, la industria gráfica sólo puede beneficiarse de la llegada de una convergencia de los medios de comunicación múltiples. Los productos derivados de la convergencia de los medios de comunicación múltiples seguirán estando acompañados de comunicación visual, aunque la función de la comunicación visual ya no sea tan monopolística como había sido en el pasado. Si se incrementa la producción de los medios de comunicación múltiples, la comunicación visual se incrementará también.

Paralelamente, los empleos de la industria gráfica o de la industria de las comunicaciones audiovisuales son, en cierto modo, transferibles entre las diversas unidades de producción. Sabemos, por ejemplo, que el procesado de imágenes o la fijación de una página en su contexto requiere la colaboración de varios expertos de diversos campos. Y hemos podido comprobar que este proceso creativo funciona con éxito.

Se ha llevado a cabo un gran progreso, pero ha sido difícil definir claramente las nuevas funciones de los cajistas tipográficos, dibujantes u otros expertos de las industrias visuales con vistas a mantener la calidad. Queda mucho por hacer en este ámbito.

El producto impreso tiene una vida muy larga. La convergencia de los medios de comunicación múltiples supone que hemos acelerado mucho las cosas, pero los seres humanos parecen estar desarrollando sus propios anticuerpos. Aunque se sientan atraídos por el acceso instantáneo a las listas de información y por lo que aparece en pantalla, siguen queriendo información impresa y quieren tener una fotografía de calidad, y todo ello en forma tangible y no simplemente en pantalla.

Hemos visto que los empleos están cambiando debido a la convergencia de los medios de comunicación múltiples. Esto muestra que estas profesiones pueden adaptarse. No obstante, las reglas que rigen las condiciones de trabajo deben mantenerse y hay que continuar con la formación profesional. La empresa debe ser flexible. La asociación social constituye un factor importante que nos capacitará para combinar nuestros esfuerzos con miras a brindar la formación profesional adecuada y una formación continua posterior.

Discusión general sobre las tendencias del empleo
en la sociedad de la información

Chris Warren, Vicepresidente trabajador, advirtió que los oradores anteriores habían afirmado que en la sociedad de la información se esperaba que el empleo aumentase, pero había poca información sobre el tipo de empleos que iban a ser creados y sobre las repercusiones de estos nuevos empleos en la gente que actualmente estaba trabajando en el ramo. Los trabajadores habían asistido a una baja importante de sus derechos y condiciones de trabajo. Con su deseo de conseguir más flexibilidad, los empleadores daban la impresión de estar esperando que la fuerza de trabajo contingente facilitase la disminución de los costos de los empleados permanentes, puesto que esta fuerza de trabajo no tenía los mismos derechos y salarios que los trabajadores que disfrutaban de unas relaciones laborales de tipo más tradicional. Esta estrategia de los empleadores en los ámbitos de crecimiento del sector de los contenidos constituía de hecho un intento deliberado de dejar de lado muchos de los logros sociales de los sindicatos. Aunque este problema era sobre todo un reto para los sindicatos y tenía que ser resuelto entre los interlocutores sociales, los gobiernos tenían que garantizar que la gente que se había visto obligada a aceptar unas relaciones cuasicontractuales o de carácter extralaboral pudiese tener el mismo acceso a las organizaciones y derechos colectivos. Pero, en muchos países, eran precisamente los marcos jurídicos los que impedían a estos trabajadores y a los sindicatos proceder a una organización activa. Esto es lo que ocurría no sólo en algunos de los países menos desarrollados sino también en ciertos países que se cuentan entre los más desarrollados, como los Estados Unidos. Los gobiernos tenían que apartarse de la ficción jurídica de que la gente empleada en virtud de una relación contractual tuviese un poder de negociación de igual a igual con sus empleadores, de que -- por ejemplo -- «un periodista independiente pudiese negociar de igual a igual con Rupert Murdoch».

Walter Durling, Vicepresidente empleador, se preguntaba qué derechos temían perder los trabajadores y cuáles eran los logros sociales de los sindicatos que estaban siendo dejados de lado por los empleadores. La libertad de negociación constituía un derecho fundamental de una sociedad libre y democrática, un derecho que ni los empleadores ni los trabajadores deseaban perder. La tecnología podría hacer que esta libertad de negociación fuese más complicada, pero no podría perjudicarla ni destruirla. Al contrario, iba a dar más libertad y a llevar hacia un desarrollo social mucho mayor que en el pasado.

Tony Lennon, del Grupo de los Trabajadores, insistió en que no era la tecnología propiamente dicha lo que daba miedo, sino sus efectos. Estos efectos comprendían una mayor concentración de la propiedad y del poder, unas formas cambiantes de empleo y la erosión de la diversidad y de los productos localmente elaborados. Los trabajadores organizados habían dado por supuesto que tenían derecho a negociar desde el principio. Los trabajadores seguían creyendo en la representación colectiva. Por lo tanto, el paso a una relación más individual con el empleador a través de nuevas formas de trabajo les causaba preocupación, porque este planteamiento no colectivo, que suponía una relación individual, implicaba un mayor poder del empleador y una disminución correlativa de la fuerza de los trabajadores organizados. Los trabajadores por cuenta propia y los llamados independientes, requerían también unos derechos sociales y la posibilidad de ser colectivamente representados por un sindicato.

Ulrich Holtz, del Grupo de los Empleadores, insistió en que la imagen de un trabajador que necesitaba un representante para restablecer el equilibrio con su empleador estaba ya superada. Durante 12 años de experiencia en la industria, se había podido dar cuenta de que los trabajadores estaban cada vez más preparados para hacerse cargo de su propio destino, es decir, negociar sus sueldos y condiciones de trabajo por sí mismos. Además, los empleadores de la industria de los medios de comunicación múltiples se habían dado cuenta de que sólo podrían sobrevivir si ofrecían a sus empleados unas buenas condiciones de trabajo, de remuneración y de prestaciones sociales.

Jürgen Warnken, representante del Gobierno de Alemania, puso de relieve que el proceso de convergencia no iba a afectar solamente a un sector, los medios de comunicación, sino a toda la economía relacionada con la información, comprendido el sector bancario y fenómenos del tipo de las compras y el comercio electrónicos. Sin embargo, era más bien escéptico en relación con las nuevas oportunidades de mercado y la apertura de estos nuevos fenómenos hacia los consumidores. Recordó un artículo sobre las compras de Navidad por Internet, en el que un consumidor describía sus experiencias negativas para conseguir acceder a los suministradores que le interesaban en la red, y para imaginar lo que eran en realidad los productos que se proponían en la pantalla. Como resultado de todo ello, este cliente optó finalmente por ir directamente a una tienda donde pudiese ver y tocar los productos que le interesaban.

Tony Lennon puso en tela de juicio la predicción de la corta duración de los nuevos materiales audiovisuales. El hecho de que los conglomerados de empresas relacionados con los medios de comunicación múltiples tuviesen cada vez más interés en comprar colecciones de películas antiguas y de cintas de vídeo para constituirse un depósito de propiedad intelectual que pudiese ser permanentemente reutilizado, hacía pensar más bien en lo contrario, es decir, en una duración muy larga del producto. La liberalización y la desreglamentación no eran la mejor manera de responder a la convergencia de los medios de comunicación múltiples. En relación con la pretensión de que la diversidad exige una reglamentación lo más escasa posible, ser refirió al ejemplo de la radiodifusión británica, en la que se había conseguido un alto grado de diversidad en relación con la programación minoritaria y el contenido cultural con una reglamentación muy estricta de la radiodifusión pública. Las industrias relacionadas con las telecomunicaciones no tenían por qué estar exentas de reglamentación para desarrollarse bien. El caso de British Telecom demostraba que las empresas privadas más reglamentadas del país no dejaban por ello de ser extraordinariamente rentables. La reglamentación podría garantizar el suministro de un servicio público de gran calidad que satisficiese al mismo tiempo las exigencias del sector comercial.

Ulrich Holtz consideraba que la privatización era el principal instrumento para conseguir la diversidad de los productos. Esto se reflejaba de manera significativa en el ámbito de la radiodifusión. Hace 10 años, los telespectadores de Europa podían captar sólo unos cuatro canales. En cambio, actualmente había unos 50, que ofrecían un amplio abanico internacional y grandes oportunidades de publicidad para los productos internacionales. Y este desarrollo se debía enteramente a la privatización.

Respuesta del grupo de especialistas

Marie-Louise Thorsén Lind reconocía que resultaba prácticamente imposible predecir qué tipo de empleos se estaban creando. Nadie podía prever los resultados de este proceso en rápido desarrollo que, entre otras cosas se había manifestado en una impresionante creación de bienes, servicios y procesos basados en la tecnología de la información. Los mercados de trabajo ya estaban respondiendo a este cambio. En Suecia, unas investigaciones recientes habían puesto de manifiesto que la gama de contratos existentes entre los empleadores y los empleados se había estado usando ya para fomentar la flexibilidad. Algunas personas estaban empleadas, otras estaban empleadas por cuenta propia y otras trabajaban como subcontratistas. Los contratos se estaban estableciendo en parte con las condiciones de los empleados y en parte con las condiciones de los empleadores. Se consideraba probable que la situación se mantuviese, con una ligera tendencia a contratos comerciales a más largo plazo. Pero no era probable que la sociedad llegase a una situación en la que la gente quedase fuera del empleo, aunque pudiesen haber menos oportunidades de empleo en el futuro. Como el mercado de trabajo ya estaba de lleno en estos cambios, los sindicatos tenían también que aceptar la necesidad del cambio. De otro modo, podrían no ser capaces de ayudar a sus miembros en el futuro.

Kevin Tinsley explicó que prácticamente todas las predicciones sobre la naturaleza de los empleos nuevamente creados se fundaba no en hechos reales sino en pruebas de carácter anecdótico. Su propio panorama anecdótico preveía que en el futuro habría mucha más gente empleada por cuenta propia, no porque estuviesen obligados a estar en esta situación sino porque les convenía. El empleo por cuenta propia les daría más libertad y mejores ingresos. A su modo de ver, el ejemplo de British Telecom no constituía un ejemplo en favor de la reglamentación intensiva sino en favor de la privatización, puesto que los precios habían bajado en picado tras el paso de British Telecom del monopolio público a la empresa privada. Si British Telecom estuviese aún más desreglamentado esto conduciría a una mayor competitividad y, por consiguiente, a unos precios todavía más bajos. Finalmente, cuando usaba el término «diversidad», no se refería a una diversidad cultural sino simplemente a una diversidad de puntos de vista sobre cómo había de dirigirse la sociedad. Si el Reino Unido tenía tan poco consenso social en relación con esta cuestión, la mejor solución sería dar la mayor libertad posible para reducir al mínimo el conflicto.

Etienne Reichel destacó la necesidad de diversidad y la importancia de disponer de los medios económicos para conseguirla. De otro modo, un consumidor de información sólo tendría un menú de comida rápida, y esto cansa pronto.


Parte 5

Evolución del nivel y modalidades de empleo

Empleos que se pierden y empleos que se crean:
el caso de
New Times Corporation

por George Mensah Aryee(27)

Voy a estructurar este análisis de las cuestiones laborales suscitadas por el proceso de convergencia en Ghana y en mi organización, la New Times Corporation, en torno a tres temas principales: a) la naturaleza y el alcance del proceso de convergencia; b) su repercusión sobre el empleo y las condiciones de trabajo, y c) los cambios que afectan al nivel y a las modalidades de empleo.

En el transcurso de los años, como ya sabemos, muchas nuevas tecnologías han evolucionado y se han abierto camino en el Norte a un ritmo más rápido del que la mayoría de los países del Sur pueden mantener. La energía nuclear, la ingeniería genética, las computadoras y los equipos de fabricación electrónicos nos afectan a todos y tienen repercusiones sobre la sociedad y sobre la naturaleza. Aunque estos avances tecnológicos producen una enorme cantidad de bienes y servicios, también consumen grandes cantidades de recursos naturales, para no hablar de los millones de personas que quedan desempleadas y no pueden ya acceder a un nuevo empleo.

Durante los últimos años, el concepto de transferencia tecnológica y de asistencia técnica transfronteriza, unido a la noción de la participación global en el desarrollo, se ha puesto de moda en muchos lugares del mundo. El Norte ofrece al Sur «dosis» tecnológicas en condiciones aparentemente atractivas, que han resultado muy rentables. Dichas tecnologías avanzadas han sido a la vez productivas y atrayentes. Las computadoras y toda la maquinaria electrónica prometen un poder excitante con sólo pulsar un botón, al permitir la fabricación de miles de productos en un corto espacio de tiempo. El atractivo de la transferencia tecnológica es tal que las compañías se enfrentan hoy a una rápida evolución de la tecnología y de los mercados, lo cual exige a la dirección de las empresas capacidad para responder a los cambios a fin de garantizar la viabilidad y crecimiento permanentes de sus negocios. New Times Corporation, la empresa periodística y editorial de la que soy jefe ejecutivo, no constituye una excepción.

Las repercusiones sobre New Times Corporation. Las grandes reformas en materia de infraestructuras y desarrollo industrial comenzaron en Ghana mucho antes de la independencia, con el objetivo de crear una base industrial y una fuerza de trabajo africana capaz de ocupar los altos cargos de la administración y de las empresas estatales y privadas. Se puso en marcha un programa intensivo encaminado a lograr la autosuficiencia, el cual dio lugar a la creación de New Times Corporation.

Esta sociedad es una empresa periodística y editorial que cuenta con una gran variedad de maquinaria. Una parte de ésta quedó obsoleta como consecuencia de los avances tecnológicos, y ha sido sustituida. El equipo y la maquinaria de que se disponía al comienzo correspondían al sistema de rotativas, máquinas de funcionamiento principalmente mecánico. Este tipo de mecanismo tipográfico se utiliza para la impresión de textos, y se caracteriza por innumerables procesos de producción, complicados y lentos, que comienzan con la búsqueda de las noticias y continúan con las labores de linotipia, confección de moldes y grabado, la vuelta de las noticias al departamento para la corrección de pruebas, el regreso a la linotipia para la composición manual de las correcciones manuales, y finalmente su envío a las rotativas para la impresión.

Habida cuenta de la compleja historia de la compañía, que se creó como órgano de prensa de un partido político, resultaba muy tentadora la tendencia a cubrir las vacantes con activistas del partido. Una vez más, como resultado de la política descentralizada de contratación, se incrementó rápidamente la selección de personal procedente del sector público. Esto dio a la autoridad encargada de la contratación la oportunidad de cubrir las numerosas vacantes a lo largo de la interminable línea de producción. Así, en 1974 existían 633 puestos de trabajo permanentes en New Times Corporation, la mayor parte de los cuales requerían un grado de calificación muy escaso.

Como resultado de los progresos tecnológicos y del cambio social, están apareciendo nuevas condiciones laborales y modalidades de trabajo. Este rápido cambio tecnológico ha traído consigo posibles consecuencias destructoras de puestos de trabajo a raíz de la intensificación de la competencia internacional y del proceso de mundialización. Gracias a la modernización a través del progreso tecnológico, New Times ha pasado de los sistemas de imprenta mecánicos a los eléctricos y electrónicos, racionalizando con ello de manera drástica el proceso de producción. Hasta ahora, los insumos de mano de obra habían sido elevados ya que, según nuestros cálculos, se contrataron a 288 personas tan sólo en el área de producción.

Con el proceso de modernización, hemos abandonado las rotativas de funcionamiento mecánico en favor de la impresión en offset integrada en una red electrónica. La composición y confección informatizada de las páginas, que permite una utilización eficaz del paginador y de las maquetas electrónicas, ha eliminado el proceso de linotipia y las actividades de ajuste manual -- que solían implicar la necesidad de recortar físicamente textos impresos al ancho de las columnas y pegarlos en una maqueta junto con los titulares. Las fases de la producción han pasado de seis a cuatro, se ha reducido de manera importante el tiempo de producción y la mano de obra necesaria ha descendido a 78 personas. Además, el periódico llega mucho antes al público lector de todas las regiones del país.

Parecidos éxitos se han registrado en los departamentos de imprenta comercial y de contabilidad, donde las operaciones se realizaban anteriormente de forma manual y ahora se llevan a cabo mediante computadoras. Se ha reducido en un 50 por ciento la mano de obra empleada en dichos departamentos.

Estos cambios tecnológicos han hecho necesaria la introducción de cambios estructurales en el empleo a fin de tener en cuenta las nuevas realidades. Mi labor de dirección se ha enfrentado a ciertos cambios resultantes de la modernización. Los costos sociales y las consecuencias que de ellos se derivan son enormes.

Se han introducido diversas y valiosas iniciativas, todas ellas dedicadas a incrementar la calidad del personal, a mejorar el bienestar y las condiciones de trabajo y, por encima de todo, a convertir el lugar de trabajo en un entorno propicio para el trabajo productivo. Un objetivo básico que subyacía en todos estos programas era la reestructuración y racionalización de las prácticas, procedimientos y normativas engorrosos y anticuados que siempre habían impedido la eficiencia, la eficacia y la productividad dentro de la organización, y que socavaban además el ánimo de los trabajadores desde hacía varios decenios.

Era necesario volver a encauzar a la mano de obra que había perdido su aptitud para ser empleada o que era considerada como superflua a raíz del proceso de modernización. La dirección, en consulta con el Ministerio de Información y el sindicato, tomó la decisión de despedir a aquella parte de la fuerza de trabajo integrada por los trabajadores poco calificados y que no podían recibir formación. Para el personal calificado, con talento y conocimientos que podían aplicarse en otros departamentos de la organización, se organizaron cursos de formación en electrónica e informática a fin de prepararlos para la gestión y la dotación de los departamentos informatizados de producción de noticias y de contabilidad. Por primera vez en muchos años, se insertó al personal en un programa de formación destinado a incrementar la eficiencia y la eficacia tanto en las tareas de dirección como en las demás.

Tuvimos que crear un nuevo trabajador, que estuviera calificado desde el punto de vista profesional, centrado en su carrera, orientado en función de los resultados y mentalizado según criterios de eficiencia, con un profundo conocimiento del entorno complejo y competitivo en el que había de trabajar. Al mismo tiempo, la dirección inició una decidida búsqueda de personal competente, capacitado, y más calificado a fin de mejorar la eficiencia, búsqueda que ha venido desarrollándose durante los últimos tres años.

Nuestro futuro consistía en mejorar la capacitación y el rendimiento de nuestros recursos humanos con miras a garantizar una renovación institucional y una prestación de servicios más eficaz. Se facilitó formación adecuada a los trabajadores capaces de aprovecharla, y se prescindió de quienes no eran aptos para recibirla, pagándoseles la prestación que les correspondía por antigüedad.

Ahora, la pregunta que nos planteamos es: ¿hemos llegado al final? Parece que deberían organizarse en el plano nacional programas de formación para los trabajadores que hayan sido despedidos como consecuencia de la introducción de tecnologías modernas y que puedan haberse integrado en el sector no estructurado.

Perspectivas de empleo en la industria
periodística norteamericana

por Bernie Lunzer(28)

No es fácil entender en su integridad las repercusiones del proceso de convergencia sobre la industria de artes gráficas. Las consecuencias son bastante impresionantes. Cuando la gente piensa en la convergencia, lo hacen refiriéndose a la World Wide Web. En la actualidad existen en los Estados Unidos cerca de 200 sitios dedicados a las noticias y que funcionan en la red sobre una base diaria. Estos son los que podríamos considerar estrictamente como «nuevos» sitios.

Podría sorprenderles saber que este número podría reducirse en la práctica el año que viene debido al hecho de que la red no es rentable. Hasta la fecha, no se obtienen muchos beneficios de la red, al menos no en nuestro sector. Existieron grandes esperanzas respecto del despliegue publicitario, pero la gente se muestra ahora más inclinada a los anuncios por palabras. La suscripción se considera como una propuesta perdedora. La realidad es que cuando se exige la suscripción para poder acceder a un servicio particular, se reduce enormemente el tráfico al sitio en cuestión.

La Federación de la Prensa Escrita (Newspaper Guild) representa a trabajadores de 14 de los 200 sitios que funcionan en la actualidad. En la práctica, muchos de estos trabajadores en red desempeñan un doble papel: uno en el sector habitual de las artes gráficas, y el otro en la red. En términos generales, hemos observado un ligero crecimiento del número de nuestros trabajadores en las redacciones, de nuestros periodistas y del personal de producción, y una ligera pérdida en lo que atañe a nuestra gente dedicada a la prestación de servicios. Esta ha sido una de las repercusiones negativas de la convergencia. El recurso a redes de área extendida y a redes de área local ha hecho posible en la práctica que los trabajadores del sector de los servicios puedan encontrarse a grandes distancias unos de otros. Por ejemplo, véase el caso de los diarios locales que salen a la venta en Detroit (Michigan), en St. Paul (Minnesota) e incluso en San José (California). Si por cualquier motivo no ha recibido usted su ejemplar del periódico local, puede hacer una llamada telefónica para preguntar por el motivo del retraso. Esta llamada se transfiere en realidad a Miami, donde alguien contesta al teléfono y, mediante la utilización de una red de área extendida, envía el mensaje de regreso al periódico local. Se trata de un intento de concentrar un gran número de tareas de todo el país en un único centro de llamadas regional, y esto ha causado gran desconcierto. Así pues, aunque se han obtenido nuevos empleos en el área de las noticias, se han perdido otros en el área de los servicios.

A pesar del bajo grado de rentabilidad del sector, las batallas legales son encarnizadas, y una de ellas es la relativa a los derechos de propiedad intelectual, en especial en el caso de los trabajadores independientes, pero también en el de nuestros miembros que trabajan acogidos a convenios negociados colectivamente. Resultan chocantes los acuerdos que se pide a los escritores que firmen para la realización de trabajos por cuenta propia. Téngase presente que los escritores independientes obtienen una remuneración muy baja. Ceden al editor todos sus futuros derechos -- así como los derechos de reutilización -- y obtienen muy poco a cambio. Los editores luchan por el control y la propiedad del producto, ya que tienen la mirada puesta en el futuro.

También existen batallas relativas a la jurisdicción y otras relativas a la subcontratación. Un caso reciente se refiere a un editor que procede a una redefinición de sus competidores a fin de imponer a los periodistas una restricción relativa a las personas para quienes pueden escribir. Debido al proceso de convergencia, el concepto de competidor se ha ampliado. Aunque no existe rentabilidad, la gente está tratando de asentarse sólidamente y de prepararse para lo que les depare el futuro.

¿Cómo se explica la presencia de los editores en la red? Quizás se deba al temor de quedarse atrás. Todo el mundo cree que esta tecnología nos lleva a algún sitio, aunque en la actualidad nadie sepa realmente adonde. Se están construyendo nuevas alianzas entre compañías y entre distintos tipos de medios de comunicación y se están produciendo nuevas fusiones dentro del sector. Existe gran preocupación respecto del futuro al que nos llevan dichas alianzas y fusiones, ya que asistimos a una concentración cada vez más grande de la propiedad en el sector de los medios de comunicación. Disminuirá la competencia entre las fuentes de noticias y se empleará a cada vez menos trabajadores para dotar de personal a un número creciente de periódicos.

Muchos de nuestros reporteros que hasta ahora sólo trabajaban en la prensa escrita reciben ahora ofertas para emisiones de televisión. O bien se utiliza una copia del material que producen o bien se les entrevista en la práctica en la televisión. Por otra parte, algunos de nuestros miembros están comenzando a trabajar como operadores de sistemas y responsables del tráfico de correo electrónico que llega a distintos sitios de la red. Aparte de estos cambios relativos a la naturaleza de nuestro trabajo, nos preocupa también la calidad del contenido. A medida que disminuye la calidad de los contenidos, se proporciona una mercancía mucho menos valiosa al consumidor, a los ciudadanos y a la sociedad en su conjunto.

Nuestros periodistas se han visto sometidos a nuevas presiones en cuanto a los plazos, y ello debido a que el material se utiliza ahora a lo largo de todo el día, y no solamente al final del mismo. Asistimos además a un grave problema de seguridad dentro de las propias salas de redacción como consecuencia de episodios de fatiga repetitivos. Algunas personas abandonan su carrera a los 35 ó 40 años debido a estos problemas, de los que nunca se había oído hablar en la época de la máquina de escribir. Sin embargo, puesto que las personas trabajan en turnos de entre 8 y 10 horas sin abandonar en ningún momento sus terminales, este problema es cada vez más grave.

Creemos que el cambio seguirá adelante con rapidez, y estamos tratando de hacerle frente día a día. No nos limitamos a hablar; tratamos de trabajar con los empleadores en la medida de lo posible. Tenemos fe en algunos proyectos de cogestión, y hemos colaborado con los empleadores para tratar de mejorar el producto. Por desgracia, muchos conceptos atractivos, tales como el del trabajo en equipo y el de los programas de calidad en el trabajo, se utilizan de manera cínica simplemente con el fin de racionalizar los procesos para emplear a menos trabajadores. Nuestros afiliados expresan sumo interés por las nuevas tecnologías, y a menudo dominan mejor estos aspectos técnicos que muchos de sus empleadores. Contemplan el futuro como algo excitante y están tratando de dirigirlo día a día. ¿Adónde nos llevará? No lo sabemos.

Cómo los editores de periódicos pueden defender
el empleo y crear puestos de trabajo

por Heinz-Uwe Rübenach(29)

¿Cómo pueden defender el empleo y crear nuevos puestos de trabajo los editores de periódicos? La respuesta depende de diversos factores, entre los que destacan el mercado de la prensa, el desarrollo de los nuevos medios de comunicación digitales y la relación entre ambos.

Si examinamos la futura evolución de la prensa, la primera y más importante cuestión que se plantea es la de si sobrevivirán los periódicos. En este momento no hay duda de que la gente seguirá leyendo periódicos. Los nuevos productos multimedia y servicios en conexión directa no serán capaces de expulsar del mercado a los periódicos durante los próximos años, pero dichos servicios en conexión directa ya pueden competir en ciertas áreas tales como los anuncios inmobiliarios o las ofertas de empleo. En lo que se refiere a áreas innovadoras tales como el anuncio de foros de discusión o los pedidos de billetes para acontecimientos especiales, resultan incluso más adecuados y adaptados a las necesidades del consumidor que los periódicos, ya que uno puede mantenerlos siempre actualizados y es posible cursar directamente el pedido de los billetes. En tales áreas, es muy posible que los servicios multimedia acaben por ganar la partida. No obstante, si partimos de la base de que los periódicos como tales seguirán apareciendo, no hay motivo para creer que los empleos se vean amenazados. Los periodistas y otros trabajadores de la prensa escrita tendrán que adaptar sus actividades a las nuevas tecnologías a fin de competir con éxito y asegurar sus puestos de trabajo, pero hace tiempo que esto viene siendo así. Durante más de 20 años hemos visto cómo evolucionaban y se adaptaban las actividades de las editoriales a medida que se iban introduciendo las tecnologías. Hace años que las oficinas editoriales locales están conectadas por medios electrónicos con la oficina editorial central. Durante años, los periodistas han producido en sus propias computadoras páginas preparadas para su impresión. El sector tiene que seguir explotando estos cambios progresivos.

En Alemania contamos en la actualidad con un exceso de editores como consecuencia de ciertos convenios colectivos concluidos unos 15 años atrás. Ya entonces no se ajustaban al nivel tecnológico de la época, y menos aún al actual en una fase de recesión económica. Es necesario revisar estas normativas anticuadas. De hecho, es algo que debería haberse hecho años atrás.

¿Ha cambiado el trabajo de los periodistas, o cabe esperar que éste sufra cambios importantes en el futuro? Consideremos los principales aspectos del trabajo periodístico. Los periodistas tienen que suministrar una información precisa y actualizada, y en consecuencia sus horarios y condiciones de trabajo dependen de acontecimientos que el empleador no puede precisar y sobe los cuales no puede influir. Esto siempre ha sido así y seguirá siéndolo en el futuro. En consecuencia, las condiciones de trabajo de los periodistas han de seguir siendo flexibles. También es probable que se mantenga la misma estructura de personal. Se recurre a un número importante de periodistas independientes, y eso no va a cambiar. Tampoco existe motivo alguno para temer un incremento del número de periodistas independientes en detrimento de los empleados permanentes, ya que el campo de actividad y los flujos de información seguirán siendo los mismos. En lo que atañe al teletrabajo, no se trata en realidad de un fenómeno nuevo. Hace tiempo que las oficinas editoriales locales están conectadas con las oficinas editoriales centrales, intercambiando información y productos por medio de la red electrónica.

Quisiera referirme ahora a los medios de comunicación basados en la tecnología digital. Diversas empresas editoriales de periódicos distribuyen estos últimos tanto por medios electrónicos como en forma impresa. Si bien los servicios locales y regionales en conexión directa ofrecerán prestaciones especiales como, por ejemplo, la venta de billetes, el pedido de mercancías y servicios bancarios electrónicos, son en la práctica las empresas editoriales de periódicos las mejor situadas para desarrollar estos servicios. A través de su labor, han desarrollado estrechos contactos con la administración y con todo tipo de organizaciones, empresas e instituciones culturales. También saben cómo preparar y presentar la información con un propósito específico. Para ofrecer estos servicios en conexión directa, no hay duda de que los periódicos tendrán que emplear a otras personas, pero seguirá la demanda de periodistas para, por ejemplo, dirigir los foros de debate. Los servicios en conexión directa aún se encuentran en una fase inicial de desarrollo, pero ya puede comprobarse que se están creando nuevos empleos y que no están desapareciendo los antiguos.

Una revista alemana especializada en temas relativos a los medios de comunicación(30) investigó recientemente 45 servicios en conexión directa y averiguó que existía un promedio de 5,84 personas empleadas por cada uno de estos servicios. En gran número de casos se trataba de experiencias iniciales que, de tener éxito, darían obviamente lugar a un incremento del número de empleados.

Yo mismo llevé a cabo una investigación similar en el seno de nuestra asociación europea de editores de periódicos. Las respuestas revelaron que en el Reino Unido, Dinamarca, Suecia, Finlandia y Francia, cada uno de los servicios en conexión directa contaba con un promedio de tres empleados, esto es, periodistas. Estos eran personas de reciente contratación, que no procedían originalmente de actividades periodísticas más convencionales. En Alemania, se crean en promedio seis puestos de trabajo permanentes por cada servicio en conexión directa, así como unos cinco puestos de trabajo para periodistas independientes. No se habían perdido puestos de trabajo en las empresas editoriales a raíz de las nuevas actividades de los periódicos en el ámbito de los servicios en conexión directa. Estas cifras, aunque no totalmente representativas o completas, señalan una tendencia general: cuando los periódicos incorporan a sus actividades servicios en conexión directa se crean empleos.

En Alemania ha surgido un debate en cuanto a la posibilidad de que se esté creando un nuevo tipo de empleo, el de periodista en conexión directa. No cabe duda de que el perfil profesional del periodista ha cambiado en los últimos años, y seguirá cambiando en el futuro, pero en ningún caso puede hablarse de una ruptura total o de un perfil profesional totalmente nuevo para el periodista. Los periodistas tienen que trabajar normalmente con tecnologías modernas y computadoras a fin de tener una actuación profesional dinámica y eficaz. Han aprendido a hacerlo a fin de poder vender sus productos. El desarrollo de nuevas formas de presentación cambiará de algún modo el perfil profesional, pero no de una manera fundamental.

Por último, en lo tocante a las relaciones entre la prensa y los medios de comunicación digitales, desde el punto de vista de la política de los medios de comunicación, creo que los editores de periódicos deberían disponer de libre acceso a todos los servicios en conexión directa, deberían poder ofrecerlos, no deberían imponerse restricciones a este respecto, y no deberían plantearse problemas relativos a la propiedad.

El tema de los derechos de autor es una de las claves de la futura sociedad de la información. Si una empresa editorial que ofrece el trabajo del periodista, aunque sea a través de un servicio en conexión directa, no es capaz de gestionar y controlar la utilización del producto resultante, entonces resultará imposible financiar las nuevas inversiones necesarias en tecnología. Sin dicha financiación, el futuro se oscurece y pueden producirse repercusiones sobres los puestos de trabajo. No obstante, si los editores comprueban que son capaces de hacer un uso múltiple de su inversión, ello resultará obviamente beneficioso para todos. De otro modo, los costos asociados a los servicios en conexión directa se incrementarían de manera considerable. En lo que atañe al mercado europeo, esto sólo serviría para incrementar las presiones competitivas, ya que los editores de los Estados Unidos no han de pagar por los usos múltiples.

Es importante que los proveedores de servicios sean capaces de precisar con exactitud cuáles son los usuarios que tienen acceso a un servicio en conexión directa determinado, y qué utilización hacen del mismo. Los proveedores tienen que disponer de los medios técnicos para ejercer este control a fin de que puedan garantizar la refinanciación.

Por último, se ha expresado la opinión de que los medios de comunicación múltiples deberían ponerse al alcance de la juventud en las escuelas de modo que ésta pueda familiarizarse con los servicios en conexión directa a una edad temprana. Desde el punto de vista de los editores de periódicos, añadiría que los escolares no deberían centrarse de manera unilateral en un sólo tipo de medio, aun cuando se trate de un medio de comunicación múltiple, sino que deberían aprender a utilizar también la televisión, la radio y los periódicos. Necesitan aprender a escoger el medio que desean utilizar en un momento determinado. Debería darse la oportunidad a los escolares de acceder a la fuente de información que consideren más adecuada para sus propósitos.

Discusión general sobre los cambios que afectan
al nivel y a las modalidades de empleo

Michel Muller, del Grupo de los Trabajadores, puso en duda los diversos pronósticos según los cuales la sociedad de la información crearía puestos de trabajo, sobre todo porque la fuerza de trabajo se había visto a menudo enfrentada a lo contrario, es decir, a la pérdida de puestos de trabajo. En Francia, las industrias gráficas habían perdido 20.000 puestos de trabajo -- pasando de 110.000 a 90.000 -- durante el último decenio, y había sido necesario poner en marcha planes sociales muy onerosos para dar nuevos empleos a estas personas. De ser verdad que el desarrollo tecnológico creaba nuevos puestos de trabajo, tal y como se había sugerido, lo mejor sería invertir los recursos en la realización de estudios fiables destinados a determinar cuáles eran los puestos de trabajo que se estaban creando, y cuáles los que se estaban perdiendo, en lugar de invertirlos en planes sociales que a menudo creaban empleos artificiales. Dichos estudios deberían destacar cuáles eran los nuevos conocimientos técnicos y calificaciones requeridos a medida que el proceso de convergencia tecnológica iba eliminando las barreras entre la industria de artes gráficas, el periodismo y otros vehículos de información. Otro de los problemas ocasionados por la convergencia era la tendencia a una concentración de la propiedad. Un número reducido de grandes grupos controlaban no sólo la mayor parte de los medios de comunicación impresos, sino también una amplia gama de los demás medios de comunicación, lo cual representaba una amenaza para la expresión plural. Varias de las ventajas fiscales de que disfrutaba la prensa en la actualidad deberían replantearse y adaptarse a las nuevas realidades a las que se enfrentan las empresas periodísticas y de los multimedia. La gestión de todas las cuestiones sociales y societarias planteadas por las nuevas tecnologías exigían un amplio acuerdo y un consenso. Los convenios colectivos eran esenciales, ya que ni las negociaciones individuales ni el mercado podían por sí solos resolver estas cuestiones.

Tony Lennon del Grupo de los Trabajadores se sumó a la petición de que se realizaran estudios en profundidad sobre la naturaleza y el número de los empleos que se estaban creando, lo cual indicaría claramente las tendencias regionales y sectoriales. La concentración de la propiedad entrañaba dos problemas: en primer lugar, y debido a sus economías de escala y a su deseo de lograr mayor eficacia, los conglomerados mundiales presentaban, respecto de las compañías individuales nacionales, algo más que una tendencia a reducir el número de empleados y a plantear problemas a los trabajadores en términos de condiciones de trabajo y tasas salariales; en segundo lugar, la concentración ocasionaba problemas de orden político y cultural, al socavar la diversidad cultural. Los gobiernos y los interlocutores sociales deberían proteger la diversidad y la cultura nacionales.

Marie-Louise Thorsén Lind, del Grupo de los Empleadores, afirmó que la sociedad de la información no traería consigo la concentración, sino el pluralismo. Como parte de dicho pluralismo, habían surgido diversas modalidades de negociación. En la actualidad, no todos los trabajadores deseaban convenios colectivos, sino que algunos preferían negociar sobre una base individual, y debería respetarse este derecho a elegir.

Néstor Cantariño, del Grupo de los Trabajadores, manifestó su preocupación ante los comentarios que suponían la negación de la participación sindical en las relaciones laborales. Era posible que los empleadores, e incluso algunos gobiernos, prefirieran las negociaciones individuales, pero tales ideas constituían una amenaza para el tripartismo tradicional, tal y como se entendía en el seno de la OIT.

Dominique Schalchli, representante del Gobierno de Francia, señaló que la clave no radicaba en saber si había de sustituirse la representación colectiva por un movimiento encaminado a lograr acuerdos individuales, sino en reconocer que había que introducir ciertos cambios en la manera de conducir la negociación colectiva.

Ulrich Holtz, del Grupo de los Empleadores, afirmó que, en muchos aspectos, la realidad ya había superado el debate actual. En la industria informática había surgido un tipo de trabajador distinto. En primer y más importante lugar, estos trabajadores deseaban más flexibilidad en su trabajo; de hecho, la demanda de flexibilidad era incluso mayor por parte de los trabajadores que por la de los empleadores. A menudo, el deseo de flexibilidad revestía mayor importancia que las cuestiones salariales como principal punto de discusión.

Walter Durling, Vicepresidente empleador, destacó que los convenios colectivos no deberían servir como una herramienta para retrasar o detener la evolución tecnológica, sino que debían seguir una vía paralela a ésta.

Marco Biagi, representante del Gobierno de Italia, afirmó que la justificación de los convenios colectivos no era ni el detener ni el acelerar la introducción de nuevas tecnologías. Se trataba simplemente de la mejor manera de reglamentar nuevas modalidades de empleo de una manera flexible. La negociación colectiva era, con mucho, el método más flexible para gestionar las relaciones laborales y, en consecuencia, era preferible en términos generales al recurso a la legislación y a las reglamentaciones estrictas. Había nuevos tipos de trabajo que se encontraban aún en fase experimental, y por lo general los interlocutores sociales estaban mejor preparados que los gobiernos para ser los primeros en reglamentar estas nuevas modalidades.

José Luis Erosa Vera, del Grupo de los Empleadores, señaló que los medios de comunicación múltiples como tales, no existían. Lo que existía eran ciertos servicios que podían prestar compañías o sectores y ciertas actividades, tales como el periodismo, que podían reglamentarse de diversas maneras, incluida la negociación colectiva. En consecuencia, los empleadores no relegaban ni ignoraban la negociación colectiva, sino que se limitaban a señalar que no existía una entidad multimedia per se que diera lugar a ninguna negociación o legislación. Podía hablarse de la modernidad, de las nuevas tecnologías o de los cambios en determinados tipos de trabajo, en una determinada empresa o en un sector, pero eso era todo.

Tony Lennon replicó que, aunque pudiera resultar difícil describir el sector multimedia, se estaban produciendo cambios similares en varios sectores, y que este proceso de cambio debería reglamentarse a través de convenios colectivos entre los interlocutores sociales.

El Grupo de los Empleadores destacó que, aunque no se oponía a la negociación colectiva como tal, ponía reparos a la idea de imponer los convenios colectivos como único instrumento para la negociación de las condiciones de trabajo en una determinada área tecnológica. Un principio como éste vulneraría la libertad de acción de los individuos. Cada trabajador tenía derecho a determinar si deseaba negociar sobre una base colectiva o individual. El principal objetivo de un empleador al contratar a un trabajador era el de obtener su colaboración -- y los trabajadores colaborarían si las condiciones de trabajo eran satisfactorias. En resumen, la intención de legislar era perjudicial para el desarrollo de la sociedad. No podía imponerse por ley la obligación de negociar los acuerdos sobre una base colectiva.

Tony Lennon expresó su desacuerdo y destacó que uno podía legislar para que los convenios colectivos fueran el instrumento que abarcara la función, las actividades y el salario de los trabajadores individuales. El hecho de que los empleadores tenían un importante poder sobre los trabajadores individuales seguía siendo cierto, cualquiera que fuera el grado de desarrollo tecnológico y, en consecuencia, exigía una organización colectiva. La costumbre de los trabajadores de organizarse para fijar los salarios podía observarse mucho antes de que se hubieran creado los sindicatos como tales. La historia también demostraba que la negociación colectiva no era incompatible con un alto grado de flexibilidad, ya que fueron trabajadores altamente calificados, autoempleados y, que posiblemente daban muestras de bastante flexibilidad, quienes constituyeron las primeras organizaciones colectivas antes de la era industrial.

Carlos Alberto de Almeida, del Grupo de los Trabajadores, se refirió a las muy diferentes situaciones en que se encontraban los países desarrollados respecto de los países en desarrollo en lo que atañe al contexto en el que se estaban introduciendo las nuevas tecnologías. Muchos países del Tercer Mundo se enfrentaban a importantes reducciones presupuestarias en los programas de enseñanza pública. Puesto que los trabajadores no tenían la oportunidad de recibir una formación profesional, las nuevas tecnologías desembocaban en tasas de desempleo más elevadas. Mientras que muchos trabajadores se convertían en excedente de mano de obra, los pocos que contaban con los conocimientos técnicos necesarios tenían que asumir muchas funciones adicionales además de sus tareas originales. Esta multiplicación de funciones acarreaba un incremento de la jornada de trabajo y, ya que no recibían ninguna remuneración adicional por asumir estas nuevas funciones, el resultado era en la práctica una reducción del salario del trabajador. Puesto que, en la mayor parte de estos países, los sindicatos eran débiles debido a la situación política imperante, difícilmente podían enfrentarse a los nuevos retos -- tales como el desempleo estructural o el incremento de la jornada de trabajo sin una remuneración justa -- por no decir otras cuestiones, tales como la protección de los derechos de autor de los periodistas. En consecuencia, el papel de la OIT debería consistir en incitar a los gobiernos de estos países a llevar a cabo programas de formación y de readaptación. Además, debería informarse por adelantado a los sindicatos acerca de la introducción de nuevas tecnologías, lo cual les permitiría formular planes para que los trabajadores pudieran adaptarse a las mismas y garantizar la negociación colectiva. Por último, habida cuenta de que en países tales como Ghana o Brasil la prensa llegaba tan sólo a una minoría de la población, y que muchos no podían permitirse la compra de un periódico, convendría que los gobiernos iniciaran programas destinados a estimular la expansión de la prensa y el aumento del número de lectores, en lugar de centrarse simplemente en las nuevas tecnologías. Un estímulo de este tipo no solamente permitiría elevar el nivel cultural, sino que también incrementaría el número de empleos en este sector.

Respuesta del grupo de especialistas

Bernie Lunzer declaró que la velocidad del cambio tecnológico era vertiginosa. La necesidad de formación continua para los trabajadores seguiría siendo muy fuerte. Además, los trabajadores necesitaban tener acceso a la representación real a fin de hacer frente a las nuevas presiones. En los Estados Unidos, la legislación iba en perjuicio de los trabajadores. Era más que probable que una persona que tratara de crear un sindicato para introducir la representación colectiva fuera despedida. La negociación se consideraba como un acto de conspiración e invitaba a aplicar la legislación antimonopolio. En resumen, en un país que se suponía era la nación más desarrollada del mundo, la situación era bastante deplorable.

Heinz-Uwe Rübenach convino en que se estaba produciendo una concentración de los medios de comunicación, pero afirmó que esto se debía en parte a la necesidad de obtener capital para seguir desarrollándose. En la Europa continental en general, y sin duda en Alemania, los convenios colectivos se consideraban como un instrumento adecuado para regular las condiciones de trabajo. No obstante, los sindicatos habían exigido a menudo condiciones de trabajo que no eran realistas. En consecuencia, las empresas y los empleados habían dejado de aceptarlos y habían comenzado a negociar en el plano local o en el de la empresa, o incluso mediante contratos individuales, a fin de decidir acerca de su propio futuro. La falta de realismo por parte de los sindicatos también ha causado problemas a las asociaciones de empleadores, ya que las empresas no querían verse ligadas a convenios colectivos inaceptables. Las empresas habían comenzado a abandonar estas asociaciones, al preferir resolver las condiciones de empleo a escala de la empresa. Teniendo presente este peligro, el orador exhortó a los trabajadores a que consideraran ideas más realistas para seguir mejorando las condiciones de trabajo.

George Mensah Aryee agradeció que los participantes no se limitaran a estudiar a los «pesos pesados» del cambio tecnológico y que hubieran examinado también los problemas particulares de los países en desarrollo. Los países africanos habían llevado a cabo un gran esfuerzo durante la transición de una economía planificada a un entorno de libre empresa, y necesitaban un poco de solidaridad en su lucha con la evolución tecnológica. Además, destacó que los países africanos deseaban creer que el recurso a la negociación colectiva presentaba cierta utilidad como medio para garantizar un equilibrio justo en el desarrollo futuro.


Parte 6

Las repercusiones de la convergencia
en las condiciones de trabajo
de los artistas intérpretes

Evolución del sistema de producción y de las condiciones
de trabajo de los músicos: influencia de la tecnología
en la mentalidad y el quehacer humanos

por Shinji Matsumoto(31)

A menudo se oye decir que los medios de comunicación múltiples estimularán las sensibilidades artísticas y culturales y permitirán acceder a una nueva era en el mundo de las comunicaciones. En el Japón se considera que los multimedia serán un sector esencial de la economía del siglo XXI, perspectiva que por lo general se contempla con gran optimismo. Sin embargo, hoy quisiera referirme a otro aspecto de la evolución reciente en este campo, a saber, las repercusiones de la tecnología digital en la actividad de los intérpretes musicales.

Hasta el decenio de 1960 era habitual que cada estudio de grabación emplease hasta 50 músicos, comprendidos los solistas, bajo la batuta de un director. Este y los intérpretes colaboraban en el perfeccionamiento de la obra musical. Compositores, cantantes e instrumentistas compartían un mismo tiempo y un mismo ámbito para, gracias a una estrecha comunicación, llevar a buen término la grabación que les ocupase. A medida que avanzaban en la creación musical se desarrollaba entre ellos un sentimiento de solidaridad.

Muchos de los músicos de estudio eran empleados de las compañías fonográficas. Ayer, un miembro empleador afirmó que muchos trabajadores, y en particular los músicos, preferían el empleo independiente; debo precisar que, por lo que a los músicos se refiere, preferimos ser asalariados de una empresa fonográfica. Hoy en día, la relación de trabajo ha dejado de tener carácter contractual para convertirse en una relación de «no empleo». Los vínculos entre los músicos y sus empleadores se han debilitado considerablemente, cuestión que es motivo de gran preocupación.

Los progresos de la tecnología han entrañado una desaparición paulatina de las grabaciones simultáneas. En la actualidad, lo habitual es que se graben por separado diferentes grupos de instrumentos, como las secciones rítmicas, de cuerdas, de instrumentos de viento de madera y metálicos, y que técnicos de sonido se encarguen más tarde de combinar las respectivas interpretaciones en una sola pista. Una vez completada la pieza musical, se le agregan los elementos vocales. En otras palabras, cada músico se ocupa de interpretar su propia partitura sin que nunca tenga que oír el conjunto de la obra.

La aparición del sintetizador a mediados del decenio de 1960 permitió utilizar fuentes de sonidos digitalizadas. Ello cambió radicalmente los procedimientos de grabación en estudio, pues el sintetizador vino a sustituir a diversos instrumentistas. Los músicos desaparecieron del estudio de grabación y el sintetizador se hizo omnipresente. Las nuevas competencias técnicas que aportó el programador de sintetizadores fueron aprovechadas para acercar lo más posible el sonido a lo que deseaban los compositores. En un principio, los sintetizadores reemplazaron a los instrumentos que producen ondas de sonido simples, para paulatinamente llegar a sustituir a prácticamente todos los instrumentos, lo que fue posible gracias a la tecnología de muestreo de sonidos, que permite crear una enorme variedad de sonidos mediante el sintetizador. Su utilización predominó en el mundo musical, precisamente en función de su capacidad para sustituir a casi todos los instrumentos musicales. En la actualidad, los únicos instrumentos acústicos que siguen utilizándose son los más especializados. Con esta salvedad, los instrumentos musicales convencionales se emplean en general para añadir profundidad y timbre al sonido sintetizado.

Más tarde apareció la norma MIDI. La computadora tomó el control de los sintetizadores y los intérpretes musicales se encontraron en una situación aún más precaria. Al cabo de largos años de rigurosa formación, los instrumentistas aprenden a expresar su talento musical y a establecerse profesionalmente como músicos. Ahora bien, la introducción de los sintetizadores controlados por computadora hizo posible que incluso gente sin competencias musicales profesionales pudiera introducir datos en una computadora y tomar parte en una producción musical. Este fenómeno ha puesto en peligro la situación profesional de los intérpretes musicales. Cierto es que en la producción de las obras musicales más importantes por lo general se han seguido empleando instrumentos acústicos y no se ha impuesto la tendencia al uso de sintetizadores o computadoras. En cambio, por lo que se refiere a las bandas sonoras de películas, la música popular, la música empleada en juegos de computadora o las fuentes de sonido para karaoke, se utilizan esencialmente sonidos producidos por sintetizadores. En tales circunstancias, se ha producido una verdadera tormenta de desempleo tecnológico, en medio de la cual los músicos de estudio se esfuerzan por sobrevivir.

Inicialmente, los programadores de sintetizador que sustituyeron a los músicos fueron muy solicitados. Sin embargo, al irse desarrollando diversas innovaciones técnicas, los sintetizadores fueron haciéndose más baratos, su funcionamiento se simplificó y disminuyeron las exigencias de calificación profesional de los programadores.

La acción conjugada de estos cambios tuvo repercusiones considerables en las condiciones de trabajo de los músicos de estudio y planteó en particular tres problemas centrales. En primer lugar, al pesar sobre los músicos la amenaza constante de la pérdida de sus puestos de trabajo, han ido perdiendo su capacidad, tanto individual como colectiva, para entablar negociaciones fructíferas que les permitan mejorar sus condiciones de trabajo. Ello ha tenido por resultado una disminución relativa de los honorarios que perciben estos trabajadores. En los últimos diez años, los emolumentos mínimos de los músicos de estudio contratados para producciones destinadas a la difusión han aumentado en un promedio del 35 por ciento, mientras que las remuneraciones de los músicos ocupados en grabaciones han aumentado sólo en un 20 por ciento. En segundo lugar, por considerarse que los músicos de estudio son trabajadores independientes, no tienen derecho a las mismas prestaciones sociales que los trabajadores asalariados. Por lo tanto, en caso de terminación de la relación de trabajo, no perciben subsidios de desempleo. El tercer problema se refiere a los derechos de autor y derechos conexos. Una cuestión crucial a la que tenemos que aportar respuesta es la de si los programadores de sintetizador o los productores de sonido mediante computadoras quedan o no comprendidos en la categoría de intérpretes con arreglo a la legislación sobre derechos reservados y si pueden reclamar una remuneración sobre la base de los derechos conexos.

¿Cuáles son los cambios que en la vida y el trabajo de los músicos ha entrañado la creciente producción por multimedia? La mayoría de los CD-ROM que se fabrican están destinados a los computadores de multimedia. Sin embargo, por lo que a los músicos se refiere, esta situación no se ha traducido en una mayor oferta de empleo. Los temas musicales utilizados en CD-ROM provienen casi en su totalidad de grabaciones en disco compacto ya existentes. Incluso cuando se decide crear nuevos sonidos, su producción se encarga a un número sumamente reducido de personas. Por otra parte, aunque en las emisiones por multicanales de televisión digitalizada se han comenzado a emplear los satélites de comunicación, en la mayoría de las transmisiones simplemente se vuelven a utilizar programas existentes o programas extranjeros importados al Japón. Si bien es cierto que ha habido un ligero aumento de la transmisión en directo de conciertos, ello no ha redundado en una mayor oferta de trabajo para los músicos.

No obstante que los productores de programas en multimedia y los difusores dicen atribuir importancia al contenido, la realidad es que en vez de fabricar nuevos productos suelen limitarse a importar creaciones extranjeras o a reutilizar las producciones existentes. Ello explica que una y otra vez se intente menoscabar los derechos conexos conseguidos a los intérpretes. Se han dado muchos casos de músicos que, para tener la posibilidad de actuar en un determinado programa, se han visto obligados a ceder sus derechos conexos a los productores.

En 1993 comenzó a debatirse en el seno de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) un nuevo tratado relativo a la protección de los artistas intérpretes y los productores de fonogramas, el que fue adoptado a finales del año pasado. Los músicos habían abrigado grandes esperanzas de obtener una mayor protección de sus derechos, congruente con las necesidades que se plantean en esta era de multimedia, pero, en la práctica, el convenio adoptado resultó anacrónico y extremadamente decepcionante, pues en él no se reconoció el derecho de los intérpretes que toman parte en obras audiovisuales.

La índole de las comunicaciones sociales se ha transformado, al afirmarse la preeminencia de la lógica económica, y al dejar el público de reflexionar con profundidad y de asistir a manifestaciones artísticas y culturales. La gente se conforma con recibir pasivamente modelos culturales rígidos y con abordar la existencia de manera más bien superficial. Las últimas innovaciones tecnológicas no siempre han contribuido al desarrollo de nuevas capacidades humanas. En lo que me concierne, por ejemplo, siempre preparo mis charlas con un programa de tratamiento de texto, cosa que he hecho en esta oportunidad. Los programas de tratamiento de texto son muy convenientes para revisar y mejorar la redacción, pero he pagado un cierto precio por esta ventaja, ya que he olvidado muchos de los caracteres chinos que antes conocía. Hace unos años, cuando escribía un artículo acostumbraba consultar muchos libros, diarios y revistas; ahora me limito a consultar una base de datos en CD-ROM o a buscar información en Internet, y enseguida combino los elementos que elija para redondear los párrafos.

Al entrar las computadoras en nuestras vidas, hemos dejado de utilizar nuestra capacidad para pensar profundamente. En cambio, hemos dedicado nuestra inteligencia a comprender y manejar programas informáticos y adquirir competencias prácticas. Cuando vemos a los niños absorbidos por un juego de computadora nos preocupa que tal actividad coarte el desarrollo equilibrado de su personalidad y su sensibilidad. Por cierto, no desapruebo el progreso social que la ciencia y la tecnología han traído consigo. Con todo, me preocupa que en el futuro la gente pierda la capacidad de diálogo y terminen pasando sus días frente a una pantalla de computadora.

Es evidente que el desarrollo de las redes de información por computadora permite a cualquier persona comunicarse libremente con interlocutores del otro lado del planeta, incluso en circunstancias de realidad virtual. Pero, ¿significa esto que las relaciones humanas y la expresión de nuestra individualidad deberían quedar restringidas a estos intercambios virtuales? Al parecer, los multimedia amplían los horizontes de nuestro mundo, pero me pregunto si no se trata de una ilusión. Pudiera ser que los seres humanos estemos aislándonos por culpa de las computadoras y que nuestra sensibilidad artística y cultural esté siendo limitada por la capacidad de los programas informáticos. Temo que perdamos nuestra sensibilidad, que disminuya nuestra creatividad y que terminemos viviendo en una sociedad superficial.

Permítanme referirme ahora a los efectos de los multimedia en el desarrollo de nuestra cultura. Necesitamos mantener nuestras tradiciones, no sólo en los países en desarrollo, sino también en los países adelantados. El Japón es un país muy receptivo a la cultura y la tecnología extranjeras. Nuestro país acogió con gran dinamismo la ciencia y la técnica extranjeras, y tuvo éxito en la comercialización de los productos derivados de aquéllas, así como en la exportación de los mismos. Ello permitió que después de la guerra el país recuperara rápidamente su prosperidad económica. Lo mismo ha ocurrido con la cultura, pues los japoneses hemos respetado desde siempre los productos extranjeros. Por ejemplo, la mitad de los discos compactos comercializados en Japón son importados. En lo que atañe a la música clásica, una cuarta parte de los conciertos que se dan cada año son interpretados por artistas extranjeros. La mitad de los ingresos que generan los conciertos parten al extranjero. Al favor de esta gran aceptación, la cultura extranjera está afluyendo al Japón y, de hecho, el mercado nacional comienza a ser dominado por los productos extranjeros. En cambio, cuando se ha tratado de preservar y fomentar la cultura japonesa, no se ha recibido apoyo suficiente del Gobierno. Las posibilidades de trabajo para los artistas han disminuido paulatinamente debido a la falta de respaldo a las actividades culturales. A mi juicio, este problema es aún más grave que el del desempleo por motivos técnicos.

Gracias al desarrollo de las redes de información, se han venido acortando las distancias internacionales y ampliando las posibilidades de efectuar intercambios culturales entre países y regiones distantes unos de otros, fomentando de esta manera la comprensión entre los pueblos. Tenemos que respetar las culturas y los sistemas sociales de cada país. Asimismo, necesitamos formular convenios, sistemas y normas que sean congruentes con el avanzado nivel de las sociedades de la información en la era de los multimedia. La actividad de los músicos intérpretes se remite directamente a la sensibilidad artística y cultural de la población. Nuestras actividades estimulan a la gente a vivir mejor; por su parte, el público nos motiva, impulsándonos a buscar nuevas formas de creatividad. Largos años de esfuerzo se han traducido en una rica creación artística y un estimulante progreso social. Cuanto más rápido progrese la tecnología, tanto más importancia deberían cobrar las actividades artísticas. La creación artística es uno de los principales rasgos distintivos del ser humano. Si no valoramos en su justa medida el sentimiento y la expresión artística, la sociedad de multimedia no podrá alcanzar su madurez. Tal es mi firme convicción.

Discusión general sobre las repercusiones
de la convergencia en la condición
de los artistas intérpretes

John Morton, de la Federación Internacional de Músicos (FIM), recordó que el fenómeno de la convergencia técnica no era desconocido para los intérpretes musicales. En realidad, éstos figuraban entre las primeras categorías de trabajadores afectados por la evolución tecnológica, en particular en lo relativo a la grabación de sonido e imagen, y también por la convergencia de las tecnologías y por la difusión a través de la radio y la televisión de obras grabadas. Las nuevas técnicas habían marcado una separación radical de los músicos con respecto al tiempo y al lugar de la interpretación o la representación de las obras, lo que había tenido vastas repercusiones en las actividades musicales y teatrales. Hace unos 70 años, los músicos recurrieron a la OIT buscando soluciones a los problemas laborales y económicos que planteaba entonces la convergencia entre las grabaciones y la radiodifusión. En 1961, la OIT hizo una importante contribución a la Convención de Roma, en la que no solamente se dispuso la protección de los artistas intérpretes sino también la de los productores de fonogramas y los organismos de radiodifusión, grupos que también habían reconocido la necesidad de quedar amparados por dicho instrumento. Los artistas valoraban en su justa medida los aportes esenciales y prácticos de la OIT a los actuales debates acerca de los derechos de los artistas, los autores y los productores. La historia de la OIT mostraba que las deliberaciones tripartitas podían dar origen a propuestas y medidas equilibradas. Las preocupaciones que ahora abrigaban los artistas con respecto a la convergencia rebasaban el marco de la grabación y la difusión de la producción artística, que fueron objeto de la Convención de Roma. Entre las cuestiones que hoy preocupaban a los artistas figuraban materias tales como la reutilización y la modificación de segmentos de sus interpretaciones, la facilidad con que terceros pueden disponer de sus obras y utilizarlas sin autorización y sin mediar pago, así como sobre las dificultades que encuentran para establecer relaciones colectivas con las empresas productoras y usuarias, que se caracterizan por su disgregación. Los artistas intérpretes sabían perfectamente bien que la actual evolución tecnológica no entrañaba únicamente riesgos, sino también enormes ventajas en lo que atañe a la distribución y la utilización de su trabajo. A su juicio, el cauce que había de seguir el progreso tecnológico no era en modo alguno inevitable ni estaba trazado de antemano. El ser humano podía controlar la tecnología y decidir qué organización y usos darle. Ello no obstante, era necesario estudiar de qué manera se podía aplicar el progreso tecnológico ajustándolo a estructuras bien afianzadas. Por otra parte, la necesidad de preservar la diversidad de los recursos culturales revestía una especial importancia para los artistas intérpretes. Salvo posibles excepciones, la gran mayoría de los artistas aspiraban a formas de representación colectivas. Había incluso artistas de gran renombre que, aun cuando podían fácilmente negociar sus remuneraciones a título individual, seguían siendo parte en convenios colectivos. Objetivos como fortalecer el diálogo social, mejorar las estructuras económicas y jurídicas y estudiar la aplicabilidad de las normas del trabajo quizás no resultaban interesantes para los ideólogos partidarios de las irrestrictas fuerzas del mercado o para los «tecno-anarquistas» que consideran que todo cambio técnico es forzosamente benéfico; no obstante, estas cuestiones iban a retener seguramente la atención de los participantes en el presente debate.

Para la Sra. Katherine Sand, del Grupo de los Trabajadores, la cuestión de la propiedad intelectual de los artistas intérpretes era un problema central en el marco de la revolución de los multimedia, habida cuenta del menoscabo de los derechos de los artistas que se estaba registrando en todo el mundo. Había aumentado la presión ejercida sobre los artistas mediante contratos que los obligan a ceder sus derechos. Los artistas deberían mantener una relación constante con sus obras y seguir percibiendo las retribuciones financieras correspondientes por la utilización, reutilización y modificación de sus interpretaciones, prácticas que se habían generalizado. En los nuevos productos de multimedia era cada vez más corriente, por ejemplo, el uso de la voz de los artistas en juegos para computadora, así como en materiales audiovisuales difundidos por Internet. Todas estas materias debían negociarse con los empleadores. Aunque los intérpretes eran, en términos generales, optimistas en cuanto a la ampliación de la oferta de empleo generada por las nuevas tecnologías, consideraban que era engañoso hablar de una «sociedad de la información mundial». Este nuevo fenómeno no había beneficiado en absoluto a los artistas de muchas partes del mundo, lo que tenía graves consecuencias para la producción nacional y la preservación de las culturas nacionales. Por último, consideraba que la aparición de intérpretes virtuales creados mediante computadoras podría difícilmente hacer superfluo el trabajo de los artistas. En primer término, para crear «actores» digitales se necesitaban artistas intérpretes de carne y hueso. En todo caso, incluso en un futuro dominado por los multimedia, el público iba a seguir reclamando las interpretaciones de actores humanos.

El Sr. José Luis Erosa Vera, del Grupo de los Empleadores, declaró que el debate sobre los aspectos laborales de las actividades de difusión debería limitarse a la primera transmisión de una interpretación o una representación dada. Los problemas relativos a ulteriores difusiones o a usos secundarios del trabajo de los intérpretes estaban claramente ligados a la cuestión de los derechos de autor y, por ende, debían ser tratados en la OMPI, y no en la OIT. No cabía duda de que las dificultades laborales que se planteaban a los músicos, intérpretes y actores estaban relacionadas con las innovaciones tecnológicas recientes. La tecnología entrañaba a menudo trastornos de este tipo. Sin embargo, de ello no tenían la culpa los empleadores, como se había insinuado al indicarse la desaparición de los contratos; tales problemas obedecían más bien a la incapacidad de los intérpretes para adaptarse a las transformaciones tecnológicas. Ello explicaba que técnicos sin conocimientos musicales hubieran podido desplazar a los músicos en actividades de composición o de interpretación.

A juicio del Sr. Pier Verderio, del Grupo de los Trabajadores, en el futuro la sociedad de la información iba tal vez a convertir en negocios lucrativos algunas ramas poco rentables del sector esparcimiento y espectáculos. Por ejemplo las óperas y las obras de teatro, que nunca habían sido financieramente provechosas debido a la pequeña escala de su mercado, iban a poder conectarse pronto a un único y gigantesco mercado. En otras palabras, manifestaciones artísticas cuyo ámbito había estado tradicionalmente restringido al lugar de la representación iban a poder «trasladarse por el espacio» y, de esta manera, generar beneficios. La sociedad de la información, dadas sus características de entidad virtual desplegada en todo el mundo, iba a provocar una crisis en la esfera de la recaudación de impuestos debido a que resultaba imposible determinar con precisión dónde tenían lugar la producción y la venta de los productos y, por lo tanto, dónde había de aplicarse el impuesto al valor añadido. En la medida en que los regímenes de protección social solían basarse en un sistema tributario general, era evidente que estos problemas tendrían efectos considerables. Había que estudiar la posibilidad de establecer sistemas alternativos de contribución. Las empresas y otras personas jurídicas podían pagar impuestos según modalidades distintas de las aplicadas a las personas físicas. A una sociedad basada en la producción de bienes inmateriales debía corresponder una nueva concepción de las responsabilidades tributarias.

El Sr. Marc Blondel, Presidente del Coloquio, se refirió a los problemas que en la actualidad se planteaban en Francia, y en particular al funcionamiento del sistema de prestaciones de desempleo en lo que atañe a los artistas intérpretes. La situación de los artistas empleados a tiempo parcial se había hecho cada vez más inestable, al ir generalizándose la práctica de los contratos de corta duración e intensificándose la rotación en esta categoría de puestos de trabajo. Por consiguiente, el sistema de seguro de desempleo era objeto de una elevada demanda por parte de los trabajadores de este sector. A raíz de esta situación, los trabajadores de otras ramas de actividad cuyas contribuciones se estaban destinando en una medida cada vez mayor a financiar las prestaciones de desempleo en el sector esparcimiento y espectáculos habían comenzado a cuestionar el sistema interprofesional en su conjunto. En particular, impugnaban la idea de que su contribución debía considerarse como un subsidio indirecto a la cultura y la creatividad, pues consideraban que tal función no incumbía a un régimen de seguro de desempleo. Toda esta problemática planteaba numerosas cuestiones acerca de la solidaridad social y los límites que ésta tiene, de la intervención estatal y de la manera en que los gobiernos deberían asumir sus responsabilidades en materia de preservación de la cultura y la creatividad.

La Sra. Nagwa Abdalla Abdel Hafez, representante gubernamental de Egipto, se refirió a su experiencia en los medios de difusión y afirmó que, si bien era cierto que un estudio de sonido podía ser reemplazado por una computadora y los programas adecuados, estos sistemas nunca llegarían a reemplazar el talento de los seres humanos. La industria fonográfica seguía necesitando el aporte de músicos talentosos para ensamblar las distintas grabaciones hechas separadamente por los instrumentistas. En el campo de los dibujos animados, las computadoras no podían sustituir aún la creatividad de los artistas, no obstante la utilización de los programas más modernos. En síntesis, la computadora servía para expresar la inteligencia y la destreza de los seres humanos, pero no podía sustituir las cualidades artísticas de éstos.

Respuesta del conferenciante

El Sr. Shinji Matsumoto convino en que las computadoras no podrían sustituir el talento de las personas, pero hizo hincapié en que era importante que los artistas intérpretes lograran un mayor reconocimiento social. Con demasiada frecuencia se daba más importancia al rendimiento de las computadoras, en desmedro del valor de la contribución de los seres humanos.

Los problemas laborales que se planteaban en la actualidad a los artistas intérpretes estaban sin duda relacionados con la tecnología, pero los planes de producción y, por ende, las decisiones en cuanto a cómo aplicar las nuevas tecnologías, eran establecidos por los empleadores. Por consiguiente, no se trataba únicamente de cuestiones tecnológicas sino también de la incidencia que la acción de los empleadores y las empresas tenían en los problemas laborales de los artistas intérpretes.

Por último, ya no era posible confinar el tratamiento de los problemas relativos a los derechos de propiedad intelectual a una única organización, fuese ésta la OMPI o la UNESCO. La línea divisoria entre las organizaciones internacionales se había hecho imprecisa. Era pertinente que la OIT se interesase por los problemas de la propiedad intelectual, por cuanto muchos intérpretes se habían visto obligados a ceder sus derechos a cambio de poder trabajar en un programa o una representación. Por lo tanto, no se trataba de un problema de derechos, sino de una cuestión laboral.


Parte 7

Repercusiones de la convergencia
en las necesidades de personal calificado

Consecuencias de la convergencia de los medios
de comunicación múltiples en las necesidades
futuras de personal calificado

por Phil O'Reilly(32)

Para tratar de las consecuencias que tiene la convergencia de los medios de comunicación múltiples en las necesidades futuras de personal calificado, voy a hablar desde la perspectiva de los editores de periódicos de Nueva Zelandia. En mi opinión, los periódicos tienen ciertas ventajas importantes para desenvolverse en el futuro convergente, tanto desde el punto de vista de la organización del trabajo como desde la perspectiva de las necesidades de personal calificado. Aunque sin duda habrá un cambio importante en las necesidades de personal calificado, muchos de los sillares fundamentales del edificio futuro ya existen en el mundo de los periódicos y los cambios que necesiten serán más en concepto de desarrollo que para partir de cero. Las soluciones que se apliquen con éxito a una empresa podrían resultar desastrosas en otros casos, y los convenios de la OIT deberían tener esto muy en cuenta.

Permítanme que describa la industria periodística de Nueva Zelandia. Nueva Zelandia tiene una población de unos 3,5 millones de habitantes, atendida por 26 periódicos diarios y dos suplementos dominicales. Diariamente, circulan en Nueva Zelandia unos 850.000 ejemplares de periódicos diarios, leídos por aproximadamente 1,7 millones de lectores. Los editores de prensa diaria tienen unos 5.000 empleados.

¿Qué es lo que se está haciendo en los periódicos de Nueva Zelandia para preparar los cambios que se avecinan? En relación con el proceso de convergencia, la respuesta más obvia que hasta ahora han dado los periódicos de todo el mundo ha sido explorar las posibilidades de la Internet para facilitar un medio alternativo de lectura y anuncios. En Nueva Zelandia hay ahora mismo dos periódicos que tienen sitios activos en red, pero espero que el número de los que participan en este ámbito aumente rápidamente en uno o dos años a medida que los demás vayan avanzando sobre la base de las experiencias de sus colegas y de su propio estudio de las tendencias de ultramar.

Los periódicos están muy bien situados para competir en la Internet, porque tienen mucha información y, además, capacidad y experiencia para reunir de manera atractiva esta información. Sin embargo, como la Internet es un medio de comunicación nuevo, hay que elaborar también un nuevo pensamiento. La Internet no es un periódico en línea.

Habida cuenta de que la Internet es muy distinta de los periódicos tradicionales, nuestra experiencia en Nueva Zelandia ha sido que lo mejor es situar a un discípulo en este nuevo medio de comunicación para poner en marcha las actividades en cada sitio individual del periódico. Este discípulo puede proceder de dentro de la plantilla del periódico o bien puede ser contratado para ello desde el exterior. El jefe del equipo reunirá personal de dentro del periódico y consultores de fuera para realizar conjuntamente este nuevo trabajo. En toda Nueva Zelandia se ha producido un crecimiento del empleo en los periódicos a consecuencia del desarrollo de los sitios de la Internet. Este incremento neto del empleo es actualmente muy pequeño, pero esperamos que vaya aumentando a medida que los periódicos acepten el desafío de la Internet.

¿Cuáles son las consecuencias de la convergencia en las necesidades de personal calificado? Estas consecuencias varían mucho. En algunos casos, apenas se da cambio alguno, o cambios muy pequeños. Un periodista sigue siendo un periodista. En otros casos, se necesitan cambios importantes. Un diseñador gráfico de un producto impreso puede necesitar la adquisición de nuevas e importantes capacitaciones para diseñar y mantener una página en red. Los trabajadores implicados en el proyecto necesitan por lo menos algunas nuevas capacitaciones para entender cómo funciona este medio de comunicación.

¿Quién va a ayudarles para obtener estas calificaciones? Sería demasiado fácil proponer que los trabajadores que estén en el mercado de trabajo de la convergencia tendrán que obtener sus capacitaciones en su tiempo libre y a sus propias expensas. La adquisición de capacitaciones específicas de trabajo será financiada en gran medida por los empleadores en el futuro, por lo menos en el caso de la industria periodística de Nueva Zelandia. Los periódicos seguirán muy comprometidos en la formación, de modo que sus empleados puedan contribuir al desarrollo y crecimiento de un buen producto, cualquiera que sea. Las destrezas del tipo de la recopilación de información y la organización, u otras como el diseño, los gráficos y otros medios de mantener a los lectores (en papel o en pantalla) interesados, y determinadas destrezas técnicas como la informática, serán tan importantes en el futuro o quizás más que lo que son hoy día. Ninguno de los elementos de la convergencia puede cambiar estos imperativos.

Creo que se va a producir una mayor coordinación entre la adquisición de calificaciones genéricas y las calificaciones específicamente requeridas por el mundo de los periódicos. Me explicaré. Tradicionalmente, los elementos básicos de la educación han sido responsabilidad de los padres y del Estado; nada cambiará en el futuro en relación con esta responsabilidad. Pero estos elementos básicos evolucionarán para hacer frente a los retos del futuro. El Gobierno de Nueva Zelandia está ya invirtiendo fondos muy importantes en una educación escolar fundada en la informática, para poner un ejemplo. Para ello, es fundamental que los escolares tengan las destrezas correspondientes, no sólo para poder acceder a la educación superior sino también para poder encontrar empleo.

Por lo que se refiere a los periódicos, la situación resulta un poco más complicada. Muchos suministradores de contenidos, como los periodistas empleados en los periódicos, tienen ya títulos superiores. El personal técnico -- los diseñadores, los artistas gráficos, los operadores informáticos que preparan los materiales para la prensa, etc. -- vienen cada vez más a los periódicos con un título superior en el bolsillo. Por lo tanto, el sistema que tengamos para establecer criterios de calificación, desarrollarlos y controlarlos resulta de una importancia fundamental a ese nivel superior, y tengo la satisfacción de poder decir que, en ese sentido, nuestros sistemas marchan muy bien.

Nueva Zelandia tiene un marco de calificaciones nacionales que permiten el reconocimiento de las calificaciones en los más diversos contextos profesionales, y que contempla un control activo de los empleadores y de los trabajadores sobre las instituciones educativas y la obtención de calificaciones. Gran parte de la enseñanza superior corre financieramente a cargo del Gobierno, pero los empleadores y los trabajadores tienen una participación de gran importancia en lo que se enseña y en cómo se miden los resultados. Esto, juntamente con el reconocimiento intercambiable que garantiza el sistema, constituye un camino excelente para la obtención de calificaciones futuras por medio de unas materias cada vez más especializadas. Otro factor de gran importancia que hace que el sistema funcione, es que se basa en la competencia adquirida más que en el tiempo empleado para adquirirla. Los conceptos relacionados con el tiempo empleado en el aprendizaje, han desaparecido ya de los ambientes formativos de Nueva Zelandia.

A este respecto, nuestra industria disfruta de un excelente clima de cooperación entre los empleadores y los sindicatos. En Nueva Zelandia, ambos grupos tienen una larga historia de actividad positiva en el campo de la formación. Esto no quiere decir que nuestro modelo funcione en todos los casos. Si se prescribiese obligatoriamente una estructura de consulta y cooperación, esto conduciría sin duda al fracaso. Nuestro sistema de colaboración entre empleadores y trabajadores de las artes gráficas funciona porque es voluntario, y porque se basa en un interés compartido. El sistema brinda a los empleadores la posibilidad de formar a sus trabajadores teniendo en cuenta todo el equipo que forman y las destrezas que convienen a un lugar de trabajo determinado. Repito que en nuestra industria los trabajadores suelen participar en este proceso. Los empleadores invierten fondos importantes no sólo en formación superior sino también en una formación concreta en el lugar de trabajo.

Existe por supuesto un desfase temporal en la formación, en relación con las nuevas destrezas que exige el cambio tecnológico. En eso no hay nada nuevo. Pero pensamos que nuestro sistema reduce al mínimo este desfase temporal, puesto que los actores industriales controlan ampliamente el sistema. En Nueva Zelandia estamos muy acostumbrados a los cambios tecnológicos y a las crecientes presiones competitivas que conducen inevitablemente al cambio, al desarrollo de las calificaciones y a la polivalencia de las destrezas, si es necesario.

Pero lo dicho no quiere decir que algunos empleados o potenciales empleados no se formen a sí mismos. Esto está en la naturaleza misma del mercado convergente, y no hay nada nuevo en ello. El ritmo del cambio es y seguirá siendo tal que los que están en punta tendrán tendencia a formarse a sí mismos, por lo menos en algunos de los ámbitos de su actividad. Pienso que ello se debe, por lo menos en parte, a que el deseo de estar en punta constituye un interés y no una calificación. Dicho de otro modo, la pasión no puede reducirse a un comportamiento erudito.

Quisiera hablar ahora de la función de la OIT en este proceso. Me referiré en primer lugar al documento de base que hemos recibido todos antes de venir aquí. Aunque resultó ciertamente muy útil en algunas de sus partes, contenía algunas hipótesis que no estaban necesariamente basadas en los hechos, y ciertas expresiones utilizadas en el informe estaban desgraciadamente teñidas de ideas preconcebidas. Por ejemplo, sugerir como lo hace el informe en la página 7 que «en la jungla electrónica, el individuo tendrá que luchar para sobrevivir» con la ayuda de «los mecanismos de supervivencia elaborados en las últimas décadas», que es posible que «se vean sometidos a duras pruebas» por el cambio, constituye una visión apocalíptica del futuro que no puedo suscribir.

Hacia el final del informe, se mencionan cierto número de convenios de la OIT. Pienso que al menos dos de esos Convenios, los núms. 87 y 98, entraron en vigor a principios del decenio de 1950. Creo que estaremos todos de acuerdo en que el mundo era entonces muy distinto. Sugiero que sería muy interesante considerar también que una de las razones fundamentales por las que nuestro mundo ha cambiado tanto en los últimos 40 y tantos años ha sido el desarrollo de unos medios de comunicación de masas baratos y eficaces. El intercambio de información que está teniendo lugar entre las comunidades de todo el mundo reviste actualmente una intensidad sin precedentes y ha conducido, entre otras cosas, al entierro de las prescripciones. Si ustedes quieren, para decirlo de manera más positiva, ha conducido al reconocimiento de que las distintas comunidades e individuos pueden ir por caminos infinitamente variados hacia la consecución de un mismo objetivo. Por mi parte, no estoy demasiado convencido de que los convenios de la OIT redactados en el decenio de 1950 tengan en cuenta esta nueva mentalidad.

He afirmado y afirmaré siempre que los trabajadores, dondequiera que estén empleados, merecen una protección adecuada en relación con la negociación colectiva, la libertad de asociación y toda una serie de otras cuestiones. Pero también tengo que decir que los empleadores, los trabajadores y los gobiernos del futuro convergente deberían ser dejados en libertad para decidir por sí mismos las respuestas más apropiadas a estas cuestiones generales. Tal vez algunas de las cuestiones que plantea la convergencia de medios de comunicación múltiples sugieren que la OIT debería asumir algunas responsabilidades para volver a examinar sus convenios y asegurarse bien de que los principios que se contienen en ellos seguirán siendo universales y válidos en el siglo xxi, pero no con una serie de prescripciones como método para conseguir sus objetivos.

Lo que es absolutamente cierto en relación con el fenómeno de la convergencia de los medios de comunicación múltiples es que ningún modelo servirá para todos los demás. Esto no ha ocurrido nunca, ni tampoco va a ocurrir en el futuro.

La evolución de las calificaciones profesionales:
nuevos grados de aptitud profesional
en los medios de comunicación múltiples

por Frank Werneke(33)

En la República Federal de Alemania, cuando se discute de la reforma de las profesiones relacionadas con los medios de comunicación, solemos incluir dos cuestiones fundamentales: cómo pueden adaptarse las actuales profesiones relacionadas con los medios de comunicación y qué nuevas profesiones, ocupaciones y grados de calificación surgirán a consecuencia de los cambios en el entorno de la información y de los medios de comunicación múltiples. En Alemania, todos los cambios en la definición de las profesiones, de los grados de calificación y de las calificaciones propiamente dichas tienen lugar después de una discusión y evaluación tripartitas. Los cambios se hacen en el plano federal, sobre la base de la nueva legislación.

Para entender los cambios que están teniendo lugar en el entorno de los multimedia en relación con los perfiles o calificaciones profesionales, sería útil imaginar un modelo de mercado de trabajo en forma de tres círculos concéntricos. El círculo central representaría el núcleo del sector de los medios de comunicación múltiples. Ahí es donde se producen y se desarrollan los catálogos electrónicos, los discos CD-ROM y los servicios en línea. Prácticamente ninguno de los 11 ó 12.000 trabajadores empleados en este núcleo central del sector de los multimedia presenta perfiles que puedan corresponder a los empleos tradicionales. Y la tasa de crecimiento de este primer círculo es muy considerable.

El segundo círculo comprende la publicidad, la radiodifusión, los medios impresos y la producción audiovisual, es decir televisión, radio, etc. Esto emplea cerca de 50.000 trabajadores en Alemania y ofrece unos 14.000 puestos de aprendizaje.

El tercer círculo abarca una amplia serie de sectores muy distintos, como el turismo, el comercio, la banca y los seguros. Podemos prever que en algún momento del futuro se necesitarán especialistas en medios de comunicación múltiples como banqueros, trabajadores comerciales y hombres de negocios. Como el ámbito de los multimedia es muy complejo, nuestros viejos conceptos sobre profesiones y destrezas podrían estar ya superados. Es difícil concebir una calificación profesional en los medios de comunicación múltiples del mismo modo que una calificación de imprenta o de ediciones. Actualmente, el núcleo central de los multimedia cuenta con muy pocos trabajadores con unos antecedentes de formación tradicional en los demás aspectos de los medios de comunicación. En el futuro, necesitaremos mucha gente con calificaciones relacionadas con los medios de comunicación múltiples, directores, realizadores y técnicos de multimedia. Habrá una rápida expansión de las nuevas calificaciones profesionales y de las nuevas profesiones que tendrán que desarrollarse.

Otra aproximación a los cambios en curso en las profesiones y en los perfiles de empleo en la industria de la información y de las comunicaciones es el llamado modelo de los tres grupos, que ha sido desarrollado conjuntamente por los interlocutores sociales. El concepto se basa en varios grupos y tiene por objeto mostrar cómo puede desarrollarse o adaptar contenidos profesionales.

En primer lugar hay un grupo de los contenidos, que comprende el periodismo y el diseño gráfico. En la mayoría de los casos no es necesario desarrollar una nueva profesión, como la de periodista de los medios de comunicación múltiples. En lugar de ello, el reto está en adaptar las profesiones actuales a las nuevas exigencias. Por ejemplo, en el Sindicato de Trabajadores de los Medios de Comunicación estamos trabajando en la preparación de un título europeo de licenciatura en medios de comunicación para gente procedente del campo del diseño o para los que ya están en posesión de un título medio en diseño gráfico.

El segundo grupo comprende la tecnología que subyace en los medios de comunicación múltiples, fundamentalmente la tecnología de la información y de las comunicaciones. En este terreno están la industria de los programas lógicos y el sector de las telecomunicaciones. En este grupo se está trabajando en un proceso para crear cuatro nuevas profesiones distintas.

El tercer grupo podría describirse como integración de los medios de comunicación y de los medios de comunicación múltiples. Esto abarca las profesiones y los tipos de calificación que ya existen en el campo de los medios de comunicación. El objeto no es tanto crear nuevas profesiones relacionadas con los medios de comunicación múltiples sino basarnos en las profesiones y calificaciones actualmente existentes para construir sobre ellas y definir así los nuevos tipos profesionales.

Pero, ¿por qué es tan importante definir y describir las nuevas profesiones? No podemos dar por sentado que los nuevos acontecimientos se producirán ya plenamente armonizados con algún tipo de proceso de autorregulación. Hay tres razones por las que estas definiciones tienen tanta importancia: primero, para desarrollar las posibilidades profesionales iniciales y la formación profesional en el caso de las nuevas profesiones; segundo, para brindar una orientación adecuada a la gente que ya está trabajando en el sector de los medios de comunicación, en relación con la formación posterior y con la readaptación profesional; y, tercero, brindar orientación a las pequeñas y medianas empresas. Definiendo los grados de calificación o las profesiones, podemos ayudarlas para adaptarse al cambio estructural.

En la creación de nuevas profesiones o en las nuevas descripciones profesionales de este sector de los medios de comunicación, el problema estriba en que existen diferentes tendencias. Algunas empresas ya están trabajando con servicios en línea o en el desarrollo de discos CD-ROM, mientras que otras trabajan todavía de manera muy convencional, utilizando unos procesos anticuados, haciendo poco uso de las nuevas tecnologías de la comunicación y de la información y permaneciendo muy alejadas de la integración de los medios de comunicación. Es evidente que las empresas se están desarrollando a ritmos diferentes y que tenemos que tener esto en cuenta.

Este proceso de definición de nuevas profesiones y nuevos tipos de calificaciones podrá estar terminado probablemente el próximo año. Abarcará la totalidad de la industria de la imprenta y a los medios audiovisuales en general. Ahora estamos discutiendo las calificaciones profesionales que se necesitan en los estadios previos a la producción. Estamos planificando definir una ocupación que se llamará «diseñador de medios de comunicación» o «prestador de servicios relacionados con los medios de comunicación», de manera que abarcará varios ámbitos distintos. Por lo tanto, la formación para estas nuevas profesiones relativas a los medios de comunicación múltiples no va a organizarse de la misma manera en que las antiguas profesiones de tipógrafo o impresor, ya superadas, se establecían en otros tiempos. Ahora la formación tiene que ser más flexible. Estamos planificando un programa modular en el primero y segundo años, pero muy especialmente en el tercer año de la formación profesional. El alumno podrá escoger entre los módulos propuestos, según el tipo de empresa en el que vaya a trabajar, que puede ser una empresa tradicional chapada a la antigua, una empresa que esté trabajando ya con los nuevos medios o una empresa que actúe en el campo de la radiodifusión. Así pues, la formación quedará estructurada en cinco ámbitos bien diferenciados en el nuevo entorno de los medios de comunicación: administración, aspectos técnicos, integración de los medios de comunicación y fabricación y producción de los medios de comunicación.

Los medios de comunicación múltiples, como vemos por ejemplo en el World Wide Web, no constituyen un fenómeno que se limite a un solo país. La cuestión de las calificaciones tiene que ser discutida no sólo en el plano nacional sino también en el plano internacional y aun mundial. Los distintos cursos o enfoques de la formación han de discutirse y compararse para que podamos coordinar nuestra labor. Este es uno de los problemas con los que tendremos que lidiar en el futuro.

Un segundo punto es que tendremos que desarrollar no sólo una formación básica sino también definir y brindar una formación continua sobre la base de las calificaciones existentes, por ejemplo, para la gente que está trabajando en el sector de la radiodifusión o en otros campos de la tecnología de los medios de comunicación múltiples. Tenemos que garantizar la calidad de la formación continua y asegurar el reconocimiento de sus calificaciones que podrían reconocerse, por ejemplo, en el plano europeo.

Los nuevos retos de la formación
y la readaptación profesional

por Adzhar Ibrahim(34)

Hasta ahora, gran parte de la discusión ha tenido lugar a una profundidad de 50.000 pies, sondeando la convergencia de los medios de comunicación múltiples desde un punto de vista macrofilosófico y social. Yo me propongo volver a la orilla y pisar tierra firme para examinar el ámbito específico de la formación en la era de la convergencia de los medios de comunicación múltiples.

Gran parte de la discusión se ha centrado en las repercusiones de la convergencia en el mundo del espectáculo y del periodismo. Aunque estos ámbitos están en la vanguardia de la revolución de los medios de comunicación múltiples, a medida que vamos avanzando otros muchos grupos profesionales irán quedando afectados -- los que trabajan con la educación pública y privada, los que suministran cuidados de salud y los administradores de los gobiernos locales y nacionales -- para no hablar de los consumidores finales de los medios de comunicación múltiples. La formación seguirá siendo importante, pero la readaptación profesional va a ser aún más fundamental. Como otras nuevas tecnologías, los medios de comunicación múltiples han aumentado la necesidad de una formación y readaptación masivas, pero también suministran un instrumento muy eficaz y una gran oportunidad para que la formación y la readaptación tengan mejor éxito.

Si las tendencias actuales siguen adelante, los trabajadores tendrán que contar con cambiar de empleo varias veces en el curso de sus carreras, mientras que en el pasado nuestros padres trabajaban en su mayoría para un solo empleador hasta que se jubilaban. Estos frecuentes cambios de empleo requerirán mucha formación y readaptación. Antes la experiencia tenía mucha más importancia que ahora, y seguirá teniéndola, pero no tanta como antes, por la rapidez de los cambios en el conocimiento y en la tecnología. La respuesta a estos cambios tendrá que ser un aprendizaje que dure toda la vida y una formación continua.

El ritmo acelerado del cambio tecnológico requiere una constante readaptación profesional. Parte de este cambio se debe a una caducidad ya programada, pero en mucha mayor medida se debe simplemente a la gran cantidad de innovaciones y de creatividad que se manifiestan en el ámbito de la tecnología de la información. Como suele decirse, «sólo los paranoicos sobreviven», y hay muchos paranoicos sobre el terreno, corriendo unos junto a otros y tratando de conseguir unas tecnologías de la información más nuevas y atractivas.

Muchos empleos de tecnología escasa, y algunos de los empleos más antiguos de las industrias relacionadas con la imprenta como la toma de lecturas de medidas, emplean cada vez más la alta tecnología. La gente con pocas calificaciones suele ser despedida. Muchas de estas personas necesitarán una readaptación profesional en terrenos que son completamente nuevos para ellos, si quieren volver a encontrar trabajo.

En este sentido, los costos de la formación serán una cuestión de la mayor importancia, porque los costos en general se han convertido en un tema fundamental para la competitividad de cualquier empresa. La formación se basa en sus propios recursos, pero también utiliza recursos procedentes de otros capítulos. Saca a la gente de sus puestos de trabajo, y tal vez su tiempo se habría empleado mejor para mantener la competitividad, aumentar la innovación o atender a los clientes. Por ello, lo principal es que la formación sea realmente efectiva. Si la formación se ve como una inversión más bien que como un gasto, será normal que se pague por ella cuantas veces sea necesario.

Pienso que los medios de comunicación múltiples son una combinación de todo lo que pueden ofrecernos las tecnologías más recientes y las más antiguas. Una hoja de papel es, en definitiva, un medio de comunicación, y todos los medios forman parte de los medios de comunicación múltiples. La formación que utiliza los medios de comunicación múltiples no tiene por qué estar completamente informatizada, sino que puede hacer también uso de todo lo que esté disponible y sea efectivo en las tecnologías antiguas. Por poner un ejemplo, los medios de comunicación múltiples siguen utilizando el papel.

Es lamentable pero cierto que cuanto más una persona necesita una readaptación profesional, menos cómoda se siente con los medios de comunicación múltiples. La edad constituye un factor importante. Los trabajadores despedidos están muchas veces en el último período de su actividad laboral y suelen ser las personas con mayores dificultades para aprender las nuevas tecnologías y los nuevos estilos de hacer las cosas. Conviene que la mente y la psicología de estas personas sea plenamente consciente de la necesidad del cambio y de aceptar las novedades.

La simulación informática se está haciendo cada vez más fácil, debido al incremento de la capacidad de las computadoras, junto con la disminución de sus costos. Los multimedia brindan una oportunidad para practicar la simulación y permiten el aprendizaje virtual. Esto facilita mucho las cosas. La investigación muestra que la gente aprende más y mejor, y retiene mucho más lo que están aprendiendo, si pueden aprender con métodos visuales y basados en la simulación. Los multimedia constituyen un apoyo muy grande a la formación.

Los medios de comunicación múltiples permiten también combinar la formación en tiempo real con el trabajo, de modo que no es necesario dejar la oficina o el taller para acudir a un aula de clases para recibir formación, lo que constituye una gran ventaja para la productividad. Los medios de comunicación múltiples ofrecen otros muchos caminos para impartir formación fuera del aula de clase y permiten al formador elaborar unos programas de formación personalizados y adaptados a las necesidades de cada alumno y darles un ritmo que le resulte cómodo.

Los medios de comunicación múltiples no se adaptan a todos los tipos de formación. Sabemos que si estamos tratando de crear una cultura de empresa o construir un equipo, los instrumentos que ofrecen los multimedia no son necesariamente lo mejor para ello. Hay cosas que no sirven para todo, y la formación que ofrecen los medios de comunicación múltiples no puede sustituir todos los demás tipos de formación que necesitamos poner en práctica. De hecho, hay incluso el peligro de que insistamos demasiado en la tecnología a expensas de las personas. Si los instrumentos que ofrecen los multimedia tienen como resultado una disminución de la interacción entre las personas, esto puede conducir a una mayor alienación y a problemas sociales. Este es un problema que hay que vigilar.

Los instrumentos que ofrecen los medios de comunicación múltiples han de ser adecuadamente integrados. No se trata simplemente de poner a una persona frente a una computadora e introducir un par de discos compactos en ella. Tenemos que asegurarnos de que dispongamos de una combinación conveniente de tecnología. Hay que tener también en cuenta las preferencias de los alumnos. Un niño de cinco o diez años se sentirá muy cómodo con las últimas novedades tecnológicas, pero esas mismas novedades intimidarán probablemente a una persona de 50 años. Si se le lleva por un camino inadecuado, esta persona puede reaccionar negativamente ante la nueva tecnología y ante lo que se está tratando de enseñarle. La formación tiene que empezar a un nivel lo bastante elemental para que pueda ser aceptado por todos los alumnos, y los materiales y las metodologías de formación no tienen que resultar preocupantes para los que aprenden.

Otra preocupación que suele existir en relación con la formación que se sirve de los medios de comunicación múltiples, es la dificultad de saber el éxito que realmente ha tenido. A veces la gente puede llevar a cabo una autoformación semidirigida en los locales del centro de formación, incluso tras una puerta o separación que les permita ir a su aire, o aprender desde su propio despacho o incluso en casa, si su computadora está conectada con el servidor de la oficina. Es muy difícil saber exactamente los beneficios que se derivan de todas estas inversiones en formación. Además, algunos instructores tradicionales pueden sentirse amenazados por el avance de la formación basada en los multimedia, porque esto puede afectar a sus propios empleos.

Entre las grandes preocupaciones que existen en relación con la formación basada en los medios de comunicación múltiples, hay algunas cuestiones que se relacionan con la vida privada. Es técnicamente posible, utilizando los últimos instrumentos de formación relacionados con los multimedia, seguir detalladamente todo lo que haga el alumno: sus posiciones por minuto, el tiempo exacto que emplea, el éxito o fracaso de sus trabajos, los temas que escoge y los archivos que se le envían de la red. Toda esta información puede guardarse en un archivo y, a largo plazo, esto podría plantear algunos problemas en relación con la vida privada.

Otro tema importante es la cuestión de quién va a pagar la formación de los que tienen más dificultades en aprender y en pagar por ella. Suelen ser fundamentalmente gente mayor que ha sido despedida o que están trabajando en industrias antiguas y que necesitan cambiar. Naturalmente, los empleadores sólo pagarán por sus propios empleados y no por los que están en las listas del desempleo, de modo que todo lleva a pensar que la responsabilidad va a recaer finalmente en el Estado, y el Estado tiene que encontrar la manera de conseguir dinero para formar a estas gentes que de otro modo seguirían siendo una carga fiscal. Lo mejor es abordar el problema en una fase inicial y tratar de cortar por lo sano. Esto significa que hay que formar a los jóvenes tan pronto como sea posible, de modo que nunca lleguen a ser difíciles de formar ni se dejen intimidar por la formación que necesitan.

En mi país, Malasia, el tema más importante en los últimos dos o tres años ha sido un proyecto llamado «el supercorredor de los multimedia» (Multimedia Super Corridor). Se trata de una zona de unos 750 km2, en la que el Gobierno está invirtiendo literalmente billones de dólares para establecer la infraestructura física, como las redes de banda ancha. Además, el Gobierno ha presentado leyes al Parlamento para fomentar el desarrollo de los programas lógicos y la protección de los derechos de la propiedad intelectual, así como diversas leyes que dan incentivos y garantías a la inversión. Pensamos que, como nación, estamos en una coyuntura realmente decisiva y que tenemos una oportunidad única para recuperar nuestro retraso, saltando por encima de varias etapas de desarrollo y poniéndonos así al mismo nivel que las naciones desarrolladas. Esta es probablemente la única oportunidad que vamos a tener y si no la aprovechamos ya no podremos volver a tenerla. Por ello, hay una gran presión en todo el país para asegurarse de que no vamos a perder esta oportunidad.

Tal vez hay otros países en el mundo en desarrollo que tienen los mismos sentimientos, pero hay otros muchos que probablemente se despertarán algún día y descubrirán que han perdido el autobús. Muchas partes del mundo no tendrán acceso a la tecnología de la que estamos hablando y se quedarán muy rezagadas. Ello conducirá a una gran separación entre los posesores y los desposeídos.

Las necesidades de formación: la respuesta de Francia

por Dominique Schalchli(35)

¿Cómo se va a desarrollar en Francia el mercado de la formación a través de los medios de comunicación múltiples? ¿Somos capaces de discernir nuestras necesidades futuras de formación? ¿Cómo puede resolverse el problema financiero? Estas son sólo algunas de las cuestiones que me vinieron a la mente cuando me preparaba para visitar la institución bipartita responsable de la formación de los trabajadores, incluidos los independientes, en el ámbito de los espectáculos y los medios de comunicación. Aunque he estado actuando profesionalmente en cuestiones de formación durante bastante tiempo, no soy realmente un especialista en multimedia. Las discusiones que se celebraron en el Instituto me dieron una idea general de la situación actual de la formación en Francia.

¿Qué es la formación a través de los medios de comunicación múltiples? ¿Existe realmente? ¿Es fácilmente identificable? Para responder a todas estas preguntas, el Instituto recurrió a las listas informáticas de los programas de formación. De los 35.000 cursos de formación que esta institución financió en 1996, 378 se referían a los medios de comunicación múltiples, o dicho de otro modo, aproximadamente un 1 por ciento. Se me dijo que otros tipos de formación incluían algunos aspectos de los medios de comunicación múltiples, de modo que este 1 por ciento era probablemente una subestimación. Aún así, permanece el hecho de que hoy día en mi país la formación multimedia, aún en el sector de los medios de comunicación y del espectáculo, resulta mínima en comparación con la formación continua general y con los procesos de formación para los adultos.

Además, los cursos de formación a través de los medios de comunicación múltiples tienden a ser cortos. De los 378 cursos dedicados a los multimedia, 181 duran menos de 100 horas, cerca de un tercio duran entre 100 y 400 horas y sólo 26 duran más de 1.000 horas. Por lo tanto, llegué a la conclusión de que estos cursos de formación eran demasiado cortos para responder a las necesidades de readaptación de las carreras o profesiones que están evolucionando.

¿Cómo está estructurada la oferta de formación en Francia? He examinado muchos catálogos de organizaciones dedicadas a la formación, pero ninguno de ellos daba una idea precisa de cómo se estructuraba la oferta. ¿Están tratando de ello las instituciones más importantes? ¿Están dispersas por el país o existe una estructura actualizada de formación? Por mi parte, no pude dar una respuesta definitiva a todas estas preguntas. La verdad es que en este momento nadie lo sabe.

La conclusión básica a la que llegué es que el mercado de formación a través de los medios de comunicación múltiples no está todavía bien desarrollado. De hecho, es anárquico. Parece estar disparando en todas las direcciones sin ninguna estrategia coherente que dirija su acción. La mano invisible de Adam Smith no parece estar actuando demasiado bien en materia de mercado de formación. Y, pues esto es así, más pronto o más tarde las autoridades van a tener que hacer frente a sus propias responsabilidades a ese respecto. Pueden desempeñar un cierto papel en la estructuración del mercado y en la definición de los principales enfoques hacia la formación multimedia en el futuro, si esta formación tiene que desarrollarse de modo coherente.

Esto es muy especialmente cierto cuando se habla en un sentido mucho más amplio de trabajadores en formación en general. Se ha hablado mucho sobre la formación inicial fundada en la escuela, pero uno de los problemas que causa más preocupación es la formación de la gente que pasa de 40 años. ¿Pensamos que esta gente es una generación perdida en relación con los multimedia? Por mi parte, quisiera creer lo contrario. Estoy seguro de que si tuviésemos una política organizada y colaborásemos con las autoridades, sería fácil para los que pasan de 40 años formarse en los multimedia más que permanecer abandonados en los márgenes de la nueva tecnología.

¿Cuáles van a ser las necesidades de formación que nos depara el futuro en relación con los medios de comunicación múltiples? ¿Tenemos alguna idea de cómo van a desarrollarse las comisiones y los empleos en los multimedia? En Francia, hemos hecho unas instrucciones bastante claras entre la gente que diseña los proyectos, los que los ponen en ejecución (como los técnicos en sonido, iluminación y vídeo, que tienen que ser formados para poder manejar la nueva tecnología) y los que están desarrollando la tecnología de la información. Estas tres categorías principales están bien definidas, pero resultan insuficientes en sí mismas. Necesitamos llevar a cabo un análisis, tanto a nivel nacional como internacional, para entender mejor los tipos de empleos y profesiones relacionados con los medios de comunicación múltiples que probablemente surgirán, y del tipo de formación que necesitamos para tener acceso a estos empleos y profesiones.

Esto plantea la cuestión de la financiación. En el documento de base preparado para este Coloquio, se advierte que ciertos observadores piensan que en el futuro gran parte de la carga y de los gastos de formación recaerán probablemente en los trabajadores, ya sea el concepto de formación inicial, de formación continua o de adaptación a las nuevas exigencias profesionales. Esto me ha llamado la atención, e incluso me ha sorprendido un poco. ¿Significa esto que en el futuro el sector de los medios de comunicación múltiples, los trabajadores son los que van fundamentalmente a pagar por su propia formación? En Francia, los empleadores y los sindicalistas están discutiendo actualmente la posibilidad de financiar conjuntamente la formación, pero nadie ha mencionado la posibilidad de que los costos de la formación fuesen costeados por los propios trabajadores. ¿Sería esto distinto para los multimedia? Cuando planteé esta cuestión, me informaron de que de hecho estamos ya en una situación de autoformación. Los más individualistas se forman asimismo en los medios de comunicación múltiples de la manera que pueden, inscribiéndose en programas de formación a tiempo parcial o pidiendo prestados los documentos de formación y los discos CD-ROM. La formación que así se obtiene resulta bastante desigual, pero esto es lo que se está haciendo ahora.

Es muy necesario que esta cuestión de la financiación de la formación multimedia se incluya en las discusiones entre los interlocutores sociales, ya sea de manera bipartita o tripartita. La experiencia a nivel nacional e internacional nos muestra que la formación profesional es un ámbito en el que las contradicciones entre los empleadores, los trabajadores y el Gobierno no son demasiado grandes, si es que existen. Es posible llegar a un consenso. Pienso que es urgente que se incluya la cuestión de la financiación de la formación multimedia en las discusiones generales sobre formación. En mi país, la formación continua se ha convertido ya en un tema de discusión y espero que seguirá siendo así, con el apoyo de los interlocutores sociales.

Finalmente, está el problema de lo individual y de lo colectivo. Tal vez este término de «multimedia» y el término relacionado con el de «trabajadores de los multimedia» indican un enfoque más individualista que en los demás sectores. Si este es el caso, entonces los cursos de formación y los programas estructurados de formación ofrecerían una oportunidad para reunir a la gente y definir estrategias, para intercambiar opiniones, para intentar solucionar los conflictos y fundamentalmente para trabajar de manera más colectiva, para trabajar juntos. Sin lugar a dudas, esto no perjudicaría para nada el libre desarrollo de los individuos y, de hecho, creo que contribuiría a ello.

Calificaciones de los empleadores y de los empleados

por Robert Zachariasiewicz(36)

Mucho se ha hablado y se ha escrito sobre los beneficios generales de la alta tecnología para las modernas economías. Se supone que los progresos tecnológicos crearán buenos empleos, y no que los eliminarán. Según la Oficina de Estadísticas del Trabajo, de 1994 al año 2005 se prevé que el empleo neto se incrementó en un 14 por ciento en los Estados Unidos. Además, todas las categorías de empleo que requieren algún tipo de educación o formación por encima de los estudios medios, crecerán previsiblemente a un ritmo superior a este 14 por ciento.

En los Estados Unidos, la mayor parte de la formación la facilitan las empresas. Según la Sociedad Americana para la Formación y el Desarrollo, las empresas norteamericanas están gastando unos 55 billones de dólares al año para poner al día las calificaciones de sus empleados, lo que equivale a un 20 por ciento más que en 1984. Sin embargo, el número de los trabajadores ha crecido en un 24 por ciento desde entonces, lo que significa que las inversiones del sector privado no han podido mantener el ritmo. Considerando que las calificaciones son mucho más importantes ahora que lo que eran en 1980, este desfase es muy preocupante.

Las nuevas tecnologías de la información y la mundialización de la economía que con ella se relaciona, tienen como resultado un cambio fundamental en el modo en que se lleva a cabo el trabajo en los sectores bien retribuidos de las diversas economías. En los Estados Unidos, el cambio fundamental es la tendencia al abandono del empleo a tiempo completo en la relación tradicional de empleo, sustituyéndolo por el aprovisionamiento exterior, la subcontratación y el empleo temporal e independiente.

Aunque las prestaciones de salud y jubilación no son responsabilidad del empleador en muchas de las otras economías importantes del mundo, en todos esos países los empleadores tradicionales han asumido una responsabilidad suficiente en la formación y readaptación de sus trabajadores mejor retribuidos. La formación constituye una cuestión fundamental en todos los países. La educación continua es de la mayor importancia si los trabajadores tienen que seguir el ritmo de las nuevas tecnologías y cambiar con rapidez sus exigencias de calificación.

Esta cuestión ha sido reconocida en los Estados Unidos y ha servido de base a las propuestas presidenciales de impuestos conocidas como Middle-Class Bill of Rights. Si se aprueban, estas propuestas darán recursos a los individuos para continuar su educación, por medio de deducciones generales de impuestos aplicables a cualquier tipo de formación y educación y por medio de una deducción de impuestos en los dos primeros años de asistencia a los estudios superiores. Estas propuestas podrían criticarse como desenfocadas y carentes de garantías de que los recursos se utilizarán con eficacia. Pero, ¿existen políticas y programas alternativos que se estén ya ejecutando en otros países para hacer frente a este problema, como los fondos de formación de las industrias, los institutos de formación, las cuentas de formación individual y los contratos de formación? Si queremos más garantías de que, con independencia de cualquier relación de empleo, el trabajador medio participe en la formación y educación continua necesaria para mantener una fuerza de trabajo competitiva, tal vez podríamos establecer cuentas de formación individuales. Esto garantizaría un nivel mínimo de recursos para estas actividades, con independencia del sistema fiscal.

Otra consideración es si la formación profesional o el aprendizaje tradicional puede organizarse de modo que responda a la mayor flexibilidad que requiere la tecnología. Si la economía funciona mejor con una fuerza de trabajo calificada y formada, con perspectivas de carrera en la industria, entonces la cuestión que hemos de plantearnos es cómo desarrollar esta fuerza de trabajo bien formada y calificada.

No parece oportuno pensar que los trabajadores de hoy hayan de ser abandonados para llevar por sí solos la carga de la formación y de la readaptación profesional. La mayor parte de los empleadores importantes consideran la formación como una inversión, y no meramente un gasto. Sin embargo, sería curioso saber si las demás industrias están adquiriendo el mismo tipo de compromiso y el mismo tipo de cambios que los que han esbozado el Sr. O'Reilly y el Sr. Werneke en relación con las industrias de artes gráficas e imprenta. Tenemos que descubrir qué tipos de programas de formación son los que se adaptan mejor a las necesidades de esas industrias. Entonces podremos entablar una discusión continua sobre la responsabilidad de los gobiernos, de los empleadores y de los empleados para responder a estas necesidades de formación.

Discusión general sobre las repercusiones de la
convergencia en las exigencias de calificación

Adriana Rozenzaig, consejera de los trabajadores, señaló a la atención la heterogeneidad del sector de los contenidos, no sólo en el sentido de las diferencias entre regiones y países sino también entre las organizaciones, en las que se podían encontrar empleados con un grado muy elevado de calificaciones y de destrezas junto a trabajadores poco calificados. Aunque los trabajadores altamente calificados sean capaces de negociar por su cuenta, es difícil que hagan lo mismo los que tienen un nivel escaso de formación básica. La readaptación profesional y la puesta al día de sus calificaciones eran de importancia primordial. La cuestión de la formación y la readaptación había sido tratada con frecuencia por los sindicatos como parte de la negociación colectiva. Se necesitaba un compromiso de carácter tripartito. Desgraciadamente, en América Latina el Estado no estaba demasiado comprometido en la elevación de los niveles de calificación. Las empresas deberían interesarse en la mejora de las calificaciones, por diversas razones. Primero, la industria de la información se estaba volviendo cada vez más sofisticada y demandaba trabajadores muy calificados. Segundo, los productos que se vendían requerían con frecuencia un cierto grado de capacidad intelectual y de recursos financieros por parte de los clientes. Estos productos no se venderían demasiado en países con millones de habitantes casi analfabetos. Por lo tanto, las empresas deberían tener interés en educar a la gente. Antes de preguntarse por la pertinencia de los Convenios núms. 87 y 98 sobre libertad de asociación y derecho a la negociación colectiva, habría que recordar que había países en donde los niños están haciendo microchips y donde las maquiladoras prohíben completamente la constitución de sindicatos y, por lo tanto, la libertad sindical. La importancia de estos dos derechos fundamentales no debería discutirse en absoluto. La OIT debería seguir vigilante en relación con la aplicación de estos convenios fundamentales.

Walter Durling, Vicepresidente empleador, aclaró que los empleadores no habían atacado los Convenios núms. 87 y 98 ni se habían referido a los derechos que figuran en ellos de manera despectiva. Ciertamente, la libertad sindical y la negociación colectiva deberían utilizarse plenamente para obtener una mejor situación en este sector.

Kevin Tinsley, representante del Gobierno del Reino Unido, señaló que la formación constituía un ámbito en el que la «mano invisible» del mercado libre no funcionaba. Constituía un ejemplo clásico de insuficiencia del mercado. Esto planteaba la cuestión de quién iba a pagar por una formación suficiente. Aunque los empleadores pudiesen continuar pagando por la parte principal de la misma, de hecho solían ser reticentes a las inversiones en capital humano, habida cuenta de la dificultad que había en recuperar estas inversiones. Para superar este problema, se podría contemplar la introducción de honorarios de transferencia. Si una empresa había formado a un empleado que luego hubiese decidido marcharse y trabajar para otra empresa, la segunda tendría que pagar una compensación por las inversiones en formación. Otra posibilidad podría ser imponer una tasa a los empleadores para financiar la formación. El Estado podría utilizar el dinero así obtenido para facilitar a los individuos unos comprobantes de formación. Además, los gobiernos tendrían que intervenir de todos modos cuando los trabajadores fuesen despedidos. Tenían que brindar formación a los desempleados para reintroducirlos en el mercado de trabajo. En general, la cuestión de cómo se podía alcanzar el grado óptimo de formación dependía en gran manera de las instituciones que existiesen en un país determinado. Por lo tanto, el suministro de formación podía variar mucho entre los Estados con larga tradición de organizaciones bipartitas o tripartitas y los que carecían de esta tradición.

Chris Warren, Vicepresidente trabajador, argumentó que el modelo de formación no reflejaba tanto una heterogeneidad cuanto que una bipolaridad. Los que están trabajando con unas relaciones de empleo seguras, especialmente los empleados de las grandes empresas, seguirían teniendo acceso a la formación y readaptación, mientras que la fuerza de trabajo contingente no lo tendría. Actualmente, estos trabajadores contingentes tenían que costear por sí mismos los gastos de su formación. Esta carga era especialmente gravosa para los desempleados, los subempleados o los fundamentalmente no empleados. Tanto los empleadores como los gobiernos tenían que hacer frente a sus responsabilidades en este contexto. Los gobiernos deberían impartir directamente la formación o fomentarla indirectamente por medio de instituciones no estatales. Los empleadores, que tanto necesitaban una fuerza de trabajo contingente y flexible y que se beneficiaban de ella, deberían facilitar los fondos para estos programas de formación, por lo menos parcialmente.

Jean Pierre Lehr, del Grupo de los Empleadores, puso de relieve que las industrias de información visual no podrían sobrevivir sin unos trabajadores muy bien formados. Durante los últimos 20 años, un 15 por ciento de las inversiones en el ámbito de los medios de comunicación múltiples se había dirigido al material técnico. Estas máquinas técnicas y muy sofisticadas (que suelen costar entre 100.000 y 2 millones de dólares) tenían que ser manejadas por unos técnicos muy calificados, que tenían que estar en formación permanente. Era también fundamental disponer de un grupo bien formado de trabajadores temporales y a tiempo parcial, puesto que era una práctica corriente en las industrias del tipo de la radiodifusión y la televisión llamar a la gente con muy breve plazo de tiempo, casi de un día para otro. Era innegable la necesidad de una formación suficiente, tanto para los trabajadores permanentes como para los temporeros y a tiempo parcial. Los empleadores, de común acuerdo con los trabajadores, tenían que establecer un mecanismo de financiación para garantizar una formación adecuada.

Michel Muller, del Grupo de los Trabajadores, se refirió al problema del acceso a una formación adecuada y puesta al día, así como al reconocimiento de las nuevas calificaciones. En Francia, las comisiones conjuntas consultivas habían estado examinando esta cuestión y se habían adoptado diversas medidas para facilitar financiación con destino a la formación. Sin embargo, el planteamiento tradicional de facilitar una formación específica para cada sector distinto -- un tipo de formación para los trabajadores de los espectáculos, otro tipo para los de artes gráficas, etc. -- debería adaptarse ahora a las necesidades del sector de los medios de comunicación múltiples. Debería existir un fondo común de posibilidades de formación, disponibles a todas las ramas del sector de los contenidos. La OIT debería incitar a los gobiernos y a los empleadores a comprometerse en el suministro de estas oportunidades de formación.

Barbara Motzney, representante del Gobierno del Canadá, advirtiendo la compleja naturaleza de la convergencia de los medios de comunicación múltiples y de la sociedad de la información, puso en guardia contra las aproximaciones demasiado simples a los cambios del futuro. El hecho de que las grandes empresas estuviesen bajando y que estuviese previsto que las pequeñas y medianas empresas fuesen la fuerza motora del crecimiento en la industria de la información, planteaba un nuevo problema en materia de formación, puesto que estas empresas solían tener muy pocos fondos que gastar en formación. Un solo curso de formación no sería suficiente para hacer frente a los cambios que se avecinaban. Era fundamental establecer nuevos modelos que abarcasen una escala más amplia de formación. Era esencial suministrar unas destrezas que pudiesen ser utilizadas durante toda la vida.

Respuesta del grupo de especialistas

Phil O'Reilly insistió en que la libertad sindical y la negociación colectiva eran absolutamente fundamentales y tenían que defenderse a toda costa. Sin embargo, era necesario garantizar que los Convenios núms. 87 y 98 mantuviesen su pertinencia en el siglo XXI. Por lo tanto, habían de examinarse a la luz de los grandes cambios que estaban ocurriendo en el mercado de la convergencia de los medios de comunicación múltiples.

Robert Zachariasiewicz declaró que la naturaleza de muchas cuestiones relacionadas con la industria de los medios de comunicación múltiples no era distinta de los problemas que en el pasado habían tenido otras industrias. Las observaciones que se habían oído hoy, en el sentido de que los trabajadores de los medios de comunicación múltiples necesitaban ser formados para utilizar un equipo muy caro de manera adecuada, habían sido exactamente las mismas a las que se expresaban en relación con la industria de la construcción hace 50 años. Sin embargo, la cuestión de quién iba a cargar con los costos de una formación suficiente era ya más complicada. Se suponía que los empleadores, los trabajadores y los gobiernos, tanto federales como locales, iban a hacer inversiones en formación. Aunque cualquiera podía comprar un programa lógico que enseñase nuevas destrezas técnicas, como dar formato a las páginas de la red, lo que había que decidir es quién iba a pagar la adquisición de este programa. Aunque la convergencia de medios de comunicación múltiples eliminaba algunos empleos, también iba a generar muchas y buenas oportunidades de trabajo. De todos modos, la mayor parte de estos empleos iban a ser creados por pequeñas empresas con 20 ó 25 empleados, lo que a su vez volvía a plantear el tema de la financiación, puesto que estas empresas no tenían recursos suficientes para invertir en formación. La nueva tecnología y el proceso de convergencia planteaban muchos retos, como la provisión de medios y oportunidades a la formación, la protección del derecho de sindicación y de negociación colectiva y la ampliación de la protección de las pensiones y de la salud. Estas eran algunas de la prioridades mencionadas por el antiguo Secretario de Trabajo de los Estados Unidos, Robert Reich. En resumen, había muchas cuestiones que tratar y todos esperaban que la OIT brindase asistencia para buscar las respuestas más adecuadas.


Parte 8

La informática y su incidencia
en los contratos laborales

El teletrabajo en Italia: el papel
de la negociación colectiva

por Marco Biagi(37)

La evolución tecnológica es un fenómeno muy complejo, no sólo desde el punto de vista técnico, sino también porque supone un cambio fundamental en las perspectivas sociales. Por esta causa, las nuevas tecnologías y el teletrabajo son objeto de polémica, y siguen suscitando resistencias y tensiones.

Como abogado laboralista, pienso que el teletrabajo difícilmente puede tener cabida en el marco jurídico de mi país, que establece una distinción entre trabajadores subordinados y autónomos y sirve de factor discriminatorio entre dos regímenes de protección diferentes. Nuestro ordenamiento jurídico desconoce esta nueva modalidad de trabajo que, si bien no es ilegal, no se encuentra en modo alguno reglamentada. Los obstáculos que se oponen a su difusión son considerables.

En Italia, el teletrabajo no está demasiado extendido. No se dispone de estadísticas oficiales, pero parece que el número de teletrabajadores es bastante reducido. ¿Cuáles son las posibles razones de esa resistencia? Un reciente sondeo de opinión realizado por el instituto privado de investigación Teknova, con sede en Milán, puso de manifiesto que los trabajadores, los empleadores y los sindicatos tenían sentimientos encontrados con respecto al teletrabajo. Alrededor del 86 por ciento de los trabajadores estaban interesados en principio por el teletrabajo, siempre que algunas tareas pudieran también realizarse en el lugar de trabajo habitual. En lo que se refiere a los empleadores, el personal directivo expresó dudas acerca de los cambios institucionales y legislativos que podrían resultar necesarios y se preguntaba cómo podría evaluarse el rendimiento, fijarse la remuneración y controlarse el trabajo. Los sindicatos siempre han sido hostiles al teletrabajo, ya que consideran que podría representar el primer paso hacia el despido o hacia la introducción o reintroducción del trabajo a destajo, pero parecen mostrarse más abiertos cuando se introduce a título experimental y por medio de un marco negociado, como en el caso de Telecom Italia.

El régimen jurídico italiano en vigor obstaculiza la introducción del teletrabajo. Según las disposiciones de una ley promulgada en 1970, el personal directivo no puede utilizar medios audiovisuales o similares para vigilar y controlar a distancia a sus trabajadores. La legislación laboral desconfía fuertemente de la vigilancia de los trabajadores mediante equipo tecnológico. Según la ley esas restricciones legales únicamente pueden eliminarse si se concierta un convenio colectivo. Actualmente, hay sólo algunos convenios de ese tipo.

De esos convenios, los más importantes son probablemente los relacionados con la introducción del teletrabajo en Telecom Italia, nuestra principal compañía telefónica. En 1995 se negoció y firmó un convenio a nivel de empresa. Es interesante señalar que ese convenio fue negociado en un momento en que estaban adoptándose acciones encaminadas a la supresión de puestos y a la movilidad del personal. Telecom Italia emprendió un proyecto de teletrabajo a domicilio con el fin de reubicar a trabajadores que, de lo contrario, hubieran corrido el riesgo de perder su empleo. La introducción del teletrabajo era una forma posible de evitar las supresiones de puestos o, por lo menos, de limitarlas.

El personal directivo escogió una actividad que parecía prestarse de manera apropiada a la introducción del teletrabajo. Se trataba de los servicios de información telefónica. Anteriormente, cuando se pedía información, el operador que respondía estaba en la misma zona geográfica. Ahora, es probable que su llamada se conteste desde un lugar distante, muy probablemente situado en el sur. El personal directivo de Telecom Italia eligió con fines estratégicos agrupar a los operadores del servicio de información telefónica en varias ciudades del sur de Italia, en donde el riesgo de supresión de puestos había sido elevado. Se trata de un experimento voluntario en el que participan 200 operadores del servicio de información telefónica. Está previsto que esos operadores trabajen a tiempo parcial desde su domicilio por un período no inferior a tres años. La compañía instala todo el equipo necesario y paga las facturas de electricidad. Desde un punto de vista técnico, los contratos de trabajo de estas personas se han convertido de contratos de trabajo tradicionales a tiempo completo en empleos a media jornada. Evidentemente, no todos los trabajadores que están dispuestos a participar en este proyecto pueden ser aceptados como teletrabajadores, ya que tienen que demostrar que su casa es compatible con las necesidades del puesto. La zona de trabajo debe estar separada de las partes de la casa que se utilizan como vivienda familiar, y debe ajustarse a los requisitos en materia de seguridad y salud. Los teletrabajadores potenciales tienen que estar realmente interesados en esta experiencia.

Desde un punto de vista legal, el teletrabajo sólo significa en este caso un cambio en cuanto al lugar desde el que opera el trabajador, pero no repercute en su función o su categoría dentro de la organización. En consecuencia, los teletrabajadores a domicilio deben ejecutar las tareas que se les encomiendan y están sujetos al control de su empleador. En general, la disciplina y la reglamentación del trabajo siguen siendo más o menos las mismas en lo que se refiere, por ejemplo, a las horas de trabajo y a las disposiciones sobre tiempo de trabajo. Las funciones se realizan durante las horas de trabajo de la empresa a que pertenecen los trabajadores y se desempeñan con arreglo a turnos específicos. Las funciones jerárquicas rutinarias vinculadas con la relación entre el empleador y el trabajador se ejecutan por medio de la teleinformática.

Como ya se ha mencionado, el teletrabajo ha resultado ser especialmente difícil de negociar por los problemas de control y privacidad que plantea a causa de las disposiciones legales que prohíben la utilización de medios audiovisuales y similares para vigilar y controlar a distancia la actividad de los trabajadores. La solución prevista en el convenio de Telecom incluía la utilización del mismo tipo de control indirecto aplicado a los operadores de computadoras dentro del establecimiento, es decir, una luz que se enciende cuando el operador está trabajando. Además, la consola de la computadora del teletrabajador debe estar equipada con un dispositivo automático de reconocimiento de la voz. En el convenio se indica explícitamente que el teletrabajador sigue formando parte de la empresa y que todas las instrucciones e informaciones administrativas y de gestión se facilitan por medio de los sistemas informáticos utilizados. Las partes también convinieron en que se adoptarían medidas apropiadas para garantizar a los teletrabajadores un nivel adecuado de vida social. Después de tres años de teletrabajo es posible solicitar el retorno al establecimiento. Tanto los sindicatos como el personal directivo esperan que el teletrabajo gozará de popularidad entre los trabajadores y que podrá ser extendido a otros servicios.

El contenido de este convenio no es particularmente innovador ni avanzado. Se trata apenas del primer paso hacia la introducción del teletrabajo. Hasta ahora, transcurridos unos 20 meses desde su puesta en práctica, el principal problema que se plantea parece ser la falta de vida social de esos trabajadores. Se sienten algo solos y en algunos casos tienen la sensación de que el personal directivo les ha abandonado. Temen que sus perspectivas de carrera puedan verse comprometidas y consideran que su situación es precaria y que en el futuro podrían verse expuestos a una reducción de la plantilla del establecimiento.

El segundo caso está relacionado con el teletrabajo en Italtel, que también se inauguró a principios de 1995. En el convenio se toma nota del interés común de las dos partes por el teletrabajo y de su posible introducción en Italtel con carácter permanente. Se considera como un experimento que debe llevarse a cabo «sin ninguna restricción reglamentaria u operativa específica que pueda poner en peligro o determinar de antemano su resultado». Dado que la principal preocupación expresada por los representantes sindicales estaba relacionada con las condiciones profesionales y las perspectivas de carrera de los trabajadores de que se trataba y con su posible aislamiento del entorno empresarial, en el convenio se garantizó la participación de los representantes sindicales en las evaluaciones periódicas de los trabajadores, así como la posible utilización de los servicios de comunicación para enviar a los trabajadores los boletines sindicales habituales. Por último, la empresa y los representantes sindicales convinieron en investigar la posibilidad de continuar y ampliar esta iniciativa, y posiblemente de definir un convenio marco «en el que se fijaran las condiciones para una reglamentación apropiada de este asunto». El experimento se llevará a cabo evidentemente con base en un intercambio de opiniones sobre las experiencias y los resultados.

En cuanto a las condiciones específicas que se aplicaron a este experimento, se presentó una carta a cada teletrabajador para que diera su aprobación, de conformidad con el convenio colectivo. Los puntos más importantes eran que el teletrabajo debía introducirse con carácter puramente voluntario y que el trabajador y la empresa eran libres de abandonar el experimento en cualquier momento. El teletrabajador debería trabajar de vez en cuando en los locales de la empresa. Para que el teletrabajo resultara más atractivo, los teletrabajadores no debían efectuar horas extraordinarias ni tampoco turnos nocturnos o de vacaciones. Asimismo, la empresa se ha comprometido a entregar periódicamente a los teletrabajadores un pago global en sustitución de los otros tipos de bonificaciones de que hubieran podido beneficiarse, tales como los vales para comer en la cantina.

El teletrabajo, tal como se concibe en los convenios de Telecom Italia y de Italtel, es un tipo de relación de empleo subordinada. Se trata de un concepto nuevo, pero no realmente innovador. Ahora bien, el teletrabajo puede ser mucho más que eso. Potencialmente, tiene múltiples facetas jurídicas, ya que se trata de una actividad empresarial, de la prestación de servicios o la obtención de determinados resultados trabajando de manera autónoma, de un contrato de cooperación e incluso de un contrato de trabajo descentralizado. Se trata de una noción abstracta y general y, antes o después, se precisará de una nueva terminología. El teletrabajo no puede definirse simplemente como el hecho de estar conectado con un cliente, un empleador u otra persona por medio de tecnología, ya que es un fenómeno sociológico que, desde un punto de vista legal, requerirá probablemente la adopción de nuevas definiciones.

En las dos empresas que he mencionado, se han celebrado discusiones respecto de si redunda en interés de la dirección introducir el teletrabajo y en interés de los trabajadores el aceptarlo. En lo que se refiere a la dirección, el teletrabajo es difícil y complejo y su organización resulta costosa. Los directores no están por lo general preparados para administrar los recursos humanos de esta nueva forma. Se requiere tiempo para que el teletrabajo pueda funcionar de manera eficiente. No obstante, esos dos estudios de casos y otras experiencias que he investigado me llevan a creer que el teletrabajo puede constituir en el futuro una ventaja competitiva para la dirección. ¿En qué se basa esta afirmación?

Al introducir el teletrabajo, el personal directivo tiene que ajustar inevitablemente las estructuras del establecimiento de manera más eficaz. El hecho de procurar y de tratar de obtener la participación de los trabajadores es casi inevitable, ya que el teletrabajo no puede funcionar eficientemente a menos que los teletrabajadores participen realmente. Si se considera el sistema de relaciones laborales de Italia, sólo resulta posible introducir el teletrabajo si los sindicatos colaboran estrechamente con el personal directivo. Como resultado de esa experiencia, no es difícil comprender que las relaciones de trabajo pueden volverse más cordiales, menos polémicas y más propensas a la cooperación. Tanto los empleadores como los trabajadores participan en el mismo experimento, promueven algo nuevo conjuntamente y, en consecuencia, se sienten más próximos.

Pero es preocupante comprobar que, según la experiencia de que disponemos, el teletrabajo puede no ser siempre una opción plenamente libre. Los trabajadores son muy reacios a convertirse en teletrabajadores cuando disponen de otras opciones viables. Evidentemente, el teletrabajo es voluntario desde un punto de vista legal, pero básicamente los trabajadores escogen esta forma de trabajo cuando carecen de otras posibilidades. Por consiguiente, cabe preguntarse hasta qué punto es una elección voluntaria si no se dispone de otras opciones. Quizás tendríamos que ser más precavidos al establecer la distinción entre opción voluntaria e involuntaria y más sinceros con nosotros mismos.

¿Cuál es la mejor manera de reglamentar las nuevas modalidades de trabajo relacionadas con las tecnologías modernas, en particular el teletrabajo? A mi juicio, es preferible la negociación colectiva a la promulgación de legislación. Después de todo, la legislación de muchos países es algo obsoleta y no puede tomar fácilmente en cuenta las situaciones nuevas, tales como las actuales modalidades de trabajo. La legislación no puede revisarse con la misma rapidez con que evolucionan las nuevas tecnologías, razón por la cual las prácticas de empleo deberían reglamentarse sólo una vez que estuvieran razonablemente consolidadas; de lo contrario, es preferible la negociación colectiva. Los empleadores y los trabajadores pueden prever nuevas reglas para administrar las nuevas experiencias de manera flexible y experimental. Esas reglas se pueden ajustar periódicamente para tomar en consideración las ventajas y los inconvenientes de cada situación. Por medio de la negociación colectiva, resulta posible llegar a un auténtico consenso -- no a una postura impuesta por el gobierno, sino a un consenso alcanzado conjuntamente para aprovechar todas las ventajas de la tecnología moderna y, al mismo tiempo, no sentirse atrapados por ella. En Italia, Francia y España y en muchos otros países del mundo en que la negociación colectiva se ha convertido en una práctica arraigada, me atrevería a decir que en el futuro previsible la utilización de nuevas tecnologías se reglamentará por medio de convenios colectivos.

Discusión general sobre el teletrabajo
y el papel de la negociación colectiva

Aidan White, de la Federación Internacional de Periodistas (FIP) afirmó que los periodistas se mostraban muy entusiastas con respecto a la tecnología y acogían con satisfacción la introducción de cambios, los cuales les abrían enormes posibilidades para su profesión, que consistían en nuevos servicios de información. Ahora bien, los problemas con que se enfrentó esta ocupación tuvieron como resultado que se ejerciera una presión inaceptable sobre los periodistas, ya que disminuyeron los empleos a tiempo completo, se prestó menos atención a la salud y la seguridad en el trabajo, se invirtió menos en formación y se brindaron menos oportunidades para el periodismo de investigación. Estas tendencias fueron corroboradas por los estudios efectuados. El porcentaje de trabajadores autónomos aumentó considerablemente durante el último decenio, y ascendió casi al 40 por ciento en Alemania y al 30 por ciento en el Reino Unido. Este hecho no se debió a un deseo repentino de los periodistas de trabajar de manera autónoma, sino simplemente al hecho de que no disponían de otras opciones concretas. La presión ejercida sobre los periodistas llegó a ser inaceptable. Estos, en su calidad de autores, tienen gran interés en proteger sus derechos económicos sobre la utilización futura de su trabajo, pero la protección de los derechos morales también es importante en una época de manipulación digital. La OIT debería continuar desempeñando la función que le corresponde en la esfera de la propiedad intelectual. Las cuestiones relacionadas con el contenido y la calidad de la nueva sociedad de la información presentan un interés decisivo para los periodistas. Es indispensable mantener un diálogo intensivo para llegar a un consenso y establecer un nuevo marco para adaptarse al cambio tecnológico. Este Coloquio debería tener como resultado la ejecución de una serie de actividades de seguimiento que promovieran ese diálogo, sustentaran los valores democráticos esenciales y favorecieran la investigación conjunta. Todas esas actividades resultan necesarias para que todos puedan beneficiarse de estos cambios y para que las nuevas industrias puedan prosperar.

Dominique Schalchli, representante del Gobierno de Francia, señaló que en vez de prestar atención únicamente a los especialistas de la información que se ven enfrentados a la aparición de los medios de comunicación múltiples, se deberían celebrar discusiones sobre el teletrabajo para examinar los efectos del cambio tecnológico en las empresas del futuro, en particular en las que no están especializadas en los servicios de información. Aludió al Convenio de la OIT sobre el trabajo a domicilio, 1996 (núm. 177), en el que el teletrabajo se mencionaba explícitamente como ejemplo de trabajo a domicilio postindustrial. Por consiguiente, se deberían celebrar discusiones sobre el teletrabajo dentro del marco actual previsto en ese Convenio.

Walter Durling, Vicepresidente de los empleadores, se mostró cauteloso respecto de la discusión del teletrabajo en relación con el Convenio sobre el trabajo a domicilio, a la vista de la manera en que surgió ese Convenio. El Grupo de los Empleadores del Consejo de Administración se había opuesto durante casi cinco años a cualquier propuesta de incluir el trabajo a domicilio como uno de los puntos de discusión durante la Conferencia. La razón inicial para examinar el trabajo a domicilio por medio de una comisión técnica estaba relacionada con las duras condiciones a que están sujetos en la India los trabajadores que se dedican a la fabricación de cigarros. El Grupo de los Empleadores de esta comisión técnica se opuso a cualquier recomendación o convenio, dado que consideraba que este asunto era de carácter regional. Así, el Convenio sobre el trabajo a domicilio fue aprobado sin el acuerdo de los empleadores. Ese Convenio no se ajusta ni puede ajustarse a los progresos tecnológicos actuales debido a la insuficiencia de datos y de análisis. El teletrabajo es un asunto en continuo proceso de cambio. A medida que el equipo y el soporte lógico se vuelven más sofisticados, podría esperarse una evolución mayor en la esfera del teletrabajo.

Kevin Tinsley, representante del Gobierno del Reino Unido, señaló que, si bien el trabajo a domicilio y el teletrabajo tienen algunas características en común, hay no obstante una diferencia clara ya que en el caso del teletrabajo hay una conexión electrónica entre los trabajadores y sus empleadores, mientras que en el caso del trabajo a domicilio esa conexión no se establece necesariamente.

Jürgen Warnken, representante del Gobierno de Alemania, señaló que hay muchas similitudes entre Italia y su propio país en lo que se refiere a las cuestiones esenciales relacionadas con el teletrabajo. La vigilancia rigurosa de los teletrabajadores a través de los nuevos medios de comunicación no es posible ni conveniente. Cuando las relaciones entre los empleadores y los trabajadores son positivas, es posible establecer un horario de trabajo bastante flexible y dejar básicamente que el trabajador organice su horario. Esta cláusula forma parte de una propuesta de convenio colectivo que se está discutiendo actualmente en Alemania. Además, es esencial ofrecer al teletrabajador la posibilidad de volver a una forma de trabajo más convencional si descubre que este tipo de trabajo no encaja realmente en su estilo de vida. Estos dos tipos de opciones son necesarios para poder explotar todo el potencial del teletrabajo, el cual constituye una nueva forma de empleo que podría utilizarse no sólo en actividades para las que se requieren pocas calificaciones, sino también en otras más complejas para las que se precisa asumir más responsabilidades. Las mayores posibilidades de empleo por cuenta propia y el aumento concomitante del número de contratos de trabajo individuales no implican la renuncia a los convenios colectivos y las relaciones de trabajo existentes, sino que simplemente hacen necesaria su adaptación. Algunos trabajadores probablemente ya no se muestran interesados por los convenios colectivos actuales, pero podrían acoger con beneplácito diferentes tipos de participación por medio de organizaciones colectivas. En los convenios colectivos se podría prever una mayor flexibilidad, tal como la posibilidad de organizar el horario de trabajo en función de las preferencias de cada trabajador.

Frank Werneke del Grupo de los Trabajadores indicó que un gran número de trabajadores de muchos sectores diferentes se muestran interesados por el teletrabajo, pero señaló que debería introducirse como trabajo alternativo y organizarse dentro del marco de una relación de empleo ordinaria. Los aspectos más detallados deberían reglamentarse por medio de la negociación colectiva. Convino en que los nuevos convenios colectivos que se concierten para reglamentar fenómenos nuevos, tales como el teletrabajo, tendrían que ser considerablemente diferentes de los tradicionales. No obstante, el principal problema es cómo concertar esos convenios. Los teletrabajadores no disfrutan por lo general de representación colectiva, dado que la modalidad actual de teletrabajo no es en realidad una forma protegida de trabajo alternativo, sino organizada fuera del marco de la empresa. Este desequilibrio de fuerzas con frecuencia hace imposible la firma de convenios colectivos. En tales circunstancias, el Estado tiene que intervenir para establecer ciertas normas mínimas. Además, la representación de los trabajadores tiene que organizarse de tal forma que queden incluidos los teletrabajadores. La concertación de convenios colectivos no sólo interesa a los trabajadores, sino también a los empleadores. La Asociación de Empleadores de la República Federal de Alemania no quiere dar lugar a que se produzcan acciones de protesta en gran escala.

Chris Pate, de la Federación Gráfica Internacional, volvió de nuevo a la cuestión de si el teletrabajo es realmente una opción voluntaria. Si bien algunos grupos de trabajadores han mostrado aparentemente un cierto interés por el teletrabajo con carácter voluntario, el personal directivo de categoría media e inferior ha mostrado ciertas reticencias. Las investigaciones efectuadas en Europa y en Nueva Zelandia han puesto de manifiesto que se produjeron incidentes cuando la recesión económica obligó a los padres a compaginar el teletrabajo con el cuidado de los hijos. Para ocultar esta situación, esas personas incluso llegaron a esconder a sus hijos en armarios cuando se presentaron en su domicilio los supervisores de la empresa. El teletrabajo podría dividir a los trabajadores en dos categorías: el grupo de trabajadores esenciales cuya protección social, remuneración y competencia son más elevadas, y el grupo de segunda categoría de los teletrabajadores, que podría incluso convertirse en un gueto reservado a las mujeres. Las normas de la OIT y la directiva de la Unión Europea sobre el tiempo de trabajo deberían aplicarse también a los teletrabajadores, y los convenios colectivos deberían garantizar su aplicación. La OIT tendría que vigilar la aplicación de sus normas.

Kevin Tinsley señaló que el teletrabajo tiene ciertamente un costo y, al mismo tiempo, presenta ventajas. El personal directivo tiene que tener este hecho en cuenta al organizar el trabajo. El teletrabajo podría contribuir a reducir los costos y a mejorar el rendimiento de la empresa y, de esta forma, a preservar el empleo. A largo plazo, esta modalidad de trabajo resultará favorable para el empleo. Los estudios efectuados han puesto de manifiesto que los trabajadores muestran un gran interés por este asunto. Son los empleadores quienes sienten ciertas reticencias ante este tipo de trabajo y, en consecuencia, quienes se adaptan lentamente a las nuevas posibilidades que ofrece la tecnología. La única manera de garantizar que el teletrabajo constituya una forma de empleo libremente elegida es proporcionar más oportunidades de trabajo. El impacto potencial del teletrabajo en las economías regionales no se limita a Italia, en donde las diferencias entre el norte y el sur se han agravado, sino que se observa ampliamente en las políticas regionales de otros países.

Respuesta del conferenciante

Marco Biagi subrayó que el trabajo a domicilio era una cosa y el teletrabajo era otra. Si bien el teletrabajo debería reglamentarse a largo plazo por medio de legislación, es todavía demasiado pronto para proceder de esa forma. Los trabajadores que optan por el teletrabajo deben tener la posibilidad de volver a su anterior régimen de trabajo o de continuar con el teletrabajo. Ahora bien, si se tiene presente que esta modalidad de trabajo no siempre se elige de manera voluntaria, el personal directivo debería adoptar las medidas necesarias para promover la participación adecuada de los teletrabajadores y lograr que se sientan más motivados y respaldados. Es preciso invertir en formación, motivación y nuevas técnicas sobre gestión de los recursos humanos. De lo contrario, el teletrabajo podría resultar contraproducente. Para evitar el riesgo de disponer de una doble fuerza de trabajo cuyas condiciones serían muy diferentes, es indispensable garantizar a los teletrabajadores los mismos derechos básicos que a los trabajadores tradicionales, en particular en lo que se refiere al tiempo de trabajo. En Europa, por ejemplo, debería aplicarse a los trabajadores la directiva de la Unión Europea sobre el tiempo de trabajo. La posibilidad de conciliar mejor el trabajo con las responsabilidades familiares y de eliminar la frustración que producen los desplazamientos de ida y vuelta son algunos de los efectos positivos del teletrabajo.


Parte 9

La evolución de las relaciones laborales

Definición del empleador, del empleado y del empleado
por cuenta propia (o ciberempresario): consecuencias
para el futuro de las relaciones laborales

por Walter Durling(38)

Hoy voy a invitarles a hacer un viaje imaginario. Imagínense a sí mismos, sentados en esta misma sala; algo ha cambiado, pero ustedes aún no saben lo que es. Imagínense que estoy ante ustedes, tras una larga excursión desde mi sitio hasta aquí, y que les estoy diciendo lo siguiente:

Señoras y señores, antes de seguir adelante desearía pedir a los distinguidos miembros de esta audiencia que echen una mirada a sus relojes y que sincronicen su hora con la mía. Son exactamente las diez y catorce minutos de la mañana del miércoles 29 de enero del año 2022. Para disipar cualquier veleidad de especulación, puedo anunciarles que Futura, la maravillosa droga de Clark y Layman, ha hecho posible este viaje, y que es la responsable de mi traviesa conducta. A estas alturas, ya se habrán dado cuenta de que el micrófono que tengo ante mí es un simple palo. Sólo sirve para satisfacer las manías de las personas de mi generación que no pueden adaptarse a las cúpulas auditivas que tienen sobre sus cabezas y que se generan bajo sus asientos. Muchos siguen insistiendo en llevar estos horribles, pesados e inertes aparatos en torno a las orejas. Si se les dejara, muchos estarían jugando con botones y mandos en lugar de utilizar las computadoras planas que tienen delante, para introducir sus servicios individualizados de traducción. A propósito, estas pantallas hologramas se instalaron hace poco, especialmente para esta reunión. Me han pedido que pase revista a los progresos de los multimedia y a sus repercusiones en la dinámica de las relaciones laborales. Pero antes de meternos en ello, examinemos lo que ha ocurrido en los últimos veinticinco años. Si me permiten, repasaré con ustedes los acontecimientos tecnológicos que han tenido lugar desde 1997.

La revolución tecnológica continuó sin cesar desde que se celebrara el primer Coloquio sobre la convergencia de los medios de comunicación múltiples en esta misma sala, en enero de 1997. Esta revolución ha cambiado por entero el concepto de lo que es una oficina de empresa. Las máquinas de escribir mecánicas o eléctricas se pueden admirar ahora en los museos de todos los países. El teclado de las computadoras se usa sólo en el Mundo Iletrado. En este 25.o aniversario de nuestro primer Coloquio sobre la convergencia de los medios de comunicación múltiples, la Oficina se las ha arreglado para obtener una muestra de los últimos aparatos e innovaciones. Así, pueden mantener un intercambio verbal con su computadora o con su electromayordomo personal (o EP, si quieren servirse de esta denominación vanguardista) y pueden conversar en cualquier lengua, incluso en wu, la lengua de la provincia de Jiangsu, y en fujianés, idioma hablado en la provincia de Fujian. Hemos de agradecer estas últimas novedades a la sucursal en Beijing de la Microsoft Corporation.

La voz metálica que están ustedes oyendo y que traduce mis palabras, no es ningún defecto del Módulo Universal de Traducción (MUT), instalado en los sótanos de este edificio. Como ustedes saben, el Módulo Universal de Traducción reemplazó a los intérpretes humanos hace unos dos años. El tono metálico que ahora tiene se debe sólo a un desfase inevitable en la instalación de las cúpulas individuales de sonido. La definición de los límites de cada cúpula sigue requiriendo todavía una paciente manipulación cuando se instalan los hilos eléctricos bajo los asientos. Estos cables requieren un ajuste muy preciso para que el campo sonoro se mueva al mismo tiempo que nuestras cabezas y es posible que haya habido algún pequeño desajuste, que se corregirá enseguida.

¿Cuál es la sustancia real de los cambios que ha traído consigo la tecnología? Es muy fácil: todas las estructuras de subordinación han sido reemplazadas por nuevos sistemas de colaboración. Las secretarias han sido reemplazadas hace ya mucho tiempo por lo que ahora llamamos asistentes de empresa. Su capacidad para interactuar con los instrumentos técnicos de las empresas es la clave de unas técnicas de dirección eficaces y productivas. Hoy día, la mayor parte de nosotros dictamos nuestras cartas y memorandos al electromayordomo personal. Nuestros asistentes de empresa repasan nuestras instrucciones y ponen los detalles, pero sólo en los aspectos que dejamos a su contribución. Pueden hacerlo incluso cuando van a la cafetería, usando las pantallas hologramas que están instaladas en los pasillos. El tamaño de la pantalla holograma plana instalada en los pasillos es de 50 pulgadas, o sea el equivalente a un metro y cuarto en diagonal, y algunas de ellas tienen cinco capacidades sensitivas, es decir que oyen, ven, huelen y facilitan datos sobre el gusto y el tacto interactivo. Una asistente de empresa puede incluso gustar lo fuerte que está el café que ha preparado, simplemente lamiendo la pantalla holograma, con lo que sus papilas gustativas quedan inmediatamente activadas por impulso electrónico. Comparemos todo esto con la aburrida labor manual que las secretarias de oficina tenían que llevar a cabo en el pasado. Los asistentes empresariales ya no tienen que manipular documentos de papel. Palabras, conceptos, diagramas, gráficos y dibujos se reúnen fácilmente y se presentan en una pantalla holograma, con unas instrucciones verbales simples y fáciles. Sólo la demanda procedente del Mundo Iletrado mantiene la producción de nuestras fábricas de papel. Los actuales tecnoinstrumentos nos dan la oportunidad de detener la deforestación del hábitat del Mundo Iletrado.

Las distinciones entre las categorías directivas y administrativas del empleo siguen desapareciendo. La llamada oficina democrática, que yo preferiría llamar más bien tecnoficina, ya no tiene jerarquías. El Centro de Procesamiento Empresarial analiza y mide la eficacia y valor de los insumos de todos y cada uno de los asistentes de empresa. Este CPE determina cómo pueden influir y mejorar los procesos productivos. El CPE no sólo registra los datos y los plazos temporales de su colaboración, sino que calcula sus salarios de conformidad con ello. Las funciones y tareas de supervisión, como todos ustedes saben, se incluyeron hace tiempo en el CPE, y ya nos las hacen los humanos. La nueva generación de pantallas planas hologramas -- que estará en el mercado el próximo otoño -- está preparada para suministrar una información completa y perfectamente precisa en los cinco sentidos.

El control de calidad de las contribuciones verbales así como del producto y de los servicios ha llegado a tal grado de sofisticación que los sentidos humanos ya no pueden competir con la quinta generación del CPE. Las asistentes empresariales podrán impartir sus instrucciones simplemente tocando las nuevas pantallas hologramas, o dándoles órdenes verbales. Las pantallas hologramas facilitan servicios telefónicos en dúplex y vídeo en todo el mundo. Por cierto, las nuevas características de tacto y olfato que ofrecen estas pantallas planas han sido objeto de un debate apasionado en todos los medios de comunicación, y los actores han llevado a cabo una manifestación en protesta por esta presunta intrusión en su propio terreno.

Los controles de seguridad, como el reconocimiento de la voz, la lectura de las huellas dactilares y el escáner de la imagen personal, están incluidas en la pantalla holograma. Se dice que estos nuevos módulos, dotados de cinco sentidos, son capaces incluso de imitar las feromonas de las molestas polillas de verano. Sin duda, esto contribuirá a que se vendan más pantallas hologramas para ponerlas en la puerta de las tiendas de campaña o en las casas de la playa. Las pantallas hologramas han tenido un gran impacto en las relaciones entre la dirección y los trabajadores de muchos de nuestros establecimientos industriales. Es cierto que el Mundo Iletrado sigue todavía empeñado en mantener el engorroso proceso de negociación colectiva, que tanto tiempo consume y que requiere una interacción personal de todas las partes interesadas.

Ahora cómodamente sentados antes sus pantallas, los funcionarios empresariales pueden mantener una negociación colectiva teniendo sobre la mesa la más detallada información financiera y los planes de producción que puedan serles útiles para negociar con eficacia, sin que la otra parte pueda verlos. Pueden firmar su aprobación al pie de cada acuerdo, simplemente poniendo la mano derecha (o la izquierda en caso negativo) sobre la pantalla. Los responsables sindicales tienen a su disposición los datos financieros y salariales que les han facilitado sus gobiernos y sus propias organizaciones. Como dice el refrán, «es fácil ver lo que está escrito en la pared», y esto se puede aplicar también a las pantallas.

La duración de los convenios colectivos entre el sindicato y la empresa se ha ido reduciendo gradualmente; no nos sorprendería ver que se han alcanzado acuerdos mensuales para responder adecuadamente a las demandas del mercado, que está siempre en rápida evolución. Los costos de los procesos de empleo son asistidos por tecnoinstrumentos. Las entrevistas personales pueden llevarse a cabo desde el mismo despacho, poniéndose directamente en contacto con el domicilio particular del solicitante, y la asistencia profesional de los psicólogos de empresa, médicos y formadores puede obtenerse directamente por instrucción verbal a los servicios de la red. Lo que solía ser un proceso largo y engorroso, es ahora cuestión de minutos. El médico puede llevar a cabo su reconocimiento al mismo tiempo que ustedes mantienen una entrevista personal. El psicólogo puede también ir calibrando las respuestas del solicitante para obtener su perfil psicológico en algunos segundos, y el formador puede detectar automáticamente sus deficiencias y decidir sobre la marcha la acción correctiva que se necesita en este caso, todo ello en una sola entrevista, que -- por supuesto -- no pasa de 10 minutos. La enorme base de datos que nos facilita la red potencia nuestra capacidad para comparar lecturas y reconocimientos del mismo solicitante, lo que puede ser incluso aprovechado por nuestros competidores. Tenemos prácticamente a toda la población susceptible de ser empleada al alcance de la mano. No se necesita más que tocar la pantalla.

El ámbito de los servicios profesionales se ha multiplicado por cinco durante el decenio pasado. La primera generación de profesionales con formación superior está ahora entrando en lo que solían ser unos empleos reservados a los obreros y a los que entonces se llamaban empleados de oficina. Los servicios y alcance de la red han conducido a la utilización de los domicilios particulares como lugares de trabajo, llevando también a la instalación de lugares de trabajo en las zonas comerciales de los barrios residenciales, lo que ha tenido repercusiones incluso en la construcción de las viviendas. Las pequeñas y medianas empresas ya no necesitan ocupar la gran cantidad de terreno o de locales que se necesitaban durante la revolución industrial y la segunda mitad del siglo pasado. Los locales comerciales se están vendiendo a precios de saldo en la mayoría de las ciudades, y es imposible predecir cuándo declinará el actual auge renovador de los centros urbanos. Los grandes edificios de oficinas están poniendo a la venta espacios adaptados a las nuevas necesidades, generalmente en régimen de comunidad de propietarios, y los centros urbanos vuelven a ser el lugar preferido por las familias.

Todos estos progresos tecnológicos, ¿requerirán cambios en nuestra definición de los empleadores y de los trabajadores? No. El alcance, volumen y naturaleza del capital invertido en las empresas productivas y lucrativas ha cambiado algo, pero la tecnología ha generado a su vez otras muchas variedades de pequeñas y medianas empresas. Tanto nuestro «asistente de empresa» como el antiguo «obrero industrial» pueden ser definidos como una persona física que -- sobre la base de un acuerdo verbal o escrito, individual o colectivo, expreso o tácito -- brinda sus servicios, manual o intelectualmente, bajo las órdenes, control y autoridad de otra persona, física o jurídica. El empleador sigue siendo la persona física o jurídica que obtiene los servicios de los trabajadores que están bajo su control. Y los controles, como acabo de describir, pueden llevarse a cabo personal o electrónicamente. Seguimos teniendo unos gurús que no cesan de decir a los asistentes de empresa y a los trabajadores industriales que nunca ganarán bastante dinero trabajando para otra persona. Hay planes que incitan a la gente a trabajar sólo unas pocas horas por semana, para ganar todo el dinero que están soñando. Pero la realidad es que los progresos tecnológicos siguen fomentando la creatividad y el deseo de independencia. A la gente le gusta tener la sensación de que está al timón del barco, de su barco, de mi barco. Estos dos ingredientes principales incrementan, y seguirán incrementando, el número de los empleados por cuenta propia. Los «ciberempresarios» son los primeros exploradores y beneficiarios de este gran campo de la tecnología. Se sirven de su imaginación para crear nuevos bienes y servicios que satisfagan las necesidades y deseos del sofisticado Mundo Instruido. Por nuestra parte, no nos queda más que esperar que la tecnología se usará para responder a estas necesidades y para mantener a la humanidad en paz. Y aquí se acaba mi viaje.

Las repercusiones de la evolución de las condiciones
de trabajo en las relaciones laborales

por Tony Lennon(39)

Desde el punto de vista sindical, una de las cuestiones fundamentales que determina la naturaleza de las relaciones laborales es la identidad y naturaleza del empleador. Estamos haciendo frente en este momento a lo que yo llamo una contraposición de estilos entre los tres principales subsectores que están emergiendo en los nuevos grupos de tecnología de los medios de comunicación múltiples. Cada uno de estos grupos tiene un estilo distinto para actuar en las relaciones de trabajo.

El primer grupo comprende a los suministradores de contenidos. Esto incluye gran parte de la industria que existe actualmente en relación con el ámbito audiovisual y los productos intelectuales, como las empresas de radiodifusión y de cine, parte de la industria musical y los editores. En cuanto a la propiedad, todas estas empresas suelen combinar el sector público y el privado. Por ejemplo, en muchos países la radiodifusión sigue siendo una actividad de titularidad pública. Si se pregunta a los dirigentes de estas compañías por qué lo hacen así, muchos de ellos ponen de relieve que creen en la calidad del producto que están haciendo y que tienen fe en los valores que trae consigo el servicio público. Esto es lo que realmente sienten en su corazón. En este momento y en este sector, las relaciones laborales son buenas, aunque a veces están empezando ya a deteriorarse. En todo caso, son bastante sólidas, pero el reconocimiento de los sindicatos está dejando lugar a los contratos individuales.

Un segundo grupo está formado por lo que voy a llamar los distribuidores existentes. Las empresas de telecomunicaciones se incluyen también en el grupo. Hablando en general, se trata de una cadena de distribución que también incluye, en algunos casos, una combinación de propiedad pública y privada. La gente que actúa en este sector de la industria suele estar también preocupada por suministrar un producto de calidad, pero actualmente casi todo el mundo en este sector está preocupado por los beneficios. Incluso en los segmentos de este sector que son de titularidad pública, la gran cuestión son ahora los beneficios. Mi argumentación va en el sentido de que en este grupo las relaciones laborales están decayendo, en cuanto a su eficacia. En algunos casos, han desaparecido por completo. Muchos editores ya no reconocen a los sindicatos, y en la televisión y en la radio están actuando muchas emisoras privadas que no mantienen trato alguno con los sindicatos. Este es, pues, el grupo que está en medio.

El tercer grupo está formado por los nuevos operadores, que van desde la empresa que está empezando y que gira prácticamente en torno a una sola persona hasta grupos que tienen un volumen de más de cinco billones de dólares. Su característica fundamental es que todas ellas son de titularidad privada. Si se les pregunta por qué están actuando en este sector, pueden hablar de muchas fantasías, pero su línea de fondo son los beneficios. En cuanto a las relaciones laborales, muchos de estos equipos o agrupaciones deslindan por completo de los sindicatos: no son necesariamente antisindicales, sino que se limitan a prescindir de los sindicatos. Por lo tanto, la colisión de estilos que he mencionado se ve muy claramente en la manera en que estos tres grupos se relacionan actualmente con los sindicatos.

Las industrias del primer grupo llevan ya cierto tiempo en existencia. Los productos cinematográficos de hace 50 años iban cada vez al estudio cinematográfico, pero actualmente pueden dar los nombres de casi todos los empleos del proceso de producción. El maquinista de toma de vistas, el asistente del jefe electricista, el claquetista, el jefe electricista y el técnico de sonido, por ejemplo, son tareas que apenas han cambiado en 50 años.

¿Por qué no ha cambiado la industria cinematográfica? Veamos algunas de las razones que se pueden aducir. ¿No ha habido desarrollo en esta industria? La respuesta es que eso no es cierto. La industria cinematográfica tiene actualmente una gran sofistificación tecnológica. ¿Es porque los sindicatos son especialmente duros en ese sector? La respuesta es que hay ciertamente muchos sindicatos duros y que la industria cinematográfica está en un sector muy sindicado, pero por más duro que así sea, esto no puede durar 50 años. ¿Es porque los empleadores son muy generosos y porque, simplemente, han sido amables con sus trabajadores? La respuesta es que ustedes mismos pueden dar la respuesta a esta explicación.

La explicación que me parece más coherente a la falta de cambios, es la que se incluye en el propio proceso de producción. En la industria cinematográfica se necesitan varios años para que una idea llegue a tener una forma definida. Conseguir el dinero y hacer el reparto supone meses o años. Los procesos que siguen a la producción (como la edición, etc.), llevan semanas y meses. La distribución absorbe años, y aun décadas. Las ventas relacionadas con la película (todos los productos que se relacionan con ella) pueden ocupar varias décadas. De hecho, pues, se trata de un ciclo muy largo de duración del producto. Y en medio está la producción.

¿Qué es lo que ocurre con la producción? Cualquiera que haya actuado en la producción cinematográfica podrá decirles que aunque los procesos de producción parece que duran años, de hecho sólo llevan unas pocas semanas o meses, en los que el nerviosismo es muy grande. La gente relacionada con la producción -- especialmente los productores y ejecutivos de la industria cinematográfica --, suele concentrarse exclusivamente en una de las tareas que tiene entre manos (la que le produce más nerviosismo) más bien que en todo el ciclo del producto. Su razonamiento podría ser que no vale la pena preparar el terreno para unos problemas que van a durar tres meses, cuando de hecho ganan su dinero en los otros 19 años y 9 meses.

Ahora vamos a fijarnos en los nuevos operadores. Gran parte de ellos tienen también tendencia a centrarse en una determinada tarea, y esto es bueno para las relaciones laborales. Cuando los empleadores están nerviosos las cosas suelen ir bien para los sindicatos. No hay más que presentarse, ellos quieren hacer algo inmediatamente, nosotros ponemos el precio y ellos lo pagan. En este sector, hay un montón de proyectos nuevos. Las empresas están haciendo un trabajo creativo por primera vez. Pueden ser unos negocios de pequeño volumen, todavía poco maduros, y tal vez lo que ocurre es que no han pensado en el proceso en que están entrando. Están demasiado ocupados para ello, porque tienen plazos que cumplir y muy poco tiempo para pensar sobre cualquier cosa que no sea el trabajo inmediato.

Esto nos lleva a su segunda característica. Como estas empresas son nuevas en muchos casos, no tienen tradición de relaciones industriales y con frecuencia su personal directivo no tiene experiencia de dirección. Muchas de ellas son pequeñas empresas. Esto constituye un punto fundamental para las relaciones laborales, porque es más fácil tratar con una gran organización, que suele disponer de un departamento de personal, y tiene tradición y experiencia administrativa.

Estos pequeños operadores se caracterizan por su crecimiento. Muchos de ellos acaban de empezar y están en la curva ascendente, lo que marca una diferencia en relación con las relaciones laborales. Muchas de las nuevas empresas relacionadas con la tecnología de la información pueden decir que no necesitan sindicatos, porque están en un momento de crecimiento, y el personal está contento. El personal está contento en parte porque la empresa no ha tenido demasiadas dificultades. La mayor parte de las empresas de publicaciones, más bien pequeñas, que están en relación con los multimedia y que crean títulos, no han tenido todavía que despedir a nadie. No han tenido ningún bajón, de modo que el personal todavía no siente la necesidad de instaurar unas relaciones laborales propiamente dichas.

¿Cuáles son los problemas que esto plantea a los sindicatos? El índice de cambio en este sector es realmente astronómico, y ello plantea un problema a los sindicatos porque, como otras muchas instituciones, los sindicatos son a veces lentos para el cambio. Para estar al corriente en las relaciones laborales de este sector, tenemos que aprender a cambiar.

La naturaleza del cambio plantea también problemas a los sindicatos porque la fuerza de trabajo contingente se confunde muchas veces con los empleados por cuenta propia. Es evidente que hay empleadores que piensan que los trabajadores contingentes no son realmente sus empleados. Resulta difícil hacer que los empleadores dialoguen con una fuerza de trabajo que está a tiempo parcial cuando falta un compromiso decidido entre el empleador y el trabajador individual.

A veces tenemos problemas para determinar quién es el empleador. Una vez más, la industria cinematográfica nos da un ejemplo de ello. Los bienes físicos de muchas compañías cinematográficas se limitan a dos cosas: una placa de latón con el nombre de la compañía clavado en la puerta de unos locales alquilados y una lista telefónica de contactos. En este tipo de entorno es muy difícil decir quién es el empleador. Cuando se puede determinar quién es y se trata de ponerse en contacto con él, se descubre que la empresa ha quebrado o se ha trasladado. Es, realmente, un problema para nosotros.

El perfil de edad de la fuerza de trabajo es también un punto importante. Los trabajadores suelen ser jóvenes. Vienen de una generación que no ha heredado necesariamente una tradición de solidaridad fuerte ni un reconocimiento de la necesidad de los sindicatos. Los jóvenes no suelen preocuparse por las pensiones de jubilación, la seguridad en el empleo o la readaptación profesional en la mitad de la carrera. Sin embargo, esta nueva generación de trabajadores podrían cambiar de actitud dentro de 15 años, cuando tengan familias y compromisos, y cuando se den cuenta de que algún día tendrán que jubilarse.

El siguiente problema sindical se refiere al desplazamiento de los trabajadores. No hay que olvidar que los trabajadores que son despedidos constituyen para nosotros un problema por lo menos tan grande como los nuevos trabajadores, porque siguen siendo miembros de nuestros sindicatos y siguen pidiendo empleos. De este modo, las estrategias para tratar con los trabajadores desplazados constituyen objetivos fundamentales en cualquier lista sindical.

El último problema para los sindicatos no es tanto un problema cuanto un reto y una oportunidad. Los servicios prestados a los afiliados se están convirtiendo en una parte cada vez más importante de la labor sindical prácticamente en todos los países. Los trabajadores contingentes suelen trabajar pendientes de diversos compromisos. Hacen un poco de trabajo para muchos empleadores distintos y a veces tienen también compromisos habituales a tiempo parcial. Una de las decisiones fundamentales que los sindicatos tienen que adoptar es cómo pueden colmar el desfase que separa a sus afiliados en materia de condiciones de empleo.

Hoy día es muy corriente que los trabajadores de este sector se afilien a los sindicatos para beneficiarse de los más diversos servicios que éstos ofrecen, como formación profesional, seguros, consultorios jurídicos y ayuda para rellenar sus impresos de declaración de renta. En mi país, hace 10 años hubiese sido considerado como una traición -- una negación de la lucha de clases -- ofrecer estos servicios, pero actualmente todos nosotros procuramos asegurarnos de que sigan ofreciéndose a los afiliados. Esto indica que las necesidades de la gente y el tipo de cosas que los sindicatos pueden querer decir a los empleadores serán distintos en el futuro, porque estamos pensando en nuevos modos de colmar estos períodos en los que la gente no está empleada a tiempo completo.

En mi sindicato, el BECTU, que es el principal sindicato del ramo audiovisual en Gran Bretaña, hemos tratado de calcular lo que ha ocurrido con nuestros miembros que han sido desplazados en los últimos dos o tres años. Entre un tercio y la mitad de ellos siguen en la industria trabajando como independientes, con mucha frecuencia trabajando incluso para las mismas empresas de antes. Esto es muy corriente. Entre un cuarto y un tercio de estos afiliados cambia de profesión y deja la industria cuando son desplazados. Si son jóvenes, a veces vuelven a la universidad; sin son ya más viejos, hacen algo más tranquilo. Finalmente, entre un 15 y un 25 por ciento de ellos opta por una jubilación anticipada. Pueden hacerlo, porque son trabajadores que han sido desplazados de un empleo permanente.

Esta última cifra es bastante angustiosa. En la mayoría de los países desarrollados, aproximadamente la mitad de la población que pasa de 55 años no tienen un empleo remunerado. Muchos de ellos lo han abandonado a causa de un desplazamiento y, en muchos casos, no les va demasiado mal. En los Estados Unidos, al llegar a los 55 años hubiesen vivido probablemente de las rentas de su primer plan de pensiones o hubiesen entrado en el segundo. A esta edad, en mi país pueden haber llegado a pagar la hipoteca de su vivienda y cobrarían lo que hemos acordado con la mayoría de los empleadores para garantizar unos pagos de garantía en caso de despido, de modo que no sufran demasiado. Pero, ¿qué es lo que va a pasar cuando la actual generación joven llegue a una edad en que tenga que ser a su vez desplazada? Ni tendrán planes de pensión ni tendrán la vivienda pagada. La proporción cada vez mayor de gente de edad hace que los planes de pensiones financiados con cargo al erario público tengan ya muchas dificultades. Pienso que tenemos la responsabilidad social de prestar atención a este grupo, porque en su horizonte se acumulan negros nubarrones.

Los trabajadores no tienen miedo de los cambios, pero necesitan un diálogo. El diálogo que queremos tendría su mejor expresión a través de las estructuras existentes. Pero este diálogo tiene que ampliarse para abarcar las cuestiones que acabo de plantear y tal vez algunas más. Todos nosotros estamos aquí, porque, como Grupos, estamos comprometidos con la libertad sindical y con la negociación colectiva. Esto es de la mayor importancia para nosotros, porque muchos de los problemas que acabo de esbozar no pueden ser resueltos por los individuos. Sólo podrán resolverse a través del diálogo entre los interlocutores sociales.

He elaborado una lista con las cuestiones que me parecen importantes para el diálogo que necesitamos en las industrias que están apareciendo en este sector. Esta lista comprende:


  • la remuneración;
  • las condiciones de trabajo;
  • la seguridad en el empleo;
  • la polivalencia;
  • la formación;
  • la corta duración de las calificaciones;
  • el ingreso en el mundo laboral;
  • la salud y seguridad;
  • la igualdad de oportunidades;
  • las prestaciones sociales;
  • la propiedad intelectual.

Algunas de estas cuestiones, planteadas tradicionalmente por los sindicatos, no suponen ningún cambio, como es el caso de la remuneración y de las condiciones de trabajo. Otras sí son un cambio. Por ejemplo, ¿cómo podríamos definir la seguridad en el empleo cuando la gente trabaja con varios contratos parciales al mismo tiempo? La formación ha adquirido la importancia que actualmente tiene porque la fuerza de trabajo contingente piensa que la carga de la formación cae cada vez más sobre los individuos, pero que los costos son a veces prohibitivos.

Un ejemplo de un problema nuevo es la corta duración de las calificaciones de los trabajadores de esta industria. Desde principios del decenio de 1970, hemos visto pasar cinco o seis generaciones de equipos gráficos electrónicos. Este equipo es muy caro y, cuando llega al mercado, un grupo selecto de gente aprende a operar con él. Durante un cierto tiempo, estos trabajadores son muy demandados. Sus capacitaciones están en el candelero de la demanda y pueden llegar a cobrar cantidades verdaderamente enormes de dinero por su trabajo. Pero, al cabo de 18 meses o de 2 años, llega al mercado una nueva generación de equipos y de la noche a la mañana estos trabajadores no tienen ya ningún valor. Una nueva generación de máquinas significa que tienen que empezar desde cero. Este problema es cada vez más evidente y debería ser tema de un diálogo serio.

El último punto de la lista -- la propiedad intelectual -- es de una importancia fundamental para los trabajadores. Los derechos de propiedad intelectual de los trabajadores que han creado la información son casi tan importantes como un acuerdo que diga que alguien tiene que ser retribuido por su trabajo. Cuando la gente contribuye a nuevas formas de información o cuando sus antiguos productos de información se usan de nuevos modos, lo que constituye una práctica común en el campo audiovisual, tiene que tener una parte en los beneficios. Esto puede ser una fuente de ingresos muy importante para los trabajadores que viven pendientes de diversos compromisos, y que no pueden esperar tener trabajo cinco días por semana durante 40 años.

Algunos de los problemas que están apareciendo como nuevos para este sector son en realidad problemas bastante viejos. Tenemos experiencia de ellos en las negociaciones de los convenios colectivos. Aunque muchos trabajadores de hoy día puedan decir que no necesitan de los sindicatos, por mi parte pienso que esta actitud cambiará muy profundamente cuando esta industria empiece a madurar. A medida que la industria vaya por los ciclos normales, sufra las crisis correspondientes y los trabajadores salgan perjudicados, sus actitudes irán cambiando. Cuando esto ocurra, un marco de diálogo y de cooperación será lo mejor para todos.

Discusión general sobre la evolución
de las relaciones laborales

Michel Muller, del Grupo de los Trabajadores, se preguntaba qué es lo que iba a ser la empresa del futuro, dónde iba a ubicarse, qué nuevas estructuras y qué nuevas relaciones sociales aparecerían y a qué se parecería el trabajo. Aunque es cierto que estas preguntas no son nuevas, deberían ser nuevamente examinadas. Si bien es un hecho estadísticamente comprobado que van a crearse muchos nuevos empleos en las pequeñas y medianas empresas, las mismas estadísticas ponen también de manifiesto que las grandes compañías son las que realmente crean estas pequeñas empresas, que suelen ser sucursales suyas. Como mantienen prácticamente un «derecho de vida o muerte» sobre estas pequeñas empresas, los grandes grupos industriales tienen una grave responsabilidad social en la generación futura de empleos. La actual tendencia a los acuerdos individuales en sectores en los que las empresas tradicionales han empezado ya a desaparecer, sólo podía funcionar porque seguía existiendo un edificio social debidamente estructurado. La humanidad tenía que garantizar que continuase existiendo un edificio social, aun cuando las empresas tradicionales dejasen de existir. El ser humano debía permanecer en el centro de cualquier proyecto futuro que tratase de corregir los aspectos negativos de los cambios tecnológicos.

André Nayer, experto independiente, advirtió que el elemento humano era ciertamente fundamental en cualquier discusión que se mantuviese sobre el empleo futuro. Cuando trabajaba como consultor para un grupo de empresas virtuales que habían finalmente establecido una empresa «real» en Canadá, todos los acuerdos preliminares se habían llevado a cabo por teléfono, fax, correo electrónico y teleconferencias. Sin embargo, cuando se empezó a contratar a personas concretas, los clientes quisieron verlas en carne y hueso. Trabajar con una persona mano a mano es bastante distinto de trabajar con gente a quien sólo se conoce por conexiones de la computadora o por medio de teleconferencias. Se preguntaba cómo iban a estar estructurados los sindicatos del mañana y cómo los empleadores podían tratar de resolver las dificultades causadas por la creciente variedad de situaciones de empleo.

Ulrich Holtz, del Grupo de los Empleadores, declaró que las industrias de alta tecnología no siempre habían tenido un camino de rosas sino que habían experimentado también tiempos muy difíciles debido a la intensa competencia. Muchas de las empresas de hoy dejarían de existir en el futuro. La negociación colectiva podría tener menos influencia en algunas de estas empresas de alta tecnología. Los sindicatos y los empleadores tendrían que mostrar más imaginación para mantener activo el diálogo social.

Heinz-Uwe Rübenach, del Grupo de los Empleadores, advirtió que las empresas siempre habían tenido que adaptarse al mercado para sobrevivir y seguir adelante. Tenían que estructurar su empleo con este fin. La rapidez y energía de las fuerzas del mercado de hoy estaba exigiendo unas reacciones rápidas. Los sistemas tradicionales ya no eran adecuados y tenían que ser corregidos, pero no había un modo uniforme de tratar las repercusiones sociales y las consecuencias políticas de todo ello. Los problemas tenían que ser analizados y tratados sector por sector y ramo por ramo.

Respuesta del grupo de especialistas

Walter Durling destacó su mensaje fundamental: la humanidad no tiene que tener miedo de la tecnología. La tecnología no cambiará el núcleo de las relaciones humanas. Unos medios más sofisticados de comunicación, nuevos mecanismos de negociación y nuevos tipos de conflictos irían apareciendo, pero las relaciones entre los trabajadores y los empleadores seguirían siendo las mismas. Cuando se inventó el cine, la gente temió que pusiese fin al teatro, pero no fue así. Cuando apareció la televisión, la gente tuvo miedo de que se dejara de ir al cine, pero tampoco ha sido así. No hay que tener miedo al futuro. El miedo al futuro no debía llevarnos a ahogar la creatividad por medio de disposiciones reglamentarias. La creatividad era necesaria para generar nuevos empleos. El espíritu de la empresa tenía que ser reforzado con la nueva tecnología para generar empleos para los que habían sido desplazados. No había que anticiparse a los problemas sino que había que tratarlos cuando se presentaban.

Tony Lennon argumentó que la rápida evolución de las relaciones laborales era ya un hecho. Lo que había que hacer era, simplemente, determinar y discutir las cuestiones. Por más difíciles de prever que estos cambios pudiesen ser, era fundamental mantener siempre presente el espíritu humano. Aunque era imposible hacer una previsión de las estructuras sindicales del futuro, lo más probable era que los sindicatos patrocinasen unas relaciones más individuales entre sus afiliados. Los días de los mítines masivos ante las puertas de las fábricas habían pasado para siempre. Los sindicatos tenían que contemplar unos nuevos estilos de relación entre sus miembros. Las nuevas tecnologías, si se usaban correctamente, podrían incluso ayudarles para ello. Es cierto que la industria de los multimedia pasaba por altos y bajos, como cualquier otra industria, pero la diferencia estaba en que las pequeñas empresas que dominaban en el sector no podrían sobrevivir a unas crisis largas. Si estas empresas tropezaban con una crisis de este tipo, lo más probable es que se hundiesen.


Parte 10

Convergencia de medios de comunicación múltiples y relaciones laborales

Convergencia de los medios de comunicación múltiples
y relaciones laborales: efectos, políticas y perspectivas
de innovación económica y social

por Peter Leisink(40)

La convergencia de los multimedia constituye un proceso desigual y no un estado de cosas ya cumplido. La convergencia, o en un sentido todavía más amplio, el nacimiento de una economía de la información, es técnicamente posible pero su realización práctica dependerá de actores y políticas de índole económica, política y social. Serán necesarias grandes adaptaciones institucionales en los sistemas de reglamentación, formación, dirección de empresas, y también en las relaciones laborales.

La presentación que voy a hacer de este tema se centra en estas adaptaciones institucionales. Empieza con una evaluación de lo que se observa en las industrias relacionadas con los medios de comunicación en cuanto a trabajo en red y flexibilidad, y examina los efectos de estas tendencias en las relaciones laborales en general y en la negociación colectiva en particular.

La revolución tecnológica de la información y la comunicación no es una mera revolución técnica, sino que introduce un modelo tecnoeconómico completamente nuevo. Los efectos de la revolución de la tecnología de la información están en todas partes, y afectan a todos y cada uno de los ramos industriales y servicios, y por supuesto a la propia concepción, dirección y control de los sistemas de producción y de servicios. Está apareciendo una nueva lógica organizativa -- una lógica en red -- que está superando el viejo modelo de producción en masa que se basaba en cadenas de montaje, productos estándar y economías de escala. Este modelo presuponía un mercado masivo con poca variación en las demandas de los consumidores y en los procesos tecnológicos. Estas condiciones contextuales han cambiado enormemente. La producción con un solo objetivo está cediendo el terreno a la producción flexible, a medida que la industria tiene que hacer frente a demandas imprevisibles. Las nuevas tecnologías de la información se adaptan bien a la aplicación de una lógica de redes y de flexibilidad en toda clase de procesos y de organizaciones. Un ejemplo de los cambios organizativos de los sistemas de producción es el llamado «toyotismo», que comprende los sistemas de suministro conocidos como «justo a tiempo», «control total de la calidad» y «cero defectos». En el caso de Benneton o Nike, estos métodos incluyen licencias y subcontrataciones de la producción bajo la protección de una gran empresa. Una tercera forma de red organizativa es la que configuran las alianzas estratégicas de las grandes empresas, que les permite movilizar las inversiones masivas de capital que se requieren para desarrollar una tecnología concreta, como la tecnología de los decodificadores digitales, por ejemplo. La aparición de corporaciones conectadas en redes horizontales no supone una superación de las grandes burocracias verticales, ni mucho menos su desaparición completa. Cuando compañías como Philips y Sony establecen una cooperación mutua, cada una de ellas sigue siendo una gran empresa, pero se conectan en red horizontal.

¿Hasta qué punto estas tendencias siguen siendo válidas en la industria de los medios de comunicación? La experiencia, basada en estudios nacionales así como en estudios de caso, pone de manifiesto la lógica de las redes institucionales en varios sectores de la industria de los medios de comunicación múltiples. La industria cinematográfica de los Estados Unidos y la industria británica de la cultura constituyen ilustraciones muy expresivas de la desintegración vertical de las empresas de producción masiva y de la paulatina aparición de un sistema de producción especializada que opera a través de alianzas. Las compañías públicas de radiodifusión se están dividiendo en unidades más pequeñas, como servicios técnicos y de producción, que pueden actuar en colaboración (o en competición abierta) con la compañía radiodifusora. Una encuesta reciente de las compañías de producción audiovisual de los Países Bajos, muestra que entre la mitad y las tres cuartas partes de ellas piensan participar en la producción de CD-ROM y CD-I en el curso de 1996, y que más de la mitad de ellas tenía previsto establecer redes institucionales de alianza con otras empresas del tipo de las productoras de programas lógicos para beneficiarse de los conocimientos técnicos que necesitaban para ello.

A primera vista, las industrias editoras podrían parecer una excepción a esta tendencia a la constitución de redes institucionales, habida cuenta de la aparición de grandes multinacionales editoras, como Reed Elsevier y Wolters-Kluwer, pero una observación más atenta pone de manifiesto que las diversas sucursales y divisiones de estas empresas tienen un amplio margen de autonomía interna. Esta misma lógica de redes institucionales se aplica en el interior de la organización para permitir unas respuestas flexibles a la evolución de las condiciones del mercado, a la innovación tecnológica o a la presión política. Lo que estamos presenciando no es tanto la desaparición de las empresas grandes y poderosas sino más bien una crisis del modelo de organización empresarial tradicional, que se basaba en una integración vertical y jerárquica y en la dirección funcional.

Desde luego, no todas las partes de las industrias de los medios de comunicación se enfrentan a tendencias encaminadas a la producción flexible de productos diversificados. En muchos países los periódicos siguen siendo un producto estándar para un mercado masivo, y los editores de periódicos suelen seguir teniendo una forma de organización verticalmente integrada y burocrática. Ello no obstante, incluso en esta industria puede observarse un incremento de la flexibilidad. Por ejemplo, la compaginación automática ha conducido a una combinación de tareas de composición y de labor propiamente editorial. En los departamentos de publicidad, se han integrado las labores comerciales con el trabajo de composición. Una encuesta en la industria editorial del Reino Unido puso de relieve que los correctores de pruebas y los correctores de estilo han pasado a trabajar desde el exterior de las empresas, y ahora están actuando como teletrabajadores a domicilio. La gran mayoría de ellos ha entrado en una situación de empleo por cuenta propia, no como resultado de una opción prioritaria sino a consecuencia de fusiones de industrias, reubicaciones y despidos. Actualmente son más trabajadores eventuales que empleados por cuenta propia, porque tienen poca autonomía y tienden a depender de una única editorial para su trabajo.

Así pues, los efectos generales que suelen asociarse con la revolución de la tecnología de la información y de la comunicación -- una lógica de redes y una mayor flexibilidad -- pueden observarse con toda claridad en las industrias de los medios de comunicación. ¿Cuáles son sus consecuencias para las relaciones laborales?

Mi primera tesis es que la revolución tecnológica de la información y de la comunicación, y el proceso de convergencia de los medios de comunicación múltiples, relacionado con ella, hace que las plataformas tradicionales de interacción (como las plataformas de negociación colectiva en el plano de la empresa o del ramo industrial) sean cada vez más inadecuadas como plataforma única de interacción. El nivel sectorial se está haciendo cada vez más difícil de encontrar como entidad y, por lo tanto, como plataforma viable de acuerdos colectivos. Lo que ahora se necesita es una interacción más intensa entre los trabajadores y la dirección en determinados planos, y no sólo en el plano de la empresa o del sector sino también en el plano internacional.

En el decenio de 1970, cuando se introdujeron las máquinas de fotocomposición, las agencias de publicidad y los estudios de artes gráficas empezaron a hacer una labor de procesamiento de texto e imagen que había sido realizada tradicionalmente por los talleres de preimpresión o incluso por los pequeños talleres gráficos. Y en muchos países, ni las agencias de publicidad ni los estudios de artes gráficas tenían convenios colectivos ni tenían previsto aplicar un convenio colectivo de artes gráficas. Los talleres de litografía y los sindicatos consideraron esta actitud como una competencia desleal y trataron de imponer su convenio colectivo a las agencias y estudios, pero sin demasiado éxito. La difusión de la microedición por computadora y la proliferación simultánea de fotocopiadoras, fotocopiadoras en color y equipos de impresión digital, a la que estamos asistiendo actualmente, se tradujo en unos desembolsos iniciales de inversión muy bajos, que no pueden ser controlados por los sindicatos. Como resultado de ello, los talleres de microedición por computadora y los estudios de artes gráficas ofrecen a sus clientes unas labores de preparación para la imprenta y de impresión a bajo costo y de calidad bastante aceptable. En parte, estos bajos costos se deben a la ausencia de convenios colectivos, que suelen imponer unas restricciones muy severas sobre las horas de trabajo, por ejemplo.

Sería ilusorio imaginar que los talleres de microedición por computadora vayan a optar por la aplicación del convenio colectivo de artes gráficas. Por lo tanto, no es una alternativa viable la estrategia de aceptar que estos talleres de microedición lleven a cabo labores de preimpresión e insistir al mismo tiempo en que los talleres tradicionales de preparación sigan cumpliendo el convenio colectivo. Este ejemplo ilustra la erosión que introduce la tecnología avanzada en el subsector tradicional en relación con los convenios colectivos. Al mismo tiempo, nuevos sectores como la microedición por computadora y otros sectores de los multimedia carecen de infraestructura organizativa, como asociaciones de empleadores con las que los sindicatos puedan negociar. Este sector ya no constituye una plataforma viable de negociación colectiva.

Tampoco las empresas son una plataforma viable. En primer lugar, el predominio de la pequeña y mediana empresa en el ramo industrial de los medios de comunicación hace imposible que los sindicatos negocien empresa por empresa. En segundo lugar, la creciente difusión de la lógica de redes institucionales «vacía» las empresas de su entidad y crea unas compañías virtuales, que se basan en un proyecto determinado. Por ejemplo, cuando el Sindicato de Impresores de los Países Bajos produjo un CD-I sobre la introducción de la superautopista de la información, el CD-I fue llevado a cabo por un equipo de proyecto formado por un fotógrafo, un diseñador gráfico y un programador informático. Cuando el proyecto estuvo terminado, el equipo se disolvió y no se volvió a hablar más de él. Este tipo de organización para un proyecto concreto es típica del sector audiovisual. En tales circunstancias, la empresa no resulta una base viable para la negociación colectiva. Dejando aparte esta consideración, pienso que el sector de los multimedia no tiene actualmente una tradición laboral que lo predisponga a negociar con los sindicatos tradicionales de los medios de comunicación, ni creo que la evolución de esta industria conduzca a los trabajadores y a las empresas a volverse hacia los sindicatos en caso de un bajón en los negocios.

Puesto que ni el sector ni la empresa constituyen una base adecuada para los convenios colectivos, las consecuencias del propio proceso de convergencia han de tenerse muy en cuenta para mantener el diálogo social. Es necesario que haya un acuerdo que alcance a todos los multimedia y que abarque por lo menos algunas condiciones básicas de empleo. Por supuesto, un convenio relativo a los medios de comunicación múltiples no podría -- y no debería -- especificar uniformemente todas las condiciones de empleo en todos los sectores. Aunque haya convergencia, hay también grandes diferencias entre los distintos sectores y empresas. El tipo de convenio en el que estoy pensando se limitaría a ciertas condiciones básicas de empleo. En un convenio de este tipo, cada módulo debería poder adaptarse a las circunstancias específicas del sector y de la empresa. El establecimiento de las condiciones de empleo que se acordase en una empresa determinada debería ser el resultado de una interacción en múltiples planos entre los empleadores y los trabajadores o sus representantes a diversos niveles: en el plano de todo el sector de los multimedia, tal vez también en el plano subsectorial, y por supuesto en el plano de la empresa. Esto es lo que llamamos «articulación» en nuestra jerga de relaciones laborales.

Este planteamiento de modernización estructural de la negociación colectiva ha sido seguido por las asociaciones de empleadores y por los sindicatos de artes gráficas de los Países Bajos. Ahora mismo, se están celebrando negociaciones que llevarán a término la propuesta conjunta del grupo de trabajo para un acuerdo para las empresas de producción de medios de comunicación. Inicialmente, este acuerdo comprenderá la industria de artes gráficas y varios subsectores dentro del mismo, como la preimpresión, la publicación de periódicos, la imprenta en general y la serigrafía, pero la estructura podría adaptarse fácilmente para acomodar a otros sectores en la industria de los multimedia. Por más atractiva que sea para las agencias de publicidad y para los estudios de artes gráficas, todavía tiene que ser experimentada en la práctica. La tradición común de la industria puede contribuir a una reglamentación conjunta. Y esto me lleva a mi segunda tesis.

A medida que las industrias de los espectáculos y de los medios de comunicación se van haciendo más intensivas en conocimientos técnicos, se produce un interés mutuo creciente por desarrollar las relaciones laborales de lo que yo llamo una «cooperación inventiva» encaminada a la creación, producción y explotación comercial de productos culturales. En las diversas industrias que configuran el campo de los multimedia, siempre han existido sectores en los que la tradición de la empresa era más o menos ajena a la negociación colectiva. Ejemplos de ello son las agencias de publicidad y los estudios de artes gráficas de los Países Bajos. En los últimos 10 años, la determinación de las condiciones individuales de empleo se ha ido difundiendo cada vez más y está con frecuencia vinculada con el fenómeno del no reconocimiento de los sindicatos. Creo que este planteamiento se basa en un error, porque hace del mercado libre un sinónimo de ausencia completa de normas. Todos los mercados, incluido el mercado de trabajo, pueden funcionar con plena eficacia dentro de un conjunto normativo, y esto aun en términos puramente económicos. Los derechos de propiedad intelectual nos brindan un ejemplo privilegiado de esta reglamentación. Los productos culturales -- ya sean textos periodísticos, música, imágenes gráficas, textos literarios, juegos de vídeo, programas informáticos u otros productos -- sólo pueden ser explotados comercialmente cuando han sido convertidos jurídicamente en propiedad intelectual. Las industrias culturales sólo pueden sobrevivir cuando las empresas son capaces de evitar que otros empresarios o consumidores exploten sus productos culturales.

La Federación Internacional de la Industria Fonográfica asegura que cada año circulan en Europa más de un millón de copias ilegales de discos compactos, lo que supone una pérdida de más de dos billones de dólares de los Estados Unidos en derechos de autor. La posibilidad técnica de hacer unas copias digitales perfectas de piezas musicales por medio de la Internet amenaza no sólo a los intereses comerciales de los proveedores de contenidos sino el desarrollo mismo de los productos multimedia, y por tanto a la industria de los multimedia. El desarrollo -- menos rápido de lo que se podía esperar -- de los multimedia se ha atribuido, en parte por lo menos, a problemas relacionados con los derechos de autor. Con ello se reconoce la importancia fundamental del funcionamiento del mercado de productores culturales, y ésta es la razón por la que las organizaciones comerciales y los Estados que optan por apoyar y proteger a estas empresas e industrias estratégicamente importantes cooperan también en la protección de los mencionados derechos.

Los derechos de propiedad intelectual no sólo interesan a las empresas sino que son también de gran interés profesional para su creador. Las disputas y conflictos a los que dan lugar no hacen más que ilustrar la importancia para esta industria de una resolución por medio del diálogo social o de la negociación colectiva. Tal vez la cuestión comercial sea fácil de resolver. Por ejemplo, tengo entendido que los editores noruegos han acordado pagar unos 150 dólares de los Estados Unidos al mes por usos múltiples. Los derechos morales sobre la integridad del producto son ya más difíciles de reglamentar. La cuestión de los derechos de propiedad intelectual sirve para ilustrar el interés de los empleadores y de los trabajadores en una reglamentación conjunta y en la negociación colectiva.

La mejora de los programas de formación constituye otro ejemplo de tales intereses comunes. La formación es de importancia fundamental para el desarrollo de la industria de los medios de comunicación, pero este hecho no es igualmente reconocido por todos los sectores de la industria. Una encuesta reciente de los trabajadores del ramo de las artes gráficas de los Países Bajos muestra que sólo un 15 por ciento de todos los trabajadores tomaron parte de hecho en algún tipo de cursos de formación profesional. De los que recibieron formación, un 70 por ciento lo hizo así por propia iniciativa y el 30 por ciento restante lo hizo por iniciativa de su empleador. De los que no recibieron formación adicional, un 55 por ciento alegaba como factores principales la falta de tiempo o el precio de los cursos. Un tercio dijo que ya había aprendido bastante o que no tenía ganas de formarse.

A todo ello, yo respondería que sería interesante tanto para el empleador como para el trabajador que los convenios colectivos estipulasen el derecho a una semana de permiso retribuido para formación. El trabajador que alega que no tiene tiempo para formación no tendría más remedio que aceptar. Los empleadores que argumentan que aceptar más formación debería ser una obligación para los trabajadores, podrían llegar a un acuerdo con los sindicatos si esta obligación se aplicase a todos los trabajadores y no sólo al núcleo más capacitado. Los que aceptasen podrían disfrutar también de algún tipo de tratamiento preferencial en materia de empleo en todo el ramo industrial.

El ejemplo del ramo de artes gráficas podría conducirnos a ver la formación primariamente en términos de asistencia a los trabajadores cuyos empleos se ven amenazados. Por supuesto, esto es de importancia social para ellos porque los medios de comunicación impresa continuarán decayendo en los próximos años. Pero no se trata sólo de una cuestión de política social. Tiene también importancia en relación con el capital humano.

La industria audiovisual y del espectáculo de los Países Bajos ha sido cada vez más activa en el mercado europeo en los pasados cinco o diez años. Para ser competitiva, no sólo ha tenido que ser efectiva en relación con los costos, sino también capaz de garantizar un cierto nivel de calidad del producto. Reconociendo la importancia económica de la industria audiovisual en los Países Bajos, en 1990 el Ministro de Asuntos Económicos decidió ayudar a la industria dando dinero para la fundación de una institución conjunta de formación. Aunque parezca mentira, lo cierto es que esta industria incipiente no quiso aceptar la oferta. Pero en 1993 llegó por fin el momento oportuno para fundar una institución conjunta de asociaciones de empleadores y sindicatos, cuyo objetivo se centraba en establecer un sistema general de formación profesional. Para prever las necesidades de calificación de las empresas y poner en marcha los cursos de formación que respondiesen a estas necesidades se encargó una encuesta anual sobre formación y mercado de trabajo que, por ejemplo, en 1996 indicó que cerca de un cuarto de las nuevas empresas audiovisuales tenían vacantes en terrenos como la edición, la producción operativa y los empleos comerciales, y que estaban teniendo dificultades para cubrirlas porque los solicitantes no tenían las capacitaciones o la experiencia requeridas. La institución podría intervenir para responder a esta demanda. Es evidente el interés mutuo de ambas partes de la industria en esta cooperación inventiva.

Mi tercera y última tesis señala a la atención las características especiales de los convenios colectivos, tanto estándar como flexibles. En mi opinión, crear unos acuerdos flexibles y construir una articulación dentro del proceso son cosas necesarias por la diferenciación de sectores dentro de la industria multimedia, y porque estos acuerdos abren la puerta a una innovación fundamental. Ahora bien, el hecho de que ciertos sectores de las industrias, como las agencias de publicidad y los estudios de artes gráficas de los Países Bajos, no cuenten con una tradición de negociación colectiva no implica que estas empresas sean completamente opuestas a una reglamentación conjunta de las condiciones de empleo. Pero los sindicatos tienen que entender que el carácter normativo de los convenios colectivos tradicionales, que especificaba los niveles de retribución, las horas de trabajo, etc., uniformemente para cada tipo de empleo, choca con la cultura de las direcciones de las agencias y los estudios -- que necesitan más autonomía -- y también con la cultura de grupos importantes de trabajadores de esos sectores.

La reglamentación conjunta de las condiciones de empleo no es impensable en esos sectores de la industria, pero hay que aplicar una cierta selectividad. Algunos temas (como la formación o los planes de invalidez y pensiones) podrían ser temas adecuados para una reglamentación conjunta, mientras que otros (como las horas de trabajo) podrían no serlo tanto. En segundo lugar, una reglamentación conjunta debería ofrecer un ámbito de convenios a medida en el plano de los lugares de trabajo. Estos podrían incluso desviarse de la norma que se hubiese convenido en el plano sectorial, si, en el plano de los lugares de trabajo, los trabajadores estuviesen de acuerdo con ellos.

¿Para qué se necesitan la selectividad y la flexibilidad? Una de las razones tiene que ver, por lo menos parcialmente con la especificidad cultural. Por ejemplo, los sectores de la publicidad y de la creación tienen una cultura laboral distinta de la de las artes gráficas y estas cualidades atraen más directamente a los trabajadores culturales. Una encuesta que hice yo mismo sobre las condiciones de empleo en el sector publicitario puso de manifiesto que no menos de un 86 por ciento de todos los trabajadores preferían llegar a acuerdos salariales individuales. Esta actitud ofrecía pocas variaciones entre el personal de secretaría y administración, escasamente retribuido, y los directores artísticos y administradores contables. Todos ellos se sentían perfectamente capaces de gestionar sus salarios y horas de trabajo. Sin embargo, esto no debe interpretarse en el sentido de que los trabajadores no sean conscientes de su posición asalariada. Casi dos tercios de los trabajadores de las agencias de publicidad veían su relación con la agencia como una relación de empleador a trabajador, y había una cierta disimetría en las respuestas entre los que pensaban que los intereses de la dirección y de los trabajadores eran coincidentes y los que pensaban lo contrario. Esto tampoco significa que los trabajadores de las agencias de publicidad dejen de ver la necesidad o la conveniencia de una organización colectiva. Realmente la creían conveniente. Pero las cuestiones sobre las que pensaban que la acción colectiva era conveniente resultaban distintas de las reivindicaciones tradicionales de salario y horas de trabajo que tradicionalmente se han incorporado a los acuerdos colectivos. Unos dos tercios de ellos sentían la necesidad de organizaciones colectivas. Algunos deseaban que hubiese más servicios relacionados con los sindicatos en el ámbito de la seguridad social pero dos veces más expresaban su preocupación sobre las cuestiones profesionales del tipo de la formación y de las políticas de carrera. Los sindicatos deberían apelar a intereses distintos de los tradicionales salarios o cuestiones económicas. Deberían incluir las preocupaciones profesionales, como las políticas de formación y de carrera, si quieren llegar a un tipo más apropiado de convenios colectivos que sea atractivo para los trabajadores de estos sectores.

Se podría responder que los trabajadores del sector de la publicidad muestran unas preferencias de empleo más variadas y unas aspiraciones de independencia más intensas que los que actúan en otros subsectores, pero me he encontrado con puntos de vista bastante distintos sobre las horas de trabajo y los tiempos de trabajo flexibles, por ejemplo en un estudio de caso sobre las empresas tradicionales de preimpresión. Por mi parte, respondería que si los sindicatos no tienen ganas de experimentar lo que yo llamaría una «afiliación sindical a la carta» y unos «convenios colectivos a la carta», irán quedando fuera de onda en relación con la cultura de unos grupos muy significativos de los trabajadores de los multimedia. La combinación de convergencia y diferenciación que existe en la industria de los multimedia, para no hablar de la pluralización de los estilos de vida, llama claramente a una desuniformización de la reglamentación de empleo.

Los convenios colectivos que ofrecen cierto grado de selectividad y un ámbito de reglamentación flexible son de interés para la eficacia de las empresas. Sin embargo, hay que encontrar un equilibrio entre la eficacia y la equidad. La participación de los trabajadores en la determinación de sus condiciones de empleo es necesaria para conseguir esta equidad, pero su importancia no se limita a tratar las diversas condiciones de empleo. Además de darles más autonomía en el trabajo, la participación de los trabajadores se considera cada vez más como un factor clave del éxito en la utilización de las nuevas tecnologías y en la movilización de la creatividad y la innovación en las empresas. Y todo ello tiene una importancia fundamental para la industria de los multimedia.

Como dije al principio, la convergencia es un proceso que avanza de manera desigual. Desigual es la rapidez y la forma de evolución que se producen en los distintos sectores y partes del mundo. La OIT debería seguir supervisando este proceso y llevar a cabo, en el plano regional, una discusión del tipo de la que estamos celebrando aquí. La naturaleza desigual de la convergencia se manifiesta en las regiones, y es allí donde pueden desarrollarse mejor las políticas que hagan frente a los efectos del mencionado proceso.

Faltan datos fiables y comparables sobre el proceso de convergencia y sus efectos en relación con los cambios cuantitativos y cualitativos que se vienen registrando en el empleo, y aun más en relación con los cambios que se están produciendo en la organización del trabajo, las relaciones laborales y las exigencias en materia de conocimientos técnicos. Sería útil llevar a cabo una investigación para evaluar los efectos de las políticas nacionales a ese respecto. Por ejemplo, ¿cuáles podrían ser las repercusiones que podría tener en el empleo la promoción de la cultura regional y nacional? ¿Qué efectos tendría crear un sistema integrado de formación en los medios de comunicación múltiples, como ya se está haciendo en Alemania? Si hubiese más estudios e investigaciones sobre este tema, podríamos disponer de la información que ahora nos falta y tener una base más sólida para las correspondientes políticas, así como para la negociación colectiva. Por mi parte, tengo la esperanza de que el análisis y las propuestas que he presentado aquí contribuirán a informar a los gobiernos y a los actores sociales de las políticas que se dirigen a patrocinar la innovación económica y social. Es de la mayor importancia que esta información sea accesible. Organizar este Coloquio es una manera de difundir la información, pero se necesita un enfoque más sistemático. Lo ideal sería que las organizaciones estuviesen vinculadas a través de la superautopista de la información, pero naturalmente esto supondría mucha asistencia a los países en desarrollo.

El desarrollo de una industria multimedia y una sociedad de la información de base más amplia requieren adaptaciones institucionales. A su vez, éstas dependen de las adaptaciones sociales y del modo en que los gobiernos, los empleadores, los trabajadores y sus organizaciones respectivas articulen sus políticas. En mi opinión, la negociación colectiva es un instrumento muy importante para respaldar estos cambios y hacer frente a los efectos que se han mencionado. Para que la negociación colectiva pueda desempeñar este papel, se necesita una modernización estructural de carácter fundamental de los convenios colectivos. La OIT podría ayudar en este proceso, llevando a los interlocutores sociales a un diálogo más estrecho para explorar las formas más apropiadas que podrían revestir unos acuerdos colectivos flexibles. Y lo repito una vez más, las actividades regionales serían de una gran ayuda en este proceso.

Discusión general sobre la convergencia
de los medios de comunicación múltiples
y las relaciones laborales

Robert Zachariasiewicz, representante del Gobierno de los Estados Unidos, advirtió que muchas cuestiones de la industria de los multimedia no eran ni completamente nuevas ni privativas de este sector. Las malas decisiones en materia de negocios podían afectar a cualquier industria. En relación con los niveles alternativos de relaciones laborales, algunas de las ideas mencionadas se habían ya llevado a cabo en la industria de la construcción, que era de naturaleza cíclica y descentralizada y que tenía una mano de obra que no estaba vinculada a ningún empleador en particular. Además, el hecho de que la masa de los empleados que habían sido objeto de encuesta en la agencia de publicidad de los Países Bajos prefiriesen negociar individualmente sus salarios, deseando al mismo tiempo mantener su representación colectiva en otras cuestiones como la formación o las políticas de carrera, no era tampoco privativo de la industria multimedia. Había una constante evolución en la manera de organizar el trabajo. Los sindicatos estaban llamados a reinventarse a sí mismos. Esto significaba simplemente que tenían que escoger entre adaptarse o desaparecer.

Bernie Lunzer, del Grupo de los Trabajadores, puso de relieve que los sindicatos no eran en modo alguno inflexibles. Estaban realmente haciendo esfuerzos para ensayar nuevos sistemas y tomar parte en programas conjuntos, como los programas relativos a la calidad del trabajo. La industria periodística de los Estados Unidos se basaba en gran medida en los contratos basados en la empresa, que eran muy flexibles. Los sindicatos estaban preparados para adaptarse, pero el terreno de juego tenía que estar bien nivelado.

Katherine Sand, del Grupo de los Trabajadores, señaló a la atención los graves problemas que los sindicatos de artistas intérpretes habían tenido para obtener unas condiciones de trabajo básicas que fuesen realmente equitativas. Estos problemas habían resultado especialmente agudos en la industria cinematográfica, debido al carácter transitorio de las empresas, que podían existir únicamente para producir una película, sólo algunas semanas. Se preguntaba cómo el planteamiento modular de las relaciones laborales que había descrito el Dr. Leisink podría aplicarse a los sindicatos de actores.

André Nayer, experto independiente, mencionó la dificultad de representar a los artistas intérpretes, cuyas circunstancias profesionales podían cambiar rápidamente. Por ejemplo, si un grupo musical organizaba una actividad temporal y designaba a uno de los miembros del grupo como administrador, su condición jurídica podía cambiar con ello, pasando de la que corresponde a un trabajador a la de un empleador. Situaciones parecidas surgen también con frecuencia en el sector de los multimedia.

José Luis Erosa Vera, del Grupo de los Empleadores, aclaró que los empleadores no habían negado en ningún momento los aspectos positivos de los convenios colectivos. El incremento de los contratos individuales se debía tanto a la especialización técnica como al hecho de que muchos trabajadores de diversos sectores de los medios de comunicación múltiples estaban trabajando en situaciones individuales. Por su parte, estaba perfectamente de acuerdo en que los derechos morales no debían prescribir y en que debían quedar siempre en poder del autor. No obstante, los derechos que podían ser transferidos por acuerdo, como los derechos de autor, podían ser materia de negociación individual. Las empresas y, en algunos países, los sindicatos, representan unos intereses relacionados con estos derechos. No obstante, estas cuestiones deberían discutirse en la OMPI, porque no estaban directamente vinculadas con los problemas laborales del ámbito de los multimedia y, por lo tanto, no estaban en el orden del día de la OIT.

Jim Wilson, de la Internacional del Espectáculo y de los Medios de Comunicación Social (MEI), señaló a la atención que en todo el mundo sólo existían tres sindicatos que se dedicasen exclusivamente al sector de la publicidad, en Argentina, Brasil y Japón. En dos de los tres mercados mejor situados de la publicidad, los de Estados Unidos y el Reino Unido, los trabajadores de la publicidad no estaban bien organizados. La fuerza de trabajo en el sector de la publicidad había estado tradicionalmente dividido en dos grupos, los llamados «creativos» -- por lo menos un 50 por ciento del total de los empleados -- que usualmente no se afiliaban a los sindicatos, y los empleados administrativos, que se afiliaban con mucha mayor frecuencia. Sin embargo, los multimedia habían contribuido a hacer coincidir las labores e intereses de estos dos grupos. Hoy día, los creativos llevaban a cabo su propia labor administrativa y los administrativos participaban también en las labores creativas. Tanto si estaban organizados como si no, había mucho interés en tratar de estas cuestiones de manera colectiva, y los derechos de autor se habían convertido en el centro de todas las preocupaciones. Los derechos de autor constituían también una importante cuestión para muchos otros muchos grupos profesionales representados por la MEI, como los guionistas, directores de películas, directores artísticos y artistas visuales en general. La OMPI trataba de la propiedad intelectual desde la ventajosa posición de los propietarios de derechos, pero nunca había tratado exclusivamente de los derechos de autor. Otras organizaciones internacionales, como la Organización Mundial del Comercio (OMC), habían también discutido de ellos. La OIT había tratado mucho de los derechos de autor y era la única organización que examinaba los problemas desde la perspectiva laboral de los creativos. Por lo tanto, la OIT constituía sin duda el foro más apropiado en el que convenía referirse a estas cuestiones de propiedad intelectual.

Neal McLary, del Grupo de los Empleadores, advirtió que el crecimiento del sector de la microedición por computadora, con sus escasos desembolsos y su estructura salarial algo dudosa, había tenido unos efectos negativos en la mayoría de las empresas impresoras de Australia. Sin embargo, la rápida baja de los costos de capital de los equipos de preimpresión significaba que la masa principal de las empresas impresoras se estaba dirigiendo a este ámbito. Estas empresas se habían considerado tradicionalmente como organizaciones industriales. Ahora tenían que llevar a cabo una transición abrupta desde un tipo de actuación centrado en el producto a otro que se centraba en el servicio al consumidor. Tendrían que considerarse a sí mismas como una amalgama de fabricación y servicios. Si daban este paso, su futuro sería mucho más brillante, y el de las empresas microeditoras sería seguramente menos boyante.

Respuesta del conferenciante

El Dr. Peter Leisink aclaró que aunque muchos de los problemas actuales que afectaban a la industria de los medios de comunicación múltiple podían también presentarse en otros sectores, lo que singularizaba a esta industria era la extensión y grado de evolución originado por la nueva tecnología de la información y de la comunicación. El cambio de carácter, de una rama de actividad industrial a otra de servicios, o de una estructura de titularidad pública a otra de propiedad privada, reclamaba un nuevo planteamiento de las relaciones laborales del sector.

Los muchos problemas organizativos y sociales planteados por el proceso de convergencia y por las cuestiones concomitantes relativas a las calificaciones y a la reglamentación, se tratarían mejor a un nivel que abarcase a todas las industrias interesadas. Sin embargo, las diferentes tradiciones de los subsectores implicados haría que fuese muy difícil llegar a una armonización a este nivel. Respecto a la transformación de las actividades de producción en servicios, en los Países Bajos una tercera parte de las empresas de preimpresión no habían hecho la transición con bastante rapidez y habían quedado fuera de los negocios. Las que habían sobrevivido no lo habían hecho por adaptación sino por innovación. Una de las mayores empresas de preimpresión de los Países Bajos había contratado consultores para aconsejar a los clientes sobre la adquisición de soportes físicos y programas gráficos así como para impartir formación. Por consiguiente, la condición curricular y de empleo de estos empleados en esta empresa había cambiado mucho. Cerca de un 80 por ciento de la fuerza de trabajo seguía trabajando bajo el convenio tradicional de artes gráficas, mientras que los empleados de nueva entrada trabajaban sin ningún convenio colectivo. Este era el tipo de cambios fundamentales en la industria que requería una atención cuidadosa si habían de ser dirigidos de modo socialmente responsable. La propiedad intelectual no tenía solamente interés para los negocios sino también para el empleo. En unas recientes negociaciones con los empleadores de los periódicos, el sindicato de periodistas de los Países Bajos había pedido el reconocimiento del principio de los derechos de propiedad intelectual del trabajador. Reconociendo las grandes inversiones que los editores estaban haciendo en materia de edición electrónica y actividades en línea, el sindicato se había mentalizado para aplazar la cuestión de la remuneración y para dejar de lado la demanda de compensación por usos múltiples. Sin embargo, los empleadores no habían querido llegar a este acuerdo. La cuestión se había dejado sin resolver, pero tal vez esto iba a ser en detrimento de toda la industria en un estadio ulterior.

Las nuevas tecnologías estaban desdibujando los límites entre tareas creativas y técnicas. Los trabajadores técnicos se implicaban cada vez más en las tareas creativas. Esto es lo que ocurría en los estudios gráficos de los operadores de la microedición, que se estaban utilizando como diseñadores y que tenían una autonomía cada vez más creativa. La cuestión que ahora se planteaba es si sus productos creativos debían ser reconocidos como productos intelectuales, sin tener en cuenta su contrato inicial de trabajo técnico. Estos eran sólo dos ejemplos de cuestiones de propiedad intelectual relacionadas con el empleo que no debían dejarse fuera de la negociación colectiva.

En relación con los problemas de empleo a que tienen que hacer frente los actores, varios sindicatos de los Países Bajos han empezado a trabajar en red institucional para explorar las nuevas oportunidades de los servicios sindicales para los asalariados e independientes, así como para los empleados por cuenta propia que no sean empleadores. Habían establecido un organismo que administraba las responsabilidades de los empleadores para el pago de los impuestos y de la seguridad social. Esto constituía un esfuerzo para encontrar un nuevo equilibrio entre la flexibilidad y la seguridad para los que estaban contratados en una labor intermitente. Habría que ir explorando la posibilidad de nuevos servicios sindicales de este tipo.

Las empresas y los sindicatos no tenían que escoger entre adaptarse o desaparecer sino más bien entre adaptarse o innovar, y mejor sería que innovasen.


Parte 11

Las relaciones laborales
en la era de la información

Las relaciones laborales en la era de la información:
el papel del gobierno y de los interlocutores sociales

por Néstor Roberto Cantariño(41)

La humanidad en su conjunto se acerca al fin del milenio montada en una ola de afán irreflexivo de progreso, que se supone ser inocuo, pero que en realidad dista mucho de serlo. En particular, los poderes económicos se perfilan hacia unos intereses comerciales y de mercado con preferencia al desarrollo de la expresión artística y cultural. En América Latina y en otras zonas del llamado tercer mundo, se están haciendo evidentes las consecuencias de una mundialización desequilibrada. La utilización de las tecnologías vinculadas a los medios de comunicación y las telecomunicaciones no es ajena a ello, pero el desafío de la hora no acepta respuestas parciales. Para las organizaciones de trabajadores y de empleadores -- y aún más para los gobiernos -- el reto es responder a estas tendencias en nombre de todos los miembros de la comunidad. Y, sobre todo, hay que hacer un esfuerzo para proteger a los trabajadores con mayores dificultades de readaptación a las nuevas formas de trabajo y para impartir formación a los que están a punto de ingresar en la fuerza de trabajo.

Se dice con frecuencia que la información y el conocimiento constituyen la materia necesaria para la democracia, así como su libre distribución es necesaria también para asegurar el ejercicio activo de los derechos de los ciudadanos. Por ello, el control de su acceso y un dominio excluyente de los mismos conduce a rupturas de equilibrio y al abuso del poder económico y político.

No estamos de acuerdo en que la digitalización constituya simplemente una forma de democratización que pone la información y el conocimiento al alcance de todos. De hecho, existe el peligro de que los artistas, ejecutantes y otros trabajadores de los medios de comunicación puedan verse privados de sus activos principales (que son su originalidad de expresión y el reconocimiento de que son autores) si su trabajo es transformado en unas partes intercambiables. Considerar la expresión artística como una mera unidad de información digital no es justo ni ético. Cuando los derechos de los autores y de los ejecutantes no son específicamente reconocidos, esto genera una mayor concentración de poder en manos de los que explotan su trabajo y de los que producen bienes culturales, con los evidentes riesgos que de ahí se derivan. Si el enfoque que se adopte hacia estas actividades no cuenta con todos los participantes y si, en lugar de ello, se entabla una batalla por el control del conocimiento, esta batalla pondrá en peligro la verdadera democracia en la sociedad de la información. Hay tres ejes que tienen una importancia fundamental. El primero es que todos los medios de información y las telecomunicaciones cumplen una función social y deben estar al servicio de las sociedades en las que se insertan. El segundo es que debe promoverse la neutralización de las tendencias a las concentraciones y monopolios. El tercero es que la libertad de expresión y de información son valores insustituibles en las modernas sociedades democráticas. La información debería brindarse de manera ética, teniendo en cuenta que los individuos han de tener garantizado su acceso a la verdad y al conocimiento.

Hay quienes creen que la información constituye una moderna prerrogativa del ejercicio del poder y que debería estar reservada sólo a grupos selectos. En cambio, nosotros pensamos que debería existir un reconocimiento internacional de que la información es una aportación fundamental de los regímenes democráticos. Por ello es esencial que la sociedad de la información -- aunque preferimos hablar de mundo informado -- asegure un acceso libre y sencillo a la información, y la suficiente cantidad de redes que permitan la capitalización de su transmisión, sin monopolios arbitrarios de ninguna especie.

El «progreso» no es apolítico ni axiológicamente neutral. No basta con garantizar que todos tengamos acceso a los mismos bienes físicos, como los aparatos de televisión, puesto que el acceso no elimina por sí mismo las fuentes de la discriminación ni de la exclusión social. Por eso es tan importante el debate que está teniendo lugar actualmente en el dominio de las comunicaciones y de la creación artística, y que se refiere tanto a lo universal como a lo concreto, a lo regional y a lo nacional, a la verdad y a las apariencias. Necesitamos respetar y promover la función nacional comprendidas todas las formas de expresión audiovisual y artística. La sociedad de la información debería responder a nuestra individualidad, más bien que imponernos modelos. Ello implica recordar permanentemente que la tecnología constituye un factor de modernización, pero también un instrumento de concentración de poder político y económico entre las naciones industrializadas. Y en concreto, cuando se aplica a las comunicaciones, la tecnología puede reforzar las tendencias de dependencia y pérdida de identidad. De ahí que la defensa del entorno cultural y los derechos de los trabajadores en los medios audiovisuales en una sociedad «tecnificada», centre su atención en las cuestiones que se refieren a la sociedad y a las obligaciones del Estado en relación con esa sociedad.

La digitalización y la convergencia entre el ámbito audiovisual y las telecomunicaciones corren parejas con la evolución del concepto de empresa, que ha pasado de servir para producir bienes a ser una organización que brinda servicios. El trabajo físico y el capital constituían los recursos fundamentales de la era industrial, pero ahora el recurso más importante es el conocimiento. La capacidad para usar, de manera estratégica, este conocimiento y otros elementos intangibles, es ahora lo más importante. Me estoy refiriendo concretamente a las patentes, derechos, exclusivas, etc. En la producción de bienes culturales, esta preeminencia del conocimiento y los derechos sobre bienes intangibles es aún más manifiesta cuando se contrapone a los principios de masividad en la producción.

En América Latina, los empleadores están interesados en las comunicaciones con vistas a las actividades de radiodifusión. Fundamentalmente, esto se debe a la privatización de las compañías de teléfonos que hace pocos años eran empresas estatales. En este marco, la apuesta consiste en transformarse en carreteras únicas (abusando de su posición dominante) como tesis mínima y a ser directamente radiodifusores, como pretensión máxima, para ensanchar su oferta de servicios de valor agregado. Pero, ¿cuáles han sido los efectos de todo esto en la actividad? Los efectos son numerosos, y comprenden: la concentración del acceso a la información en manos de pocas personas; el establecimiento de troncales únicos en varias grandes zonas; la desaparición de las emisoras independientes de cable de las productoras locales; el eventual desplazamiento de servicios, pasando de las clásicas compañías de radiodifusión a unas compañías de telecomunicaciones; la desaparición de muchas formas de trabajo, la modificación de otras, la transferencia de algunos empleados y el despido de otros; y finalmente el debilitamiento de las organizaciones de trabajadores y una verdadera restauración del poder en manos de los empleadores (o de quienes requieren los servicios), que pretenden alentar las negociaciones individuales a la baja.

Este diagnóstico nos pone en presencia de una crisis de empleo con tres expresiones: una crisis de ocupación coyuntural, nacida de la explosión de los procesos de convergencia y digitalización, en los cuales no se puede absorber ni a los despedidos por razones tecnológicas ni a los que tratan de ingresar en el mercado de trabajo; una crisis de ocupación estructural, ligada a los nuevos términos de la división del trabajo; y una crisis de desocupación tecnológica que se expresa en la desaparición de ciertas formas de trabajo y que no sólo desplaza a los trabajadores individuales sino a categorías enteras de trabajadores, al cambiar el centro de innovación. Las dificultades para readaptar y reinsertar a estos trabajadores conducen a sucesivas crisis de empleo.

¿Cuál es, pues, el papel del Estado? Pensamos que, en principio, el Estado debería patrocinar la sociedad de la información, pero no generar exclusiones de tipo educativo o social. Los trabajadores tienen que beneficiarse de estos desarrollos. Hay que desarrollar estrategias específicas para crear las condiciones necesarias a la generación de empleos por medio de la investigación y la innovación. Hay que poner además especial énfasis en quienes a edad intermedia ven afectadas sus fuentes de empleo y garantizar condiciones de equidad para el desarrollo de contrataciones colectivas que aborden los temas de impacto tecnológico. Hay que definir espacios de contenidos nacionales en los medios de comunicación, privilegiando con normas específicas la producción nacional y promover estudios de legislación tendientes a la protección de los derechos de autor y conexos. Es necesario propiciar reformas en la protección de los derechos laborales de los trabajadores del espectáculo, reconociendo la inestabilidad propia en la demanda de trabajo que se registra en ciertas actividades. Conviene tener en cuenta muy especialmente las indemnizaciones, la seguridad social, los seguros de salud, las jubilaciones y otras prestaciones en las que las reglas generales no se adaptan a la realidad.

En el caso de las organizaciones sindicales de los trabajadores, sus funciones son de naturaleza múltiple y diversa. Creemos que les compete el desarrollo de las siguientes tareas: aumentar la disponibilidad de información y conocimientos, logrando la mayor circulación de las mismas; involucrar a otros sectores de la sociedad en la defensa de los derechos de los trabajadores, explicando los impactos que la tecnología causa en sus vidas cotidianas y los riesgos para las fuentes de trabajo; promover la especialización de los cuadros sindicales en el manejo de las nuevas alternativas que ofrece la tecnología; retener en sus estructuras a los trabajadores desplazados hacia el empleo por cuenta propia o hacia otras formas de contratación extralaborales para evitar aislamientos y pérdida de oportunidades; discutir diversas materias con los empleadores, dentro del marco de la negociación colectiva, como la retención de los trabajadores dentro de la actividad regulada para evitar la competencia desleal entre empresarios; reconocer formas de pago equitativas a la utilización multiplicada del producto del trabajo; y desarrollar mecanismos para financiar la formación profesional en períodos de alternancia por cesantía, así como generar ámbitos de perfeccionamiento para la actividad en general y para la educación permanente.

Nos encontramos en una etapa caracterizada por un culto a la tecnología que mide el éxito de los pueblos y las naciones sólo por el grado de su incorporación a la misma. Lamentablemente, esa incorporación no se va produciendo de la mano de las necesidades del conjunto de las sociedades, sino alentada exclusivamente por el ánimo de lucro. Nuestra obligación, como dirigentes de organizaciones de instituciones sociales -- Estado, sindicato y empleadores -- es adoptar recomendaciones y líneas de acción para advertir de las consecuencias de este triunfalismo irreflexivo, en el que sólo una tercera parte de la población mundial se encuentra integrada. Entretanto, por mayores que sean sus esfuerzos, los otros dos tercios aparecen condenados a la exclusión y a la pobreza. Por eso la urgencia de que en el seno de la OIT se establezcan pautas por medio de convenios para fijar mecanismos de discusión sobre los mecanismos de introducción de tecnologías y reducir los costos sociales que conlleva este proceso.

Los artistas intérpretes audiovisuales: derechos,
negociación colectiva y convergencia
de medios de comunicación múltiples

por Mikael Waldorff(42)

La sociedad de la información no puede ir a ninguna parte sin los artistas intérpretes, a los que yo represento. Hay y seguirá habiendo una gran necesidad de contenidos creativos, y esa es la causa por la que necesitamos a los artistas intérpretes. Los espectáculos son la fuerza motora de la sociedad de la información y por eso los artistas audiovisuales pueden, en ciertos aspectos, tener confianza en el futuro.

El nuevo panorama de la convergencia de los medios de comunicación múltiples constituye un reto muy grande para los sindicatos de artistas audiovisuales. Al tiempo que reconocemos las oportunidades potenciales que se abren ante nosotros, también pensamos que nuestro tradicional modelo de negociación colectiva se ha visto sometido a dura prueba por las nuevas relaciones industriales que han aparecido en el ámbito digital. ¿Por qué?

En primer lugar, yo diría que los derechos de propiedad intelectual de los artistas son parte de los derechos laborales de los artistas intérpretes. Ciertamente, constituyen una parte esencial de ellos, puesto que muchos artistas de todo el mundo viven de los derechos de uso de sus interpretaciones. Por esta razón, los pagos en concepto de reutilización constituyen un elemento fundamental en todos los convenios colectivos de los actores.

El trabajo audiovisual ya no se produce para un mercado determinado, bien definido y bien conocido, como el cine o la televisión. Actualmente, la mayor parte de los trabajos audiovisuales se hacen en el cine y en la televisión como primera presentación, pero se supone que serán utilizados en presentaciones secundarias, como el vídeo, la televisión por cable, el vídeo por demanda, la Internet y otras muchas. En la mayor parte de los países siguen faltando los colectivos que permitan que los artistas intérpretes tengan una buena retribución por estos usos. Existe un problema real en el sentido de que nadie, ni siquiera el productor, es capaz de estimar el valor económico de estos usos. Actualmente, solemos referirnos a ellos como «usos secundarios», pero tal vez no sean tan secundarios en un futuro próximo. Esta incertidumbre en relación con el mercado reforzará la demanda tradicional de los productores para adquirir todos los derechos para el pago completo en una sola vez, y preferiblemente a bajo precio.

En nuestro ramo, son los empleadores y no los trabajadores los que se ponen nerviosos en relación con el futuro, y este nerviosismo se manifiesta en unos contratos bastante abusivos. Para su información y diversión, voy a leerles uno de esos contratos:

Creo que esta fórmula incluye prácticamente todo, por lo menos en el universo conocido. Debido a la disimetría de las fuerzas que intervienen en la negociación, los artistas intérpretes terminarán aceptando casi siempre estos términos abusivos para poder acceder a los empleos. De este modo, los productores seguirán sacando partido de sus actuaciones, a veces durante decenios, sin tener que pagar nada más al artista.

No es que los artistas intérpretes tengan poca flexibilidad. Precisamente, nuestros acuerdos se basan en la posibilidad de que un actor individual pueda negociar unas condiciones específicas, pero tiene que ajustarse a unas condiciones mínimas para todos los actores. No hay que olvidar que Robert de Niro, Sharon Stone y Arnold Schwarzenegger trabajan todos al amparo de un convenio colectivo sindical.

La integración vertical está causando también problemas a los artistas intérpretes. Cuando una empresa controla no sólo la producción sino también las cadenas de distribución de los cines, los estudios de grabación e incluso de los satélites de televisión, ocurren dos cosas. Primero, la posición dominante de las empresas socava los ámbitos más tradicionales de la producción audiovisual. Esto es lo que ha ocurrido con el servicio público de televisión en todo el mundo. Segundo, los convenios colectivos basados en el pago de licencias de explotación y derechos de autor se hacen mucho más difíciles de urgir. Una característica curiosa la constituyen los tratos de no agresión entre los productores de televisión y los radiodifusores que, con frecuencia, son propiedad de la misma compañía. Estos tratos permiten fijar artificialmente unos precios muy bajos de los programas, lo que afecta luego a los derechos de autor de los artistas intérpretes. Otra característica es la subcontratación de la producción a numerosas pequeñas empresas.

Las relaciones de negocios están cambiando también. Las coproducciones internacionales son cada vez más corrientes, por dos razones. La primera es que las grandes empresas buscan socios locales que les faciliten el acceso a determinados mercados nacionales, y la segunda es que, como es natural, las pequeñas empresas nacionales necesitan de las grandes compañías para su financiación. Pero entonces tendrán que aceptar que las grandes compañías fijen las condiciones. Por eso en todo el mundo las organizaciones de artistas intérpretes están sufriendo una continua violación de sus convenios. Si el sindicato organiza un escándalo, le dicen que en adelante ya no se van a emplear más actores locales, de modo que si quiere tener empleos, tiene que aceptar también la compra total de todos los derechos, y a veces también unos contratos de explotación que prescinden de las condiciones de seguridad y salud u otras disposiciones fundamentales.

Pero los problemas van más lejos. Con frecuencia se establece una empresa transitoria como coproductora local de una sola producción. Cuando se termina de filmar, la empresa desaparece, y con ella desaparecen también los derechos y el dinero de los planes de jubilación, vacaciones pagadas, etc. En Europa oriental, América Latina y Africa, se ha visto incluso la desaparición de empresas antes de pagar el salario básico de un solo día de trabajo. Un ejemplo -- no muy halagüeño para mi país de acogida -- tenía como protagonista a una actriz rusa que no cobró nada. Sólo consiguió una nevera. ¡Y no hablemos de los contratos individuales! De hecho, tampoco tenía contrato. Por otra parte, el agente ruso, que era probablemente un antiguo funcionario del partido, se hizo a sí mismo unos tratos muy lucrativos. Todo esto no significa en modo alguno que estemos en contra de la coproducción. Lo que no queremos es que se haga explotando a los artistas intérpretes en los países en desarrollo y en otros lugares.

La convergencia de los medios de comunicación múltiples va acompañada de un potente modelo industrial procedente del mundo de habla inglesa. Conlleva también una mayor demanda de transferencia de los derechos de autor (demanda que suele conocerse como el copyright model) que protege al productor, pero no al artista. Esto constituye una grave amenaza para la existencia de los artistas intérpretes y para el conjunto de la producción en los países pequeños. No es sólo que el pago de los derechos de utilización sea una condición previa para mantener la fuerza de trabajo capacitada que se necesita en el mercado laboral del trabajo esporádico, sino también que la producción cultural nacional declinaría si se la forzase a funcionar en las condiciones que impone el sistema de compra de participaciones de los socios. No es posible producir películas cinematográficas para un mercado reducido e incierto en las mismas condiciones que las películas en inglés, que tienen garantizado su acceso a un amplio mercado internacional. El modelo nórdico (basado en un pago inicial más pequeño al productor y luego, en concepto de derechos de explotación, una cuota bastante grande de los posibles ingresos) es nuestra única alternativa, y se ha hecho necesario por razones de política cultural.

Al hacer frente a todos estos problemas, tenemos que revisar nuestra estrategia de negociación colectiva. Ahora tenemos la vista puesta en los convenios internacionales. Nuestros empleadores suelen pertenecer a las mismas empresas en todo el mundo y es evidente que tenemos que tener unos convenios que cubran las coproducciones internacionales, garantizando una protección mínima aceptable. Hay que insistir también en que los artistas y los productores tienen intereses comunes en muchos ámbitos. Los nuevos medios de comunicación son difíciles de controlar, y los abusos del tipo de la piratería se han convertido en un gran problema para todas las partes. Aquí tenemos una tarea común. También tenemos comunidad de intereses para introducir leyes en relación con las medidas que hay que adoptar y las tasas que hay que imponer a la retransmisión por cable y a otros usos públicos, que han de repartirse entre las partes interesadas, como ocurre en los países nórdicos, Alemania y Francia. Teniendo en cuenta todos esos intereses comunes, las tradicionales imágenes de enemistad me parecen tan pasadas de moda como las técnicas de grabación de los años veinte.

También los gobiernos tienen que entender esto. La sociedad internacional tiene que establecer ciertas normas para la protección de los artistas intérpretes. Es realmente absurdo que se haya concluido un nuevo tratado de la OMPI que no abarca los derechos audiovisuales, cuando todos sabemos que el futuro tiene un signo audiovisual. Insistimos en que la OIT debe continuar con su ya larga labor en este ámbito, que es más apropiado ahora que nunca, y le agradecemos su reciente y decidido apoyo de estos derechos en la OMPI.

Finalmente, entablar un diálogo como el que estamos celebrando aquí, bajo los auspicios de la OIT, es muy importante. Los trabajadores que representamos están preparados para el futuro de los multimedia pero también son muy vulnerables. Los productores pueden simplemente meter la cuchara en un gran plato de talentos flexibles y motivados y luego sacudirse a los artistas intérpretes cuando han terminado con ellos. No puede permitirse que la responsabilidad termine aquí. Los artistas intérpretes necesitan respeto a sus derechos por parte de los empleadores y protección de ellos por parte de los gobiernos. Sólo trabajando juntos con este objeto conseguiremos establecer un modus vivendi aceptable en el ámbito digital.

Consecuencias de la convergencia
para el movimiento sindical

por Carlos Alberto de Almeida(43)

La convergencia tecnológica ha golpeado duramente al Brasil en cuanto a los derechos de los trabajadores, los valores democráticos e incluso la soberanía nacional. El análisis de la situación brasileña es importante porque, aunque sea todavía un país en desarrollo, el Brasil es considerado como un poder emergente con buenas perspectivas en la economía mundial. La tecnología le ofrece la oportunidad de racionalizar el trabajo, de reducir el tiempo de trabajo y de fomentar las investigaciones intelectuales e incluso el entretenimiento. Pero hasta ahora nada de esto ha ocurrido. Al contrario, los profesionales de los medios de comunicación -- ya sean ejecutivos, periodistas u otros -- trabajan en jornadas cada vez más largas. Si se cumpliese estrictamente la legislación laboral y se respetasen los derechos de los profesionales, se pondrían de manifiesto los aspectos claramente positivos de estas nuevas tecnologías, pero, por desgracia, esto no ha sido así en el Brasil, donde no hay dificultad en llamar a los periodistas durante los fines de semana para darles trabajo suplementario, sin ninguna remuneración.

El problema de una revolución tecnológica debería verse siempre desde la perspectiva de su entorno político y social. En los países en los que la legislación protege a los trabajadores, puede ser un mero problema de ajuste, pero cuando estas innovaciones se producen en el contexto de una suspensión general de los derechos de los trabajadores y de unas infracciones generalizadas de la consecución nacional en favor de los oligopolios, el problema se sitúa en un contexto completamente distinto.

En el Brasil, en el decenio de 1980, cuando emergió el movimiento sindicalista tras un período de supresión dictatorial, la situación era muy favorable a la reglamentación y a la protección jurídica de los trabajadores. La Constitución estaba en proceso de elaboración. Había mucha discusión sobre la tecnología y se aprobaron muchas leyes constitucionales que eran favorables a los trabajadores. Por ejemplo, cuando las compañías introdujeron innovaciones tecnológicas del tipo de las computadoras, el videotexto, etc., se legisló que se estableciese una comisión conjunta. Los profesionales no podían ser sacados de sus puestos y se suponía que se destinaban a empleos compatibles con sus tareas anteriores.

Sin embargo, hasta ahora la nueva Constitución no ha sido realmente aplicada. Catorce años después de estas disposiciones, el sindicato de los periodistas de São Paulo no ha conseguido obtener más que una recomendación no vinculante, que estipula que cuando se introduzcan las nuevas tecnologías, los empleadores deberían liberar a los periodistas para que puedan readaptarse profesionalmente. No hay garantía de que estos profesionales puedan ser nuevamente empleados ni de que la readaptación profesional sea tomada a cargo por la empresa o por el gobierno.

El artículo 7 de la Constitución Federal del Brasil declara que los trabajadores deberían ser protegidos ante la automatización, pero no se han promulgado las disposiciones reglamentarias complementarias que se necesitan para su aplicación efectiva. Los empleadores han hecho presión para asegurarse de que de la Constitución no se deriven las correspondientes disposiciones reglamentarias, con lo que esta protección constitucional no ha entrado en vigor. En materia de innovación tecnológica, sólo se tienen en cuenta los intereses de los empleadores. Los trabajadores no pueden expresar sus opiniones sobre su adaptación e integración a este proceso, y con frecuencia se producen despidos.

Más tecnología y más trabajo. El sindicato de periodistas afiliado a la Federación Nacional del Brasil ha presenciado la disminución del número de periodistas y un importante aumento de la cantidad de trabajo. Esto se ha debido al crecimiento de todo el conjunto de servicios de información diseminados en las empresas, muchos de los cuales son suministrados por las nuevas tecnologías. Según el sindicato de São Paulo, los profesionales que salen de la universidad son demasiado numerosos para los empleos disponibles en los medios de comunicación. Algunos periodistas han ido a engrosar las filas de los desempleados. Los demás están dispuestos a trabajar cinco o seis horas más que la jornada de trabajo legal, por miedo a perder sus empleos. De este modo, la innovación tecnológica ha conducido a un incremento de la jornada laboral de los periodistas, que están produciendo más pero tienen menos derechos laborales y unos sindicatos más débiles, todo ello en una situación de recesión económica y desempleo crónico.

La revolución tecnológica y la disminución de los derechos laborales. En el Brasil se están viendo señales muy claras de degradación de la situación laboral de los medios de comunicación. Antes, el convenio colectivo estipulaba que los periodistas serían remunerados por cada utilización: adicional de su trabajo, pero actualmente los empleadores han hecho retirar esta disposición. El desempleo estructural, el incremento de la jornada laboral sin una remuneración adecuada y la falta de respeto a los derechos de los trabajadores, han creado una atmósfera de incertidumbre y prevención en relación con las innovaciones tecnológicas y con las necesidades de readaptación. Está claro que se necesita un profundo proceso de readaptación profesional pero, como el sistema de educación pública resulta insuficiente y los sindicatos se han debilitado, la readaptación para nuevos empleos depende de la voluntad de las grandes empresas. El Gobierno no tiene un programa que responda a las necesidades de los trabajadores. Esta es una situación muy grave para un país como el Brasil, donde apenas un 12 por ciento de la clase trabajadora ha pasado del primer grado de educación primaria. Probablemente, esto ocurre también en otros países del tercer mundo.

La innovación tecnológica. Para hacer frente al reto de las nuevas tecnologías de la comunicación a gran escala, se requiere mucho capital. Por eso, la convergencia tecnológica está en manos de unos monopolios que fomentan la privatización y la desreglamentación en el plano mundial. Una grave consecuencia de ello es la eliminación de los centros nacionales de investigación. La probable dominación del mercado brasileño por estos grandes grupos internacionales redundará en detrimento de la producción nacional. La tecnología será adquirida en países extranjeros y muchos de nuestros propios investigadores calificados irán al extranjero. Sus años de trabajo con las tecnologías más apropiadas al clima tropical se perderán y nuestra dependencia tecnológica de los países extranjeros continuará si seguimos exportando empleos calificados desde el Brasil a los principales países productores de tecnología.

Además de eso, la Federación de Trabajadores de las Telecomunicaciones ha denunciado las reticencias del Gobierno para mantener diálogo y para buscar foros de encuentro que faciliten la participación de los trabajadores al objeto de discutir el impacto de la convergencia tecnológica sobre la democracia y la cultura. La libre competición para el control del mercado está en manos de un puñado de empresas. Sin tener en cuenta su forma de propiedad, la tecnología no supone por sí misma una mayor democracia, ni las nuevas tecnologías o la desreglamentación generan más libertad. Por el contrario, dan lugar a oligopolios y a la concentración de la propiedad.

El caso del Brasil resulta extraño. La televisión brasileña tiene su propia capacidad de producción y las películas brasileñas son bien conocidas en todo el mundo. Pero, en lugar de ampliar su producción y su presencia en el mercado mundial, se ha producido un incremento de las producciones extranjeras en detrimento de la producción nacional. De este modo, la nueva tecnología de televisión por cable o por satélite no ha tenido como resultado una mayor diversidad y libertad de elección. Al contrario, ahora hay menos diversidad cultural en el Brasil. Por ejemplo, no se pueden escuchar los deliciosos ritmos musicales argentinos. Es cierto que sería técnicamente posible, pero el oligopolio está imponiendo una verdadera dictadura sobre los contenidos de los programas. Los derechos laborales están siendo destruidos y siempre se publica lo mismo en los periódicos, revistas y publicaciones en línea. Esto significa sencillamente la muerte de la diversidad. Es la religión moderna, que consiste en creer que el mercado es la medida de todas las cosas.

En los Estados Unidos, los periodistas han pasado a trabajar en la televisión porque están laboralmente vinculados a ella, por medio de la digitalización. En Brasil, los trabajadores de las diversas ramas de la industria de las comunicaciones también están en el proceso de unión. La OIT debería patrocinar la investigación, los estudios y los coloquios para examinar esta tendencia en profundidad, sin pasar por alto las características especiales de cada una de las ramas de actividad.

Puesto que los organismos públicos no han cumplido su función y los sindicatos son débiles, ahora le toca a la OIT defender el bien común. Debería llevarse a cabo un estudio sobre cómo y cuándo debería aplicarse la nueva tecnología y cómo la consulta de los trabajadores podría garantizar que las condiciones adecuadas prevaleciesen cuando esas tecnologías se hayan adoptado.

La falta de reglamentación es un planteamiento negativo. La verdad es que la legislación es resultado de un proceso democrático y que debería ser constantemente perfeccionada. El patrimonio laboral de la humanidad se ha ido acumulando a lo largo de siglos de duro trabajo, y no debería ser dilapidado.

Discusión general sobre las relaciones laborales
en la era de la información

Shinji Matsumoto, del Grupo de los Trabajadores, insistió en que los artistas intérpretes no tenían prevención alguna ni eran negativos en relación con la tecnología, pero que estos progresos deberían aplicarse con mucho equilibrio para que realmente fuesen en beneficio de la gente. El hecho de que las computadoras pudiesen ya superar los límites físicos de los seres humanos y sus instrumentos tradicionales, capacitándolos para realizar cosas que los músicos no podían llevar a cabo, requería un cierto grado de reflexión filosófica. Era muy importante crear suficientes oportunidades de formación y de readaptación para responder a los nuevos retos que tenían los artistas intérpretes. Estos retos deberían ser reenfocados para que incluyesen también a los trabajadores independientes que pasan de los 40 años. Seguían existiendo organizaciones de trabajadores en el sector de la interpretación, pero en cambio era muy difícil identificar las organizaciones que pudiesen existir del lado de los empleadores. Puesto que los empleadores no se limitaban ya a los que tradicionalmente actuaban como tales, como las empresas cinematográficas, de grabación o de radiodifusión, resultaba cada vez más pesado determinar quién las representaba y, por lo tanto, con quién había que negociar. La OIT había celebrado ya una Reunión tripartita sobre las condiciones de empleo y de trabajo de los artistas intérpretes, en 1992. Ahora debería continuar promoviendo el diálogo en el ámbito de los multimedia y de la sociedad de la información.

Wilfred Kiboro, del Grupo de los Empleadores, confirmó que la formación resultaba fundamental. Para mantener a los trabajadores fieles a sus empresas, los empleadores tenían que suministrar formación a su personal, siempre que fuese posible, y no debieran considerar que los que pasan de 40 años son demasiado viejos y que ya no pueden ser formados. Había que redefinir las relaciones entre empleadores y empleados, para proteger los derechos de los trabajadores y para garantizar que los trabajadores obtuviesen un buen rendimiento de sus insumos. La historia había mostrado que existía una interdependencia entre los empleadores y los trabajadores, y que la mayor parte de los empleadores reconocían que no podría haber negocios sin unos empleados motivados. Sin embargo, por su parte, los trabajadores tenían que mostrar más interés y comprensión por la creciente presión a la que estaban expuestas las empresas. La competencia era la fuerza motriz del cambio y de todo el proceso de la convergencia de los medios de comunicación múltiples. Por lo tanto, las empresas tenían que reaccionar ante esta intensa competencia mundial para poder sobrevivir. Si no lo hacían así, los trabajadores también sufrirían. Por ello, los trabajadores podrían a veces tener que trabajar unas jornadas más largas sin compensación adecuada. Pero los empleadores eran también conscientes de que la tecnología provocaba el desplazamiento de algunos empleos, y comprendían que esto era un problema.

Walter Durling, Vicepresidente empleador, advirtió que las artes de la interpretación se habían beneficiado en gran manera de la tecnología. Los teatros estaban trabajando con escenarios y decorados informatizados, y la industria cinematográfica estaba haciendo un uso masivo de la tecnología informática. Hoy día, las películas se vendían en disco compacto con varias traducciones que permitían al consumidor seleccionar el lenguaje e incluso la forma de la pantalla. En resumen, la nueva tecnología impulsaba las artes de la interpretación. La World Wide Web suministraba una comunicación mundial rápida y barata, que no se hubiese podido ni siquiera soñar hace diez años. Convenía apreciar sus posibilidades y ventajas.

Chris Warren, Vicepresidente trabajador, subrayó la importancia de examinar el impacto de la tecnología sobre el trabajo y las relaciones laborales en las industrias de la información. Era conveniente que la OIT interviniese en los nuevos problemas laborales de las industrias convergentes, como la formación, la seguridad y otras necesidades sociales de los empleados. La OIT debería asumir en adelante determinadas actividades en este ámbito, que serían de gran ayuda, no sólo a los empleados y a los empleadores del sector de la información, sino también para todas las personas que trataban de informar.

Tony Lennon, del Grupo de los Trabajadores, advirtió que los trabajadores estaban preocupados ante la posible evolución del mundo en dos planos, en el que algunos podrían tener acceso a la nueva tecnología y a sus beneficios, y otros no. Había que encontrar el camino para evitar la exclusión social debida al desarrollo tecnológico. Puesto que la tecnología de los multimedia, como el correo electrónico y la World Wide Web se habían convertido en una forma dominante de comunicación, los empleadores tendrían que ser menos reticentes a la hora de permitir que los representantes sindicales utilizasen sus sistemas para comunicarse con el sindicato. Los empleadores deberían aceptar el derecho de los trabajadores a asociarse por medio de estos medios de comunicación y comprender que ello formaba parte de la libertad de asociación.

John Morton, de la Federación Internacional de Músicos (FIM), hizo notar que los artistas intérpretes, y muy especialmente los músicos, habían tenido unos convenios colectivos flexibles durante varios decenios, pero que el proceso de convergencia de los medios de comunicación múltiples hacía que la conclusión de tales convenios fuese cada vez más difícil. Algunos músicos seguían teniendo empleos permanentes en las óperas, orquestas o compañías de ballet, pero la mayor parte de ellos tenía que mantener unas relaciones laborales muy poco usuales. Muchos músicos grababan y mezclaban sus canciones en sus propios estudios, o en garajes habilitados para ello, antes de entablar relaciones comerciales con alguna de las grandes empresas de grabación. Otros mantenían una «relación cuasilaboral» con un estudio de grabación por sesiones, es decir, que jurídicamente eran considerados como empleados por cuenta propia pero, de hecho, eran empleados. Aunque la ley contemplaba a estos músicos como empleados por cuenta propia, resultaba difícil organizarlos para fijar unas condiciones y unos coeficientes normalizados. La mezcla de diversos tipos de relación de empleo provocaba una fragmentación de la función del empleador. En ocasiones resultaba difícil detectar a los empleadores y algunos de ellos no eran demasiado conscientes de sus obligaciones y de sus responsabilidades. La OIT debería examinar de nuevo la situación de los músicos en relación con las relaciones atípicas de empleo. Además, el desarrollo de la negociación colectiva en este terreno concreto debería ser fomentada de conformidad con los principios de la OIT.

Dominique Schalchli, representante del Gobierno de Francia, declaró que la cuestión de la reproducción secundaria o múltiple de las obras de los artistas intérpretes y del trabajo de otras profesiones no era tanto una cuestión de propiedad intelectual cuanto de instrumentos de trabajo. Por consiguiente, estas cuestiones tenían que ser discutidas en la OIT.

Walter Durling pidió a los participantes que no fuesen demasiado pesimistas en relación con los efectos sociales del desarrollo tecnológico y de la convergencia de los medios de comunicación múltiples. Recordó la visión negativa de una fuerza de trabajo esclavizada, reflejada en la ya clásica película «Metrópolis», que nunca había llegado a ser realidad. No era más que un sueño pesimista. Los empleadores querían tener libertad de acción, lo mismo que los trabajadores. Querían un diálogo entre los interlocutores sociales sin intervención gubernamental. Ciertamente, los sindicatos tenían derecho a utilizar los modernos medios de comunicación, como el correo electrónico, para dar más fuerza a la libertad de asociación, pero surgirían problemas éticos si los trabajadores tenían que usar los equipos de los empleadores durante el tiempo de trabajo y en los locales de los empleadores.

Respuesta del grupo de especialistas

Mikael Waldorff hizo observar que la nueva tecnología y la informatización no cambiaba realmente el trabajo básico de los actores. Desde la perspectiva de un artista audiovisual, practicar juegos de vídeo interactivos no resultaba demasiado distinto de trabajar en la producción cinematográfica o televisiva. Al fin y al cabo, todos ellos pertenecían a los multimedia. Sin embargo, lo que cambiaba era el uso de una actuación y su distribución. Por lo tanto, esta cuestión era una parte cada vez más importante de las relaciones de trabajo y tenía que ser adecuadamente tratada en los convenios colectivos y en los contratos individuales.

Néstor Cantariño declaró que, a medida que la tecnología avanza, aumentan también las responsabilidades de los gobiernos y de los empleadores. Asimismo, los que administraban el conocimiento y la información tenían mayores responsabilidades sociales. La mundialización estaba generando un verdadero diluvio de información y estaba ejerciendo presión sobre los países jóvenes del mundo en desarrollo, que estaban luchando por mantener su identidad cultural. El acceso permanente al conocimiento y a la tecnología, suministrado por el mundo occidental, conducía a una transculturalización y dificultaba la conservación de la historia y las costumbres de estos países jóvenes. Si el desarrollo de la tecnología no servía para aumentar el nivel de vida de la gente, no servía realmente para nada. Era de gran importancia que no aumentase el desfase entre los «posesores» y los «desposeídos».

Carlos Alberto de Almeida advirtió que la libertad de asociación era muy difícil de llevar a la práctica en el Brasil, donde los empleadores despedían y perseguían a los trabajadores simplemente porque estaban afiliados a un sindicato. El desarrollo futuro debería llevarse a cabo de una manera más humana y con el debido respeto a los derechos laborales. Puesto que la humanidad se había mostrado capaz de tan grandes logros e innovaciones, ¿por qué no iba a ser posible prever algunos de los cambios que la nueva tecnología iba a traer consigo y ayudar a la gente a adaptarse de manera humana y razonable?


Parte 12

El papel de la OIT

El papel de la OIT

El Sr. Marc Blondel, Presidente del Coloquio, dio comienzo a la reunión exponiendo el contexto en que se desarrollaría la discusión. El Coloquio no era una reunión sectorial convencional o un comité conjunto cuyo objetivo fuese llegar a conclusiones negociadas. No obstante, era importante que en el Coloquio se adoptasen ciertas directrices o que se brindasen orientaciones para poder llevar a cabo unas actividades de seguimiento adecuadas.

Se había expresado cierta preocupación en el sentido de que tal vez se estuviesen haciendo esfuerzos con vistas a la posible adopción de un convenio sobre los medios de comunicación múltiples, pero el Presidente explicó claramente que un coloquio no era el escenario adecuado para entablar negociaciones sectoriales que pudieran conducir a la adopción de un convenio. Para ello, el Consejo de Administración hubiese tenido que adoptar la decisión de poner en marcha tal discusión, sobre la base de un documento de trabajo y, evidentemente, esto no se había producido.

El Presidente observó también que se había mostrado inquietud con respecto al mandato o a las atribuciones de la reunión, pero en las circunstancias actuales no consideraba que la cuestión del mandato o de las atribuciones viniera al caso. El objetivo de la discusión era simplemente observar si podía llegarse a un consenso respecto de las propuestas de seguimiento ya presentadas o de las que podrían plantearse durante el debate. No se trataría de conclusiones negociadas que

tendrían que someterse a votación, sino más bien de los puntos respecto de los cuales la reunión estuviera de acuerdo. Las posturas de los Grupos en cuanto a otros puntos seguirían siendo distintas.

El Presidente señaló además que no todas las partes se habían mostrado en favor de la idea de celebrar el Coloquio. Algunos hubieran preferido un enfoque más tradicional. Si los resultados del Coloquio no fuesen positivos, la reunión no sería de ninguna utilidad para la OIT ni en el plano interno ni en el externo, ni permitiría tampoco disipar la inquietud expresada -- entre otros -- por los trabajadores con respecto a este tipo de acontecimiento. Las repercusiones del Coloquio en los acontecimientos que se producen en el ámbito de los medios de comunicación múltiples podría verse mermado. Serviría a los intereses de todas las partes poder llegar a algún consenso básico con el fin de que la OIT pudiera llevar a cabo su labor.

A continuación, el Presidente declaró abierto el debate acerca de las declaraciones que figuran en el documento SMC/1997/5, que se reproduce a continuación:

El papel de la OIT

A. Declaración del representante del Gobierno de Francia

La OIT debería efectuar un análisis cuantitativo y cualitativo del teletrabajo tal como existe actualmente y como se prevé que será en el futuro, con el fin de continuar la labor realizada en la Conferencia Internacional del Trabajo celebrada en 1996 con la adopción del Convenio sobre el trabajo a domicilio, 1996 (núm. 177).

B. Declaración del Grupo de los Empleadores

El Grupo de los Empleadores que participa en el Coloquio desea hacer la siguiente declaración, como resultado de sus debates en sus reuniones de Grupo:

1. La palabra «multimedia» (medios de comunicación múltiples) es un término genérico por el que hoy día se pretende designar toda una gama de actividades en el contexto del desarrollo tecnológico, y principalmente en el ámbito de las comunicaciones. Ahora bien, suponer que este término siempre se adecua a dicha definición podría denotar cierta ignorancia de la verdadera naturaleza de los adelantos que se están produciendo.

2. La OIT podría revisar las normas vigentes a fin de evitar que sofoquen la creatividad y la iniciativa empresarial necesarias para generar empleo, y que coarten el pleno aprovechamiento de los adelantos tecnológicos que benefician a la humanidad.

3. Dado el ritmo del progreso tecnológico actual, la OIT podría considerar útil comparar las condiciones laborales y sociales imperantes cuando se adoptó la mayoría de las normas actuales, con aquellas prevalecientes hoy día en las sociedades avanzadas y en los países en desarrollo.

4. Los empleadores que participan en este Coloquio se reservan el derecho de expresar cualesquiera otros pareceres u opiniones que estimen deseables u oportunos a la luz de los debates pendientes y antes de que éstos concluyan.

C. Declaración del Grupo de los Trabajadores

1. Programa de reuniones sectoriales

2. Actividades regionales de seguimiento por parte de la OIT

3. Propiedad intelectual

4. Capacitación en la sociedad de la información

5. Redes de tecnología de la información

6. Estudios e investigación por emprender

7. Estudio por la OIT del panorama evolutivo de los medios de comunicación

El Sr. Domifique Schalchli, representante del Gobierno de Francia, deseaba retirar la referencia hecha al Convenio sobre el trabajo a domicilio, 1996 (núm. 177), en la propuesta de su Gobierno, para evitar malentendidos. En 1996 la cuestión del trabajo a distancia o del teletrabajo no constituyó una preocupación central durante los debates sobre el trabajo a domicilio. Ahora bien, dado que el teletrabajo es un tema importante, convendría que la OIT fijara seriamente su atención en este asunto. El orador pidió que se actuara con prudencia con respecto al punto c) de la parte 6 de la declaración de los trabajadores. Consideraba que era demasiado pronto para examinar la elaboración de normas para el teletrabajo en el sector de los medios de comunicación múltiples. Actualmente, se requiere un estudio más detallado de esta cuestión.

El Sr. Walter Durling, Vicepresidente empleador, hizo alusión al mandato de la reunión y citó el párrafo 14 del documento GB.265/STM/1 del Consejo de Administración relativo al Coloquio sobre la convergencia de los medios de comunicación múltiples, que dice así: «la Comisión tal vez estime oportuno recomendar que el Coloquio tenga por objeto un intercambio de opiniones sobre las cuestiones sociales y laborales relacionadas con la convergencia de los medios de comunicación múltiples, y que desemboque en la elaboración de un documento que comprenda un resumen de los debates y extractos de los documentos presentados». En ese documento no se pide en modo alguno que se llegue a un consenso básico sobre ninguna cuestión específica. Por consiguiente, el orador expresó la postura del Grupo de los Empleadores cuando afirmó que los miembros de ese Grupo no tenían el mandato de negociar ningún consenso básico sobre ninguna cuestión concreta relacionada con los medios de comunicación múltiples. Las razones para acudir al Coloquio eran intercambiar opiniones y conseguir información y orientación, pero no sentarse a negociar ningún documento. El objetivo final de este Coloquio era proceder a un intercambio de puntos de vista. Sería de utilidad para todos disponer de un resumen de las discusiones y de extractos de los documentos presentados.

El Sr. Valentin Klotz, Secretario General de la reunión, dio primeramente las gracias a todos los participantes por sus intervenciones y por el estimulante intercambio de puntos de vista que tuvo lugar los tres días anteriores. Recordó que, en 1995, el Consejo de Administración había emprendido una evaluación del Programa de Actividades Sectoriales. Este Coloquio constituía la primera reunión del sector de los medios de comunicación, la cultura y las artes gráficas, según había sido definido por el Consejo de Administración en aquella ocasión. No se trataba de una reunión especial del sector de los medios de comunicación múltiples per se. Era una reunión que se celebraba dentro del marco del Programa de Actividades Sectoriales para el sector de los medios de comunicación, la cultura y las artes gráficas. Como resultado de la evaluación, el Consejo de Administración había decidido que, para asegurar un examen sistemático de cada uno de los 22 sectores definidos en el programa, debería prestarse mayor atención a las actividades de seguimiento, como los servicios técnicos consultivos, los seminarios y las investigaciones. Los recursos asignados a un sector en el bienio subsiguiente a la celebración de una reunión sectorial deberían destinarse a tales actividades. Dado que este Coloquio se celebraba en el bienio 1996-1997, en las propuestas de Programa y Presupuesto para 1998-1999 no estaba prevista ninguna asignación para celebrar otra reunión, pero la Oficina tenía grandes esperanzas de que en esta reunión se proporcionaría orientación respecto de las actividades de seguimiento para ese período.

El Sr. Tony Lennon del Grupo de los Trabajadores indicó que éstos habían resumido brevemente sus propuestas en cuanto a las esferas de actividad en que podría ser útil que la OIT emprendiera nuevas actividades. Todo lo que se propuso eran actividades o análisis que permanecerían bajo control de la OIT. Era fundamental conseguir que aumentasen la concienciación y la capacidad de los interlocutores sociales de todo el mundo para adaptarse a los cambios que se fueran produciendo. Este había sido el enfoque que adoptó el Grupo de los Trabajadores al formular propuestas sobre las actividades futuras. El orador instó al Grupo de los Empleadores a que proporcionara orientación a la OIT sobre las cuestiones que pudieran interesarles.

La Sra. Barbara Motzney, representante del Gobierno del Canadá, expresó la opinión de su Gobierno de que era importante que la OIT intensificara sus esfuerzos en esta esfera. En tres días se habían expuesto gran cantidad de conocimientos y puntos de vista muy diversos. Era conveniente que la reunión proporcionase a la Secretaría algún tipo de orientación en cuanto a sus actividades para el próximo bienio. Aunque no se había llegado a ningún consenso, habían vuelto a surgir en los debates algunos temas muy precisos y ciertos mensajes fundamentales. En consecuencia, el representante del Gobierno del Canadá, con la ayuda de los representantes de los Gobiernos de Alemania, Egipto, Estados Unidos, Francia y Hungría, deseaba complementar la declaración de los trabajadores sobre la formación en la sociedad de la información. Los gobiernos habían reconocido la importancia decisiva de la formación en la sociedad de la información, y la responsabilidad que compartían todos los interlocutores sociales. En consecuencia, alentaban a la OIT:

a) a elaborar, reunir y difundir ampliamente información sobre las iniciativas y programas de formación y readaptación profesional. Se deberían mencionar tanto los buenos resultados como la experiencia adquirida, y

b) a investigar la manera en que las personas, los empresarios, los trabajadores, las comunidades y las instituciones pueden colaborar entre sí para promover una cultura que valore la formación permanente. Es particularmente importante promover esa cultura por medio de la instrucción, familiarizando a los niños con el material de información, es decir, las computadoras, los programas lógicos, las aplicaciones de los medios de comunicación múltiples y todas las demás fuentes e instrumentos de los medios de información.

La oradora, hablando exclusivamente como representante del Canadá, expresó su reconocimiento por las declaraciones hechas por los otros Grupos. Pidió a la OIT que desplegara los esfuerzos necesarios con miras a elaborar un marco para promover las discusiones, los debates y las investigaciones, y a definir mejor el alcance de las cuestiones y de los sectores involucrados en la convergencia de los medios de comunicación múltiples. Este marco sería de gran utilidad no sólo para la OIT, sino también para las demás organizaciones que deben hacer frente a un fenómeno en gran medida multidisciplinario y multisectorial.

El Sr. Jürgen Warnken, representante del Gobierno de Alemania, reafirmó su apoyo a la propuesta común que acababa de presentarse. Propuso además que se hicieran investigaciones y se emprendieran actividades en la esfera más amplia de la informática, con particular atención a las diferencias entre las distintas regiones.

El Sr. Kenji Tsunekawa, representante del Gobierno del Japón, instó a la OIT a que examinara los vínculos existentes entre el desarrollo de los medios de comunicación múltiples y la creación de empleo. La Oficina debería recurrir con ese fin a sus equipos multidisciplinarios y a las actividades de cooperación técnica. La OIT también debería evaluar la tendencia a sustituir determinadas relaciones de trabajo colectivas por relaciones de trabajo individuales, que aumentará inevitablemente con las industrias de los medios de comunicación múltiples. Era indispensable que la OIT colaborase con otros organismos de las Naciones Unidas en su labor acerca de los problemas con que se enfrenta la sociedad de la información, en especial la UIT, la OMPI y la OMC. El orador ponía también de relieve que cada mandante de la OIT esperaba que esta Organización se convirtiera en un centro de excelencia respecto de las cuestiones laborales y pedía a la Oficina que incrementara el nivel de conocimientos especializados del personal de la OIT. Señaló que el Coloquio era bastante diferente de las otras reuniones de la OIT. En otras reuniones sectoriales, sólo los participantes seleccionados como miembros del Comité de Redacción podían participar en su labor, y los otros miembros no podían sumarse a esos interesantes debates. Ahora bien, el último día de la reunión los participantes podían adoptar algunas resoluciones y conclusiones en las que se indicaba a los gobiernos y a la OIT la orientación futura. Por el contrario, en este Coloquio todos habían podido participar en la discusión, pero no se adoptó ningún documento final. Ambos tipos de reuniones tenían sus ventajas y sus inconvenientes, pero tal vez podrían corregirse los defectos de cada una de ellas.

El Sr. Lennon suscribió formalmente en nombre del Grupo de los Trabajadores cada una de las declaraciones de los representantes gubernamentales. El Grupo de los Trabajadores se alegraba de haber participado en el Coloquio, pero las dificultades con que se tropezó en la discusión final lo inducían a pensar que hubiera sido preferible celebrar una reunión tripartita convencional cuyas normas pudieran comprenderse claramente y en la que se adoptasen conclusiones negociadas.

El Sr. Durling reafirmó su postura de que el Grupo de los Empleadores no entablaría negociaciones. La Oficina había recibido en tres días una gran cantidad de informaciones del mayor interés. La reunión de personas de todo el mundo con documentos preparados de antemano sobre un determinado asunto ya constituía un caudal de orientación que la Oficina podría utilizar en los dos próximos años. La declaración hecha por el Grupo de los Empleadores había sido solicitado por la Oficina. El Grupo de los Empleadores había proporcionado a la Oficina una declaración -- no una conclusión ni recomendaciones, sino tan sólo una declaración -- basada en los comentarios formulados durante el Coloquio. Ese documento debería seguir siendo tan sólo una declaración y nada más.

El Presidente pidió al Secretario General que tomara nota de las posturas de las diversas partes.

El Sr. Klotz observó que se habían formulado muchas propuestas durante la reunión, por parte de los miembros de los tres Grupos. Estas se resumirían en el informe final, junto con las declaraciones pronunciadas y las discusiones celebradas. Todo ello serviría de guía a la OIT en su labor futura en relación con el sector de los medios de comunicación, la cultura y las artes gráficas.

El Sr. Blondel dio las gracias a todos los participantes por haber asistido al Coloquio y facilitado su tarea como Presidente. Por último, expresó la esperanza de que se celebrarían otros coloquios de este tipo en el futuro, aunque sería preferible que pudieran adoptarse también conclusiones claras y precisas. El Presidente declaró oficialmente clausurado el Coloquio.

* * *

Durante la reunión, se había reafirmado la pertinencia de los principios de libertad sindical y del derecho de negociación colectiva, de la erradicación de toda discriminación y del fomento de la igualdad de oportunidades. Ahora bien, los rápidos cambios que se están produciendo en el sector llevan a los interlocutores sociales a tratar de encontrar mecanismos apropiados para reforzar en la práctica esos derechos humanos básicos y ampliar el diálogo social.

A continuación se resumen brevemente las propuestas hechas durante el Coloquio por los participantes para promover las actividades de la OIT:


Cuestionario de evaluación

Resumen de las respuestas

Antes de finalizar el Coloquio se distribuyó a todos los miembros, consejeros técnicos y observadores un cuestionario destinado a conocer las opiniones de los participantes sobre diversos aspectos de la Reunión. De los 61 participantes que asistieron, 32 respondieron al cuestionario. Se recibieron respuestas de 4 representantes gubernamentales (3 delegados y 1 consejero técnico), 10 representantes de los empleadores, 17 representantes de los trabajadores (11 delegados, 3 consejeros técnicos y 3 observadores) y 1 observador de una ONG. Por lo tanto, el porcentaje de respuestas fue del 52 por ciento.

Una gran mayoría de los encuestados parecía estar más que satisfecha con el tema general de la reunión y con los temas que se habían sometido a discusión. Un 90 por ciento pensaba que la elección del punto incluido en el orden del día era buena o muy buena, y un 94 por ciento se mostró satisfecho con los temas seleccionados. Respecto a la calidad de la discusión, 30 de los 32 encuestados estaban satisfechos.

El 88 por ciento de los encuestados consideraron que el informe elaborado por la Oficina era bueno o muy bueno por la calidad de análisis, y el resto de los participantes se declararon satisfechos. Veintiocho de los 32 encuestados se mostraron satisfechos en cuanto a su objetividad y consideraron que su presentación y legibilidad eran buenas o muy buenas.

En cuanto al tiempo dedicado al debate, la mayoría de los participantes opinaron por lo general que se había dispuesto de tiempo suficiente para los grupos especiales y para las reuniones de grupos, pero una amplia minoría (el 41 por ciento) señaló que se había dedicado poco tiempo a la discusión general.

Los aspectos prácticos y administrativos fueron considerados buenos o muy buenos por 30 de los 32 encuestados.

Un gran número de participantes expresó su reconocimiento a la OIT por haber organizado esta reunión sobre un tema tan oportuno. Muchos consideraron que habían adquirido cuantiosos datos sobre las preocupaciones de subsectores que hasta entonces les resultaban poco familiares. La información obtenida hasta ahora de los participantes, ya sea verbalmente o por escrito, ha sido positiva.

Entre los comentarios adicionales recibidos figuraban los siguientes:

CUESTIONARIO DE EVALUACION

Coloquio sobre la convergencia de los medios
de comunicación múltiples (multimedia)

Para poder valorar el trabajo de las reuniones sectoriales, la Oficina necesita conocer la opinión de los participantes con el fin de disponer de los datos básicos para evaluar la calidad, utilidad y eficacia de las reuniones de dichas comisiones. Puesto que el logro de los objetivos de este estudio depende necesariamente de la obtención de un número suficiente de respuestas, le agradeceríamos que se tomara el tiempo necesario para contestar a las preguntas que formulan a continuación y que haga los comentarios que estime oportunos en relación con la reunión.
 

1. ¿Cómo valora la reunión en lo referente a los puntos siguientes? (marque una casilla en cada caso)

Muy buena

Buena

Satisfactoria

Deficiente

Insatisfactoria

La elección del punto inscrito en el orden del día (convergencia de los medios de comunicación múltiples (multimedia))

(19) 59%

(10) 31%

(2) 6%

(1) 3%

( )

Los temas propuestos para la discusión

(5) 16%

(21) 68%

(3) 10%

(2) 6%

( )

La calidad de la discusión

(4) 13%

(14) 44%

(12) 37%

(2) 6%

( )

Su beneficio potencial para el sector

(5) 17%

(8) 28%

(12) 41%

(1) 3%

(3) 10%

2. ¿Cómo valora la calidad del informe en los siguientes aspectos? (marque una casilla en cada caso)

Muy buena

Buena

Satisfactoria

Deficiente

Insatisfactoria

Calidad de análisis

(7) 23%

(20) 65%

(4) 13%

( )

( )

Objetividad

(6) 19%

(17) 53%

(5) 16%

(4) 13%

( )

Presentación y legibilidad

(12) 38%

(16) 50%

(4) 13%

( )

( )

3. ¿Qué opina del tiempo dedicado al debate? (marque una casilla en cada caso)

Demasiado

Suficiente

Escaso

Debates de los grupos especiales

(3) 9%

(26) 81%

(3) 9%

Discusiones

( )

(19) 59%

(13) 41%

Grupos

(2) 7%

(21) 72%

(6) 21%

4. ¿Cómo valora los aspectos prácticos y administrativos (secretaría, servicios de documentación, traducción, interpretación)? (marque una casilla)

Muy buena (18) 56%, Buenos (12) 38%,  Satisfactorios (12) 38%, Deficientes (1) 3%,  Insatisfactorios ( ).

5. ¿En qué calidad asistió usted a la reunión?

Gobiernos: Delegado (3) Consejero técnico (1) Observador ( ) Observador OIG ( )

Empleadores: Delegado (10) Consejero técnico ( ) Observador ( ) Observador ONG (1)

Trabajadores: Delegado (11) Consejero técnico (3) Observador (3)

6. Otras observaciones (puede continuar al dorso, en caso necesario)

Lista revisada de participantes


1.  Esta cantidad incluye los gastos de televisión, radio, suscripciones a servicios de cable, juegos de azar, etc., así como en productos de los medios de comunicación. Véase: «Welcome to the entertainment economy», en Business Week, 14 de agosto de 1995, pág. 41.

2.  R. Snoddy: «A publisher who had a global electronic dream», en Financial Times, 16 de octubre de 1995. Véase también T. Jackson: «The biggest story in the book world», en Financial Times, 31 de julio de 1995.

3.  Las «cinco grandes» compañías de grabación son PolyGram, filial de Philips, grupo industrial holandés fabricante de aparatos electrodomésticos; Sony Music, que forma parte de Sony, el grupo industrial japonés de aparatos electrónicos y de ocio; Warner Music, filial de Time Warner, de los Estados Unidos; BMG, filial de Bertelsmann, de Alemania; y EMI Music, que forma parte de Thorn EMI, del Reino Unido. Véase: «Recorded music sales bound towards $40bn», en Financial Times, 17 de abril de 1996.

4.  Cifra correspondiente a 1989, facilitada por L. Gray y R. Seeber: «The industry and the unions: An overview», en Under the stars. Essays on labor relations in arts and entertainment (ILR Press/Cornell University Press, Ithaca, 1996), págs. 26-27.

5.  Para un estudio analítico detallado de los cambios estructurales en las industrias del cine y la televisión en Estados Unidos y sus repercusiones sobre el empleo y las relaciones laborales, véase S. Christopherson: «Flexibility and adaptation in industrial relations: The exceptional case of the U.S. media entertainment industries», en Under the stars, op. cit., págs. 86-112.

6.  UIT: TeleGeography, citado en G. de Jonquières: «WTO needs telecoms deal for its credibility», en Financial Times, 18 de marzo de 1996, y «Shifting allegiances», en «International telecommunications», estudio analítico del Financial Times, 19 de septiembre de 1996.

7.  Véase: «Shifting allegiances», op. cit.

8.  En Suecia hay 68 líneas telefónicas principales por cada 100 habitantes; en los Estados Unidos, 63, y en Suiza y Dinamarca, 61. «International telecommunications», op. cit.

9.  Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT): The telecommunications development gap, anexo A (Ginebra, 1996).

10.  Véase: «A World Wide Web for tout le monde», en Business Week, 1.o de abril de 1996, pág. 32.

11.  Véase: «The new music biz», en Business Week, 15 de enero de 1996, págs. 20-25.

12.  Para una discusión del enfoque europeo en materia de medios de comunicación múltiples y edición electrónica, véase, por ejemplo P. Vittet-Philippe: «The Frankfurt Book Fair: A showplace for cyberpublishing» en I&T Magazine (Comisión Europea, Bruselas), abril de 1996, núm. 19, págs. 17 a 21.

13.  J. Verity: «A company that's 100% virtual», en Business Week, 21 de noviembre de 1994, pág. 47.

14.  Este observador es Jeremy Thomas, presidente del British Film Institute, y la cita se extrae de J. Tagliabue: «European films: The sequel», en International Herald Tribune, 27 de febrero de 1996.

15.  A. Rawsthorn: «Here's looking at you, kid, x 1000», en Financial Times, 19 de junio de 1995. Véanse también N. Andrews: «Pixillating the pixels», en Financial Times, 30 de enero de 1995 y «Computers come to Tinseltown», en The Economist, 24 de diciembre de 1994 - 6 de enero de 1995, págs. 89-91.

16.  Para un análisis más detallado de estas tendencias, véase H. Katz (director de la publicación): Telecommunications: World-wide restructuring of work and employment relations (Ithaca, Nueva York, Cornell University Press, en preparación).

17.  Analista política principal del servicio de políticas de radiodifusión del Canadian Heritage.

18.  Del Ministerio Federal de Trabajo y Asuntos Sociales de la República Federal de Alemania.

19.  Secretario Federal Adjunto de la Alianza de Medios de Comunicación, Espectáculos y Artes de Australia.

20.  Jefe de la Unidad de Asuntos Exteriores de la Unión Internacional de Telecomunicaciones.

21.  Presidente del Sindicato Nacional de Empleados de las Telecomunicaciones, Malasia.

22.  Director Gerente y Jefe Ejecutivo de Nation Printers and Publishers Ltd., Kenya.

23.  Jefa del Departamento Central Informático del Sector de Ingeniería de la Radiodifusión del Ministerio de Información de la República Arabe de Egipto.

24.  Del Departamento de Investigación y Desarrollo de la Confederación de Empleadores, Suecia.

25.  Director de la División de Análisis del Mercado de Trabajo del Ministerio de Educación y Empleo, Reino Unido.

26.  Director interino de VISCOM, Asociación Suiza para las Comunicaciones Visuales.

27.  Director gerente de New Times Corporation, Ghana.

28.  Secretario tesorero de la Newspaper Guild (Federación de la Prensa Escrita), Estados Unidos.

29.  De la Asociación Alemana de Editores de Periódicos.

30.  Sage & Schreibe, edición especial, 5/1996.

31.  Secretario General de la Unión de Músicos, Japón.

32.  Director Ejecutivo de la Asociación de Editores de Periódicos, Nueva Zelandia.

33.  Del Sindicato de Trabajadores de los Medios de Comunicación (Industriegewerkschaft Medien), Alemania.

34.  Director General de Recursos Humanos de la Binariang Sdn Bhd, Malasia.

35.  Encargado de misión en la Misión Internacional del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales de la República Francesa.

36.  Director de Asuntos Públicos de la Oficina de Asuntos Internacionales del Trabajo del Departamento de Trabajo de los Estados Unidos.

37.  Catedrático de Derecho del Trabajo en la Universidad de Módena, Profesor Adjunto de Gestión Comparativa de los Recursos Humanos en el Centro de la Universidad John Hopkins de Bolonia, y Presidente de la Asociación Italiana de Investigación sobre las Relaciones Laborales.

38.  Director de AT&T Global Information Solutions y Director de Recursos Humanos de Charter Communications International Inc., & Phoenix Data. El Sr. Durling es miembro empleador del Consejo de Administración de la OIT.

39.  Presidente del Sindicato de Radiodifusión, Espectáculos, Cine y Teatro (BECTU) , Reino Unido.

40.  Profesor Adjunto de Estudios Laborales de la Universidad de Utrecht, Países Bajos.

41.  Secretario General de la Confederación Sindical de Trabajadores de los Medios de Comunicación Social (COSITMECOS).

42.  De la Asociación de Actores de Dinamarca.

43.  Presidente de la Federación Nacional de Periodistas Profesionales (FENAJ), Brasil.


Puesto al día por VC. Aprobada por NdW. Ultima actualización: 26 de febrero de 2000.